Capítulo 18A
Antes de darme cuenta, Marshall se encontraba en el suelo, frotándose la mejilla y mirándome sin comprender mi actitud. Me di cuenta de que había sobreactuado pero fue algo que me salió automáticamente. ¿Cómo iba a pedirme que me uniera a ellos para "deshacernos" del Superior? Yo le era leal a Erick y creí que había alguno más como yo, pero se ve que me equivocaba. Pero claro, no podía esperar demasiado de unas personas retenidas en contra de su voluntad como si de la cárcel se tratara y se les obligara a hacer trabajos arriesgados, además sin poder ver a sus familias ni amigos.
Conocí casos de personas que tuvieron que detener miembros de su propia familia. Debió de ser muy duro, sobre todo recibiendo una carta negra, que implicaba matar si hacía falta o si oponía resistencia. Pero eso no era culpa de Erick, eran órdenes del gobierno y había que ejecutarlas. Los traidores eran condenados.
Llevaba ya varias semanas en la agencia aunque parecía que había pasado mucho más tiempo. En poco tiempo había conseguido acercarme a Erick y demostrarle que podía confiar en mí. No decidí lealtad por mis sentimientos, los cuales descubrí más tarde, sino porque él estaba solo. Ciertamente tampoco yo tenía amistades en la agencia ni en la academia, más concretamente, pero al menos no todos me odiaban a muerte. Lo cierto es que nunca admití lo que sentía hacia Erick, no quería que fuera verdad y no lo aceptaba. Pero tampoco sabía explicar por qué estaba tan interesada por él. Quizá fue todo por las palabras de Allan cuando me sugirió que podía gustarle al Superior. Me empecé a fijar. Y descubrí a alguien que necesitaba ayuda.
Volviendo a la paliza que le pegué a la rubia... Al darme la vuelta vi a Jennifer, Allan, Juliet y Jimmy, todos de brazos cruzados como pidiendo explicaciones. Fruncí el ceño, bastante incómoda.
· Lo siento, me salió solo- le dije a la rubia sin mirarla-. Pero que sepáis todos que no voy a participar de esto. ¿Que Erick os ha hecho algo? ¿Vuestra solución es rebajaros a su nivel?¿Os dais cuenta de las consecuencias de iniciar tal rebelión? No os vais a salir con la vuestra.
· ¿Piensas detenernos?- insinuó Allan-. Deberías pensártelo mejor.
· Yo no dije eso. No os voy a detener, pero no contéis conmigo.
· No puedes ser imparcial. O estás con nosotros o en nuestra contra- dijo Juliet con tono decidido ayudando a Marshall a levantarse tendiéndole una mano.
· No soy imparcial- zanjé la discusión, echando una despectiva mirada a mi alrededor, tras lo cual abandoné el comedor.
A la mitad del pasillo me crucé con Erick, pero ni me di cuenta hasta que me llamó la atención, pues iba sumida en la rabia mirando al suelo y con los puños y los dientes apretados. Le miré unos segundos no sabiendo si decirle algo o no, pero él con una mirada me dio a entender que ya lo sabía todo. Fruncí el ceño, sin comprender.
· ¿Por qué lo dejas pasar?
· A este punto ya no hay nada que se pueda hacer. He perdido el control de la academia por culpa de...- se calló dándose cuenta de que entre las personas responsables también me encontraba yo. Al ver que bajaba la mirada añadió-. No me arrepiento de nada, en cada momento hice lo que sabía que era mejor. Pero las cosas no siempre funcionan como uno quiere. Aquí lo que falla es el sistema comenzando por arriba, es decir, el gobierno. Nunca debí ser elegido. No quería llegar a esta situación. Hice lo que pude pero es algo que está mal desde el principio hasta el fin y no podía tener éxito. Tenía que quebrarse tarde o temprano.
· Eso es porque nada se consigue por la fuerza. Eso no era respeto sino miedo.
· No se podía obtener respeto de aquéllos obligados a hacer lo que no querían. En realidad no es culpa de Juliet sino de su padre. Él lo llevaba planeado todo durante mucho tiempo. Su muerte no mató el proyecto.
· ¿Su padre?
· Era policía. Aunque ambos trabajábamos para el gobierno, la parte que me tocó a mí era desde luego más... inhumana. Mi padre se llevó a su mujer a la agencia y cuando yo le reemplacé, no se la pude devolver.
· ¿Por las normas?
· Porque había muerto en una de sus misiones. Él quiso vengarse y como ya no estaba mi padre al mando me tocó a mí. Me encargué de él, pero su hija sigue en su lugar. A ella no la pude detener.
· ¿Puedo hacer una última pregunta?- interrogué tímidamente, dándome cuenta de que me estaba entrometiendo ya bastante.
· Preguntar puedes, que te conteste es otra cosa.
· ¿Por qué no dimitiste o huiste o algo?
Me miró con un centello de rabia en los ojos. Creí que se había enfadado y di un paso hacia atrás dispuesta a echar a correr si hacía falta. Aunque me había acercado a él, me seguía dando bastante miedo. Sólo había que recordar el látigo o los cuchillos y luego ver sus ojos para que se me encogiera el corazón. Sin decir una palabra más siguió su camino y bajó las escaleras, desapareciendo de mi vista. Traté de tranquilizar mi acelerado corazón poniendo mis manos sobre el pecho, una encima de la otra. Esa mirada me dio escalofríos. ¿Se había enfadado... quizá?
Escrito por FlightOfFantasy
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