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12. «El Desastre»

El mencionado da media vuelta en su dirección tal como si le hubiesen dado la noticia acerca del avistamiento de un fantasma, quizás la aparición de Valentina en escena es tan impactante para él como lo hubiese sido ver a Casper.

Por otra parte, es el tono cargado de sorna de Clara lo que activa una parte de Valentina que ni siquiera ella conocía de sí misma, y como bien ha visto de cerca gracias a Brenda, activa sus defensas como escudos espaciales y responde con una ecuanimidad sin precedentes:

—Corrección, querida: ex novia.

Después de dejar aquello en claro, da media vuelta y comienza a caminar hacia el estacionamiento, necesita irse de allí lo más pronto posible. Intenta mantener la calma e ir a paso normal, pero es tanta la sensación de traición que se acumula en su organismo que siente que se ahogará si no se larga de inmediato. Corre como puede con la vista nublada, corre hasta que un agarre en su muñeca la detiene y la hace girar violentamente debido a la velocidad y la presión ejercida.

—¿Qué querés? —cual animal herido, la castaña replica con una fiereza nunca antes vista en ella—.

—Valu, necesito que hablemos. No es lo que pensás.

Que la quiera tomar por tonta solo aumenta su cólera y quiebra su alma.

—¿No saliste con ella ayer?

—No. Bueno sí, pero fue coincidencia yo no…

-¿Y por qué tan cerca, entonces?

—Yo, no lo sé —Marco se encuentra contrariado por no saber qué diablos decir para arreglar todo aquel desastre monumental. El hecho de saber que ha metido la pata de manera irremediable, lo sobrepasa—. Ella se acercó y yo no pude…

—¡Vamos! ¿En serio? ¿No me viste la cara de imbécil lo suficente ya?

—Valen, te estoy diciendo la verdad.

—¡Pues no quiero escucharla! ¡No quiero más! —Se obliga a respirar para serenarse, pues su voz se ha roto en medio de sus súplicas; para este punto, contener sus lágrimas es una meta imposible—. Hace días me insinuaste que querías que me rindiera. Pues ya está, me rindo. ¡Renuncio! Ya no puedo más —Su tono derrotado termina por lastimarlo a él también—. Espero que estés muy feliz. ¡Lo conseguiste!

El rubio trata de retenerla nuevamente pero no obtiene un mejor resultado.

—Valu…

—¡Cerrá el pico y dejame en paz si no querés que golpee tus países bajos, Casanova!

。*✧*。

Después del apasionado “intercambio” (si es que entienden lo que quiero decir), Claudio coloca su frente sobre la de Brenda con una enorme sonrisa complacida.

—¿Sentís las mariposas?

—¿Mariposas? No necesito esas estúpidas mariposas Claudio, vos me provocás el maldito zoológico completo.

Ambos ríen cortamente por el ingenio de la chica mientras comparten una complicidad novedosa entre los dos. Un cambio agradable.

—¿Entonces...?

—¿Entonces qué?

—¿Tú y yo…? —A Claudio le parece extremadamente adorable lo cohibida que se muestra la chica tras abrirse a él—.

—En caso de que te haya quedado la duda del significado de ese beso te lo diré con palabras: vos también me gustás, Brenda. Muchísimo.

Despejada la duda, la pelirroja recupera su habitual humor rápidamente, y con una sonrisa traviesa le hace una petición:

—Hm, no lo sé, ¿querrías dejármelo más claro?

Divertido con la dinámica, el morocho no pone trabas de ningún tipo.

—Será todo un placer.

。*✧*。

La rubia observa con el ceño fruncido la soledad en la que se encuentra su bicicleta. Se supone que Valentina la esperaría junto a sus medios de transporte una vez terminara de cumplir con su castigo, pero resulta que al parecer, ha decidido irse sola a pesar de su promesa de acompañarla a ver al DJ que animaría su fiesta al día siguiente. Muy raro.

Así que teclea un mensaje para su mejor amiga y no demora en recibir una respuesta:

“No pude quedarme. Ven a casa y te cuento los detalles.”

«¿Sin emojis? ¿Y dónde está el arcoiris que Valu siempre pone al final? Aquí hay gato encerrado.»

Como si el cielo quisiera contestarle, un agitado Marco aparece en acción seguido de una Clara al borde de las lágrimas; Aitana frunce el ceño aún más.

—Pero es solo que no entiendo, estábamos tan bien. ¿Por qué de un momento a otro decís que no querés verme de nuevo en la vida? ¿Qué he hecho mal? —el reclamo de la chica pone en alerta a la espectadora—.

—Mira, he cometido cientos de errores, pero con vos me gradué con honores en la universidad de la estupidez—.

—¿Eso qué quiere decir?

—Que amo a mi novia, ¿okey? Y este fue un error del que me voy a arrepentir el resto de mi vida. Quería alejar a Valentina, necesitaba hacerlo para no lastimarla pero me di cuenta de que no la quiero lejos de mí. No deseo su odio tanto como pensé, ¿está bien? Y ahora lo he arruinado todo, con tu gran colaboración, así que, ¡largate de mi vista!

Clara se retira ahogada en llanto y sintiéndose humillada por la insensibilidad del que creyó el chico de sus sueños mientras Aitana se acerca a Marco aplaudiendo con sarcasmo.

—¡Bravo! ¡Bravo!

—Aitana yo…  —La mencionada no le permite hablar siquiera cuando le propina una dramática bofetada a quien solía ser uno de sus amigos más cercanos—.

—Has estado jugando con mi amiga mientras ella casi pierde la cordura a causa de su preocupación por vos.

—Yo…

—No te atrevas a intentar justificarte, porque no hay excusa que te salve. Tal y como le dijiste a Clara, yo quiero que desaparezcas de mi vida y de la de Valu, no se te ocurra atormentarla más y olvidate de que alguna vez fui tu amiga.

。*✧*。

Valetina sube a trompicones las escaleras y corre directamente hacia su habitación en un llanto tan desgarrador que Susana es incapaz de ignorarlo. Así que unos minutos más tarde, la mujer de mediana edad toca la puerta del cuarto de la adolescente, bandeja en mano. La única respuesta que recibe son sollozos incluso más fuertes que Susana decide tomar como una invitación para entrar.

—Preparé tereré. Tu padre me ha dicho que es tu bebida favorita. ¿Querés hablar?

La mayor en el dormitorio habla con tono suave y maternal, esperando recibir una buena recepción de parte de su hijastra, quien se seca las lágrimas bruscamente con el dorso de su mano.

—Te lo agradezco, aunque no es necesario. Aitana viene en camino.

—Valentina, llevo casi cinco años viviendo en esta casa…

Viendo el rumbo de la plática, la Carvajal por nacimiento se apresura a defenderse:

—Y nunca he sido otra cosa que no sea cortés y amable con vos, ¿verdad?

—Tenés razón, no puedo negarlo, pero jamás hemos tenido una charla real.

—No creo que este sea el momento indicado para cambiar eso.

—¿Y cuándo será, entonces?

La menor suspira antes de contestar con sinceridad:

—Cualquiera menos este.

—Valentina, nos guste o no, tu padre ocupa la mayor parte de su tiempo viajando, y no lo culpo, tiene negocios importantes que atender, pero como consecuencia directa, nosotras pasamos al menos siete, de los doce meses que tiene el año, solas en esta casa. Necesitamos tener una comunicación real.

La Carvajal por matrimonio observa a la hija de su esposo perderse en algún punto de la pared.

—No estoy lista para esto.

—Di a luz a un hermano tuyo.

Valentina aparta su vista de la estructura arquitectónica para dejar en claro su sentir:

—¡Adoro a Matías!

—Lo sé, y precisamente porque he visto lo bien que aceptaste su llegada es que no entiendo porqué no podés recibirme así también.

La cordobesa observa a la morocha a los ojos antes de continuar—: Tengo que hacerte una pregunta.

Susana no titubea mientras asiente con la cabeza.

—La que sea.

Valu necesita respirar hondo para poder soltar lo que tiene atrapado en su garganta desde hace casi cinco años.

—No habían pasado ni siquiera nueve meses desde la muerte de mamá cuando mi padre nos presentó —El rostro de su madrastra se desencaja y Valentina teme las respuesta a la pregunta que está a punto de formular—: ¿Estaban juntos incluso antes de que ella muriera?

El silencio inunda la habitación, silencio en el que Susana entiende la razón de la indiferencia de su hijastra con ella desde el inicio; mismo silencio que Valentina malinterpreta de una manera dolorosa por lo que empieza a llorar de nuevo. Su corazón rompiéndose un poco más si es que aquello es posible.

—Jamás —Esa sola palabra confunde a la chica.

—¿Qué?

—Las cosas sucedieron muy rápido entre nosotros, pero cuando nos conocimos, tu madre llevaba seis meses fallecida.

—¿Lo jurás?

Susana se conmueve, entiende a la perfección sus sospechas y lamenta la terrible situación en la que la joven Carvajal se ha visto envuelta desde su llegada.

—Por supuesto.

Valu empieza a llorar incluso más fuerte.

—Tenía tanto miedo de preguntar. Lo siento mucho, lamento haber pensado esas cosas horribles de ti y de papá, es solo que, ha sido tan difícil desde que se fue.

—Yo también lo lamento cariño, tu padre y yo debimos esperar más tiempo. Fue nuestra culpa, no tuya.

Llegado el punto, ambas están llorando como aspersores de jardín, tanto así que Valen le hace un triste pedido.

—¿Puedo darte un abrazo?

—No tenés ni que preguntarlo —Con el hombro sobre la mujer a la que ha estado evitando durante casi cinco años en su propia casa, Valentina llora como si se tratara de su madre; en tanto Susana le proporciona suaves caricias en su largo y terso cabello marrón—. Ahora, ¿querés contarme qué pasó?

Las dos se separan aunque conservan sus manos entrelazadas en muestra de apoyo y Valu medita sobre cómo responder a su pregunta.

—Antes de irse para siempre, mamá me prometió que mis sueños podrían hacerse realidad; solo olvidó mencionar que, aunque terribles, las pesadillas... también son sueños.

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