15. «Asuntos Pendientes y Lecciones de Bondad»
Aitana clama al cielo en busca de paciencia para lograr convencer a Valentina de que vaya a su fiesta de cumpleaños.
—No permitiré que te quedes en tu habitación lamiéndote las heridas.
—Todos estarán hablando de mí en lugar de celebrar tu cumpleaños —Por supuesto que la cordobesa ya está al tanto de los chismes que se esparcieron a voces por cada corredor del instituto. Por más que Brenda y Aitana intentaron ahorrarle el mal trago, sus chats de WhatsApp se llenaron de mensajes transmitiendo las falsas condolencias por su relación muerta por parte de personas entrometidas con las que rara vez ha interactuado; todas ofreciéndole apoyo y lástima a cambio de echarle sal a su herida—. Solo conseguiré arruinar tu fiesta si voy.
—¡Por Dios Valu! —La rubia se toca el tabique nasal buscando tranquilizarse—. Sos mi mejor amiga, la arruinarás si no vas.
Valentina empieza a sentirse culpable por defraudarla nuevamente, pero su dolor gana la competencia.
—Aitana, yo...
Sus excusas y disculpas son interrumpidas por un golpe certero de parte de la festejada:
—Invité a Brenda solo por ti, pulguita.
Sí, es cierto, puede que Aitana haya mentido un poquito, sin embargo, ¡vamos! Sus intenciones continuan siendo cien por ciento altruistas.
Valu se ve a sí misma en un laberinto sin salida (pues sabe lo que eso significa) y acepta la invitación muy a su pesar.
—Okey, iré.
Su desánimo entristece un poco a la rubia al otro lado del teléfono, quien lo oculta en una simpática amenaza.
—Más te vale, ¿eh? Por que si no aparecés, iré a tu casa y te llevaré a rastras, ¿entendido?
。*✧*。
Luego de maquillarse para ocultar las bolsas bajo sus ojos provocadas por el llanto, Valentina da el visto bueno a su apariencia antes de tomar su cartera y salir en dirección a la casa de su amiga. No obstante, una persona con la que no pensaba encontrarse (o en realidad, no quería encontrarse) la espera fuera de los límites de su residencia.
—Pensé que te vería en la fiesta —Aunque rogaba porque eso no sucediera, sabía muy bien que había una alta probabilidad de que ocurriera—.
—No creo que sea bienvenido allí —Marco esconde sus manos en los bolsillos delanteros de su jeans y se abstiene de decir lo hermosa que luce en ese vestido gris—. Aitana dejó muy en claro su sentir hacia mí después de lo que sucedió.
Valu conoce a la perfección a su mejor amiga y no duda en que le haya puesto los puntos sobre las íes, haciéndole saber, sin lugar a dudas, su contundente opinión acerca del tema.
Aitana siempre ha sido muy protectora con ella y la ha defendido a capa y espada, y aunque él sea el responsable de su actual malestar, no puede evitar sentir pena por su situación. Después de todo, incluso antes de su propia llegada o la de Gastón, ellos siempre habían sido cercanos.
—Lo siento —La chica dirige su mirada hacia sus zapatos altos sin saber qué más decir—.
—No, yo lo siento —La elevación del volumen de la voz del chico hace que vuelva a mirarlo—. Lo siento, de verdad
—¿Qué sentís?
Hace tanto que no tienen una plática real que, a pesar de dolerle hasta la médula, ella necesita saberlo, necesita escucharlo...
—Mi comportamiento, mi actitud. La forma autodestructiva en la que he estado lidiando con mi luto y las consecuencias que esto ha tenido para ti —Marco no puede soportar el peso acusador de sus ojos caramelo y culmina mirando hacia otro sitio con una sonrisa rota—: Mi egoísmo, en general.
Valu traga su llanto antes de pronunciar una frase que encierra cierta acusación:
—Me heriste.
Al no encontrar argumentos en su defensa, el rubio baja la cabeza avergonzado y acepta la condena.
—Lo sé. Pero hay algo más que tenés que saber —Valentina no sabe con exactitud si temer o no a lo que está por decir—: Lo más lejos que Clara y yo llegamos, fue cuando me besó la noche anterior al día en que nos descubriste.
Un gran peso que la chica no sabía que cargaba se libera cuando es consciente de lo que significa su aclaración, aún así, tampoco es que piense agradecerle por no llevar a otra a la cama mientras estaban de novios, claro está.
—Sigue siendo traición.
—Y lo sé, solo necesitaba que lo supieras, aunque eso no cambie tu decisión —Su tono amargo denota arrepentimiento—. Valentina, solo espero que puedas ser capaz de perdonarme.
Marco no cree tener la fuerza para continuar allí, de pie, frente a ella, aguantando su juicio, por lo tanto, da media vuelta dispuesto a marcharse, mas, él no es el único con un par de cosas atoradas en el pecho. Ahora, la castaña toma su turno para expresar todo aquello que necesita decirle:
—Creo que será irreparable —El rubio detiene su paso, pero no gira en su dirección, se limita a escucharla mientras percibe su corazón rompiéndose—. Marco, yo creía que serías incapaz de lastimarme, confiaba ciegamente en ti —La decepción deja un sabor agrio en la boca de Valu—. He recibido una puñalada de la persona que más amo, y no es la clase de herida que sana pronto.
Valentina emprende finalmente el camino a casa de Aitana, con ojos cristalizados y un nudo en la garganta.
。*✧*。
La fiesta de Aitana parece cumplir (e incluso superar) hasta las más altas expectativas, lo que demuestra que la familia Martínez jamás decepciona cuando está a cargo.
La música a todo volumen y las luces fluorescentes animan el ambiente, hay comida y bebida en cada esquina y los adolescentes invitados se sienten libres de soltar su lado más salvaje.
Sip, como podrán ver, ¡tremenda celebración!
Incluso Valentina, a pesar de no estar en su mejor momento emocionalmente hablando, debe admitir que está pasando un buen rato en compañía de Gastón y Carolina, quienes lucen especialmente felices con su relación recién estrenada.
La cordobesa se despide de la pareja y decide pasar al baño para revisar el estado de su maquillaje, sin embargo, al llegar al sanitario, escucha el final de la que sería una interesante conversación entre la cumpleañera y Brenda.
—Recordá, si fallás, se irá el plan se irá por el drenaje.
La inusual advertencia de Aitana levanta las sospechas de Valu, que no duda en entrar para dar la cara.
—¿Qué están haciendo? —Con un raro deje hostil y los brazos cruzados sobre su pecho como escudos, la castaña reclama de manera sutil una explicación a tan extraño cuadro—.
Y es que, seamos honestos, ¿Brenda y Aitana planeando algo juntas? Eso no puede deparar nada bueno.
Ambas chicas, atrapadas in fraganti, quedan en shock cuál dúo de ladrones descubiertos en el acto; Valen no tarda en unir los puntos.
—Están tratando de vengarse de Clara, ¿no es así?
Para cuando la chica lanza su acertada deducción, tanto la rubia como la pelirroja tienen una colorida expresión facial que las delata.
La cordobesa suspira antes de tener una reacción exagerada. Sabe que la única intención de las dos es ayudarla y hacerla sentir mejor, admira su lealtad y le impresiona que su aprecio por ella alcancen el milagroso punto en que estén dispuestas a cooperar la una con la otra, amén de sus desacuerdos.
—Deben saber que después de estos últimos acontecimientos, Clara definitivamente no es santa de mi devoción. Pero... no es justo —Y aquí viene el discurso moralista que Aitana y Brenda querían evitar—. Ella ni siquiera era mi amiga, en cambio, Marco era mi novio; fue su responsabilidad, no tienen por qué atacarla.
—Esto es simplemente absurdo Valentina —la rubia, ni corta ni perezosa, exterioriza su queja—. La chica destroza tu relación y vos la defendés.
La castaña no se centra en su reclamo e insiste en hacerlas olvidar lo que sea que estaban planeando.
—Aitana Olga Martínez, este no es el tipo de persona que sos.
—Hey, no uses mi horrible nombre en mi contra —La cumpleañera tiene la cara roja, en una bizarra mezcla de vergüenza y molestia, como cada vez que su humillante segundo nombre sale a colación—.
Para este punto, a Brenda le es imposible ahogar la risa. Aitana está a nada de reclamarle cuando Valu interviene nuevamente:
—Oye, también es contigo Brenda Enriqueta Ponce.
Es el turno de la rubia de estallar en carcajadas, en el momento en que la pelirroja hace un morisqueta de disgusto por la revelación de uno de sus mayores secretos.
—¿En serio? —Aitana resalta su burla sin piedad, sintiendo que aquel dicho es irrefutablemente cierto. Quien ríe al último, ríe mejor—. Y yo sintiendo pena por mí, a partir de ahora estarás en mis oraciones, querida.
Brenda decide devolverle el ataque cuando Valen le interrumpe:
—¿Quieren parar por al menos una vez? Parecen niñas pequeñas.
Es entonces que esa vena sabelotodo de Enriqueta, que puede llegar a ser irritante, actúa una vez más—: Esa es una redundancia Valu, todas las niñas son pequeñas.
Aitana chasquea su lengua entre complacida y divertida por lo hilarante de la situación. No ser la víctima de las compulsivas correcciones de la pelirroja es como una brisa de aire fresco en primavera.
—En eso tiene razón
«¿Qué es esto? ¿Ahora se alían en mi contra?» Valentina apenas procesa todo lo que está pasando a su alrededor, así que se toma unos segundos para despejarse y organizar sus ideas.
—Aitana, Brenda, comprendo que estén enojadas y sientan el deber de hacerle pagar a Clara lo que “me hizo” en nombre de nuestra linda amistad, y déjenme decirles que hasta halagador pero, como ya dije, ella no era mi amiga, apenas éramos conocidas —se propone hablarles lentamente para que comprendan su perspectiva—. Marco me traicionó, solo él. Y ustedes son chicas demasiado buenas para caer en algo tan bajo como la venganza. Sé de primera mano que son mucho mejores que esto, no se dejen llevar por la furia; porque si la soledad es mala consejera, la cólera puede ser incluso peor.
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