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Capitulo 10

Aquella última semana compenso toda la tortura que Tam sufrió durante el verano. Vivir con los Malfoy, pese a lo que muchos pudieran pensar, era bastante divertido y agradable.

Lucius le mostró la biblioteca privada, donde millones de libros de magia oscura fueron presentados antes el cerebro hambriento de Tam. Eso sin contar sus largas conversaciones nocturnas sobre politíca.

Narcisa había redecorado toda una habitación solo para ella, así como también mando a confeccionarle todo un guardarropa con la mejor modista de París. En las mañanas le enseñaba clases de etiqueta que Tam cumplía exitosamente.

Draco y ella pasaban casi todo el día juntos, jugaban a las escondidas con Zeus en el enorme jardín, leían algún libro juntos, organizaban picnics, practicaban pociones o pasaban el rato con Lucius quien les mostraba algunos hechizos.

Lucius y Narcisa habían sido bastante amables con ella, le compraron cinco tunicas nuevas y todos sus materiales. Tam se sentía muy agradecida con ellos, se sentía casi como si fuera esa su propia familiar.

Lo que Tam desconocía es que Lucius y Narcisa ya la veían como a una hija. Tam había sido amable, a su manera, con su hijo Draco, haciendolo feliz y eso era más que suficiente para que la quisieran.

Al final, como todo cuando uno se divierte, el tiempo paso rapidamente y antes de darse cuenta ya se encontraba arreglandose para irse a Hogwarts. Estaba usando un vestido azul de tirantes gruesos completamente liso, por encima de la rodilla, acompañado de unos zapatos negros de broche. Tenía su cabello trenzado con el liston esmeralda, usaba la pulsera que le dio Draco, el collar que le dio Blaise y el anillo que le dio Theodore. Bajo hasta la sala, donde ya la esperaban los Malfoy.

—Bien, tomense de las manos. Nos apareceremos directamente.—indicó Lucius y todos obedecieron.

Un tiron en el estomago, una ligera sacudida y para cuando Tam volvio a abrir los ojos, ya estaba frente al tren escarlata que los regresaría a Hogwarts. Se despidieron de el matrimonio Malfoy, quienes le encargaron a Tam que Draco no se metiera en muchos problemas.

—Adios, hijo.—beso a Draco en la frente.—Adios, hija.—beso a Tam en la frente.

Tam se sonrojo, más no dijo nada y tomada de la mano de Draco, ingresaron al tren. Fueron hasta uno de los vagones del fondo, donde acomodaron sus cosas y al poco rato la puerta se abrio abruptamente mostrando a dos enfadados chicos, Blaise y Theodore.

—¿Que les pasa?—pregunto Tam, confundida.

—¡Tú!—señalo Theodore a Draco.

—¡Maldita rubia oxigenada traicionera! ¡No nos dijiste que Tam estaba en tu casa y la tuviste para ti solito! ¡Ahora veras!—dicho esto, Blaise se lanzó sobre Draco y ambos cayeron al piso.

Zeus salió de los bolsillos de Tam y comenzó a picotear a Draco, ayudando a Blaise en su pelea. Mientras tanto, Theodore los ignoró y se sentó junto a Tam, dandole un beso en la mejilla.

—¿Estas bien, Mía? ¿Los Malfoy fueron buenos contigo?—pregunto con un tinte de preocupación en la voz que hizo sonreir a Tam.

—Lo fueron. Me sentí muy a gusto. ¿Por qué tu no estas golpeando a Draco?—pregunto divertida.

—Tiene suficiente con Blaise, a parte, no le prestare mis apuntes todo el año.—se encogió de hombros y ambos rieron.

Durante el viaje, Tam les relato todo más detallado sobre su estancia en el orfanato y su nula comunicación con su hermano, así como también su estancia en casa de Draco. Blaise relató como su madre lo llevó de compras a Milán y que fueron a muchos eventos de opera que él amaba. Theodore no hizo mucho durante las vacaciones, simplemente se la paso con su abuelo compartiendo lecturas y jugando a las apuestas en Las Vegas. Draco les contó que antes de que Tam estuviera con el, su madre y el vacacionarion por París.

Tam tenía la impresión que en Hogwarts el tiempo corría demasiado rapido, pero era casi seguro que la razón por la que no sentía el tiempo era porque disfrutaba estar con sus amigos.

Llegaron a Hogwarts y despues de saludar a Crabbe y Goyle, quienes hundieron en un abrazo a Tam, se sentaron en la mesa de Slytherin. La mirada de Tam recayó en la mesa de Gryffindor, donde inmediatamente su cuerpo dió una sacudida de panico al notar que su hermano no estaba.

—¿Alguno vio a Potter o a mi hermano durante el viaje en tren?—pregunto a los de su grado.

—Yo vi a los gemelos Weasley y a Granger, pero no al Weasley menor.—comentó Pansy.

—Yo no vi a Potter o a Ryddle.—dijo Daphne.

Mirando intensamente al profesor Snape, Tam consiguió que este volteará a verla y con una seña le indicó de la ausencia de los Gryffindor.

—Espero que este año si ganemos la copa de las casas. Estoy harto de ver el rojo escarlata en el Gran Comedor.—se quejo Draco.

—Teniendo a Dumbledore como director es más probable que McGonagall nos favorezca en clase a que eso pase. —dijo Blaise soltando un bufido.

—Deberiamos ser el primer lugar. Practicamente Tam gana todos los puntos de nuestra generacion. Es la mejor.—añadio Daphne.

—Cierto, pero hay dos problemas. El primero es que Dumbledore me odia.—dijo Tam.

—¿Y cuál es la novedad? Eres sobrina de Quien-Tu-Sabes y a parte eres de Slytherin —dijo Goyle

—¿Y el segundo problema?—cuestionó Pansy.

—Dejame adivinar.—intervino Theodore y cerro su libro.— Es el hecho de que Dumbledore siempre regala cientos de puntos a Gryffindor por...a sí, ser Gryffindor.

—Correcto.—asintió Tam.

—Mi querida Reina.—saludó Adrian Pucey sentandose a su lado, entre Blaise y ella, haciendo que este lo mirará mal.

—Mi Rey.—saludo Tam.—¿Qué te trae a este lado del reino?—se burló.

—Vengo a primero que nada, saludarte, y en segundo lugar a pedirte que por lo que más quieras...No hagas locuras como las del año pasado.—suplico rezando.

Para todo Hogwarts, Harry Potter y Regulus Ryddle se habían enfrentado a Voldemort, de nuevo, y lo habían eliminado. Pero la casa de Slytherin sabía la verdad, sabía que su querida Reina Tam fue quien lo venció.

Tam era alguien que gustaba de tener un perfil bajo y nunca hablaba de sus nobles acciones. Prefería nunca resaltar, por eso no tocó el tema.

Cosa muy distinta a Blaise y Draco, quienes de inmediato vieron la oportunidad de brillar y contaron emocionados la proeza de su amiga.

—Mi querido Rey Adrian, tengo la plena seguridad de que este año será muy tranquilo. En serio.—aseguró con una sonrisa.

En ese preciso instante, la voz de los gemelos Weasley resonó en el Gran Comedor.

—¡¿Qué Harry, Ron y Reggie llegaron volando en el auto?!

Adrian miró a Tam, quien fijo su mirada en la comida.

—Tam.

—Ya cállate y come.

Todos sabían que ese año tampoco sería tranquilo.

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