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² 𝘰𝘳𝘨𝘶𝘭𝘭𝘰.

SECRETS.
JUNIO 2016, LUNES 21.
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—Estoy orgulloso de mí mismo.

Gruñí por quinta vez en la mañana mientras estiraba mi brazo y apretaba el botón del elevador que nos había indicado la recepcionista del edificio.

—¿Sí? ¿Por qué?

—Porque pagué todo el desayuno sin que me dijeras nada. ¡Nunca hago eso sin que me lo pidas! Deberías agradecérmelo —miré a Barry con una ceja alzada mientras tomaba de mi bebida por el pitillo.

—Yo pagué, Barry —este me dedicó una mala mirada, eso me hizo reír—. No te pongas así, cariño. La próxima vez no te diré que pagué yo, ¿bien? —el pelinegro sonríe con alegría mientras asentía y empujaba la silla de ruedas fuera de la caja metálica—. Parecemos madre e hijo, Dios mío —él se echó a reír.

Cuando salimos del elevador, lo primero que pude ver fue a un hombre de color, hablando con una chica un castaña un poco más baja que él. Cuando nos vio, sonrió; pero al verme en silla de ruedas me miró espantado, pero por suerte lo logró disimular segundos después.

—Srta. Wayne, es un gusto conocerla —estiró su mano para estrecharla con la mía al mismo tiempo que la castaña se presentaba de manera corta con Barry.

—El gusto es mío, señor...

—White, Perry White.

Sonreí volteando a ver a la castaña con el pitillo de mi bebida en la boca.

—Hola, soy Jenny. Es un honor que se encuentre aquí —comenzó a estrechar mi mano algo acelerada, sus manos temblaban—. No sabe cuanto he querido conocerla, la admiro a usted y al Sr. Wayne, han pasado por mucho y siguen adelante. Son tan tiernos y muy generosos, ¡ayudaron a mi sobrino que tiene cáncer cuando fueron a un hospital a donar mucho dinero!

—Jenny, por favor, creo que ya entendió que eres una gran admiradora suya pero no vienen a eso —el Sr. White la tomó por los hombros mientras la alejaba unos pasos de mí. Yo sólo me limité a reír bajo—. Bien, comencemos. Primero que todo, quiero aclarar algo con ambos, más que todo con usted, Srta. Wayne —Barry y yo lo miramos atentamente—. No quiero que crean que usted por ser la hija de los Wayne y usted por ser su mejor amigo, no crean que les daré el trabajo. El Sr. Allen hizo que me entregaran su lista con su experiencia laboral y también del conocimiento que ambos tienen —pausó mirando a Jenny de manera corta, quien sonreía con la vista en ambos—. Debo admitir que estuve bastante sorprendido.

—¡Sí! Ambos fueron los mejores de su clase, me parece estupendo que ambos se hayan ayudado mutuamente en cuanto a los estudios y a pesar de tener muy poca experiencia, están entre los que tienen más probabilidad de obtener el trabajo —la escucho decir, yo comencé a inspeccionar el lugar algo curiosa.

El Sr. White rió seco junto a Barry, eso me hizo reaccionar.

—Es muy curiosa. Yo soy el mayor y dice que parezco el menor, yo sólo le creo en ocasiones —sonreí algo apenada.

—¿Desean ver el lugar en donde trabajarían si son aceptados? La hora de llegada es a las nueve y treinta así que no hay mucha gente que se diga —nosotros asentimos de inmediato.

Todo se veía muy bien, puede que mejor de como me lo había imaginado. Las pocas personas que se encontraban presentes, al verme me sonreían o simplemente me miraban con una sonrisa de asombro. Nunca me había gustado tanto la atención que me dan las personas al verme en la calle caminando tranquilamente, a Bruce tampoco le ha parecido lo mejor pero prefiere ignorarlo. Estar en la universidad fue un desastre los primeros meses, pero por suerte, poco a poco la gente se fue acostumbrando al verme corriendo con Barry y ver a mi mejor amiga Elizabeth riéndose de nosotros por ir a las clases algo tarde.

Oh, Elizabeth, la extraño tanto.

—Aquí sería tu oficina si te contratamos —parpadeé mirando la pequeña pero cómoda oficina con atención—, la de Allen sería la que está detrás, así que no se preocupen por estar separados —ambos nos miramos sonrientes de manera corta. Cuando iba a hablar, un ruido proveniente del otro lado de la pequeña pared que dividía mi tal vez futura oficina de la del frente, me hizo dar un pequeño brinco —que por suerte no hizo que mi bebida se derramara.

—Clark, tenemos invitados. —Le murmura Jenny tratando de ocultar su emoción a alguien que no podía ver debido a que estaba sentada en la silla de ruedas—. Ven, preséntate —me rendí y me quedé sentada para tratar de acabar mi Coca-Cola con calma.

—Chicos, él es Clark Kent —alcé la cabeza para ver al aludido, y al hacerlo, el poco líquido negro que quedaba en mi boca salió de ella al ver al recién mencionado—. Trabajaría justo frente a ti.

—Es un gusto conocerla, Srta. Wayne, esperábamos su llegada desde ayer con mucha emoción —el chico me sonrió con dulzura, marcando un hermoso hoyuelo que logró hacerme suspirar mientras estrechaba mi mano algo mojada con la suya.

Retiré mi mano algo apenada casi de inmediato.

—Yo... —comencé a balbucear viendo como sus hermosos zafiros azules me miraban con curiosidad detrás de unas perfectas gafas negras.

Sentí como Barry se acercó a mi oído—. Pero respira, Leia.

Al no lograr articular ninguna palabra, bajé la cabeza sin dejar de mirarlo metiendo de nuevo el pitillo a mi boca.

—¡Oh! ¿Deberíamos preguntar sobre su pie? ¿Qué le pasó? ¿Es algo grave? —cuando tragué, mis manos comenzaron a temblar.

¿Qué me pasa?

—¡No! No es tan grave como parece, verán...

—Ayer fuimos a una fiesta de disfraces de una amiga y mientras salíamos, el Joker apareció con Harley Quinn y de no ser por Batman, tal vez no estaríamos aquí el día de hoy —se apresura a decir Barry, eso me hizo reír bajo. Sus mentiras siempre parecer reales.

Los tres nos miraron con sorpresa.

—Oh, pues... —el señor White buscó que decir—. Deberías escribir sobre eso, Kent —el pelinegro asintió a punto de darse la vuelta, antes nos miró con una sonrisa amable.

Su maldito hoyuelo me tiene en el piso mordí mi labio con disimulación al verlo agrandar su sonrisa creo que es el ser humano más hermoso que he visto en toda mi vida.

Luego de Thor y el Capitán América, obviamente. Tony es un necio —tal y como me dice Barry—, lo digo porque lo conozco muy bien.

—... y eso es lo único que deberían hacer, ¿le gustaría encargarse sobre la columna diaria de Superman? —Perry hablaba con Barry, eso me hizo sentir un gran alivio al saber que no fue conmigo. No soporto verlo cada dos por tres en las noticias, mucho menos escribiría sobre él.

—Tal vez, pero a Olivia le encantaría —miré con los ojos abiertos de sobremanera a Barry, quien se encontraba mirando al jefe, reprimiendo una carcajada al ver mi rostro.

—¿Qué? ¡No! —salté en mi asiento, los tres me miraron algo alarmados cuando mi pie tropezó con la mesa—. No me gusta Superman, a él le gusta molestarme —señalé al pelinegro algo exaltada. Jenny comenzó a reír bajo.

—¿No le gusta Superman, Srta. Wayne? ¿Por qué? —pregunta la castaña entre risas.

—Le tiene una fobia al Principito de Krypton, así le dice ella, ¿no, Leia? —puse los ojos en blanco al escuchar como los otros dos reían.

Miré a Barry para decirle algo al oído—. ¿Tenemos el trabajo? —le susurré. Como habrán notado, estuve unos minutos admirando la belleza del ojiazul.

—¿Te quedaste embobada viendo a Kent? Porque por si no escuchaste, sí, lo tenemos.

Arrugué la nariz alzándome un poco para ver a Clark, quien me miraba con una expresión que no logré comprender. Pero al verme, sonrió.


Comencé a empujar la silla a través de las ruedas sin esperar a Barry. Estaba furiosa, furiosa con mi hermano.

—¡Bruce, ven aquí en éste momento! —grito yendo al elevador, Barry fue detrás de mí con expresión divertida.

Alfred apareció por la puerta del comedor algo sorprendido—. Oh, ya se enteró —dice viendo como apretaba el botón repetidas veces.

—Sí, ya me enteré —murmuro entrando a la caja metálica.

—¿Sabe? Debería tomárselo con calma...

—¡No me lo tomaré con calma! ¿Cómo quiere que dejen de ver a Batman como un criminal si sigue haciendo esas cosas sin siquiera dar explicación? Pronto verán a Batichica igual y yo no podré hacer nada —no tardamos en llegar, así que bajé de inmediato y fui hasta el castaño lo más rápido que podía.

Bruce se encontraba quitándose su abrigo, eso me hizo ver que a penas iba llegando a casa.

—¡Bruce Anthony Wayne! —el aludido se volteó para verme aterrorizado—. ¡¿Qué has hecho?! ¡Ya hemos hablado de cometer delitos como anónimo! ¿No te...?

—¡¿Puedes por lo menos darme un abrazo como saludo, por favor?! —callé—. Ven acá —se acercó a mí y me abrazó, pero antes de que se alejara, lo golpeé en la cabeza—. ¡Ay! No eres linda conmigo nunca, soy tu hermano.

—¡Estás enamorado de tu secretaria quien tiene mi misma edad! ¿Y quieres que sea lindo contigo? Además, ni siquiera me compraste algo para mi cumpleaños. No eres tan buen hermano, Bruce —lo golpeé de nuevo en el brazo—. Eso fue por haberte hecho eso —lo golpeé en la pierna con el yeso, y aunque no fue tan fuerte, la dolió—. Y eso es porque me provocó.

—¡Bien, bien! Ya entendí. Pero creo que te interesará lo que conseguí —señaló la pantalla junto a él mientras se iba a sentar al mueble más cercano.

—¡Hey! Yo he leído sobre él, se llama Anadoli Knyazev. Es ruso —habla mi mejor amigo llevándome al mismo sofá en donde estaba Bruce para ayudarme a sentarme ahí.

—Correcto. Contratos por todo el mundo, pero su base está en el puerto de Gótica. Armas y trata de personas.

—Por lo tanto, el "Portugués Blanco" es un ruso, esa es la teoría —dijo Alfred mientras se paraba junto a la pantalla para verla mejor.

—No. La teoría es que el ruso me llevará al verdadero hombre —hizo una mueca—. Si es que él es un "él".

—Amo Wayne, no sabe siquiera si existe. Él podría ser un fantasma...

—¿Un fantasma que puede traer una bomba sucia a Gótica?

—El punto es que es muy peligroso, Bruce —este asiente sin darle importancia mientras recostaba su cabeza en mi hombro.

Nuestro mayordomo lanzó un periódico a la mesa del centro, ahí logramos ver al hombre a quien Batman marcó hace un rato—. Nuevas reglas —dice Alfred.

¡LA MARCA DE JUSTICIA DEL MURCIÉLAGO! se podía leer en la portada. Lo tomé para mirarlo con atención.

—Somos criminales, Alfred —susurra mi hermano, mirando con el ceño fruncido el periódico—. Siempre hemos sido criminales para ellos, nada ha cambiado.

—Bruce, si antes los hombres caían del cielo, si los Dioses lanzaban relámpagos y morían inocentes, entonces sí, nada ha cambiado —ironiza Barry recostándose en mi otro hombro.

—Todo ha cambiado —murmuré—. Esa es la forma en que comienza. La fiebre, la rabia, la sensación de... Impotencia, que convierte a los hombres buenos en crueles.

Bruce se levantó de su asiento luego de besar mi cabeza y fue hasta el computador.

—¿Qué harás?

Él suspiró—. Encontrar la manera de como hacer justicia y que no me tomen por criminal, tal y como tus amiguitos Vengadores hacen.

[Elizabeth (Stark) es la protagonista de mi historia "Sacrifice" de Peter Quill]

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