"¡Era sólo una niña!"
Desperté sin el vestido puesto y acostada boca abajo.
Christian pasaba su mano por abajo de mi brazo rosando mis labios con sus dedos, mientras me daba besos por toda la espalda.
Intenté moverme para que se quitara de encima pero apretó sus brazos contra mi cuerpo impidiendo lograr mi objetivo.
– Quédate así. – dijo sin separar sus labios de mi piel.
Deslizó sus manos por mis costillas hasta mis bragas y lentamente me las quitó.
– Chris... – quise evitar que me desnudara por completo pero no lo logré.
Me hizo girar hasta quedar boca arriba, se colocó sobre mí con cuidado de no poner su peso y me besó. Él estaba completamente desnudo.
– No... Chris... – giré mi cabeza hacia un lado para que dejara de besarme y me hiciera caso.
Bajó a la zona entre mis pechos hasta mi ombligo dando pequeños besos como si marcara una línea recta.
Cuando bajó más puse mis manos en su cabeza y lo obligué a verme a los ojos.
– Dijiste que ya no lo harías...
– Y cumpliré mi promesa cariño, no te lameré... – se puso de rodillas y me jaló por la cadera acercándome más a él.
– No, Christian...
Se acostó sobre mí y sentí su miembro rozando mi entrepierna. Luché para no vomitar.
– Por favor Christian... – dije mientras me besaba el cuello preparándose para penetrarme. – Christian detente. – lo empujé y me miró extrañado. Tragué saliva. Volvió a pegar su miembro rozando mi zona intima moviéndolo lentamente. – ¡Vas a lastimar al bebé! –. Fue lo primero que se me ocurrió decir en cuanto supe que estaba por penetrarme.
– ¿De qué hablas?
– Si me penetras... Puedes lastimar al bebé... Sé que no quieres eso...
– ¿Cómo sabes que lo puedo lastimar?
En realidad no estaba completamente segura, sólo lo había dicho porque sabía que a Christian lo que más le importaba era el bienestar mío y del bebé, así que dije lo primero que se me ocurrió para que no me penetrara de nuevo, no lo soportaría ni una vez más.
– Yo... Creo que una vez lo escuché en televisión...
– ¿No será que investigaste porque querías tener un hijo con Jake? –. Me preguntó entrecerrando los ojos.
– Sabes bien que no quiero tener hijos... – toqué mi abdomen sintiéndome culpable por lo que acababa de decir, obviamente no quería tener un bebé y menos si era de Christian, pero si era de Jake estaría muy feliz –. Ambos sabemos a la perfección que no tolero a los niños...
– No sabes lo que dices – se sentó sobre sus piernas aun entre mis muslos –. Cuando nazca el nuestro, te va a encantar.
Cerré los ojos intentando no imaginármelo corriendo por toda la casa feliz de la vida sin saber por lo que yo pasé y como él llegó a existir.
Se puso de pie para vestirse de nuevo. Agarré las sabanas y las coloqué de tal manera que tapaba mi pecho.
– Aunque... – Christian volteó a verme con una sonrisa maliciosa en su rostro. – ¿Has escuchado del "sexo con ropa".
Abrí los ojos como platos. – No.
– Tu reacción me dice lo contrario – me señaló con el dedo índice –, yo pienso que me estás mintiendo...
– Me vale lo que tú pienses.
Puso los ojos en blanco. – Podríamos tener sexo con ropa... No lastimaríamos al bebé...
– Mejor no hay que hacer nada relacionado con violaciones para no correr riesgos. – sonreí hipócritamente.
Soltó el aire ruidosamente. – Ya te dije que...
– Sí, sí, que odias esa palabra, y yo te dije que te odio y que no quiero estar junto a ti, pero mírame – me señalé con las manos –, así que creo que tengo derecho a decir lo que se me de la gana, y más si lo que digo es verdad.
– No quiero discutir sobre eso. – caminó hacia la puerta.
Me puse de rodillas sin dejar de tapar mi cuerpo con la sábana. – ¡Claro que no quieres discutir sobre eso! ¿Sabes por qué? –. Me ignoró y salió de la habitación cerrando la puerta. – ¡Por que sabes que tengo razón! –. Alcé la voz para que me escuchara. – ¡Sabes que todo lo que digo es verdad pero tú no quieres admitirlo!
Me senté de nuevo en la cama de golpe. Cerré los ojos sintiendo el dolor que recorría desde mi trasero hasta la nuca, esperaba que el dolor se me quitara rápido, era horrible sentarse y que te doliera todo el trastero, pero claro, tenía que saltar por el balcón, ¿para qué? Para fallar de nuevo en mi intento de escape.
Me puse una blusa roja de tirantes y unos jeans cortos pero al intentar cerrarlos me di cuenta de que ya no podía.
No se puede decir que ya tenía una panza gigante de embarazada, pero al menos ya había aumentado una o dos tallas de pantalón.
Suspiré y decidí ponerme un short de ejercicio, sabía que por un rato no podría usar ropa con botones.
Me senté en el balcón y seguí leyendo el libro.
– Que asco. – exclamé después de unas horas leyéndolo.
– ¿Qué pasa? –. Christian entró a la habitación con un plato de cereal en las manos.
– Bueno, acaban de encontrar el cuerpo de un hombre literalmente partido por la mitad... – dije cerrando el libro y colocándolo en la mesita de noche.
– ¿Por qué lees esas cosas?
– Bueno, ya que eso no puede pasarte a ti, me conformo con leerlo en un libro...
Puso los ojos en blanco. – Voy a darle de comer a Jack.
– En serio... – tomé la cuchara para empezar – ¿Alguna vez piensas aprenderte su nombre?
Se encogió de hombros. – No me interesa en lo más mínimo su nombre, sólo que siga vivo para que tú te quedes aquí, conmigo...
– ¿Puedo bajar? – pregunté cuando terminé de comer –. Sabes que no intentaré nada... No puedo liberar a Jake sin la llave que tienes no sé en donde... Además, ya eliminaste todas mis rutas de escape...
Lo pensó unos segundos. – Espera aquí. – y salió de la habitación.
¿En serio me acababa de decir que espere aquí? Qué bueno que me dice, yo planeaba irme a Miami mientras él se iba dejándome con la cadena que rodeaba mi tobillo.
Cuando volvió vi que tenía una cadena notablemente más larga.
– ¿Cuantas cadenas tienes? Porque según recuerdo siempre has tenido una cadena más larga cuando lo necesitas...
– Sólo hoy...
– ¿No recuerdas cuando me bajó la primera vez? Te dije que necesitaba estar cerca del baño... Me llevaste a tu habitación y me amarraste con una cadena más larga que si bien recuerdo estaba en el clóset...
Sonrió. – ¿Cómo te acuerdas de eso? Yo ni en cuenta, pero sí, contigo siempre debo tener una cadena más larga, para cuando tenga más confianza en ti...
– ¿Dices que ahora crees que puedes confiar más en mí? Chris... Hace como dos días salté por ese balcón... – señalé mi última vía de escape –. Creo que un par de días no son suficientes para que pienses que ya no intentaré escapar... Nunca será suficiente porque siempre intentaré alejarme de ti, siempre intentaré escapar. – sabía que lo que acababa de decir no me serviría para convencerlo de que me dejara ver a Jake, pero me era imposible dejar de hablar.
– Estoy aquí hace 3 meses, y como dices, has intentado escapar por lo menos unas cinco veces... Cuando eras una adolescente viviste conmigo 2 años... Y sólo intentaste escapar como 6 veces... Cuando tenías 17 te acoplaste bien conmigo, te enamoraste de mí, te quedaste a mi lado todo este...
–Espera, espera, espera – lo interrumpí moviendo mis manos frente a él –, ¿crees que porque no intenté escapar tantas veces significaba que te amaba? –. Señalé mi pecho con el dedo índice. – ¿Crees que me sentía cómoda contigo? ¡Era una niña! ¡Ahora he intentado escapar más porque ya soy una mujer, y sé por todo lo que pasaré si me quedo a tu lado! ¡No estoy dispuesta a fingir que te amo ni por un segundo más! ¡Porque eso no pasó, no pasa y no pasará jamás!
– Antes te tenía más confianza porque tú no...
– ¡No lo hacía tan seguido! –. Lo volví a interrumpir completando lo que estaba por decir. – ¿Y sabes por que no lo hacía tan seguido? ¡Porque cada que lo intentaba fallaba! ¡Era sólo una niña! ¡Además de que sabías todo sobre mí, si escapaba matarías a toda mi familia solo por venganza!
Negó con la cabeza. – No... Lorena, no... Jamás le habría hecho daño a tu familia sólo para lastimarte...
– ¿Y Thomas? – no contestó –. Exacto, así que por milésima vez Christian... – me acerqué a él –. Para de imaginarte que sentí algo por ti, que siento o que alguna vez sentiré algo, porque te mientes a ti mismo.
– ¿Así quieres que te tenga confianza como para dejarte bajar? –. Sabía que se estaba haciendo el fuerte; pues no podía disimular la tristeza en sus ojos.
– Llevo 3 meses en esta jodida habitación, puedo soportar más...
– Bien, veamos cuanto tiempo más.
Nos retamos con la mirada hasta que él salió de la habitación cerrando de golpe la puerta.
– ¡Te odio! –. Grité en dirección por la que había salido.
Busqué la cadena que había traído para usarla en su contra en cuanto él regresara, pero me di cuenta de que se la había llevado, estaba aprendiendo a no dejar nada a mi alcance.
Me giré y le di un puñetazo a la pared. Miré mis nudillos pero esta vez no los había hecho sangrar, pero noté unas pequeñas cicatrices de las que no me había percatado, se me había quedado gracias a la ultima vez que le di un puñetazo a la pared.
¡Oh! Como quisiera que esas cicatrices se me hubieran quedado por darle puñetazos a Christian. ¿Por qué no había ido a alguna clase de defensa personal en los 6 años que estuve libre? No, tenía que dejarle el camino más fácil a Christian.
Seguí leyendo el libro de La Octava Plaga hasta terminármelo.
– ¡Christian! ¡Joder, Christian! –. Gritaba acostaba en la cama con mis pies cruzados a la altura de mis tobillos y los brazos a ambos lados de mi cuerpo.
– ¿Qué? –. Abrió la puerta pero no entró.
– ¡Al fin te apareces! Llevo una eternidad llamándote.
– ¿Qué quieres?
– Otro libro.
– ¿Para qué? Escucha tus putas canciones suicidas. – señaló el reproductor de música que estaba sobre la mesita de noche.
– Me encantan Simple Plan y Muse, pero escucharlos todo el día una y otra vez harta... Quiero leer otro libro, que está en MI librero de MI casa.
Puso los ojos en blanco. – Bien, te traeré uno... – y salió de la habitación.
– ¡Que no sea uno que ya leí!
Me recargué en la cabecera de la cama esperándolo con los brazos cruzados.
– Ten. – entró a la habitación y me aventó el libro, que cayó en el borde de la cama y después al suelo.
– ¿Qué te pasa? –. Le grité furiosa corriendo para levantar el libro. – ¿Por qué lo aventaste? – se me quedó mirando recargado en el marco de la puerta –. Prefería cuando tú me regalabas los libros y los tratabas bien.
– Sí, yo prefería cuando me decías que me amabas.
Agarré el libro y me puse de pie frente a Christian.
– Jamás te dije que te amara.
– ¿Y cuando hacíamos el amor tan dulcemente? –. Se acercó a mí y dejé que acariciara mi mejilla.
– No, cariño, a eso se llama violación, simplemente no me movía para que no me lastimaras, pero jamás, ni una sola vez, dije que te amara. – le di unas palmadas en la mejilla.
Movió los ojos como si estuviera recordando los dos años en los que estuve con él.
– ¿Ya lo recuerdas, querido Chris?
Fui a sentarme a la cama.
– Pero yo pensé...
– Sí, todos piensan cosas; y, Christian – lo miré seriamente a los ojos –, jamás, pero jamás, vuelvas a tratar así alguno de mis libros.
Sonrió. – Me recuerdas a la chica de 17 años a la que le compre todos sus libros favoritos...
Bajé la mirada recordando aquello que había hecho por mí, no podía negar que eso me había hecho feliz; jamás nadie me había comprado tantos libros y menos mis favoritos, hasta que 2 años después conocí a Jake; Jake me hizo olvidar todo lo que Christian había hecho intentando enamorarme, Christian no le llegaba ni a los talones.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro