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Capítulo 2

Mi primera copa fue lenta, trataba de ir despacio, mi segunda copa fue deliciosa, la tercera era algo como agua pero igual era muy rica, después solo recuerdo tener una sexta y yo riendo libremente, dejando toda mi vergüenza atrás.

Había quince personas en la habitación —Yo incluida —donde nos divertíamos y reíamos sin parar, el único que no reía era el novio de Sam y su amigo Wes, aunque Marcus era el único sobrio de todos y era entendible.

—Voy a buscar el baño —le avise a Sam, ella asintió y siguió conversando con Isaac.

Aún con la copa de vino en mi mano, salí de la habitación con cuidado. Aquí todo era ruidoso, la música hacía eco por el pasillo, había personas tiradas en el piso casi inconsciente pero supuse que era por la ebriedad.

Realmente no quería ir al baño, solo quería estirar un poco mis piernas y disfrutar de la soledad, o sólo tomar aire. Al final del pasillo miré que había una puerta de vidrio que conducia a un balcón, siempre hay balcones en estas casas, tenía que haber uno así estuviera escondido. Fue hacia allí y me senté en el primer asiento que encontré, me deshice de estos horribles tacones y sobe mis pies. Estaba cansada de esos dolorosos tacones.

Finalmente bebí un trago enorme de mi vino y dejé la copa a un lado, la vista no era muy buena pero al menos se podrían apreciar las estrellas y no siempre podemos darnos ese lujo.

La noche era increíble, las estrellas brillaban, el clima era agradable ya que rara vez no hacía frío —al menos de noche— y era aún más agradable notar que la música de los parlantes no llegaba hasta esta parte de la casa.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por un horrible ruido, este provenía un par de metros tras de mí, giré mi cabeza lentamente y pude ver que aquello había sido provocado por Wes, estaba tan ebrio que ni siquiera medía la fuerza que utilizaba. Tome mis tacones con una mano y con la otra tome la copa vacía.

— ¿A dónde vas? —cuestionó mientras me escaneaba de abajo a arriba.

—A mi casa.

Intente pasar por su lado pero de forma casi inmediata me tomó de la muñeca.

—Suéltame —le ordene. Este de inmediato me suelta, pensé que al menos diría que no.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó.

—Lo mismo que tú —fui brusca, pocas veces se me veía así, ni siquiera podría tratar mal a las personas.

— ¿Qué haces aquí, Jade? —repitió, con la diferencia que ahora mencionó un nombre que desconocí.

— ¿Que?

El de inmediato se alejó de mí, puso su mano sobre su boca. ¡Oh por Dios! Por favor que no sea lo que creo. El se acercó a la primera planta que miro y escondió su rostro dentro de ella, escuchar cómo sacaba todo el alcohol de su sistema era desagradable.

Salí de allí sin importarme si estaba muerto o vivo, camine hacia la habitación en la que anteriormente estaba y encontré a las mismas personas. Solo me acerque a Sam y le dije cuán agotada estaba, antes de irnos solo me despedí de Isaac.

🌹🌹🌹

No tenía resaca ni nada parecido, ni siquiera me he embriagado en mi vida, pero se que dormir con una ebria causa lo mismo que cuando te embriagas por tu cuenta.

—Sam —la sacudí, pero no respondía —¡Samanta!

—¿Que carajos quieres, Rose? —bufo en respuesta.

—Quiero que quites tu enorme pierna de las mías, no puedo salir de mi cama —Lamentablemente, Sam era el tipo de persona que no puede dormir sin quedarse en un lugar pero agradezco que no ronque.

Ella hizo lo que le dije y pude salir de la cama, me tome un baño rápido e hice mi rutina de mañana. Mamá al parecer no descubrió que me escapé, pocas veces hago esto, o solo cuando Sam me necesita.

—Cuando despiertes te tomas una ducha y te lavas los dientes, hueles a ebrio de calle —me burle de Sam, pero ella solo respondió con un: Ajá.

Recorrí las habitaciones de mi casa con cautela, mi madre aún podría estar aquí. Seguí revisando las habitaciones que quedaban y no encontré rastro alguno de mis padres, estaban trabajando ahora mismo y lo más seguro es que lleguen cerca de las ocho.

Hoy había despertado con hambre por lo que me dedique a hacer el desayuno para Sam y a mí, fácilmente me hice unos panqueques, ni siquiera tarde mucho ya que ni Sam ni yo comemos mucho. Mamá siempre tenía jugo de naranja en la nevera por lo que tome dos vasos y el jugo natural, lo subí sobre una pequeña charola que encontré por allí y sin olvidarme de los cubiertos, la miel ni el maple.

—¡Sam! —grite desde la cocina, se que ella está aún en la cama y la única forma de despertarla es haciendo mucho ruido.

Fui lentamente a mi habitación encontrándome a mi amiga estirada sobre mi cama, con la boca abierta, su cabello alborotado de siempre y las sábanas estaban cubriendo de su cadera para abajo.

—¡Sam! —volví a gritar, al estar a unos cuantos metros ella se asustó y por poco cae de la cama.

Se sentó en la cama con cuidado, lleva mis manos a su cabeza y pareciera estar en otro mundo.

—Estas en mi habitación y traigo tu desayuno —murmuré.

Ella gimoteo de dolor, olvidaba que tendría resaca, por suerte siempre tengo aspirinas en mi habitación.

—Me duele todo el cuerpo —se quejo,  le di una aspirina que encontré por allí e hice que la tomara —Gracias.

Me senté a un costado de ella y tome mi desayuno, tome la miel y llene los panqueques de ella. Sam terminó rápidamente con su desayuno mientras que yo aún seguía con mi segundo y no lo termine.

— ¿Quieres? —le pregunté, ni siquiera me respondió, solo tomo mi plato y disfruto del panqueque —Está delicioso.

Ella asintió y dejó el plato de lado en cuanto terminó de comer.

—Mi resaca hizo que ese panqueque tuviera el sabor del mismo cielo —bromeó, tampoco es que sea buena cocinera, la harina del panqueque ya estaba preparada y yo solo le agregue agua, y cariño.

—Al menos comiste algo, habrías estado insoportable si no comieras algo.

—Y gracias por eso, ahora enciende el televisor y pon los Simpsons —yo levanté una de mis cejas y me crucé de brazos como si fuera una madre enojada.

—Primero te ducharas y después haremos lo que quieras —le ordene, ella levantó una de sus cejas y sonrió con cinismo.

— ¿Lo que yo quiera? —preguntó de manera juguetona. Repetí mis palabras mentalmente y después de unos segundos entendí — Después de que me duché empezaremos con las posiciones sexuales lésbicas.

¿Que? ¿Es enserio lo que acaba de decir? Mis mejillas se calentaron a horrores, me había sonrojado con su comentario, ni siquiera imaginé que en un momento diría eso.

—¡Cuando salga deberás de estar desnuda sobre la cama! —gritó desde el baño.

—¡Sam! ¡Basta!

—¡Apuesto a que te sonrojaste, a qué sí! —gritó entre risas, y no me quedo de otra que reír con ella.

Ella pareció estar en silencio mientras se duchaba, normalmente canta pero hoy no sucedió, probablemente se deba a la resaca de hoy.

Lleve los platos a la cocina y los lave rápidamente, regrese a mi habitación y Sam seguía en la ducha, decidí que mirariamos una película en Netflix y esta la elegiría Sam.

🌹🌹🌹

—¡Sam! —le grité desde mi habitación, yo me estaba vistiendo con mi pijama de conejitos ya que no haría nada en lo que resta del día —Iré al Seven Eleven que está cerca, ¿quieres algo?

—No —respondió sin dejar de ver los Simpsons, la ignore y salí deprisa de casa. Casi llegaba a la tienda, por alguna rara razón el frió llego a mi cuerpo, me arrepentí de haber salido en una simple pijama corta y una simple blusa blanca.

A pasos largos me adentre al lugar, tome todo lo que se que le gusta a Sam y un par de frituras para mi, pagué rápidamente y me encamine a casa pero un auto se detuvo justo a un lado de mi.

—¡Oye! —escuche como una voz masculina me llamaba desde el auto —¡Rose! ¡Hola!

Me giré lentamente con temor de saber quien era, no tenía nada para defenderme, solo unas inmensas bolsas llenas de frituras y dulces.

—Hola —finalmente lo salude tímidamente — ¿Que haces por aquí, Isaac?

—Marcus me dijo que viniera, no sé para qué pero dijo que trajera alcohol, ¿quieres acompañarnos? —no era lo correcto, negué lentamente y él pareció formar una línea con sus labios —Estoy seguro que te divertirás.

—No lo creo, Sam está en mi casa y tengo que ir por qué está sola.

—En ese caso creo que al menos te debería dar un aventón —Levanté mis cejas ligeramente, no estaría mal pero estar con este chico a solas en su auto puede ser todo menos lo que espero —. No te haré nada, Rose. No soy un monstruo.

—Bien —él abrió la puerta del auto para mi y subí con mucho cuidado, el miró las bolsas en mis manos pero no dijo nada.

En el camino yo le decía en qué calle estaba mi casa y probablemente no debí decirle donde vivo pero ya es tarde para eso, finalmente detuvo el auto frente a mi casa y mire que había otro auto pero este lo desconocía por completo.

— ¿Está es tu casa? —preguntó.

—Si, ¿por qué? — mire su cara de confusión y temí por su respuesta.

—Este es el lugar donde dijo Marcus que viniera.

¿Que? ¿Por qué? Pero ahora todo tiene sentido, ¡Sam!

— ¿Entonces Sam le dijo a Marcus que viniera? —pregunte entre murmullos.

—Supongo, yo no sabía nada, solo me dijo que viniera y aquí estoy, no tenía ni idea.

No le dije algo más, solo baje del auto. Camine hasta llegar a la puerta principal, y temí por lo que me encontraría allí dentro pero se que a pesar de que mi amiga sea impulsiva y loca, ella me respeta y sabe poner un alto a algo.

Abrí lentamente la puerta y lo primero que encontré fue a los dos tórtolos a punto de tener sexo, por a un lado de ellos estaban Bram y las dos chicas que no recuerdo cuáles son sus nombres.

—Bienvenidos sean a mi casa —hable de golpe, ni siquiera yo vi venir eso pero la molestia de que estuvieran aquí era más que clara.

Las cinco personas se mostraron asombradas, ¿pero a quién le interesa? Fui a la cocina y dejé las bolsas sobre la isla, tome una copa de un estante y la llene de vino que encontré a la nevera.

— ¿Te molesta que estemos aquí? —preguntó un agradable Isaac, acerque la copa a mis labios y le di un largo trago.

—No, lo que realmente me molesta es que no esté enterada de que al menos vendrían a mi casa —di un largo suspiro y puse mis manos sobre mi cintura —. Mis padres llegarán en algunas horas y me matarán si se enteran que estuvieron aquí.

—Entiendo —dijo asintiendo lentamente, casi con cuidado lo cual lo hacía ver lindo.

Aún eran las cuatro de la tarde, mis padres terminan su turno en tres horas probablemente o un poco más tarde. No salimos de la cocina por un largo tiempo, para ser honesta la pase muy bien hablando con él y me di cuenta que no parece ser amigo del novio de Sam. Es agradable y me hace reír a cada segundo, o tal vez sea el vino que me relajo.

—¡Isaac! —escuchamos como lo llamaban, él salió de la cocina y yo detrás de él.

— ¿Que pasa? —cuestiona el, Marcus pasa la mirada de uno a otro y a veces incluso hasta me escanea, claro, olvide que aún tenía pijama.

— ¿Que estaban haciendo solos allá? —responde con otra pregunta, yo los abandonó y caminó hacia mi habitación con la intención de dejar esta pijama.

Tarde unos minutos pero al final estaba cómoda con mi decisión, el short para ejercicio —que mi madre me compró y no se por que ya que nunca me ejercito, además era negro y no es color favorito — y me deje mi blusa blanca de tirantes, estoy en mi casa y puedo andar cómoda. Me puse rápidamente unos calcetines y tome mis sandalias.

Limpie rápidamente mi habitación, Sam era un desastre y no lo haría nunca. Al terminar regrese a la sala de estar y me encontré con más personas.

Isaac fue quien primero me miró y después fue Sam. No se que me molestaba más, que siguieran llegando personas o que tengan los pies sobre los sillones y sobre la pequeña mesa en el centro de la sala.

—Sam —la llame con delicadeza, y intentando sonar lo más dulce que puedo, aún así mi voz sonó seca y distante —, ven conmigo.

Camine hacia la cocina y ella vino detrás de mí, mis manos temblaban de enojo, pero con suerte lo disimulaba muy bien, al igual como mi molestia en mi rostro.

— ¿Que suce —la interrumpí, eso pasó el límite, la comprendo y sé como es pero no aceptó la decisión que tomó.

— ¿Por que los invitaste? ¿Por que los trajiste a mi casa?

—Pensé que te ayudaría a hacer más amigos, ya casi irás a la universidad, debes de tener más amigos y no solo yo — ¿en serio? Esa es la respuesta con menos sentido que he escuchado de sus labios.

— ¿Sam? —escuche como llamaban a mi amiga, por la puerta entró Wes arruinando la conversación que teníamos las dos —Marcus dice que ya nos iremos, pero le gustaría saber si también quieren ir con nosotros.

—Claro, en unos minutos iremos —responde velozmente esta, yo por otra parte solo fulmino con la mirada al chico. Este también hace casi lo mismo, la diferencia es que me sonríe juguetonamente e incluso me guiña el ojo antes de desaparecer por la puerta.

— ¿Por qué? —le pregunté finalmente.

— ¿Por qué qué?

— ¿Por qué todo esto, Sam?

—Por que quiero que vivas tu vida, quiero que la disfrutes, tienes diecisiete años y en menos de cinco meses tendrás los dieciocho —siempre me han repetido eso, ¿pero a quién le interesa? Hay toda una vida por delante — ¿Haz dado tu primer beso? ¿Haz tenido novio? ¿Haz tenido tiempo para ti donde disfrutes y quieres que tiempo pase lento?

No, realmente no. Nunca me he preocupado por eso, solo tengo a Sam en mi vida y a los libros por las noches. Nunca me ha interesado alguien, tampoco puedo decir que usaba mucho tiempo mi teléfono, ¿para que? Nadie me habla, excepto Sam, pero ella es mi amiga.

—Vístete —asentí con bufidos, se que ella terminaría molestándote si no voy y no lo soportaré —, y usa tu mejor traje de baño.

Camine hacia mi habitación y busqué mi traje de baño de cuerpo completo rojo —era el único que me gustaba en mi —, tome unos vaqueros cortos y finalmente tomé mis converse blancos . Regrese rápidamente y dejé mi cabello al natural, no me maquille en absoluto, tampoco era mi fuerte.

—Vamos —le dije a Sam después de llegar a su par.

Ella me tomó de la mano —como mayormente lo hacía —y me llevo al auto con ella y Marcus. El transcurso fue incómodo, al menos para mi.

Llegamos a una mansión, esta era incluso más grande que la de ayer. Lo más sorprendente es que estaba lejos de la ciudad, demasiado lejos.

— ¿Quién vive aquí? —le pregunté a Marcus.

—Wes, o aquí se queda cuando su hermano y él pelean —¿Wes tiene un hermano? Probablemente sea más agradable que su odioso hermano.

Bajamos lentamente del auto, y camine con cautela por la entrada, por alguna razón no me sentía segura en este lugar. Los chicos entraron primero que yo, la mansión era hermosa, dentro todo parecía de oro, solo miraba dorado por doquier. ¿La familia de Wes es adinerada? Eso explicaba su horrible ser.

—Ya llegaron —habla Isaac con gran entusiasmo. Al parecer era el único que estaba en el vestíbulo, los otros debían de estar en el patio trasero ya que escuchaba música y voces de allá fuera.

—Si bro, ya llegamos —responde Marcus arruinando el entusiasmo de Isaac. Sam ríe ligeramente al ver el rostro de Isaac, yo por otra parte me acerco a él y lo saludo.

—¿Que se supone que hacemos aquí? —le cuestionó en susurros.

—Wes quiso hacer una pequeña fiesta, nunca lo hace o probablemente quiere hacer enojar más a su hermano —dice encogiéndose de hombros, no dije nada más y terminé asintiendo.

—¿Siempre se pelean? —pregunte, realmente no me interesaba pero no pude evitar no hacer la pregunta.

—Eso no te interesa —escuche su voz detrás de mí, mis piernas flaquearon con miedo. Nunca espere que el escuchara.

Miro como Wes se pone frente a mi, era mucho más alto que yo, por mucho. Acerca su mano a mi mejilla y me congelo, pero tampoco intentó quitarla, busco a Isaac en busca de ayuda pero él ya se había ido y nos había dejado solos. Tampoco había notado cuando el resto de los chicos se fueron a el patio trasera.

—Pensé que no vendrías —murmura cerca de mí, aún con mi mano en mi mejilla, pero yo sigo sin responder.

Siento su respiración a tan solo unos centímetros de mi, y yo aún sigo congelada. El se acerca aún más, pareciera que está tomándose su tiempo de mirar mi rostro, cuando menos me lo espero el  me besa, me deja un pequeño beso justo en mi coronilla, para después dejar otro en mi labios.

—¡Wes! —lo llama Marcus desde el patio trasero, y no parece importarle que lo llame, él parece seguir admirando mis ojos.

— ¿Alguien alguna vez te dijo que tus ojos son tan bellos como los zafiros? Con pequeñas luces dentro de tus dulces ojos —murmura, con su mano toma un mechón de mi cabello y lo pasa por detrás de mi oreja.

—¡Wes! —lo vuelven a llamar.

Finalmente se aleja y lentamente salgo de mi trance. ¿Que acaba de ocurrir?

Después de tomar el valor necesario, camino hacia el patio donde encuentro una gran piscina y todos dentro, sigo cabizbaja y por alguna razón con miedo de que todos hayan visto lo anterior.

—¡Rose métete con nosotros! —yo niego hacia la propuesta de Sam, nadie sabe que no sé nadar —¡Ven!

Yo me acerco a la piscina y dudo si sentarme en la orilla de esta, pero lentamente me acerco. Cuando estoy a punto de sentarme alguien me empuja y caigo en el agua.

El tiempo pasa lento, mi mente está perdida y asustada, miró hacia la superficie y esta me parece tan lejana, muevo mis manos y piernas intentando subir pero no puedo, abro mis ojos con miedo y mi pecho empieza a palpitar con fuerza. Sáquenme de aquí, pido en mi mente pero nadie me escuchará allí. Mi cuerpo se llena aun mas de pánico, empiezo a sentir como me falla la respiración, en mi mente vuelvo a pedir que me saquen.

Por última esperanza siento como dos brazos me toman del cuerpo,estos me acercan a algo duro y caliente.

—¿Estas bien? —murmura con delicadeza en voz baja, yo asiento y cierro los ojos con fuerza. Fue el sentimiento más horrible, fue algo tan aterrador.

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