Capítulo 8A
Otro día normal. En las clases discutí con la rubia y ayudé a Jade con los ejercicios de matemáticas. Vale, lo admito, ella me ayudó a mí. Las matemáticas en la agencia estaban a otro nivel, apenas podía con las del instituto... Aquello era mucho pedir, no entendía cómo todos los demás eran tan listos para entenderlo y yo que también estaba ahí no. Ese día, por la tarde, hubo clases de tiro. Cada uno teníamos una pistola, un arco, un cuchillo y tres dardos. En frente, una diana. Había que practicar puntería con cada uno de ellos. Cuando todos acabáramos de tirar, iríamos al mismo tiempo a por ellos y así evitábamos darle a alguien.
Todos acabaron sus clases pronto, ya habían conseguido darle al blanco con cada una de las armas. Pero yo aún no conseguía acertar con el cuchillo. Me parecía imposible. Daba vueltas, se chocaba con la diana y caía al suelo. Entonces oí unos pasos que se acercaban a mí. Cogió el cuchillo de mis manos y lo lanzó. Fue directo al centro. Me volví para ver quién era.
· ¡Allan! ¿Qué haces aquí, otra vez? Como te pille el Superior...
· Erick no me va a hacer nada, no te preocupes. Lo tengo todo controlado. He venido a verte, ¿algún problema?
· Me alegra que así sea, tenía algo que decirte- le cogí por el cuello de la camisa y le miré directamente a los ojos-. Deja de jugar con la gente. Las personas no son juguetes. Y sabes perfectamente a quién me refiero. La gente como tú...
· Yo también quería decirte algo. Sé algo del Superior que podría evitarte problemas en el futuro. Pero veo que no estás interesada en escucharlo.
· ¿Algo del Superior?- me sorprendí y le solté, sacando media sonrisa-. ¡Cuenta, cuenta!
· Le van las atrevidas- me susurró en el oído-. Se interesa por la gente que no le tiene miedo- sonrió y añadió-. Como tú.
Inmediatamente me puse roja y me llevé las manos a la cara, tapándome la mitad inferior del rostro. Allan se marchó silbando con una sonrisa de satisfacción, dejándome que pensara en sus palabras. Momentos después, apareció el Superior que iba por el pasillo y al verme por la puerta abierta de la sala de tiro al blanco se paró a preguntarme si había estado ahí Allan. Al ver el cuchillo clavado en la diana y mi cara roja de vergüenza le quedó muy claro que la respuesta era afirmativa.
Se acercó a mí y me agarró las manos, apartándomelas a los lados.
· Mírame cuando te hablo- se molestó.
Casi automáticamente me aparté de él, con brusquedad, y me volví a tapar la cara, apartando la mirada. Después de lo que dijo Allan ya no podía mirar al Superior a la cara y menos estar cerca de él. No sabía si era cierto, pero me había afectado y no podía evitar sentir vergüenza en su presencia. Al ver mi reacción el Superior se quedó descompuesto. No podía creer que alguien como yo le evitara de esa forma. Se recuperó rápidamente y se puso serio y pensativo.
· No te olvides de traerme el café de la noche. No te lo perdonaré si no te presentas. Y no llegues tarde.
Asentí, nerviosa y sin dejar de mirar en otra dirección. El Superior se marchó irritado por mi actitud irrespetuosa, pero no dijo nada más. Más tarde fui a la cocina a preparar el café preguntándome si prepararlo frío o caliente. Entonces oí una conversación entre el cocinero y Allan.
· ¿Así que ahora él quiere que Bella le lleve el café? ¿Tanto confía en ella?- se interesó Allan.
· Se ve que ya no le gusta cómo lo preparo yo... - se lamentó el cocinero.- Eso o es que ella le echa algo que a él le gusta.
· Creo que te equivocas- repuso Allan.- Si ese fuera el caso, haría que ella lo preparara pero que se lo trajeras tú, como siempre. Lo que él quiere en realidad es verla. Estoy seguro de ello. De hecho, creo que me vendrá bien, tengo una id...
En ese momento entré y se callaron de golpe. Me puse a preparar el café. Se me quedaron mirando y se hizo un silencio muy incómodo. El cocinero dijo que se iba al baño y nos dejó solos. Sin dejar lo que estaba haciendo y sin apartar la mirada, le hice una pregunta a Allan:
· ¿Por qué andas hablando del Superior y de mí habiendo temas más serios que tratar? ¿Tanto te divierte?
· No va en broma. Yo de verdad lo creo- se encogió de hombros.
· ¿Qué es lo que crees?- pregunté temiendo la respuesta.
· Que Erick te está favoreciendo, por así decirlo.
· No lo entiendo. ¿Es como cuando haces la pelota a un maestro y te pone mejores notas?- pregunté algo confusa.
· ¿Qué?- Allan echó a reír-. No creo que le hicieras la pelota, ¿o sí? No, por lo que veo en tu cara. Da igual, tú quédate con que probablemente le hayas caído bien.
· Eso me dijo Jennifer el primer día... Pero que no tenía por qué ser algo bueno.
· Lo es si sabes usarlo a tu favor. Puede que le apetezca hacer más experimentos contigo, él es así, pero también puede ser que esté más dispuesto a perdonarte algún castigo... o no perdonarte otras cosas que considere traición, cuidado con lo que haces porque si es algo que le moleste mucho podría ser mucho menos indulgente contigo que con otros. Es un tanto impredecible...
· Sigo sin entender- estaba cada vez más confusa.- Lo haces sonar como si fuera un Superior con celos- bromeé.
· Tú ten más cuidado de ahora en adelante, nada bueno sale de que Erick favorezca a alguien. Bueno, dije que sólo podía ser bueno si sabías usarlo a tu favor... pero lo dudo- me advirtió Allan.- Por cierto, ¿no se te está haciendo tarde con el café?
Tragué saliva. El Superior me dejó muy claro que no llegara tarde... Me di prisa por terminar de prepararlo. Fui a buscar chocolate en la despensa y cuando volví, Allan se estaba alejando de la taza de café y tiraba algo a la papelera. Me pareció sospechoso, pero luego miré la hora que era y no pensé en nada más que no fuera en llevar el café. Me llevé el chocolate conmigo y salí deprisa hacia el despacho. Una vez hube obtenido el permiso para entrar, pasé, dejando la bandeja encima de una mesa y me quedé de espaldas a él para echarle el chocolate. Se encontraba sentado en el sofá, igual que aquélla vez cuando quedó herido y lo traje al despacho. Le di el café y esperé a que bebiera para ver qué le parecía. Mientras se llevaba la taza a los labios, comentó:
· Llegas tarde.
Esas palabras me dejaron helada. No estaba segura sobre si estaba enfadado o no. Mi pulso se aceleró, temiendo que me fuera a castigar. Antes de tomarse el café, inspiró el aroma, cerrando un momento los ojos y preguntó, mirándome de reojo de forma sospechosa:
· ¿Qué le has echado?
· Temo que si te lo digo ya no querrás bebértelo, pero te aseguro que está bueno. Aunque la otra vez le puse lo mismo.
· ¿Qué le has echado?- repitió alzando un poco el tono.
· Ch...chocolate...- acabé confesando. Hubiera preferido que quedara como mi ingrediente secreto, la verdad.- Ahora que lo sabes se lo pedirás al cocinero en vez de a mí, ¿verdad?
· ¿Ah sí? Entonces no te importará probar, ¿no?- me agarró de la mano y me hizo sentarme en el sofá, tras lo cual me entregó la taza.- Bebe.
Le miré sin comprender. Acerqué la taza a mi boca para beber, pero justo antes de que el café rozara mis labios, el Superior me la quitó de las manos.
· Vale, veo que no fuiste tú. ¿Había alguien más contigo en la cocina?
· Allan- contesté, arrepintiéndome luego de decirlo al ver la mirada sombría que puso.
· ¿Qué hacías con él en la cocina?
· Pues... hablando...
· ¿De qué?- enarcó una ceja.
Giré la cabeza hacia otro lado, desviando la mirada. No podía decirle que estábamos hablando de él. Al recordar lo que me dijo, no pude evitar sonrojarme más y más. El Superior frunció el ceño, dándose cuenta del cambio de color en mis mejillas. Me agarró la cara con una mano y acercó su rostro de forma que resultaba intimidante, pero a pesar de que tenía miedo, no podía dejar de sentir vergüenza. Maldito Allan, era su culpa por meterme ideas extrañas en la cabeza. Si le pillaba se enteraría de lo que era bueno.
· Escúchame bien, sabes que no me gusta repetir las cosas dos veces. No te conviene involucrarte con Allan. Es mi enemigo y eso te convertiría en traidora. El hecho de que ande por aquí no le hace inocente, de hecho la próxima vez que asalte una casa me encargaré de que vayan a por él y castigaré duramente a quienes fracasen en capturarle. ¿Viste lo que le pasó a Jade? Se tomó libertades con él y viste cómo acabó, por lo que quedas avisada- terminó soltándome.
Apenas presté atención a sus palabras. Me quedé mirándole los ojos, el pelo, incluso los labios... Cuando me di cuenta de adónde se iban mis ojos, los cerré, tratando de olvidarme de aquello y centrarme en lo que había dicho. Parecía importante, algo de que no me acercara a Allan porque era como traicionarle, ¿no? Y también dijo algo de misiones. Me interesaba ir de misión a por Allan, tenía ganas de meterle entre rejas. Me molestaba que estuviera suelto por ahí y me tropezara con él, para que luego me soltara indirectas que me hacían dejar de tomar en serio al Superior. Dijo que se llamaba Erick. Qué bonito...
· No te estás enterando de nada- se enfadó-. ¿En qué estás pensando que es más importante que esto?
· Quiero ir a por Allan en la siguiente misión- decidí-. Sola.
Escrito por FlightOfFantasy
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