KUROKO TETSUYA
En el gimnasio de la preparatoria Seirin los chicos pertenecientes al equipo de baloncesto estaban abandonando el gimnasio tras su arduo entrenamiento. Una compañera y amiga de los jovenes deportistas se ofreció a limpiar después que le permitiesen quedarse a observar, por lo que la muchacha, Yoshida Hana, se ocupó de trapear mientras tarareaba una de sus tantas canciones favoritas y, al terminar, fue a guardar el trapeador y demás objetos que utilizó para quitar cualquier rastro de suciedad. Sufrió un ligero sobresalto al volver sobre sus pasos y escuchar la voz del peliceleste que conocía bien llamando su nombre.
—¡Tetsuya! —exclamó sorprendida al momento de voltear a ver al chico de estatura baja considerando el deporte que practicaba —. ¿Aún sigues aquí? Me diste un gran susto.
Los hermosos ojos de un azul profundo semejantes al mar en calma de Kuroko le devolvieron una mirada impasible, familiarizado con el detalle de pasar desapercibido para la mayoría de personas.
—Te estuve esperando todo el tiempo, quería acompañarte a casa —expuso con sencillez.
—¿En serio? Ni siquiera me di cuenta.
—Eso suele pasar.
—Ay... pero yo sí noto tu presencia, Tetsuya —se quejó Hana —. Esta vez estaba muy distraída. Aparte tú eres muy silencioso. Cada vez entiendo mejor ese apodo tuyo de "hombre fantasma" —agregó con una risilla.
—Estoy molesto, Hana.
La jovialidad huyó del rostro de Hana con mucha rapidez tras escuchar esas palabras, cediéndole el camino a un semblante serio y lleno de confusión. Vigiló a Kuroko con su mirar buscando en su rostro de piel clara pistas que le explicaran el porqué de sus vocablos, pero no halló nada en aquellos rasgos inexpresivos.
—¿Qué? —titubeó —. ¿Por qué estás molesto?
—No sé si "molesto" es la palabra indicada —Kuroko reconsideró —, más bien es impaciente.
Hana respiró más relajada.
—Oh... ¿y qué te causa impaciencia?
—Tú.
Hana sintió que su pecho se agitó con dolorosa intensidad, presa del pánico mientras intentó recordar algo que le pudiese haber fastidiado al chico más calmado que haya conocido, quien en este momento le dedicaba una mirada determinada y casi fría. Era la primera vez que lo veía así, aunque siempre fue un poquito extraño con sus expresiones faciales nulas y modo de hablar directo, sin embargo, acostumbraba ser alguien gentil y caballeroso; razones suficientes por las que él le gustaba. Sumando que era guapo.
—¿Por qué dices eso? —balbuceó con torpeza —. No recuerdo haber hecho algo que pudiese impacientarte, pero hazme saber qué fue para no hacerlo otra vez. Sea lo que fuere que sucedió, jamás tuve la intención de molestarte.
—Bueno... es que llevo tiempo esperando a que confieses tus sentimientos —Kuroko expresó con un timbre de voz que denotaba frustración pese a que su rostro permanecía neutro —. Intenté no desesperarme y darte tu tiempo, pero nunca tomas la iniciativa y empecé a dudar si realmente tienes los sentimientos por mí que yo creí notar.
Hana adquirió un fuerte rubor en sus mejillas tras asimilar lo dicho por el basquetbolista.
—No tenía idea de que ya sabías sobre lo que siento por ti —explicó con tanto nerviosismo que temía colapsar frente al chico —. ¿Te molestó enterarte? Lo siento, pero no puedo hacer nada para desenamorarme —mordió insistente su labio inferior, rehuyendo de los orbes azulinos que la admiraban atentos —. ¿Fue tan obvio? Pensaba que hacía un buen trabajo escondiendo este secreto.
—Soy muy observador —mencionó Kuroko, otorgándole algo de crédito para su tranquilidad —. Cuando me di cuenta me tomó por sorpresa. No podía creer que yo te gustara, me parecías tan fuera de mi alcance que se me hizo raro. Lo conversé con Riko y me lo confirmó, pero no le digas que te lo mencioné.
Claro, la única persona con quien Hana habló sobre su enamoramiento era con Riko. Ahora tenía sinceras ganas de dar unas cuantas palmadas en la cabeza de la chica por chismear acerca de ella, no obstante, supo que no lo hizo con malas intenciones.
—Estas semanas tuve mis dudas al ver que no dabas señales de decírmelo.
Hana forzó una sonrisa de labios rígidos y rascó su antebrazo en un intento por disipar la tensión que crecía a cada segundo.
—Sabía que mis sentimientos no serían correspondidos y prefería mantenerme al márgen, amarte desde la distancia y no intervenir. No puedo evitar sentir miedo en estos casos y por esa razón nunca enfrento mis emociones.
Hubo una pequeña pausa entre ellos.
—Entonces, ¿no me has dicho hasta ahora que te gusto porque pensaba erróneamente que yo no sentía lo mismo? —se aseguró el peliceleste, Hana dio un corto asentimiento en respuesta —. Discúlpame que te diga esto, Hana, pero eres algo despistada. Demasiado. ¿Todavía no lo sabes? Me esforcé mucho por acercarme a ti los últimos meses.
Hana lo miró sin entender o, más bien, sin querer entender lo que significaban las palabras del chico, pues no deseaba ilusionarse tan pronto.
—¿Me explicas mejor, Tetsuya?
—Correspondo tus sentimientos.
Un cosquilleo imparable se adueñó del estómago de Hana luego de semejante confesión. Miró a Tetsuya y contempló su aura determinada, sin dejar lugar a dudas.
—Estás... enamorado de mí.
—Sí.
Se miraron uno al otro con adoración, como dos inexpertos adolescentes que por primera vez exploraban tales emociones. El tinte rosáceo era visible en sus rostros en tanto pensaban sobre sus siguientes acciones.
—¿Qué se supone que haremos ahora? —musitó Hana con genuina curiosidad.
—No sé —admitió Kuroko igual de perdido, encogiéndose de hombros —. Soy nuevo en este ámbito.
Hana esbozó una muy dulce sonrisa y Kuroko pensó que era la sonrisa más bonita de había tenido el lujo de ver.
—Aprendamos juntos, entonces.
—Está bien.
Sin siquiera pensarlo se movieron al unísono, acortando la distancia entre ellos lo necesario para sentir cómo la nariz de uno rozaba la del otro de una forma suave. La respiración de ambos tembló, anticipando lo que venía después.
—Hana... ¿puedo besarte?
La aludida amó lo respetuoso del chico y en lugar de contestar con palabras, tomó la nuca del mismo y se inclinó para darle un beso. Él le colocó tentativamente una mano contra la mejilla mientras su boca seguía atento los movimientos de Hana.
El beso fue suave y delicado, duró tanto como su aliento se los permitió, cuando necesitaron aire se apartaron y Yoshida divisó los ojitos de Kuroko brillantes en cuanto alzó la mirada hacia ella. Kuroko esbozó una sonrisita tímida entonces y Hana creyó ver la sonrisa del ángel más bello y dulce. En un arrebato de ternura besó la punta de su nariz y escuchó unos suspiros provenientes del chico, quien tomó una de sus manos y dio un ligero apretón. Debido al temblor de sus dedos Yoshida comprendió que el "hombre fantasma" no estaba tan calmado como aparentaba.
—Te quiero, Tetsu —se atrevió a decir, atrayéndolo hacia un abrazo dócil.
—Yo igual te quiero, Hana —él aceptó gustoso el gesto, apretándola contra sí cuidadosamente —. ¿Podemos hacer eso otra vez?
—¿Besarnos?
—Ujúm.
Hana rio levemente medio sorprendida y enternecida, al oírla Kuroko sintió una ola de vergüenza y ocultó su rostro en el hombro de Hana.
—Las veces que quieras, Tetsu.
NOTA DE AUTORA: no me
siento bien de salud, pero
quise publicar los os que
tenía archivados. Porfas
me avisan si ven alguna
incongruencia, jaja. Me
despido y graciaas por
leerme.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro