"Jace-Jake"
– Por cierto... – levanté la mirada para verlo a los ojos en cuanto volvió a hablar. – ¿Cómo es que Jake obtuvo la llave que estaba guardada en mi pantalón?
– Cuando me abrazaste... – comencé, supuse que lo mejor para todos era decirle la verdad –. Y yo te devolví el abrazo, no fue difícil imaginar que te perderías en ese momento y yo podría meter la mano en tu trasero sin que te dieras cuenta...
– No me molestaría que lo hicieras ahora... – me sonrió con malicia.
Continué como si no hubiese dicho aquel comentario que me recordó mucho a Thomas. – Cuando me acerqué a Jake y pasé su cabello detrás de la oreja dejé que las llaves que tenía en la mano cayeran hasta las suyas que estaban amarradas a su espalda...
– A veces me sorprende tu inteligencia, cariño, me doy cuenta que no pude elegir a una chica mejor.
– Tal vez pudiste elegir a alguien que alguna vez podría amarte... – me miró seriamente pero lo ignoré –. A propósito... ¿Por qué la tipa esa, la doctora con la que te revolcaste la otra vez, gemía el nombre de Thomas?
Se rió. – No lo hacía...
– Sí. – dije bastante segura mientras recordaba los ruidos que había escuchado unos días antes desde mi sala.
– No, seguro estabas soñando, o los golpes te afectaron mucho... – rió pero al instante se dio cuenta de que su chiste no era gracioso –. Bueno, te dejo, al rato regreso, espero que no hayas leído ese libro antes... – y salió de la habitación.
El libro... No me había dado cuenta de que estaba sentada en la cama con las piernas cruzadas y abrazaba el libro pegándolo a mi pecho.
Lentamente bajé el objeto y leí el nombre de la obra.
No estaba en mi librero y dudaba que Jake lo hubiese comprado, así pues, me di cuenta de que Christian seguía pensando que era una adolescente con deseos de enamorarme de algún personaje literario sexy y malo. No, no había visto la película, pero sabía que el actor que lo interpretaba era muy guapo.
Dejé el libro a mi lado y me recosté. Una media hora después decidí darle una oportunidad al libro, que me había comprado aquel maldito, y leerlo.
No sé cuánto tiempo pasó exactamente cuando escuché que la puerta se abría. Yo estaba dandole la espalda, sentada en el suelo; tenía esa manía de moverme cada 5 minutos mientras leía un libro.
– ¿Te está gustando? –. Se puso de cuclillas atrás de mí viendo sobre mi hombro.
– Pues sí, creo que Jace es muy lindo.
– ¿Quién es Jace? ¿Por qué te gusta?
Lo sabía, quería que me atrajera un personaje para que le dijese lo que me gusta de un chico y él actuara así.
– Es rubio, sexy y con tatuajes. – voltee a verlo con una sonrisa de lado. – ¡Oh! ¡Como Jake! ¡Hasta se parecen en los nombres! ¡Jace-Jake! ¡Santo cielo!
Christian se puso de pie al instante furioso, su plan no había resultado. Sin poder evitarlo empecé a reír a carcajadas con fuerza, tanta que el abdomen empezó a dolerme y me lo abracé cayendo de espaldas al piso.
– ¡Juro que no me había dado cuenta de eso! –. Dije limpiándome las lágrimas cuando al fin pude dejar de reír.
– Me encanta cuando te ríes... – se sentó a mi lado sonriéndome de manera nostálgica.
Me senté frente a él y nos quedamos mirando unos minutos sin decir nada.
Me acerqué lentamente. Puse mi mano delicadamente en su mejilla y lo besé.
Se quedó sorprendido por mi acto.
– ¿Estuvo mal? –. Pregunté como si fuera una niña de ocho años que hubiese cometido un error.
Sonrió de oreja a oreja. – ¡Claro que no! Es sólo que... Me sorprendiste un poco-mucho.
Reí encogiéndome de hombros. – Si quieres no lo vuelvo a hacer.
– ¡No! – se aventó sobre mí tirándome al suelo y colocándose encima –. Hazlo todo lo que quieras.
Sonreí antes de que me volviera a besar. De repente se puso de pie y caminó al balcón. Suspiré de manera discreta, estaba aliviada porque no deseaba que hubiera intensificado el beso.
– Sé... – se notaba lo molesto que estaba por su voz –. Sé que esto sólo lo haces para que te tenga confianza pero... Me gusta que lo hagas, aunque sé que no lo disfrutas, me haces sentir que... Podrías llegar a sentir algo por mí, me besas como si realmente quisieras que te gustara...
También me puse de pie y caminé hacia él, entrelacé nuestros dedos, sabía que no valía la pena fingir que me gustaba, pero también sabía que él amaba que lo intentara –. Me esfuerzo por hacer esto Chris, tómalo en cuenta, por favor no lastimes a Jake, déjalo ir.
– Maldición Lorena, ¿puedes parar de mencionarlo? Deja de pensar en él por un momento.
– ¿Dejar de pensar en él? – separé nuestras manos y me alejé del pelinegro –. Ambos sabemos que él es la única razón por la que me obligo a hacer esto, dejar de pensar en él es como... – busqué una buena comparación –. Es como pedirte que dejes de amarme.
Utilicé la palabra "amarme" porque sabía que no le agradaría en absoluto que dijera "tu obsesión conmigo".
– ¡Me esfuerzo por hacerte feliz, Christian! ¡Esfuérzate también tú!
Se mordió el labio. – Bien. – sin decir nada más salió de la habitación.
Seguí leyendo el libro imaginándome a Jake cada que mencionaban a Jace sin poder evitarlo.
Estaba acostada de lado cuando Christian entró de nuevo. Lo ignoré y seguí leyendo. Sentí que liberaba mi tobillo pero me forcé a actuar como si no me importara, al instante sentí que otra vez lo amarraba. Extrañada voltee a verlo.
– La cadena es más larga Lore, para que puedas bajar. Llegarás sólo hasta la cocina por si te da hambre, o algún antojo... – bajó la vista a mi abdomen. – No intentes nada, no hay nada filoso así que ni busques.
Caminó atrás de mí mientras bajaba las escaleras. – Iré a darle de comer a Jake, si quieres calienta nuestra comida, está en el refrigerador.
***
Dirigí mi atención a la cocina sin intención alguna de entrar. Tomó la comida que estaba en la barra que separaba la cocina y el comedor y bajó al sótano.
Suspiré.
Subí a la habitación de nuevo, tomé toda la ropa sucia que guardábamos en un cesto en el clóset y bajé de nuevo. Caminé por el pasillo que estaba a lado de la cocina. Hasta el fondo había un cuarto de lavado que se ubicaba justo de bajo de mi habitación.
A la mitad del pasillo mi pie encadenado se detuvo. Gruñí de frustración. Sin soltar el cesto empecé a jalar de mi tobillo, como si mágicamente se fuera a liberar.
– ¿Pero que haces? –. Cuando Christian me vio cargando el cesto corrió en mi dirección. – ¡No lo cargues! ¡Pesa mucho! ¡Puedes lastimar al bebé!
Puse los ojos en blanco reusándome a soltar el cesto que él intentaba arrancar de mis manos.
– ¡Por Dios Christian! Sólo tengo 3 meses de embarazo, ni que me fuera a morir por cargar un simple cesto de ropa sucia.
– Déjame a mí. – finalmente suspiré soltando el cesto.
Caminé a la cocina arrastrando los pies.
En cuanto entré a la cocina busqué un cuchillo, un tenedor, algo que pudiera encajarle, pero obviamente no encontré nada; él se había asegurado de alejar todos los objetos filosos de mi alcance, intenté adivinar en donde pudo haberlos puesto, pero no se me ocurrió, además de que la cadena en mi tobillo no me dejaría buscar en ningún otro lado además de la cocina.
Saqué la comida y la puse sobre la barra que estaba en medio de la cocina justo en el momento en el que escuché que tocaban la puerta. Al principio creí que eran imaginaciones mías, pero cuando aquel ruido se repitió levanté la cabeza rápidamente.
Christian apareció corriendo. Se asomó por la ventana que estaba a lado de la entrada.
– Ve a la playa, allá te veo. – gritó a la persona al otro lado de la puerta.
– ¡Auxilio! ¡Ayuda! –. Empecé a golpear la barra con fuerza.
Christian me fulminó con la mirada mientras caminaba hacia la puerta.
– Cariño, ¿qué pasa? –. Preguntó la voz de una mujer, me costó unos segundos reconocerla, pues su voz sonaba muy diferente a cuando gemía.
– ¡AYUDA! ¡POR FAVOR! ¡LLAME A LA POLICÍA!
– Es la televisión cariño, – respondió Christian – ve a la playa, allá te veo.
– ¡No! ¡No es la televisión, por favor! –. Grité sin parar de golpear la barra con las palmas de mis manos intentando hacer el mayor ruido posible.
– Tom, quiero entrar. – dijo la chica detrás de la puerta.
– Emily, por favor, ve a la playa.
– No me moveré de aquí Tom, abre la puerta y déjame ver que pasa.
Christian suspiró, abrió las cerraduras extra que le había puesto a la puerta y lentamente la abrió.
Entonces fue cuando finamente pude ver a la famosa Emily, a la única chica que podía revolcarse con Christian por placer, ahí estaba ella, frente a mí. Me quedé paralizada al verla.
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Bueno... Voy a empezar con exámenes así que creo que no podré actualizar en unas 2 semanas 😞 pero intentaré escribir algo entre semana...
Gracias a los que votan y comentan ❤❤
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