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Capitulo 2

Comprar las cosas en el callejón Diagon había sido relativamente sencillo. El ministerio, al ser ellos pobres, estaba obligado a pagarles los estudios y aunque el dinero que les destinaba era básicamente el justo y necesario, ambos hermanos tuvieron demasiada suerte a la hora de comprar.

Regulus, a quien le importaba más la apariencia, optó por comprarse dos túnicas nuevas y todo su material de segunda mano. Por otro lado, Tam, a quien le importaba más sus estudios y no pretendía utilizar libros viejos, prefirió comprar todos sus libros nuevos, los materiales algunos de segunda mano y sus túnicas definitivamente solo aguantarían aquel año. Pero a ella no le importaba eso, tenía libros nuevos.

Ahora ambos hermanos se dirigían a la tienda de Ollivanders, por sus nuevas varitas. Ingresaron a dicha tienda, la cual aparentemente estaba vacía.

—¿Hola? —pregunto Regulus en voz alta y miro a su hermana. —¿se habrá muerto?

—Todavía no. —respondió una voz juguetona y misteriosa, saliendo por detrás del mostrador.

Regulus jadeo sorprendido y Tam ladeo la cabeza ante el cabello desordenado del hombre, quien se acercó a ellos con una sonrisa.

—Llevo mucho tiempo esperando por ustedes, los mellizos Ryddle, ¿cierto?

Ambos niños asintieron.

—Bien, veamos... ¿quién quiere ser el primero? —pregunto amablemente y Regulus empezó a brincar con la mano alzada. Tam se encogió de hombros y dejó a su hermano ir primero.

Regulus era diestro y a los pocos minutos encontró su varita.

—25 centímetros, madera de cornejo, su núcleo es pelo de cola de ave del trueno, flexible. Una buena varita. —sonrió al niño quien miraba su varita, embelesado. Esta era de color café con algunos detalles en blanco y ligeramente curveada en la zona de donde se sujetaba.

—¡Sigues tú, Tam! —exclamo Regulus con una sonrisa.

Ella asintió y comenzó a probar varitas. A diferencia de su hermano, Tam era ambidiestra, cosa que encanto notablemente al fabricante de varitas. Estaba encantado no solo por su habilidad en ambas manos, sino porque también llevaba más de cuarenta minutos en aquella tienda, probándose más de cincuenta varitas y aún no encontraba la suya.

—Las mujeres son tan complicadas que ni las varitas saben si escogerlas. —murmuró Regulus con cansancio, recibiendo un golpe en la cabeza de parte de su hermana. — ¡Auch!

—Esperen un segundo...creo que sé que varita puede ser...—murmuró desapareciendo detrás del mostrador.

Ambos hermanos se miraron y se encogieron de hombros. Tam suspiró cansada, había escuchado que encontrar la varita indicada no siempre era sencillo, pero no pensó que tardarían tanto.

El señor Ollivander volvió con una intacta pero vieja y polvorosa caja de varita. Parecía no haber sido tocada en mucho tiempo. El hombre la abrió y extendió a Tam la varita, la cual era de color negro, completamente recta, envuelta en una trenza plateada y con un cristal rosa en la punta trasera.

La sala completa fue recorrida por una maravillosa explosión de magia que se manifestó en cuanto Tam sujeto dicha varita.

—Asombroso...—murmuró Ollivander.— Esta varita fue creada por Geraint Ollivander, mi antepasado quien empezó este negocio en el 382 a.C.

—Wow—musito Regulus y Tam asintió.

—Esta varita tiene muchas curiosidades, entre ella que posee tres núcleos. Es la única varita así.

—¿A qué se refiere? —cuestionó Tam.

—30 centímetros, madera de roble inglés, su núcleo es pelo de cola de Thestral, cuerno de basilisco y tallo de díctamo. Rígida. —informó mirando la varita. —muy interesante.

—¿Por qué? —pregunto Tam.

—La madera de roble inglés solo ha sido utilizada en una varita anteriormente, la del famoso mago Merlín. —ambos niños abrieron grande los ojos. — Es una varita tanto para buenos como para malos, es un compañero tan leal como el mago que se le merece. Estas varitas requieren socios de fuerza, coraje y fidelidad. Sus portadores tienden a tener una poderosa intuición y, a menudo, una afinidad con la magia del mundo natural, con las criaturas y plantas que son necesarias para la magia del mago y el placer.

—¿Cómo es que sabe todo eso si se supone que solo han existido dos varitas, la de Merlín y esta? —preguntó Tam con el ceño fruncido.

—La madera lo dice todo, pequeña. —sonrió el adulto. —Por otra parte, los núcleos, tienes tres. Empecemos con el pelo de cola de Thestral, es muy complicado hacer varitas con él, por lo que con esta solo han existido dos, la varita de sauco, la cual fue la más poderosa varita de todas, y esta. También tiene cuerno de basilisco, Salazar Slytherin creo una para su propio uso y desde entonces solo se volvió a hacer esta, debido a que los basiliscos con cuernos se extinguieron. Por último, tenemos el tallo de díctamo, quizá no lo sepan, pero el díctamo es...

—Se lo que es. —interrumpió Tam.

—Entiendo. —sonrió nuevamente. — No tengo conocimiento de otra varita con este núcleo, por lo que probablemente sea la primera en su especie, pero se podría intuir que será excelente para hechizos curativos y para crear pociones.

Los tres se sumieron en un profundo silencio. Ollivander pensando en la poderosa varita y el destino que le esperaba a su portadora; Tam en unos pensamientos similares y Regulus solo tenía hambre.

—¿Cuánto es? —pregunto Tam.

—Siete galeones por la de tu hermano. La tuya es gratis. —ella lo miró confundida y Regulus hizo un mohín.

—Mi varita tiene demasiados materiales y es notablemente poderosa, debería ser costosa. ¿Por qué gratis?

—Me dará más satisfacción ver las grandes cosas que harás.

Salieron de la tienda Ollivanders despues de pagar la varita de Regulus, caminaron un poco por el Callejón Diagon en completo silencio hasta que llegaron a la tienda de mascotas.

—¿Cuánto tenemos? —pregunto Regulus.

—Quince galeones, diez sickles y tres Knuts.

—¿Crees que alcance para una lechuza?

—Supongo que sí. —se encogió de hombros y le dio el dinero a su hermano.

Entraron a la tienda de mascotas y Regulus rapidamente fue a ver las lechuzas mientras que ella vagaba por la tienda. Se detuvo ante la jaula de una preciosa ave. Esta era pequeña, podías colocarla entre ambas manos. Tam consideró que no debía medir más de treinta centímetros, lo mismo que su varita. La criatura era preciosa, poseía un plumaje blanco, dorado y escarlata, este plumaje brillaba con patrones similares a las nubes. Su pico y garras eran color dorado. Lo miró con sus profundos ojos negros y se acercó hasta ella.

—Disculpe, señorita. —llamó a la dependienta. —¿Qué criatura es esa? —preguntó señalando el ave.

—Es una extraña cruza de fénix y Ave del trueno. —explico mirando molesta al ave. —A pesar de que definitivamente es precioso, es más pequeño de lo que debería ser, eso sin contar su mal caracter y la enorme cantidad de personas a las que ha atacado. Es incluso más huraño que aquel gato—señalo a un gato de cara achatada color jengibre. —Nadie los quiere.

—¿Cuánto cuesta? —pregunto acariciando el pico del ave, quien, ante los ojos de la sorprendida mujer, se dejó acariciar dócilmente.

—Te lo regalo, pero no acepto devoluciones. Te lo daré con todo y su jaula.

—Hecho. —accedió con una sonrisa.

Al final, ambos hermanos salieron con sus respectivas creaturas. Regulus había optado por una lechuza blanca de nombre Gigi a la que, con mucho pesar, separó de su hermana. Tam supo que su ahora compañero no tenía nombre, por lo que despues de mucho pensarlo decidió que se llamaría Zizi.

Esa misma noche, en el orfanato, ambos dormían en la misma habitación y estaban acostados de lado, de modo que podían verse a la cara.

—Estoy muy emocionado, ¿tú no, Tam?

—Lo estoy. —admitió con una sonrisa.

—No puedo esperar. ¡Serán los mejores siete años de nuestra vida! Nuestra vida en Gryffindor será asombrosa, ¡ya lo verás!

—Mientras estemos juntos, todo bien. —sonrió dulcemente y tomó la mano de su hermano.—ahora a dormir.

—Te quiero, Tam.

—Te quiero, Reggie.

Y así, ambos hermanos sucumbieron al sueño tomados de la mano, sin saber lo que el destino les deparaba.

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