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19. «El Fin/Inicio de una Era»

Ha pasado una semana desde el cumpleaños de Aitana, y Valentina finalmente se siente lista para dar la cara y dejar atrás su cobardía.

Su consciencia la ha estado acribillando durante estos últimos siete días por haber dejado a Facu y sus amigos tirados sin ningún tipo de explicación esa mañana, después de haber congeniado tanto la noche anterior.

Es así que le ha pedido de favor a Aitana que hable con su hermano mayor y obtenga el número de Facundo para pactar un encuentro. ¿Y adivinen qué? Lo ha conseguido.

Su pie derecho repiquetea una y otra vez sobre el verdoso montículo de césped, en una transparente expresión de su ansiedad, al mismo tiempo en que repasa y organiza mentalmente los argumentos con lo que intentará justificar su repentina huida.

—¿Este es acaso otro sueño? —Una voz a sus espaldas la hace darse vuelta de inmediato—. Porque la última vez que pensé haberte visto, desperté de pronto y habías desaparecido.

A pesar de la acusación implícita, su postura y tono no delatan ninguna especie de remordimiento.

—Yo… me siento terrible.

Un abismo de silencio se instala entre los dos por espacio de algunos minutos para ser posteriormente roto por el pelinegro.

—¿Hice algo mal?

Alarmada por la errónea suposición del chico, Valen se apresura a revelarle la verdad:

—¡No! Para nada. No es tu culpa —El morocho suelta un corto suspiro que denota su alivio al asegurarse de que no hubo metido la pata con ella. A continuación, la cordobesa trata de explicarse a sí misma y su actual situación sentimental lo mejor que puede—: Es solo que, yo no soy esa clase de persona. Verás, sos increíblemente genial y me agradás un montón, pero, recién rompí con mi novio después de año y medio de relación y no quiero utilizarte. Nunca me perdonaría si te hiciera algo así.

Otro silencio meditabundo se apodera de ambos y es nuevamente el pelirrizado quien le pone fin—: ¿Y si yo estuviera dispuesto a correr el riesgo?

Valentina se muestra sumamente desconcertada por semejante propuesta. Sinceramente, creía que él se apartaría inmediatamente después de decirle que había estado atada a una relación larga cuyo doloroso final la había marcado.

—Hm, yo…

Facundo la interrumpe para seguidamente ilustrarle su perspectiva:

—Comprendo tu punto, estás pasando por una situación difícil. Pero, Valu, jamás en mi vida una chica me había dejado tanta huella en una sola noche. Sos maravillosa y que no quieras herirme es muy considerado de tu parte, sin embargo, en verdad me gustaría intentarlo con vos, a pesar de los obstáculos.

—Si yo…

—Si no lo conseguís, si vos no lográs superar a tu ex: cortamos por lo sano. Te prometo que no ocurrirá nada malo. Quizás sufra un poco por la decepción, mas, creeme, soy un chico grande, estaré bien tarde o temprano.

Su pacífica sonrisa cautiva a Valentina quien se ve tentada a aceptar, aunque sus dudas y las miles y variadas formas en las que todo esto podría terminar terriblemente mal para los dos, la atacan.

—Necesito tiempo.

Facundo toma sus manos –tan pequeñas en comparación con las suyas– y las acaricia con una dulzura nunca antes vista.

—Y yo te daré todo el que necesites, Valu.

—Gracias.

—Solo... llamame cuando estés lista.

—Lo haré.

Él la suelta y se dispone a marcharse, sin embargo, regresa rápidamente y sin previo aviso la toma de la cintura para estampar su boca en la comisura de sus labios con un anhelo irracional.

—Lo necesitaba para soportar la espera.

El pelinegro le sonríe de nuevo para proceder a retirarse, esta vez de verdad, dejando a una Valentina con el corazón latiendo a más no poder.

...

—No entiendo cuál es el problema, a fin de cuentas, él está de acuerdo en arriesgarse. Sabrá lidiar con las consecuencias.

Amén de que comprende lo que Aitana trata de decirle, Valen aún siente un pequeño salto en el estómago que no sabe identificar del todo. ¿Y si fuese un mal augurio? ¿Una premonición de que toda esta locura terminará en desastre?

Brenda reconoce la tormenta que acontese en los iris caramelo de su mejor amiga y se apresura a tranquilizarla:

—Sos extraordinaria, Valen, Es evidente que Facundo lo entiende y valora, por eso está dispuesto a luchar por vos. Realmente me alegra que hayas encontrado a alguien así y creo que deberías limitarte a permitir que las cosas entre ustedes fluyan. El tiempo dirá cuál será su rumbo definitivo.

La castaña agradece su apoyo con un asentimiento antes de intentar demostrar nuevamente su punto.

—Sé que es difícil entenderme.

—Sí, Valu, súper complicado y es por ello que no lo conseguimos —deja muy en claro Aitana—.  ¿Te preocupa? ¿O acaso es Marco?

Las deducciones de la mayor encienden un chispa de preocupación en la pelirroja, quien pregunta lenta y cuidadosamente:

—¿Tenés miedo de que ocurra lo mismo Valu?

Valentina se toma algunos instantes para encontrar las palabras adecuadas.

—No, Marco es el capítulo que intento cerrar para siempre y siento que Facundo está siendo completamente sincero, pero, algo dentro de mí duda —La chica traga con tanta fuerza el nudo que se ha formado en su garganta, que las otras dos en la habitación son capaces de escucharlo—. Chicas, jamás he tenido miedo de amar: de demostrar cómo me siento, cuánto quiero a la gente a mi alrededor y dejarme llevar por mis emociones sin temor. Sin embargo, en este momento y por primera vez en toda mi vida, mis inseguridades me están matando. Y no encuentro el modo de hacerlas callar.

Su voz temblorosa y ojos llorosos ablandan el corazón de sus mejores amigas, quienes se acercan para abrazarla.

—Todo va a estar bien pulguita, ya verás que sí —La rubia le acaricia la espalda y deja un beso amistoso en su cabello—.

...

—Hola —Valentina se aferra a su cuaderno de Geografía con toda sus fuerzas cuando se ve forzada a volver a enfrentar a Marco—.

—Hola —Una pausa incómoda se produce en la conversación—. ¿Todo bien?

—Supongo —contesta el chico muy poco convencido de su propia respuesta—. ¿Vos?

Valu hace una mueca antes de responder igual que él:

—Supongo.

La cordobesa juguetea con la punta de sus zapatillas deportivas mientras él la observa detenidamente. Luego de dos minutos, ella no puede soportarlo más y decide irse en el instante en que él finalmente pronuncia aquello que necesitaba decirle:

—Me marcho a Italia —Valentina queda paralizada ante la noticia y se gira para verlo a la cara y constatar que no se trata de ninguna broma de mal gusto—. Mamá me lo propuso y yo acepté. Mis padrinos están dispuestos a recibirme una temporada. Creo que será bueno para mí, tomarme mi espacio para, ya sabes… superar todo esto.

El chico luce especialmente fuera de su zona de confort al revelarle todo aquello y a Valentina le es inevitable pensar en cuánto habría ayudado a su relación si hubiese sido tan sincero como ahora. Quizás, podrían haberse evitado mucho dolor. Pero, es tarde

—Me alegro mucho por ti Marco —le hace saber con una expresión comprensiva—. Y espero que encuentres esa paz que tanto necesitás. Verdaderamente, con todo mi corazón, deseo que así sea.

Ella busca la manera de asegurarle que ya no guarda ningún tipo de rencor hacia él y Marco sonríe triste, consciente de la gran persona que ha perdido en su vida.

—Lo sé, sé que lo hacés —Ella asiente y nuevamente hace el ademán de largarse, sin embargo, más palabras saliendo de su boca la retienen en su sitio—. Mm, ¿Valentina? —No puede negar que escuchar su nombre completo saliendo de su boca después de tanto tiempo la descoloca un poco. Él siempre afirmaba que “Valentina” era un nombre demasiado largo para una chica tan pequeña, y ella solía enojarse por humillar de ese modo a su metro con sesenta y siete centímetros de altura. «Eran buenos tiempos»—. ¿Creés que algun día podamos…? No sé, ¿intentarlo? ¿Que podrías darme otra oportunidad?

Valentina demora un par de segundos en animarse a hablar con franqueza y lo aprovecha para desahogarse de forma definitiva.

—¿Sabés qué Marco? Fui muy feliz contigo. Con toda honestidad, fui genuinamente feliz a tu lado —Sonrisas nostálgicas aparecen en sus rostros al perderse en sus recuerdos juntos—. Pero, los últimos meses en nuestra relación fueron terriblemente angustiantes para mí. Tenía ese peso en mi pecho, sintiéndome responsable por el estado de nuestro noviazgo, por tu aislamiento.

Marco siente su corazón contraerse al ser consciente de la miseria por la que hizo pasar a su exnovia.

—Yo… estaba completamente convencida de que era mi culpa, que no había sido lo suficientemente buena para vos y no te había apoyado como lo necesitabas —La chica respira profudamente para mantener su voz a flote y no dejarse ahogar por sus viejos conflictos—. Tardé mucho en darme cuenta de que no era mi culpa. Porque… no lo fue.

Sus orbes marrones se cristalizan y ella pestañea continuamente para evitar que sus lágrimas se desborden.

—Y ahora, tengo mis propias heridas pendientes por sanar, así como vos tenés las tuyas. Intenté curarte y, resulta que las cosas no funcionan así. Cada cual tiene su propio proceso, su propia manera de transitar por ciertas etapas y con las secuelas de la vida —La chica da un paso alejándose del rubio—. Es hora de que ambos nos tomemos nuestro tiempo y espacio para permitirnos sanar.

Aunque le cuesta, Marco siente que este es final del ciclo.

—Que tengas un buen viaje.

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