Capítulo 2
Nueva Orleans, Luisiana. Navidad de 1864
Damon estaba tirado en el suelo en medio de la carretera, tal y como le había enseñado Katherine, esperando a que el carruaje de algún buen samaritano apareciese y así alimentarse de él. Había perdido ya la cuenta de los días que llevaba sin beber sangre. Sólo lo hacía cuando ya no podía más con el hambre pues tenía mucho miedo de lo que hacía al tener que alimentarse.
Él no había querido esta vida, sólo lo había escogido para estar eternamente con Katherine. Ahora esperaría el momento adecuado para poderla sacar de esa tumba y así estar por fin con ella. Aunque eso no le quitaba culpa a su hermano por haberle obligado a convertirse en vampiro cuando él ya estaba preparado mentalmente para morir. Se tensó al oír los cascos de los caballos y las ruedas del carruaje acercándose hacia donde estaba él, y se hizo el muerto esperando a su víctima.
Cuando el coche ya estaba casi encima suyo notó que el cochero tiraba de las riendas parando bruscamente los caballos.
-¿Qué ocurre, John? -oyó que le preguntaba una joven desde la cabina del carruaje- ¿Por qué hemos parado?
-Señorita Smith, hay un joven caballero en el suelo y parece que está herido.
Damon no se lo podía creer. Una chica, bien así no tendría que emplear mucha fuerza, pues en verdad estaba muy dévil por el gran ayuno al que se había sometido.
-Déjame ver, John. Ayúdame a bajar, por favor.
-Sí, señorita.
Damon siguió sin moverse esperando a que la chica se acercase más a él para atacarla. Iba a saltar sobre ella cuando la oyó decirle al oído:
-Haz como que te despiertas tras haber recibido un golpe en la cabeza. John, trae mi chal, por favor.
Damon hizo lo que la chica le dijo y subió junto a ella al carruaje. Una vez dentro se giró hacia ella a pedirle explicaciones.
-Lo siento, pero no te podía dejar ahí. Hay cazadores por aquí. Es peligroso que estés rondando por la zona. Por cierto soy Ginna Smith. ¿Tú eres?
-No entiendo nada.
-Mm, eres novato, ¿verdad? -Al ver la cara que le ponía Damon esta aclaró- ¿Cuando te convertiste?
-Hace unos meses. ¿Por qué?
-Se te nota. Y, ¿estás sólo? Yo también estuve sola desde el principio. Mi creador me hizo y si te he visto no me acuerdo. Pero, al final no me has dicho tu nombre.
-Sí, perdón. Hace mucho que no veo a ningún vampiro. Y mucho más que no mantengo una conversación civilizada con alguien. Soy Damon Salvatore.
La chica se lo quedó mirando fijamente a los ojos con los suyos tan abiertos que daba la impresión de que se le fuesen a salir de las órbitas.
-Perdona, ¿has dicho Damon Salvatore?
-Sí, ¿por qué?
-¿Dónde naciste? ¿Quiénes son tus padres?
-Nací en Florencia pero cuando yo era muy pequeño nos mudamos a Mystic Falls. ¿A qué viene este repentino interés por mi familia?
-No me lo puedo creer. ¿En serio no te acuerdas de mí?
-¿Debería?
-Sí, si Giusseppe y Lily te hubiesen hablado de mí. La última vez que nos vimos teníamos cuatro años recién cumplidos. Somos hermanos, Damon.
-¿Hermanos? No, yo sólo tengo uno: Stefan.
-Dios mío, no me lo puedo creer. Ahora ya sé por qué me desmayé hace tres meses. Porque tú te convertiste. Apuesto lo que sea a que a ti te pasó lo mismo con quince, ¿a que sí?
-Estaba jugando al futbol con Stefan y me pegó un balonazo en el pecho, por eso me desmayé.
-No, fue por eso. ¿A que no tenías nada que pudiese explicar tu desvanecimiento? -Ante el silencio del chico, Gina sonrió y añadió- Mi auténtico nombre es Giorgina Salvatore. Somos gemelos, Damon. Estábamos jugando en el jardín de nuestro padre cuando un hombre nos encontró, te mordió y a mí me secuestró. Su hermano mayor me crió. En cuanto supo lo que había hecho Klaus, quiso enmendarlo y buscó a nuestros padres, pero estos ya se habían marchado llevándote a ti con ellos.
-No es así como yo lo recuerdo. Estaba yo solo andando por el bosquecito del jardín de padre cuando un animal me atacó, luego padre me encontró, mató al animal y me entró en la casa.
-Dame, cariño, eres vampiro, ¿en serio te sigues tragando esa historia?
-¿Cómo me has llamado?
-Bueno, me imagino que no querrás que te siga llamando Damie, ¿no? Ya estás muy crecidito para eso. Y, dime, hermano, ¿hay alguna chica por ahí?
-La había, por desgracia está encerrada en una tumba que no puedo abrir sin una bruja Bennet ni un cometa.
-Buff, lo tienes muy mal, hermano. No hay otro cometa como ese hasta dentro de 150 años, aunque podrías usar el que pasará en 1912. No estoy segura si se verá en Mystic, pero oye por intentarlo no pierdes nada.
Damon no la contestó, tenía demasiada hambre como para prestar atención a lo que le estaban diciendo. Apoyó la cabeza en el respaldo del asiento y cerró los ojos intentando descansar un poco. Le dolían todas las venas y arterias del cuerpo, por no decir que las notaba ardiendo como si estuviese en llamas.
-Dame -oyó que le decía su recién descubierta hermana-, no te duermas. ¿Hace cuánto que no comes?
-No lo sé -respondió él sin abrir los ojos-. Puede que tres o cuatro días, no estoy seguro -justo en ese momento notó el golpe de la mano de Gina en su mejilla-. Au, ¿a qué ha venido eso ahora?
-Te he dicho que no te duermas. Tienes que alimentarte. John, para un poco, por favor. El señor Salvatore no se encuentra bien.
-Sí, señorita -oyeron contestar al cochero mientras paraba los caballos-. ¿Necesitan mi ayuda?
-No, gracias. Yo le ayudo, tranquilo. Ven conmigo, Dame.
Se internaron en el bosque en dirección al campamento de unos desertores de la guerra. Estos disfrutaban de las jóvenes que se perdían y cuando acababan con ellas, las mataban y se deshacían de sus cuerpos arrojándolas al pantano sirviendo de alimento a los caimanes.
-Los bosques del sur -le decía su hermana- están plagados de esta gentuza. Es mucho mejor si la gente de la que te alimentas son asesinos o violadores o algo así. Si lo haces de la gente inocente al final te acabará pasando factura.
-Yo sólo hago lo que tengo que hacer hasta que pueda sacar a Katherine de la tumba. Lo demás me da igual.
-Vaya, sí que la debes querer que eres capaz de condenar tu alma por ella. Pero, créeme, Damon, cuando te digo que nada ni nadie se merece eso. No te pido que disfrutes con la muerte de tus víctimas ni que sustituyas a esa vampira, lo único que digo es que deberías hacerlo de los que tienen el alma podrida. Míralo por el lado positivo; estás haciendo una buena obra social. Si matas a un asesino, salvarás muchas vidas.
-Y, ¿tú sabes de alguien que me pueda ayudar a sacarla de ahí?
-¿A una bruja Bennet? No. Pero, ¿estás seguro que neceditas a una bruja Bennet? Podría hacerlo otra bruja. O brujo, ya puestos.
-La que selló la tumba era una Bennet, así que sí, necesito a una bruja Bennet.
-¿Era? ¿Eso quiere decir que está muerta?
-Sí, la gente del pueblo la quemaron. Yo la prometí que escondería a sus hijas y ella a cambio impidió que mi padre y los demás matasen a los vampiros del pueblo.
-¿Quieres decir entonces que la masacre de Willow Creeck en realidad fue eso?
-Sí. Otra brillante idea de Giusseppe Salvatore.
-Bueno, no puedes culparle por querer proteger a sus hijos después de lo que nos pasó en Florencia.
-Nos disparó, Gina. A Stefan y a mí. Nos disparó cuando estábamos ayudando a Katherine. ¿Sabes lo que le dijo a Stef antes de que mi hermano lo matase? Que éramos una desonra para él y que estábamos mejor muertos.
-Dios mío. Pensé que nunca diría esto, pero, me alegro muchísimo de que Klaus me secuestrase. No me puedo imaginar lo que tuvo que ser crecer con semejante monstruo. Y, ¿madre qué opina? ¿Cómo está?
-Madre murió de tisis sola y abandonada en un hospital hace cinco años. Padre decidió que eso era lo mejor para la familia.
-Madre mía. Lo que habéis debido de sufrir los dos. No quiero ni imaginármelo.
-Vaya -oyeron los dos hermanos que alguien decía a sus espaldas-, pero qué tenemos aquí. ¿Has visto, James? Dos jóvenes confederados solos en medio de la nada.
-No nos hagan daño por favor -suplicó Gina-. Nuestros padres están muertos y mi hermano está enfermo. Sólo queremos salir de aquí para volver a Italia, señor.
-Oh, fíjate -dijo burlonamente el tal James-, Frank, la gatita habla. Ven aquí, muñequita. Te enseñaré lo que es un hombre de verdad.
Gina miró a su hermano a los ojos y con un leve gesto del que los unionistas no se percataron, los atacaron a la vez íncandoles los colmillos en la yugular y bebiéndose así su sangre. Cuando la chica hubo terminado con su víctima se giró hacia su hermano y vió que él todavía estaba bebiendo.
-Damon, para. Ya está muerto.
El aludido levantó los ojos hacia su hermana y paró de alimentarse. Soltó a su presa como si de un mero objeto se tratase y se acercó a Giorgina.
-¿Estás bien? -Le preguntó él.
-Sí, claro que lo estoy. Y, ¿tú? -Damon asintió casi impercertiblemente con la cabeza- ¿Ves? Es mejor así. Estos dos yankees prentendían violarme, matarte y robarnos, así que, no hay mal que por bien no venga. Vamos, volvamos al carruaje. Por cierto, tienes manchado aquí -le dijo señalándole la comisura izquierda.
Damon se limpió la boca con la manga de la chaqueta y siguió a su hermana. Si esta le dejaba se quedaría con ella y se la llevaría a Mystic Falls cuando fuese el momento de sacar a Katherine de la tumba. No se lo podía creer, por fin no iba a estar solo nunca más.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro