"Lorena"
Suspiré saliendo del baño.
– ¿Qué pasa cariño? –. Me preguntó Christian acostado en la cama.
– Nada...
Fui a la mesita de noche y la abrí. Ahí estaba el cepillo para el cabello y a un lado el cuchillo.
Levanté el cepillo para que no sospechara nada. Con un rápido movimiento le arrojé la toalla a la cara. Rió pensando que quería jugar.
Con la mano libre tomé el cuchillo y corrí hacia el balcón.
– ¿Lorena? –. No me giré para mirarlo. – ¿Qué haces? ¡Detente!
Pasé mis piernas sobre el barandal y me sostuve de espaldas a la playa.
Christian corrió hacia mí, le lancé el cepillo de madera con dientes de metal, que le cayó en la frente, se llevó la mano a la zona en donde recibió el impacto pero no se detuvo. Miré rápidamente hacia el suelo. Me dio un escalofrío, estaba a una altura muy grande, pero ya no podía pensarlo más tiempo, no podía escapar por la puerta ni por las ventanas del piso de abajo, el balcón era mi única oportunidad.
Di un pequeño salto y me dejé caer. Christian alcanzó mi muñeca y sentí un jalón en mi axila cuando me detuve en el aire. Solté un pequeño gruñido de dolor.
– ¡Lorena!
– ¡Sueltame! –. Grité apretando las mandíbulas por el dolor.
– ¡Te vas a lastimar! –. Recargó su abdomen en el barandal para poder sostener mi muñeca con las dos manos.
Miré mi mano izquierda, aún tenía el cuchillo.
La levanté, sentía como si estuviera cargando muchos kilos con esa mano. Christian abrió los ojos como platos en cuanto vio mis intenciones.
– No, Lorena, si lo haces... piensa en el bebé, lo vas a lastimar.
– Esa es la maldita razón por la que hago esto. No quiero que salga lastimado con tus garras.
Le hice un corte en la muñeca derecha. Aún tenía vendada la otra mano. Christian apretó los ojos con fuerza.
– Lorena... Si te suelto...
Le volví a pasar el filo del cuchillo por la misma herida que le acababa de hacer. Soltó un gruñido y me soltó.
Un dolor horrible invadió mis tobillos en cuanto mis pies impactaron contra el suelo, recorriendo todas mis piernas. Después de caer sobre los pies mi cuerpo se fue hacia atrás, chocando mi trasero contra el piso de piedra.
Grité con fuerza por el dolor, me había golpeado en los huesos del trasero.
– ¡Lorena! –. Voltee a verlo. Nos miramos a los ojos por unos segundos que me parecieron interminables.
Puse mi mano en el suelo y me impulsé para incorporarme. Hice muecas de dolor en el acto.
Giré mi cabeza a ambos lados. Después dirigí mi vista de nuevo al balcón; Christian ya no estaba ahí.
Toqué la parte baja de mi trasero. Un dolor agudo recorrió toda mi espalda.
Escuché sus fuertes pisadas bajando las escaleras con velocidad.
Empecé a caminar cogeando hacia la casa de a lado, quería ir más rápido, correr, pero las plantas de los pies, los tobillos, incluso las rodillas, me dolían cada vez más por cada paso que daba. Iba muy lento, me alcanzaría fácilmente.
No, no me iba a dejar invadir por esos pensamientos negativos.
Piensa en Jake, en ti, en tú bebé.
Corrí sobre la arena de la playa a toda la velocidad que me era posible.
Escuché como la puerta de mi casa se movia violentamente. Christian intentaba con desespero abrir las cerraduras extras que él mismo había agregado en la puerta para no dejarme escapar. Evité reír por lo irónico del asunto.
Seguí mi camino sintiendo como mi corazón luchaba por escapar de mi pecho. Escapar. Eso es lo que yo estaba haciendo, es lo que haría.
Corrí hasta la puerta de madera del patio trasero de la casa del vecino y la abrí.
– ¡Lorena! -. Voltee la cabeza para mirarlo. Sus ojos echaban llamas de ira y dejaba un rastro de gotas de sangre, que salía desde su muñeca, sobre la arena.
Entré al patio y me dirigí a la puerta trasera de vidrio de la casa.
Puse la mano en la manejilla de la puerta corrediza e intenté abirla.
Cerrrada.
Mierda.
Le di un manotazo con la palma de mi mano desesperada, no podía tener tan mala suerte.
– ¡Lorena! –. Por el reflejo del vidrio lo vi. Estaba en la puerta de madera de la entrada al patio trasero respirando agitadamente. Después vi mi reflejo.
Mi ojo no se veía tan hinchado como lo sentía. Tenía una marca morada en mi sien izquierda y en el lado derecho de mi frente, al igual que en mis dos mejillas. Mis labios estaban partidos, y con un poco de sangre, en tres zonas diferentes, y una gran mancha roja cubría mi mentón. Estaba desmaquillada y mi cabello ya se estaba secando, notándose increíblemente enredado, hacía al menos 3 meses que no me miraba en un reflejo. Tenía un aspecto poco atractivo, incluso desagradable a la vista, no sé como le seguía gustando a Christian o a Jake.
Jake... Por eso estaba huyendo.
Regresé a la realidad y fui a la esquina de la casa con la intención de rodearla e ir a la entrada.
Christian pasó sus brazos debajo de mis axilas y empezó a arrastrarme, presionando mis senos con fuerza en el acto.
– ¡Suéltame! –. Empecé a patalear; al instante me detuve pues las piernas aun me dolían mucho y más los tobillos.
Sentí como mi brazo izquiero se manchaba de su sangre. Sangre de la mano de Christian que había salido gracias a... el cuchillo.
Levanté la mano para enterrarselo de nuevo en alguna parte de su brazo, al ver mis intenciones alargó un brazo y tomó mi muñeca jalandola a mi lado, lo más lejos posible de su otro brazo con el que aún me sostenía.
– ¡Detente! –. Ordenó intentando quitarme el arma.
– ¡No! –. Me sacudí. – ¡Suéltame!
Me arrastró hacia mi casa. En el camino tomó el cuchillo y lo lanzó lejos de nosotros.
Al sentir la arena bajo mis pies me tranquilicé y dejé de luchar contra él.
Dejé que me arrastrara unos metros más.
– Espera... Al menos... Deja... Deja que toque el mar... No lo he hecho en 3 meses...
Sin soltarme me arrastró en dirección al mar. Vi como me alejaba de mi casa.
Tomó con fuerza mi brazo izquierdo, apretando un moretón que me había hecho pero no dije nada.
Caminamos lentamente hasta que el agua salada tocó mis dedos y hundió mis pies hasta los tobillos.
Me dejé caer de rodillas y mi brazo izquierdo se quedó arriba porque Christian no lo había soltado.
El agua llegó hasta mis muslos. Con mi brazo libre sacudí el agua con mis dedos haciendo que las mangas del suéter se mojaran.
– ¿Por qué te lanzaste desde el balcón? –. Preguntó soltando al fin mi brazo.
– No se me ocurrió otra manera de salir...
– ¿De dónde sacaste el cuchillo? – tragué saliva –. Lorena, ¿te lo dio ese imbécil?
No le contesté, no vi la razón para hacerlo, de cualquier manera, él ya sabía la respuesta.
Se paró a mi lado, sus calcetines se mojaron.
– ¿Recuerdas el primer año nuevo que estuvimos juntos? –. Preguntó.
Agarré un puño de arena a la vez que apretaba los ojos intentando olvidar aquello. ¿Que si me acordaba? Recordaba absolutamente todo, cada detalle, cada risa, beso y abrazo forzado que me obligue a dar.
– Estar en la playa, así, contigo... Me gustaría volver a pasarlo.
– A mí no – dije secante –. Tardé mucho en intentar pasar un día festivo sin pensar en lo que me hacías.
– Como mañana es año nuevo quería que cenáramos románticamente y eso. – dijo ignorando completamente lo que acababa de decirle.
– ¿Mañana es año nuevo? –. Después de que dijo eso no escuché el resto de la oración.
– Si, bueno, mañana en la noche, no hoy en la noche... – se puso de cuclillas a mi lado y metió su mano derecha al agua para limpiarse la sangre.
Lo empujé. Cayó de lado. Levanté la mano que tenía arena y se la eché en los ojos. Sin ver si le había atinado o no, me incorporé y salí corriendo hacia la casa del vecino, ignorando el dolor que sentía en mis tobillos y rodillas, cada paso que daba era una tortura para mí. Pasé a lado del cuchillo que había caído sobre la arena, quise agarrarlo, pero sabía que me quitaría mucho tiempo agacharme por él y Christian me atraparía en el acto.
Me tomó de nuevo del brazo antes de llegar siquiera al patio trasero, pero esta vez me agarró con más fuerza de la que había aplicado anteriormente.
Me giré y con mi mano libre le empecé a pegar en el pecho. Puso su mano en mi espalda intentando atraerme hacia él. Seguí dandole puñetazos.
– ¡Déjame!
– Para ya Lorena, has intentado escapar muchas veces, ¿y cuántas de esas lo has logrado?
Mis ojos empezaron a picar por las lágrimas y poco a poco dejé de pegarle. Me abrazó y me obligó a pegar mi oreja a su pecho, en donde se escuchaba su corazón a un ritmo acelerado.
Tenía razón. Había intentado escapar muchas veces y jamás lo lograba.
Empecé a llorar dejando salir toda la rabia, el dolor y la tristeza que se había acumulado en mí desde que había aparecido la mañana del día de mi cumpleaños.
Me apretó más contra él por la espalda y con la otra mano agarró mi cabeza manteniéndola pegada a su pecho.
Después de unos minutos me separó lentamente de él sosteniéndome con fuerza por los hombros obligándome a verlo.
– Regresemos a casa.
– No. – me forcé a mantenerme en mi lugar. En ese momento mi trasero me recordó el gran golpe que me había dado.
– Vamos.
– No – agarré su antebrazo –. Vas a lastimar a Jake...
Me abrazó de imprevisto pegandome de nuevo a su pecho y me plantó un beso en el cabello. Después agarró mi cara con sus manos y me obligó a verlo de nuevo. A veces realmente ese hombre me sorprendía en sus actos, en un momento me golpeaba como si fuera su peor enemigo y al segundo siguiente me abrazaba y besaba diciéndome cuanto me amaba.
– Te prometo algo, si regresas ahora, conmigo, de manera pacífica... No lo golpearé, haremos como si tú jamás hubieras saltado por el balcón.
– ¿Lo prometes? –. Asintió.
Deslizó su mano hasta la mía entrelazando nuestros dedos y me llevó de vuelta a la casa.
***
Empecé a rascarme el tobillo en donde tenía la cadena. Christian salió del baño con una toalla amarrada a la cintura y la muñeca vendada. Se veía extraño. En la derecha tenía vendada la muñeca y en la izquierda la mano.
Miré su pecho desnudo. Mantuve mi mirada en la cicatriz que tenía cerca del hombro, recordé la escena de cuando le enterré las tijeras como si apenas hubiera pasado. Bajó su mirada a donde yo lo veía.
– Creo que las cicatrices me hacen ver más sexy...– me miró con media sonrisa, ¿no estaba enfadado? Yo lo estaría, por mucho.
– Obviamente, por eso me esfuerzo en hacerte tantas – rió pero yo no pude hacerlo –, creo que tal vez así ya no me parecerías tan repulsivo.
Doblé las rodillas y me abracé las piernas recargando la barbilla en las rodillas.
Christian se puso una camiseta azul marino y un short de deporte.
– Voy a correr un poco...
Me moví en la cama y el trasero me dolió al instante.
– Felicidades. – murmuré con la intención de que me escuchara. Supe, sin necesidad de mirarlo, que había puesto los ojos en blanco.
Fui al closet y tomé un sueter color gris y negro de Jake que me llegaba a las rodillas. Levanté la mano y vi que quedaba un pedazo de tela, Jake tenía los brazos más largos que yo. Llevé la mano a mi nariz e inhalé profundo. Me sorprendió que aun tuviera su aroma.
Me acosté en la cama y seguí inhalando su aroma hasta que Christian regresó. Ya había anochecido. Podía oler el aroma de Jake todo el día.
Llegó con una sonrisa en su cara.
– ¿Qué? –. Pregunté al ver su estúpida cara.
– Nada. – se encogió de hombros sin dejar de sonreír.
Lo miré extrañada mientras caminaba hacia el closet y se ponía una pijama.
Se acostó a mi lado y le di la espalda. Puso su mano en mi cintura y al instante sentí un escalofrío.
– Descansa mi amor, porque mañana tendremos un gran Año Nuevo. – susurró en mi mejilla y me dio un beso en el cabello.
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Bueno, como voy a regresar a clases decidí subir capítulo antes de lo planeado pues supongo que no podré actualizar en un tiempo, pero les prometo que el siguiente capítulo será más largo de lo que suelen ser ^~^
Saludos y gracias a todos los que votan y comentan mi historia mostrándome cuanto les está gustando ❤️❤️
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