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Capítulo 10

Camine por los desolados pasillos del hotel, mis piernas pedían descansar y mis ojos cerrarse para nunca volver a abrirse. Mis ojos ardían, quemaban de dolor por tanto llanto, pero es algo inevitable. Se trataba de mi padre y sé que mamá tiene razón, este es el ciclo de la vida.

Mamá no quería venir pero prácticamente se lo ordene, necesitaba ducharse y dormir cientos de horas, no quiero ni imaginarme las cosas que tuvo que pasar en ese lugar, tampoco me gustaría preguntar pues se que ella no responderá ninguna de mis dudas.

Camine a paso silencioso hasta el final del pasillo, donde se encontraba nuestra habitación. Me adentre a esta y lo primero que hice fue caminar hacia el baño, por suerte aquí había dos, y no tenía que esperar ninguna de las dos en que una terminara de ducharse. Treinta minutos después yo ya tenía mi cabello libre de nudos, mis dientes recién cepillados y mi suave pijama hacía que mi piel se erizara.

Me tiré sobre la cómoda cama y de inmediato mi mente viajó hasta un mundo de tristeza. Solo hasta ahora procese lo que significaba todo, entendí que ahora solo seríamos mamá y yo, solas, mamá tendría que trabajar más y yo también tendría que hacerlo.

Más lágrimas bajaron por mis mejillas, fue algo inevitable, como si fuera una necesidad. Mamá salió del baño justo cuando estaba perdiendo el control, me había cegado, tenía mis manos enredadas sobre mi cabello y tiraba de éste de una manera dolorosa pero no sentía el dolor, me había sentado como indio sobre la cama mientras me mecía hacia adelante y atrás con locura.

— ¿Por qué? —me cuestione en medio del llanto, mi garganta ardía y sentía como la bilis subía por mi garganta con lentitud.

—Tranquila, amor, todo estará bien —abrí mis ojos en par, mire a mi madre dejando sus manos sobre mis piernas intentando ayudarme pero no funcionó y logró todo lo contrario. 

— ¡Ni un carajo, nada está bien en esta mierda! ¡Estoy cansada de causar tantos malditos problemas, solo soy una maldita bomba de tiempo para que todo se vaya al carajo!

Mamá me miró con sorpresa, lo peor es que no estaba en todos mis sentidos, mi lado histórico estaba presente ahora y la Rose sensata se había ido a la mierda hace un par de horas desde que… desde que mate a alguien con un arma, tenía las manos llenas de sangre ¡Por dios! Mate a alguien.

—¡Soy una maldita enferma! —grite, desgarrando mi garganta, después solo murmuré palabras que estaba segura que mi madre no comprendía para nada —Mate a un hombre inocente, use esa arma y la llene de sangre humana, nunca creí matar a alguien. Hacer esas mierdas está en contra de mis principios, yo no hago eso, ¿por que? ¿Quién debe de ser tan mierda como para justificar una muerte? Nadie, soy una basura que atrae la muerte a mi.

—Pequeña Rosie, debes relajarte. Todo estará bien con mamá.

Mamá me acerco a su cuerpo caliente y correspondí su abrazo, pero mi mente seguía pensando y repitiendo la escena del auto junto a Darrick, el tiene la culpa de que esto haya ocurrido, todo es culpa de esa maldita mafia, me arruinó la vida y nada será igual.

🌹🌹🌹

Tres semanas después del funeral de mi padre todo parecía ir bien, después de que el funeral se realizó Darrick se acercó a mí y aún recuerdo sus palabra.

«He terminado mi trabajo, ya no te causaremos problemas, pero si ocurre algo no dudes en contactarnos.» ¿llamarlo? Sería lo más sensato pero yo no quiero volver a ver su rostro, él hizo que mi vida se destruyera en tan solo unas semanas, si no cuidó a mi padre no podrá proteger a dos vidas. 

Hoy se cumplía un mes de la muerte de mi padre; mamá y yo nos encontrábamos en el cementerio. Mamá venía más seguido que yo, a mi no me gustaba venir aquí, era tan agotador y te llenaba de mala vibra pero mamá pensaba diferente, estoy segura que está perdiendo el control. 

Baje del auto después de que este se detuviera, camine cabizbaja hasta la lápida de mi padre, de camino allí una lágrima logró escaparse de mí; el nudo en mi garganta no tardó en aparecer, mire a mamá detrás de mí y ella ya sostenía un pañuelo en sus manos, limpiaba con cuidado sus lágrimas para no arruinar su maquillaje. 

—Mamá —murmuré en un hilo, fui hasta ella y la tomé con cuidado de la mano —, tal vez no te agrade pero debes venir y estar conmigo.

Ella asintió lentamente y caminó conmigo. Levanté la vista y encontré su nombre tallado en la lápida. Daniel Gilmore. 

—Rose, creo que ya debemos irnos. 

—Mamá, no pasará nada, solo un poco —aunque yo también pensaba que venir aquí fue un gran error, pero sentía que un poco más aquí me traería paz.

Habíamos tardado allí más de lo que había imaginado, ¿nos ayudó? Un poco, aunque el sentimiento de culpa aún seguía allí y no se iría.

Regresamos a casa y fuimos directo a la cama, así era la mayoría del tiempo. Mamá vivía deprimida y me era incómodo hablar con ella pues siendo su hija era más difícil, o al menos para mi; me duele verla así pero mi madre no acepta mis palabras de ayuda. Solo la veo en madrugada y es porque me levanto a tomar agua, sino fuera por eso pensaría que vivo sola.

Había pensado en decirle que poner la casa en venta sería buena idea, y lo malo es que no tengo el valor de decírselo pues no sé cómo lo tomaría, sé que le causa dolor venir aquí y no encontrar a papá; sé que una de las razones por las que evita estar aquí es por su muerte.

La mañana siguiente solo me levante y me prepare para ir a la escuela, por suerte ya iba al corriente y no tardaría en tener exámenes por tema de la universidad.

Y acerca de Sam, nadie sabía nada de ella, he intentado localizarla llamándola a mi teléfono anterior pero solo dice que deje un mensaje o que simplemente está sin cobertura. 

Al inicio iba a la escuela con la esperanza de encontrarla sentada en su silla pero esa esperanza desapareció a la semana; por un tiempo las personas estaban al pendiente de lo que hacía y me causaba mucha ansiedad. Algunas personas o la mayoría pensaban que yo estaba muerta pero después de mi llegada solo parecía ser culpable de la desaparición de mi amiga, por suerte los padres de Sam no cayeron en eso o sino en serio me habría metido en muchos problemas porque no podría explicarle todo lo que pasó sin meterme en problemas con la mafia. 

La policía no tardó en hablar conmigo pero no resolví sus dudas, no dije mucho, mencioné que nos secuestraron y cada quien tomó caminos diferentes; cambiando toda la historia verdadera. No se si hice lo correcto.

🌹🌹🌹

Camine hacia la cafetería que estaba a un par de cuadras de mi casa, sabía que mamá amaba un capuchino caliente después de salir del trabajo, precisamente al llegar a casa y de paso podría comprar algo de bocadillos que me encantan de aquí.

Abrí la puerta del lugar; de inmediato escuché la campanilla sonar avisando que había entrado al lugar. Eran cerca de las ocho de la noche y hacía un terrible frío pero estar aquí dentro me era agradable, hasta podría deshacerme de mi gigante suéter de lana.

Camine hacia el mostrador y le dije a la chica mi pedido, ella me indicó que me sentara cerca y ella me avisaria cuando este listo. Eso hice. 

En estos momentos podría haber tomado mi móvil para matar el aburrimiento pero lo había olvidado, a causa de eso me fue mejor idea mirar el rostro de las personas que se encontraba hablando, unos reían, otros solo tenían citas mientras que un par me veía sospechosamente.

Los reconocí de inmediato, sus rostros eran imposible de olvidar, era Bram, el chico de la fiesta y Wes, el chico de los tatuajes sexis. 

Baje la mirada y busqué algo en que distraerme, mis uñas; levanté la mirada disimuladamente y estos aún tenían los ojos sobre mi. ¿Que les sucede? 

—Rose —llamó la chica por el altavoz, de inmediato me levanté de mi asiento y pagué mi pedido. Tome la bolsa y salí deprisa del local, saqué una gran carga de aire de mi pecho y pude sentir como éste quemaba por la acción tan estúpida.

Camine rápidamente, después de todo ya era tarde y hacía un horrible frío. 

—¡Espera! —escuche que alguien hablo a mi espalda, reconocí la voz pero me imaginé que no era dirigida a mí; camine aún más rápido y con pasos firmes —¡Espera, Rose!

No de nuevo, no. Me paré en seco y no me moví ni un milímetro, no quería verle su dulce rostro, era un idiota con cara de ángel; esos chicos eran los peores. 

Sabía que fue un error convivir con personas de su tipo, quisiera que mi amiga Sam siguiera conmigo pero ella empezó a hacer otras cosas y una cosa llevo a otra, ya nada es igual sin ella.

—Rose, ¿Estás bien? 

No me moví, no hablé, hice como si nunca escuché.

—¿Rose? ¿Sabes algo de Sam? —volvió a preguntar y en el momento en el que mencionó el nombre de mi amiga mis censores se activaron.

Me giré sobre mi propio eje y me preparé para iniciar una incómoda conversación.

— ¿Qué hay con ella? ¿Qué sabes? —cuestione con desdén.

El me miro por unos segundos sin expresión alguna, puso los ojos en blanco y abrió la boca para hablar, pero yo fui más rápida.

—No pienso estar muriendo de frío si ni siquiera puedes hablar.

Camine dándole la espalda y seguí mi camino hacia casa. Al llegar mi madre ya estaba allí, solo le di el capuchino y le di un abrazo, subí a mi habitación y empecé a hacer mi tarea.

Tarde más de lo esperado en terminar mi tarea, y me alegraba saber que era viernes, igual no haría nada interesante en todo el fin de semana. me di una ducha rápida y me prepare para dormir o tal vez mire una película en mi computador.

— ¡Rosie! — me llamo mi madre desde la cocina.

Baje rapidamente, preocupada pensando que pudo haberle sucedido algo a mamá.

— ¿Que pasa? — le cuestione entrando a la sala de estar y caminado hacia la cocina, pero me detuve en seco al ver a dos personas frente a la puerta — ¿Qué hacen aquí?

—Hace tiempo no te veíamos, también me gustaría hacerte un par de preguntas —no hace mucho tiempo realmente, pensé al ver como Wes movía sus labios al hablar —, ¿Podemos hablar en privado?

Mira a mamá y ella comprendió, no me movería de aquí y ellos mucho menos, deje de lado que Bram no me cae bien y está con él, les dije que se sentarán y así lo hicieron, hablaremos.

—No sé si lo sepas pero nuestro amigo Marcus se fue, no sabemos dónde está —Bram miró a Wes por unos segundos y siguió hablando —. Solo sabemos que no está en el estado, América es muy grande y cabe la posibilidad de que esté con su chica, tu amiga.

¿Sam? Ahora entiendo todo. Me paro de mi asiento y voy hacia la cocina, tomó un poco de agua y cuando intento volver ellos ya estaban en la cocina conmigo; sus rostros mostraban preocupación, la mía estaba de mil colores.

—Sam lleva más de un mes pérdida, ¿hace cuánto que no saben de su amigo? —pregunto en un hilo de voz, mi cuerpo empieza a temblar y me sostengo de la isla de la cocina.

—Casi dos meses.

¡Diablos! Es posible que esté con el.

Tomó una gran bocanada de aire llenando mis mejillas, siento como mis mejillas se humedecen y de pronto siento el nudo en mi garganta. Aún me duele que me haya abandonado, traicionado.

—¿Estás bien? —preguntan al unisono, y no respondo, me da pena decir que estoy mal; nunca había estado tan mal.

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