Cicatrices
Bajé las escaleras con mucho cuidado ya que no quería prender la luz y despertar a Christian. Fui a la cocina en dónde sí prendí las luces para poder ver, busqué en los cajones hasta encontrar un vaso de vidrio. Di un giro completo buscando el garrafón pero no había ninguno. Me acerqué al lavaplatos, al lado del grifo había otro más pequeño y delgado. Cuando abrí la llave un chorrito de agua empezó a salir, me encogí de hombros y dejé que esa agua llenara el vaso. Le di un pequeño trato, sorprendida me di cuenta que el agua tenía una consistencia muy diferente a la de México o Estados Unidos. Le di otro trago, no parecía de la llave, seguramente estaba purificada. Me quedé quieta unos segundos pensando... Si agarraba un cuchillo y mataba a Christian nadie se daría cuenta, ni él mismo. Di un paso cuando algo me hizo sobresaltar a tal grado que la mitad del agua que llenaba el vaso cayó al suelo.
– ¿Qué estás haciendo? –. Preguntó la voz de Christian atrás de mí. Me giré sobre los talones para mirarlo.
– Vine por un poco de agua. –dije intentando disimular mi acelerada respiración provocada por el susto.
– Bien, ya la tienes, lleva tu trasero a la cama de nuevo. –me mordí la lengua para no responderle algo de lo que me arrepentiría. Cuando pasé por su lado me dio una nalgada, lo fulminé con la mirada– ¡Ups! Se me resbaló la mano. –dijo sonriendo con malicia. Cuando se giró para apagar la luz de la cocina yo lo mojé con la mitad del agua que aun me quedaba, me volteó a mirar furioso.
– ¡Ups! Se me resbaló la mano. –le devolví la sonrisa que hacía unos segundos me había dado. Se rió un poco y con su mano en mi espalda baja me obligó a subir de nuevo a la habitación.
Nos sentamos a cada lado de la cama. Christian se me quedó viendo desde que bebí el resto del agua que aún quedaba en el vaso hasta que me acosté.
– Ya puedes acostarte. –dije como si le estuviera dando permiso de hacerlo, claramente él no notó que me burlaba. Se volvió a parar y se cambió la camiseta mojada por una seca después caminó hasta situarse a lado de mí. – ¿Qué pasa? –le pregunté un poco adormilada. Se agachó y tomó el vaso.
– Mejor prevenir que lamentar. –y salió de la habitación. Al principio me quedé sin entender hasta que me di cuenta que él realmente se imaginó que podría usar ese vaso de vidrio para herirlo.
Que inteligente, Christian, no creí que lo fueras... De seguro esas cicatrices te hicieron aprender.
Evité reírme mientras me acomodaba en la cama de tal forma que quedaba viendo a la ventana, nieve caía sobre ésta. ¿Acaso Christian sabía que odiaba el frío y le daba igual?
***
Cuando desperté y tragué saliva no pude evitar hacer una mueca de dolor. Me llevé una mano a la garganta, pero me dolía internamente.
Me puse las pantuflas y bajé a la cocina. Christian estaba viendo una receta en una televisión de la que no me había percatado.
– ¡Buenos días, cariño! –. Saludó alegremente... Mucho...
– Hola. –la garganta volvió a arderme de nuevo.
Genial, me voy a enfermar...
– Mira, estoy viendo esta receta para hacer Kasha... Espero que te guste...
Subí de nuevo a la habitación y estaba a punto de acostarme en la cama cuando recordé lo que había pasado la mañana anterior. Me bajé el pantalón de pijama hasta las rodillas y me vi el muslo interno de la pierna izquierda. Su mano se veía marcada aún, en dónde me había sujetado para penetrarme.
– ¿Qué haces? –me subí rápidamente el pantalón y me di media vuelta sorprendida. Me sonreía ligeramente, como si se burlara de mí. Salí de la habitación y crucé el pasillo para entrar al cierto que aún estaba vacío. Cerré la puerta con seguro y recargué mi cabeza en ésta–. Ya está el desayuno, cariño –informó Christian desde detrás de la puerta. Me alejé caminando a la ventana y la toqué, estaba helada, la nieve la cubría casi por completo haciendo que el cuarto luciera demasiado oscuro–. Lorena, abre la puerta –le dio un fuerte golpe que me provocó un sobresalto– o voy a patearla hasta tirarla –apreté la mandíbula con fuerza y caminé de regreso a la puerta para abrirla con furia, cuando lo hice mi cabello voló un poco por el aire causado. Pasé por su lado sin mirarlo y bajé a la cocina. Tomé el plato que estaba en la barra y caminé hacia la sala para sentarme y mirar televisión. Christian desayunó conmigo sin decir nada–. Lorena –habló cuando terminamos de comer–, ¿por qué no me hablas?
– ¿En serio quieres que te diga? –. La garganta me ardía cada que pronunciaba una nueva palabra. Tosí.
– No, sólo te pregunté porque quería que me dijeras cómo está el clima... –dijo con sarcasmo. Solté el aire molesta, no estaba de humor.
– Ok... Primero, me duele la garganta, seguramente me voy a enfermar... Segundo, ¡Acabas de violarme!
– ¡Por Dios, Lorena! ¡Eso fue ayer!
– ¡Ah, claro! ¡Un día me violas y se me olvidará por completo al día siguiente!
– ¡A lo que me refiero...! –bajó la voz–. Nunca dejaste de dirigirme la palabra después de que hiciéramos el amor...
– ¿"hiciéramos el amor"? –solté una carcajada soportando el dolor de mi garganta–. ¡Nunca había dejado de hablarte porque nunca había estado embarazada y porque realmente creías que algún día podría enamorarme de ti! Bueno... Ahora sabes que eso no va a pasar, no tengo porqué fingir.
– ¡Pero podemos hacerlo sin herir al bebé!
– ¡Vete a la mierda, Christian! –. Me puse de pie y salí corriendo hacia el cuarto de lavado. Cerré la puerta y recargué la espalda en ésta.
No voy a llorar. No voy a llorar.
Levanté la vista hacia la pequeña puerta para entrar al ático, en dónde ya no colgaba el aro con la cuerda, la había arrancado con mi peso el día anterior. Si me había costado trabajo alcanzar el aro que colgaba desde la cuerda anteriormente, sólo podría alcanzar el circulo en donde se metía el dedo para abrir la puerta si me subía sobre los hombros de otra persona que midiera lo mismo que yo.
Abrí la puerta y bajé las escaleras ignorando a Christian, quién las estaba subiendo. Entré a la cocina y abrí los cajones hasta encontrar el de los cubiertos. No había cuchillos filosos. Tomé el más filoso que encontré y me giré sobre los talones sólo para encontrarme a Chris entrando a la cocina.
– ¿Qué haces? –. Preguntó con tono aburrido.
– Quiero vengarme por lo que me hiciste. –tragué saliva con dolor. Sonrió y se quitó la camisa con un movimiento rápido.
– Esto –señaló una cicatriz que estaba en su pecho– es una venganza que tú me hiciste, al igual que esta –señaló la que estaba en su brazo, esas se las había hecho el mismo día con el mismo instrumento, unas tijeras que estaban en el sótano de mi casa en México–, también tengo una en la cabeza –se llevó una mano por el cabello para tocar la cicatriz que le había hecho con la tapa del tanque del inodoro cuando descubrí que estaba embarazada–. Tengo otras cicatrices, mi amor, creo que tuviste suficiente venganza.
– No cuenta si tu me haces las mismas cicatrices.
– Yo no te he dejado cicatrices. –se rió.
– ¿La de la pierna derecha no cuenta? –señalé mi muslo derecho aunque lo tapara el pantalón, él me había dejado una cicatriz con las mismas tijeras que yo había ocupado en él–. Dejaste tu mano marcada en mi muslo desde ayer, la lengua me duele porque hiciste que me mordiera cuando estábamos en el ático, en mis muñecas quedaron las marcas de las esposas...
– ¡Tú me enterraste las tijeras primero! –me interrumpió señalando de nuevo la cicatriz de su pecho–. La mano y tu lengua sanarán sin dejar cicatrices, tú misma te lastimaste las muñecas, yo nunca te dije que te jalaras hasta desprenderte la piel...
– ¡Me violaste estando embarazada! –. Sacudí el cuchillo hacia él.
– ¡Pero eso no te dejó cicatrices!
– ¡No estamos hablando de cicatrices! ¡Estamos hablando de lo que me has hecho!
– ¡En todo caso ya te había violado estando embarazada! –lo miré sin entender, él, por su parte, se vio sorprendido por admitir que me había violado. Respiró intentando tranquilizarse–. Estás embarazada desde hace cuatro meses, nos acostamos –ahí estaba de nuevo, intentando evitar la palabra violación– varias veces antes de saber que estabas embarazada, no sabemos con exactitud si te embaracé la primera vez que estuve contigo o la última...
– O cuando estuve con Jake. –dije bajando el cuchillo hasta ponerlo a mi lado.
– Así que pudimos haber hecho el amor varias veces antes de saber que estabas embarazada. –continuó como si no lo hubiera interrumpido.
– Entonces sólo era un feto... No era un ser humano como ya lo es... –me toqué el abdomen con la mano libre.
– Ve el lado bueno... –sonrío dando unos pasos hacia mí.
– ¿Cuál es el lado bueno?
– Que ya hablaste conmigo de nuevo... Y ese cuchillo no tiene el suficiente filo para hacerme daño...
Sonreí negando con la cabeza. Dejé el cuchillo en la barra sin mirarlo.
– Algún día me vas a volver completamente loca.
– Admite que te vuelvo loca en la cama. –sonrió caminando hacia mí. Pasé por su lado.
– No me haces sentir nada en la cama, cariño. –ahora sabía que mi mejor arma era decir que no era bueno en la cama, eso le dolía hasta los...
– Entonces tal vez en el comedor. –me tomó por un brazo y me empujó hasta pegar mi espalda contra la pared. Lo miré sorprendida y asustada por su acto, mi corazón latía con fuerza.
Me cargó por la cintura y me llevó hasta sentarme en la mesa del comedor.
– ¿Qué estás haciendo? –. Intenté empujarlo, pero él estaba perfectamente situado entre mis piernas.
– Vamos a hacerlo en cada centímetro de la casa hasta que hallemos el lugar correcto para volverte loca. –mi corazón latió con más fuerza cuando empezó a besarme en el cuello.
– No, Christian –lo empujaba sin éxito. Dejó caer su cuerpo sobre mí para que yo quedara acostada, acarició mi muslo–. El bebé...
– No le pasará nada si no somos bruscos... Y lo haremos mientras esa pequeña panza no me impida besarte con comodidad. –dijo mientras pasaba a lamerme la oreja.
– Me voy a enfermar y te voy a contagiar. –necesitaba cualquier excusa para que dejara de besarme. Cerré mis puños sujetando su camisa con fuerza.
– No importa, aprovechemos mientras estoy sano.
Quería volver a quedarme completamente quieta pero se me ocurrió una idea mejor. Así pues, mis manos sujetaron su nuca alejándolo de mi oreja, rodee su cintura con mis piernas atrayéndolo más a mí. Me miró sorprendido pues nunca lo agarraba de ahí. Acerqué mis labios a los suyos y lo besé con pasión y de manera desesperada cerrando los ojos con fuerza.
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Vale... Lo último no lo tenía planeado en lo absoluto pero llegó a mi mente y me encantó jajaja .
Bueno... Iba a subir este cap hasta mañana como regalo de año nuevo, pero acá una lectora me convenció de subirlo hoy jaja ¡El último capítulo del año!
Intentaré subir capítulo mañana, pero no aseguro nada porque aún no lo tengo terminado :)
Comenten que creen que está haciendo Lorena :3
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