Capítulo 9
Me removí en mi habitación, estar en Miami no era tan lindo, cualquier persona lo podría pensar diferente pero esta vez todos serian como yo; estar en Miami significaba aislarme aún más, no sé con qué personas me tendría relacionar de ahora en adelante, sabía ni lograba entender el porqué estoy aquí.
¿Quienes me habían encontraron? ¿Quien tiene a mis padres? ¿Por que me trajeron aquí? ¿Mi amiga Sam corre peligro? No lo se, hice las preguntas pero termine ignorada, como siempre.
Rose volvía a terminar ignorada y fuera del cuadro importante, donde en algún momento pensé que era prioridad eso ya no es así, no lo es así para nada.
Camino cabizbaja por el patio trasero, había cientos de hombres armados, algunos hablando u otros solo caminaban mientras sujetan con más fuerza su ametralladora, pasó saliva al ver tal cosa.
Esa arma mide cerca de la mitad de mi cuerpo, con un disparo ya podría estar muerta, pero luego recuerdo por qué estoy aquí, quiero ver las rosas; aquí hay muchas, de todos colores, blancas, rosas, amarillas, rojas.
— ¿Como has estado? —irrumpe el señor Stepanova, estaba tan perdida es aquellas rosas que no vi cuando se acercaba a mi.
—Bi-Bien —tartamudee, esto no era algo que hiciera siempre pero ver a un hombre que solo logra intimidarte y además que mide cincuenta centímetros mas que tu, creo que es razón suficiente para tartamudear.
Me aleje un poco de él ya que solo un metro nos separaba, por un momento me pregunté si tenía otras intenciones conmigo pero eso sería absurdo, yo soy una simple niña de diecisiete años que no sabe nada, que le aterra la sangre y ver películas de terror.
—Me alegro —sonríe ligeramente pero poco después sus labios se volvieron una sola línea para nada agradable, significaba algo malo —, temo decirte esto, pero no hay otra forma de decirlo.
— ¿Que-Qué sucede? —volví a hacerlo, eso hizo que el sonriera y mostrará un hoyuelo, yo me sonrojé al ver que fue la causante de esa sonrisa. Mis mejillas se calentaron tanto que tuve que usar mis manos para controlarlas.
—Tus padres —suspiró, no, por favor que no sea nada grave, por favor. Él llevó sus manos a su camisa de botones y la aflojó un poco —, tú padre está ahora en el hospital con gravedad, realmente no se sabe si sobrevivirá esta noche.
Y fue allí cuando el peso de todo se me vino encima, el nudo en mi garganta no tardó en llegar, el ardor en mis ojos llegaron tan rápido como mis lágrimas y sollozos; esta era la peor noticia que me pudieron dar, después de tantos días siendo positiva, pensando que todo saldría bien, que no tardaría en ver a mis padres... Pero todo eso se desvaneció en solo unos segundos, todas mis esperanzas se fueron con todas aquellas lágrimas.
—Tú padre fue un hombre honorable, el solo intentaba ayudar a tu madre y sufrió las consecuencias, sin él, probablemente tú madre no estaría con vida.
¿Por qué? ¿Por qué a mi? Son preguntas absurdas, lo se, pero siempre me las haré. Nací para la tragedia, nací para arruinar la vida de las personas, nací para causar problemas, probablemente muera joven y nunca me volveré veterinaria, nunca cumpliré mis sueños.
De manera desastrosa, caigo de rodillas frente a Alek, más rota no podría estar, sé que él ahora mismo me mira con pena, lo único que causo es eso. Estoy cansada que esto me ocurra, estoy cansado que todo empeore aunque parezca que nada puede ser peor.
Llevo mis manos a mi rostro limpiando mis lágrimas sin resultado alguno, las lágrimas volvían a caer sin cesar.
—Mañana a primera hora iremos a Los Ángeles —mi llanto para, o al menos cesa un poco, levanto mi vista y veo en sus ojos lastima —, allí estarás con Darrick y todo irá bien. Te lo prometo.
Nada irá bien, sé y siento que esto empeorará, para mi ya todo está mal. Todos mis problemas fueron por aquella chica que no conozco, estas cosas me afectaron seriamente y ella ni siquiera da señales de vida. ¿Que tan injusto puede ser la vida?
Ella mata a sangre fría mientras que yo intentaba estudiar y ser una gran hija, días después mis padres casi mueren y ella está fuera del radar, cliché y de película tal vez. A nadie le importa mi vida pero la jodieron de alguna manera.
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Volver aquí es desastroso, doloroso como el infierno pero igual caminó decidida, estoy segura que saldré de esta.
— ¿A dónde iremos primero? —le cuestionó al señor Monet, él deja de lado su habano y responde.
— ¿A dónde quieres ir?
—¿A dónde me llevará? Yo solo estoy aquí para obedecer sus órdenes —respondí con un hilo, señal de que el llanto viene a gran velocidad. Paso saliva disimuladamente y giro mi rostro hacia cada edificio de San Francisco.
Estoy en casa, pero no lo estaré por mucho tiempo. Algo en mi me lo dice.
Las lágrimas se deslizan por sí solas, mis mejillas se humedecen, lloro en silencio, eso hago siempre que alguien está conmigo, lloro en silencio. A Darrick no parece interesarle en lo más mínimo mi existencia por lo que solo limpio mis lágrimas con cuidado y me reconforto lentamente, no debería llorar, debería de estar emocionada por ver a mis padres.
—Al hospital, Gutiérrez.
Giró lentamente hacia el señor Monet, el hecho de que diera órdenes específicas me tomó de sorpresa, no esperaba ir ahora mismo pero eso obtuve.
— ¿Señor? —habló el conductor.
— ¿Si?
—Nos están siguiendo.
Los nervios volvieron a mi cuerpo con escalofríos e incluso unas ganas terribles de vomitar, sáquenme de aquí.
Darrick comprobó lo dicho por el conductor y al ver que esto era cierto, tomó una enorme arma que estaba estaba escondida bajo su asiento. Temblé al ver esa cosa, es enorme para alguien tan pequeño como el.
Escucho un primer disparo, baje la cabeza entrando en pánico, no de nuevo, no por favor. Giro mi rostro hacia lo que era una pacífica imagen de mi ciudad, ahora miro todo rojo. Ahogó un grito en lo profundo de mi garganta al escuchar un segundo disparo, luego un tercero, y me declaro a punto de morir.
El auto no se detiene y da más de prisa, Darrick le pide más velocidad para salir de esta, seguro nos matarán.
—¡Toma una puta arma y úsala! —me grita, yo solo lo veo borroso a través de mis ojos, mis lágrimas me impiden ver bien. Con mis manos temblorosas tomó el arma, él me ayuda a cargarla y me dice cómo usarla, paso saliva dudosa.
Esta cosa pesa demasiado, la tomó con cuidado con mis dos manos y pongo un dedo sobre el gatillo de esta.
—¡Dispara de una maldita vez, no tenemos todo el tiempo del mundo!
Estoy totalmente en contra de las Armas, nunca creí que yo estaría en esta situación en algún momento de mi vida.
Me giro y veo dos autos tras de él nuestro, el vidrio trasero está roto por lo que solo escondo un poco mi rostro y apuntó. Jalo el gatillo, le doy justo al parabrisas y el auto parece perder el control por unos segundos, bendita suerte de él.
Ajustó esta cosa en mis manos y la tomó con más fuerza, tardó unos segundos en concentrarme, no quiero fallar. Apunto y disparo, fallé gloriosamente dándole a el espejo al costado del auto.
—¡Maldición, sirve para algo! —me grita, molesta ajustó el arma en mis manos. Estoy perdiendo el control en una situación donde solo se tiene que tener paciencia, ¿pero de donde?
Doy un siguiente disparo y mato a uno, pero no es el conductor. Escondo mi cabeza entre los cojines, suspiro y vuelvo a elevar. Jalo del gatillo y le doy a un neumático, el auto parece perder el control y se va contra uno de los otros carros haciendo que los dos se pierdan a la distancia; quedando solo uno.
Pareciera que la suerte está conmigo, hasta ahora llegó la maldita.
Ya no tengo balas, Darrick carga rápidamente esta y me la entrega, ahora los dos estamos disparando al mismo auto. Darrick tarda unos segundos y dispara, pareciera que la bala tarda miles de segundos hasta que se estrella contra la frente del conductor, el auto de inmediato pierde el control y se volcán de una manera tan horrible, ninguno de los pasajeros podría salir vivo después de eso.
—Pensé que ni siquiera podrías disparar —se burló Darrick, yo lo mire levantando una ceja, este sonreía de forma burlona. ¿Cómo puede sonreír? Estuvimos a punto de morir.
Yo tomo una gran bocanada de aire y la expulsó controlando mi pulso, este está brincando de felicidad. No me gusta tenerlo así, lo odio porque sé que me dolerá terriblemente la cabeza en tan solo unos minutos.
Luego recordé que voy al hospital y veré a mi familia, sentí que el nudo en mi garganta se volvió a formar y que el aire comenzó a faltarme. Mire a Darrick en busca de ayuda, él abrió los ojos entendiendo lo que me ocurría. Hizo que casi sacara mi cabeza por la ventanilla y tomara aire, incluso me decía que hacer y que no, yo hacía todo lo que me dijera con el fin de mejorar un poco.
—¡Por Dios, niña! Piensa en otra cosa y todo estará bien.
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Sentía como mis piernas flaqueaban, el aire melancólico llegó a mis pulmones, el olor a desinfectante lleno mi sistema y con ellos las náuseas hicieron presencia, un ligero golpeteo inundó mi cabeza; pero todo aquello se desvaneció al ver a mi madre entre lágrimas, con el cabello alborotado y hecha un desastre.
—Mamá —murmuré con un hilo de voz, ella no me escuchaba pero fue suficiente para que levantara la mirada y se dirigiera a mi. Su rostro de preocupación pareció empeorar cuando me vio, eso me dio mala espina pero igual seguí corriendo hacia ella al mismo tiempo que veía cómo se derrumbaba frente a mi.
Las dos éramos desastres andantes, con nuestro cabello alborotado, el nudo en la garganta pero estábamos bien al saber que estábamos vivas, pero al mismo tiempo tan tristes y perdidas, papá estaba luchando por su vida y ni siquiera sabía en qué situación estaba.
— ¿Cómo está papá? —pregunte entre titubeos, se acercó aún más a mi y se aferró a mi cuerpo después de escuchar mis apenas audibles palabras.
—El-El podría morir, tiene un severo golpe en un costado de su cabeza y podría causarle un derrame cerebral.
¿Derrame cerebral? Asumir esas dos palabras y agregar que se trata de tu padre son demasiadas cosas, algo tan duro y tan difícil; y lo peor es ver cómo tú madre decae frente a tus pies, saber que eres hija única y que solo estamos nosotras dos.
Me aferré más a su cuerpo y elimine mis preocupaciones, deje que las lágrimas trazaran su propio camino sin control, deje de tomarle importancia a cuán patética me veía con mi vestimenta, mi cabello alborotado y mis ojos rojos quemándome.
Las dos nos separamos minutos después y caminamos hacia las bancas que se encontraban cerca, recorrí el lugar encontramos peores rostros que el mío, algunos incluso les faltaba color o estaban perdidos en sus mentes de alguna manera enfermiza.
—Mamá —la llamé —, ¿cuánto tiempo llevas aquí?
Ella pareció tomar un segundo para procesar todo, tomar aire y hablar pausadamente.
—Un día —pero después una pequeña y frágil sonrisa se deslizó sobre sus labios, se como jugaba y que intentaba hacer, no quería hablar sobre esto y yo tampoco pero debía de saber algo —, ¿Cómo estuviste todo este tiempo?
—Bien, madre —le di una ligera sonrisa después de hablar y continuar —, han pasado muchas cosas y realmente lo lamento, perdóname, solo te causo problemas y ahora siento que todo es mi culpa, odio todo esto y que mi padre esté allí porque realmente yo merezco esto y no el.
Ella puso su dedo rápidamente sobre mis labios, algo que me tomó de sorpresa pero poco después todo cambió. ¿Saben como se siente ver una sonrisa de tu madre después de un ataque verbal, de aquellos en donde solo te sientes una basura? Pues es como si todos tus pecados fueran perdonados, ninguna madre te juzgará y siempre estará allí. Por eso amo a mi madre.
—Tú no pudiste impedir nada, todo estará bien, no es el lugar ni el momento adecuado para perder la cordura y entonces solo debes de hablar conmigo si lo deseas, y por favor no pienses mucho en esto. Nada es tu culpa, mi niña.
—Madre, estamos en un hospital donde mi padre está a nada de morir, ¿que quieres que piense?
—Piensa que esto se veía venir, que en cualquier momento tú padre debía de morir, pero nadie está preparado para verlo ni mucho menos para sentir un vacío en tu pequeño pecho.
—Mamá —intente hablar pero fui interrumpida por su dulce voz.
—Mi niña, la única cosa que no se puede evitar es la muerte, la vida es así, a veces se pierde o se gana, esta vez nos toco perder —su voz volvió a romperse de manera progresiva, cosa que me hizo reaccionar de la misma manera, las dos estábamos en un solo mar de lágrimas —. Este es el curso de la vida, tarde o temprano me llegara a mi, pequeña Rosie, pero quiero que sepas que en esta vida y en la siguiente yo siempre estaré allí para verte ser una gran persona, y que nunca olvides sonreir.
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