Capítulo 1
— Deja de hacer eso.
— ¿Hacer qué?— dije cansada.
— Eso—me señaló— Dar vueltas por la maldita habitación, me tienes cansado.
— Pues yo estoy cansada de estar encerrada, al menos déjame salir a la cocina.
— Yo estoy cansado de ser tu jodido niñero, así que cállate.
— ¿Por qué no renuncias?— pregunté ganándome una mirada de odio de su parte.
— Suficiente.
James se levantó del sofá de la habitación,arregló su traje negro y finalmente salió, en el momento en que la puerta se cerró sentí como le colocaba el seguro y se alejaba.
Llevaba seis años encerrada en esta maldita casa, y durante todo este tiempo James se encargaba de mi, cuando se levantaba de buen humor me solo me dejaban ir a la cocina de la casa, sino me mantenía encerrada acá, de la misma forma no tenía contacto con nadie que no fuera él, la cocinera y en ocasiones otro guardia que venía, no tenía derecho a usar la computadora, un celular o la televisión.
Cerré los ojos y me recosté en la puerta, en mi cabeza siempre estaban presentes las mismas preguntas, ¿por qué me tenían acá? ¿Por qué mi familia no me había buscado?
En ocasiones me daban ganas de llorar, a veces de gritar y quizás aveces me daba risa, probablemente ya estaba enloqueciendo en este lugar o quizás estar con James que era una persona bipolar me estaba volviendo así.
— Quítate— dijo James empujando la puerta y haciéndome golpear.
—Idiota— murmuré y el me miró directo a los ojos.
— Danielle, Danielle—negó con la cabeza—¿No has aprendido que no debes insultar a tu secuestrador? y más si tiene un arma— sonrió mientras sacaba su arma y me apuntaba en la mitad de las cejas.— ¿Tan poco valoras tu vida?
— Lo siento— susurré con los ojos llenos de lágrimas— Lo siento, por favor no me mates James, te lo pido. —dije arrodillándome.
— Me gusta la vista desde acá, quizás podrías hacerme una mamada y así no te mate.
— James por favor, no me lastimes. — dije ya llorando.
— Deja de llorar Danielle— dijo tomando mi cabello y tirando de el, de forma que lo miraba a los ojos y a la vez me lastimaba— Te he dicho que me molesta escucharte llorar, joder— tiró mas fuerte.—¿Vas a dejar de llorar?
— Si.
— Muy bien Danielle, ahora arréglate que tenemos visita.
— ¿Tenemos visita?
Me alegraba tener visita, nunca había socializado con nadie desde que me habían traído aquí.
— Ponte un vestido y algo de maquillaje, te quiero decente y no quiero que preguntes más, ¿entendido?
— Entendido— dije y el salió de la habitación.
Me levanté del suelo, y limpié las lágrimas que habían salido gracias a los maltratos de James, sabía que a el le divertía hacer esto. Me di una ducha, y en cuanto salí me coloqué un vestido negro ajustado, y unos tacones del mismo color, coloqué accesorios dorados, apliqué algo de maquillaje y recogí mi cabello rubio en una coleta alta.
—¿Estas lista Danielle?— gritó James.
— Si
— Muy bien— dijo abriendo la puerta.— Te ves muy linda— sonrió y yo no pude evitar sonrojarme.
— Gracias.
— Muy bien Danielle, quiero que te comportes, las personas que vienen a visitarnos son importantes.
— Esta bien.
Salimos de la habitación y caminamos hacía la sala de estar, en verdad estaba nerviosa, ¿quienes venían a visitarnos? En cuanto llegamos mi nerviosismo se multiplico, la sala estaba llena de hombres muy atractivos y había solo dos chicas bastante lindas.
— Señores— dijo James— Ella es Danielle.
— Esta bien— dijo uno de estos hombres acercándose demasiado a mi .— ¿Es virgen?
— Si
— ¿Cuanto quieres por ella?— preguntó otro hombre.
Cerré los ojos con fuerza, no podía creer que esto estuviese pasando, sabía que James me odiaba, pero, ¿venderme?
— Nada— ¿acaso yo no valía nada?— Ella no esta a la venta.
— ¿Entonces porqué la trajiste?— preguntó el mismo hombre.
— Es mi acompañante, así como ustedes trajeron a esas chicas tan hermosas.—sonrió decentemente—Ahora, si me me acompañan vamos a firmar esos documentos.
— ¿Eres nueva?— preguntó una chica rubia en cuanto los hombres salieron.
— ¿Nueva?
— Si— dijo la otra chica—En este negocio, la venta de chicas.— se encogió de hombros.
— No lo sé— susurré— Ni siquiera sabía que James se dedicaba a la venta de chicas.
— ¿Te deja llamarlo por su nombre?— preguntó la rubia sorprendida— Cuando yo estuve acá, el ni siquiera me dejaba mirarle a los ojos, ni cuando teníamos sexo.
—De todas formas James no es el jefe— dije ignorando el comentario de James teniendo sexo con esa chica.— Aún no lo conozco, pero sé que no es el.
La chica de cabello negro iba a responder pero en ese momento entraron los hombres y ellas se quedaron calladas y bajaron su mirada al suelo, ¿por qué mierdas hacían eso?
—Tu chica es rebelde James—dijo un de los hombres.— No sabes como me molesta que sean así.
Tomó mi cabello y tiró de este, haciendo que cabeza se inclinara hacía atrás, me miró a los ojos mientras que con la otra mano sacó su pistola, ¿acaso todos se divertían amenazándome? Y no lo vi venir, ese hombre me golpeó con la pistola en la cara, sentí sabor a sangre en mi boca y logré ver como un hilo de sangre salía mi nariz. El empezó a reírse y luego me volvió a golpear, pero esta vez fue en el ojo, esté hombre me soltó y limpió su pistola, ya que tenía mi sangre.
— Danielle— dijo este hombre.— Quiero que sepas que tienes prohibido mirarnos a los ojos, y que no puedes hablar a menos que te lo diga, o te mataré y créeme no me tiembla la mano para hacerlo.
En ese momento pude ver a James, el no había hecho nada por evitar que me golpearan, probablemente el lo había disfrutado, ya que tenía una gran sonrisa en su rostro, quería llorar pero eso ocasionaría mi muerte.
— Es hora de irnos— dijo otro hombre.— Gracias por tu atención James, nos vemos.
Todos salieron de la casa, sentía como mi ojo se empezaba a inflamar, y como el sabor a sangre era más presente, en ese momento se abrió la puerta y era el otro chico que me cuidaba cuando James no podía.
— ¿Que te ocurrió?— preguntó tomando mi rostro entre sus manos.— James.
— Nicholas la golpeó, por que ella no bajó la mirada en cuanto entramos.
— ¿Tu porqué no le advertirste que lo hiciera?
— Ethan, yo no sabía que esto iba a pasar.
— Joder, mira como te dejaron Dani, ven, vamos a curarte.— dijo tomando mi mano mientras caminabamos hacía la habitación.
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