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Capítulo 3

Mire su bellos ojos avellana, y me aferro más a su cuerpo. No creo poder soltarme de él después de tremendo susto, miro a mi alrededor y todos están atónitos.

—Lo siento, no sabía que no nadabas —habla Bram, asiento aceptando su disculpa. No creo que sea lo mejor pelear por aquello.

—Deja de ser tan idiota, Bram —replica Sam. Este agacha la cabeza con tristeza, yo no digo nada, se lo merece pero no sería yo quien le dijera eso.

— ¿Segura que estas bien? Si quieres te llevo a la orilla.

—Por favor —murmuro a Isaac, este hace lo prometido pero por nada se alejó de mí.

Iniciamos a hablar de trivialidades, y de un momento a otro recordé que no sabía nada de él.

— ¿Que edad tienes? —pregunté de pronto, y él sonrió a tal brote de mis labios.

—Veintitrés, ¿y tú? —Isaac jugaba con el agua hasta que chapoteo en mi rostro, yo hice lo mismo y de pronto salió una risa desde el fondo de mi garganta, a causa de esto los ojos de los demás pararon en nosotros, yo seguí jugando con el agua sin interesarme en las miradas de fastidio de los demás.

—Diecisiete, casi dieciocho —murmuré con suficiencia, siempre quise ser mayor, pero en este país lo seré hasta dentro de unos años.

Después de responder seguí chapoteando el agua con mis manos, por alguna razón mi humor cambio al estar aquí, y recordé, recordé que no le había dicho a mis padres que saldría a casa, siempre tengo que informarles cuando salga de casa por gran tiempo.

—Ahora vengo —le informe a Isaac, este asintió y me siguió con la mirada. Camine hacia el interior de la mansión con la intención de encontrar mi móvil.

Al encontrar mi móvil rápidamente le envíe un mensaje a mi madre y otro a mi padre diciéndoles que estaba en casa de Sam y que probablemente tardaría en llegar, también avisaría si sucede algo; obviamente no respondieron al instante por lo cual tuve que llevarme mi teléfono a con el resto del grupo.

Camine de puntillas, con cuidado de no mojar mucho las hermosas y costosas baldosas. Al regresar al patio levante la mirada inconscientemente y la mirada de Marcus estaba en mi, pero no era una mirada agradable, esta me lograba sentir incómoda; rápidamente camine hacia Isaac y le dije que me cuidara porque entraría al agua.

— ¿Segura, Rose? —yo asentí tímidamente. Solo quería dejar que Marcus me mirara hasta incomodarme, Sam me miró y entendió todo de inmediato, ella se acercó a él y lo beso pero este aun así me miraba de reojo. Por otra parte estaba Wes que me miraba intensamente, o probablemente miraba así a Isaac.

🌹🌹🌹

—Ese vestido te queda excelente, con el tienes mas trasero —chilla Sam, las últimas horas las hemos pasado en el centro comercial.

— ¿Cual es su precio? — le pregunté a la chica que trabaja aquí.

—Cincuenta  y cinco dólares, señorita — ¿En serio tal precio por un bendito vestido que puedo sacar del armario de mi madre?

— Nos lo llevaremos —murmura Sam con bastante entusiasmo, por mi parte bufo con molestia pero a ninguna de las dos parece importarle.

Me adentro el probador y me quitó la prenda como si fuera algo que me quemara. Es un robo tal precio, ni mi guardarropa entero tiene ese valor.

—¡Rose, apresúrate! Aún tengo que pagar ese vestido —escuchó que Sam habla detrás del probador.

Rápidamente me vuelvo a vestir y salgo de allí, me estaba dando claustrofobia, ¿por que se tienen que hacer tan pequeños los probadores? Se supone que tienes que mirarte de todos los algunos y de todas formas.

Finalmente le di el vestido a Sam y está lo paga inmediatamente, por mi parte yo abandono la tienda y me dispongo a sentarme en una banca que estaba cerca del lugar.

—¡Rose, mira! —escuche cómo chillaba Sam, para ser más mayor ella parecía ser la menor entre nosotras dos —También compre unos hermosos pendientes y una gargantilla bañada en oro.

¿Que? ¿Acaso no es suficiente con el vestido? ¿Le vieron cara de banco a mi amiga?

—¡Déjame ver! —fingí entusiasmo, ella lo noto y frunció los labios.

—Si lo haces así o estás molesta no los tomes, te lo di por ser mi amiga y te lo debo por ser mala contigo —asentí, pero no los tome, no lo iba a aceptar, no por mi cuenta.

—Eres la mejor amiga que he podido desear, estoy molesta por que gastaste mucho dinero en cosas para mi, que incluso eran innecesarias.

—Rose, de una u otra forma los tendrás en tus manos, lo aceptas o lo aceptas —mando, al tal tono de voz yo solo me encogí en mi asiento.

Ella puso la pequeña cajita de los pendientes y la gargantilla sobre mis muslos, la abrí cuidadosamente y me encanto lo que vi.

—¿Los habías pedido o solo los miraste en el mostrador? —cuestione, se trataba de nuestras iniciales unidas en las gargantillas y los pendientes eran tan simples pero tan bellos al tener la forma de un corazón cada uno.

—Los pedí y solo tuve que traerte aquí, quería que fuera una sorpresa y así compensarte todas las idioteces que hice.

No había hecho ninguna, sin contar que me dejo de hablar por dos semanas y aún no se la razón, probablemente tampoco me enteré en algún momento.

—Gracias —murmuré entre llantos, eran tan bellos. Me acerque a ella y la abrace, dándole todo mi cariño.

—Ya deja de llorar, cariño —ella se alejó de mí y limpio mis lágrimas con cuidado, al mismo tiempo me dio una sonrisa hermosa que me contagió felicidad —. Iré por unos helados y espero que no te muevas de aquí.

—Para nada —murmuré con entusiasmo.

Sam regresó rápidamente y caminamos entre las diferentes tiendas que mirábamos. Me la pasaba bien con ella, era como esos viejos tiempos en los que no nos preocupaba absolutamente nada, me encantaba estar así con ella.

—Disculpa por lo que sucedió con Marcus hace unos días —soltó de pronto, a lo que yo asentí pero no entendía por qué se disculpaba ella y no el —, a veces se comporta como un increíble idiota.

—No te preocupes —murmuré —, es hombre, siempre pasa eso.

—No todos los hombres hacen eso, Rose. Algunos se comportan, cada hombre es diferente. No dejaré que se vuelva a repetir.

Yo asentí dándole final a él tema, ya era muy tarde para recordar aquel suceso, no tenía sentido que después de cinco días se mencionara otra vez.

🌹🌹🌹

Regrese a la estancia después de darme mi ducha, mamá estaba haciendo la cena y papá leía un libro que nunca había visto. Hoy era domingo y eso significaba —al menos este domingo —que tendría a mis padres solo para mi.

—Ya regrese —hable emocionada, él levantó la mirada hacia mí y sonrió dejando el libro a un costado de él.

Papá hizo que me acercara a él, dándome un cariñoso y enorme abrazo.

—Perdón, he estado muy ocupado estas semanas, todo por hacer feliz a las dos mujeres de mi vida —sonreí a tal nombramiento, papá es el hombre que toda mujer desearía, me alegro de tenerlo como padre.

—No te preocupes, se que lo haces por el viaje —él asintió con una sonrisa y seguimos hablando de cómo la pasé los días que estuvo ausente, sin dar muchos detalles.

Encendí el televisor por orden de mi padre. A esta hora él siempre miraba documentales en Animal Planet. Al igual que él, yo disfruto de mirar la naturaleza de los animales y como sobreviven en nuestro planeta a diario.

—Cariño —me llamo mi madre.

— ¿Si? —respondí.

— ¿Podrías ayudarme a poner la mesa para la cena? —asentí aún sabiendo que mi madre no podría verme, tomé algunos cubiertos y platos para luego ponerlos sobre la mesa, cada uno en su posición.

Al terminar me dejé caer —en el sofa —a un lado de mi padre para ver el televisor, el paso su brazo por mis hombros e hizo que acercara mi cabeza en su pecho. Amaba cuando él hacía eso, me sentía querida, me volvía a sentir una niña de cinco años.

El documental de hoy hablaba sobre tiburones, cosa que no me interesaba saber, me encantaban los animales pero odiaba todo lo relacionado a los tiburones. Siempre les he tenido miedo. Son criaturas que solo huelen la sangre y están listos para atacar, solo quieren mostrar sus horribles dientes puntiagudos y hacer pedazos a su presa.

—¡La cena esta lista! —nos llamó mamá desde el comedor.

Papá y yo nos levantamos como alma que lleva el diablo, al llegar mamá nos esperaba con la comida sobre la mesa lista para devorarla. Nunca entendí por qué decidieron comprar un comedor tan grande, solo éramos nosotros tres, y en acción de gracia y navidad siempre estábamos con los abuelos en Colorado.

La cena transcurrió como siempre, papá hablaba sobre como le había ido hoy en el trabajo, mamá también hablaba de lo mismo que papá y algunas veces me preguntaban cómo estuvo mi día y sobre que hice hoy, aunque mi respuesta siempre fue la misma: Estudiar.

La cena terminó rápidamente, le ayude a mi madre a lavar los platos, limpiar el comedor y la cocina, al terminar todos nos reunimos en la sala de estar.

Mamá tomó su libro favorito y siguió leyéndolo en su capítulo pendiente como es de costumbre, papá y yo en cambio disfrutamos observando el canal de noticias. Siempre trataba de estar enterada sobre lo que ocurría en mi país, así fuera muy bueno o muy malo, papá y yo compartimos el mismo pensamiento sobre ello.

—Recientemente se filtró un vídeo sobre la famosa mafiosa de Michigan donde parecía estar de compras en un centro comercial de San Francisco, si bien hace más de seis meses se extendió por todo el país la noticia de su muerte —la toma del locutor cambio, después un vídeo se repetía una y otra vez mientras el conductor hablaba, el vídeo nos tomó tanto de sorpresa que papá perdió el habla —. Hace tan solo unos días se compartió el vídeo de La Reina en la calles, este vídeo logró obtener más de diez millones de reproducciones en redes sociales con tan solo unas semanas, no me sorprende que llegue hasta el mismo presidente quien probablemente hable al respecto. ¿Será que ella fingió su muerte para evitar ser atrapada por la DEA? ¿Que la llevó a fingir su muerte?

— ¿Papá? —lo llame, él estaba tan sorprendido como yo. No puedo creer lo que mis ojos ven — ¿Mamá?

— ¿Si, cariño? —dejó de lado su libro, yo no pude hablar de nuevo y mucho menos moverme, ella solo me observo por unos segundos y giro su vista hasta el televisor donde ahora yo no podía dejar de ver — ¿Como puede ser posible?

—Según fuentes, la DEA ya está iniciando una nueva investigación para llegar al fondo de todo esto y así poder capturar a la famosa mafiosa.

— ¿Rosie? —me llamo mi madre entre llantos, mamá estaba frente a mí, no había notado que estaba tan cerca a mi — ¿Que significa todo eso?

No sabía que responder, ¿que debía decir a todo eso?

Gire mi rostro hasta mi padre, no sabía si él estaba igual o peor que mi madre, los dos estaban llorando. No entendía lo que sucedía, por favor necesito que me expliquen lo que realmente sucede, quiero que me digan que todo eso es mentira. Solo una mala broma.

— ¿Rosie? —volvió a llamarme mamá. Me tomó de los hombros y trataba de que regresara a la realidad, pero por más que intentara yo estaba perdida en mi mente.

Papá por otra parte corrió hacia algún lado y volvió con algo entre las manos, sus movimientos eran rápidos que no podía saber qué traía entre ellas.

—Rose, todo está bien —hizo que mi madre se alejara de mi y me dejara de tocar —. Tranquila, solo tienes que respirar.

Eso hacía, pero en cambio lo hacía muy rápido y solo me causaba terror.

—Respira conmigo —ordenó, el pecho de mi padre subía y bajaba con lentitud —. Inhala y exhala, Inhala y exhala.

Eso hacía, a su ritmo. Rápidamente todo volvió a la normalidad, regrese mi vista al televisor con la esperanza de que todo sea una mentira o que al menos se haya acabado todo esto pero aún seguía allí. Incluso daban un número donde pudieras llamar.

— ¿Estas bien, Rosie? —me preguntó mamá con preocupación en su rostro, solo asentí y traté de sonreír para no asustarla.

— ¿Antes de esto habías tenido un ataque de pánico, así? — ¿lo había tenido? La verdad no recuerdo, negué hacia mi padre.

Aquí vamos, mis padres ya se preocuparon, justo esto es lo que evitó siempre.

— ¿Puedo ir a mi habitación? —les pregunté, ellos aceptaron y me dejaron ir.

Después de tirarme en la cama, le envié un mensaje a Sam.

ROSE:

¿Miraste las noticias?

Ella tardó unos minutos en responder, aún así yo respondí velozmente.

SAM:

¿Quien mira las noticias?

ROSE:

MÍRALAS

Tomé mi computadora y la puse sobre mis piernas, rápidamente teclee el nombre que mencionaron en el noticiero, solo encontré noticias sobre su muerte y pequeños paginas de Internet hablaban de ella, siempre la culpaban de una muerte pero nunca era seguro. Regrese al inicio y actualice la página, ahora solo hablaba de la noticia que mire hoy. De inmediato grave con mi teléfono y le envié el vídeo a Sam, ahora no tardó en responder ni menos en ver el contenido.

SAM:

¿Esa eres tu, cuando fuimos de compras?

Si, exactamente ese día fue tomado el vídeo, ¿pero por qué? Yo no soy esa mafiosa y tampoco he escuchado de ella. En el Internet no pude mirar ni una foto de ella ni nada relacionado, solo encontré noticias que no están confirmadas y ya, pero con esto el rostro de la mafiosa será el mío.

¡Mierda, no lo había pensado así!

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