Capítulo 1
—¡Mamá! —la llame, aún no sé si estaba en su trabajo. Si no responde significaba que lo estaba y si lo hacía, obviamente significaba que estaba en casa.
Recién llegue de la preparatoria, estaba exhausta. Solo quedaban dos semanas para terminar este semestre, y tengo tarea para todo el año, aunque se podría decir que era lo típico. La siguiente semana será sólo de exámenes finales y esta semana está llena de proyectos, presentaciones y finalizar algunos portafolios de maestros que no saben cómo hacer su trabajo.
Camino hacia mi habitación y me deshago del horrible uniforme escolar, no sé cómo se puede seguir usando esta horrorosidad, supongo que es por el nivel de la escuela. Tome los primeros vaqueros que encontré, mi suéter de lana rosa y cubrí mis pies con un par de calcetines para después ponerme mis pantuflas de conejo.
Baje a la cocina de nuevo.
—¡Mamá! ¡Papá! —vuelvo a llamarlos pero no recibo ni un solo mu de parte de ellos, supuse que aún estaban en el hospital trabajando.
Tome una manzana de la nevera y la acerque a mi boca para darle un bocado. Regrese a mi habitación con aburrimiento y ahora por fin a hacer mi tarea pendiente; con un poco de suerte terminaría la mayoría este día. Primero literatura, después biología, álgebra, hasta que por arte de magia escuche que mi madre me llamaba. Eso significaba que eran las siete de la tarde, o tal vez era más tarde. Tomé mi teléfono y confirme que eran las ocho de la noche.
—¡Ya voy, mamá! —respondí de la misma manera.
Al llegar me encontré solo a mamá, esperaba que mi padre también estuviera en casa.
— ¿Dónde está papá? —le pregunté.
—El tuvo que quedarse en el hospital para el turno de noche, así podremos juntar el dinero suficiente para el viaje de acción de gracias a Colorado —asentí decepcionada, pero no deje que mi madre notara eso.
— ¿Entonces? —balbucee, no sabía cómo hablar, me sentía incómoda, estaba emocionada por ver a papá que nunca imaginé la respuesta de mi madre.
— ¿Si? —cuestionó mamá.
— ¿Entonces qué cenaremos? —realmente no era la pregunta que le iba a hacer pero aquello era lo de menos ahora, aún no era momento de preguntar sobre asuntos de la escuela.
—Lo que quieras, ¿podríamos hacer el espagueti que tanto te gusta? —negué, me apetecía más una hamburguesa de McDonalds.
— ¿No sería mejor opción algo de McDonalds? —¡Por favor que acepte!
—Es muy tarde para eso, te dolerá el estómago —probablemente pero eso no será por siempre, aveces es mejor obedecer al antojo —. Es mejor la comida casera, y además es más saludable.
— ¿Mami? ¿Por favor?
—Bien, pero le diré a tu padre.
—Por mi está bien —mi padre me ama, no tengo problemas con él, él habría aceptado de inmediato e incluso ya tendríamos la comida en las manos. Mamá es un poco diferente pero aún así tiene un corazón cálido.
🌹🌹🌹
Regresamos más rápido de lo esperado, mamá no es el tipo de persona que disfruta de la comida rápida pero aún así la come. No siempre comemos así porque mi madre es la tradicional mujer que sobrevive con comida casera y trata de controlar nuestra salud con ello.
De pequeña mamá no me dejaba comer chocolate hasta que un día en mi escuela un compañero me compartió de su barra y la amé, aunque mi salud no fue muy buena en su momento.
— ¿Ya decidiste a qué universidad irás? —negué aún con mi hamburguesa en mis labios —tienes que solicitar becas a la mayor cantidad de universidades, se que quieres estudiar veterinaria —Mamá me provoca ansiedad cuando habla de universidad, toda mi vida me he estado preparando para este momento, pero, ¿tiene que mencionarla ahora que estoy comiendo mi hamburguesa? Pudo hablar de eso después de que terminara mi último bocado.
—Lo haré en cuanto termine todos mis exámenes y así no me olvido de algún pendiente, estoy pensando en algunas universidades pero aún no me decido por cual —hable después de pasar con dificultad el bocado, mamá enserio no me deja disfrutar de mi cena.
— ¿Como cuales? —volvió a cuestionar.
—No lo se, son muchas, ¿la UCLA?— eso fue más una pregunta, con mi madre nunca estarás en el terreno seguro, espera lo peor.
—¡Por Dios, Rosie! Está en Los Ángeles.
—Lo se, y será bueno, sólo será a unas horas de aquí, podré venir todos los fines de semana... si es que tienen libre —lo último fue más un murmuro, me entristecía que siempre tengan trabajo, y no los culpo, siempre quisieron ser doctores reconocidos.
— ¿Por qué ir a Los Ángeles si hay buenas universidades aquí? —No lo se madre, tendré dieciocho y tal vez me venga bien aire nuevo, solo tal vez.
—Siempre me ha interesado la Universidad de Los Ángeles —mencione antes de encogerme de hombros y darle una mordida enorme a mi hamburguesa, ya ni siquiera siento que está buena mucho menos siento que tenga sabor, pero si no la termino probablemente mamá me regañe y después se enojara.
—Está bien, aún hay mucho tiempo para pensarlo bien —Ay madre, ¿quién te entiende?
—Lo sé, aún no quiero apresurarme.
Mamá se levantó y subió a su habitación antes de darme las buenas noches y un beso de despedida. La amo pero aveces se le va un tornillo y se pierde en no se donde.
Termine con mi hamburguesa rápidamente y subí a mi habitación con cuidado de no hacer mucho ruido. Hoy seguiría con el libro que el maestro de literatura dijo que leyéramos, al menos voy en la mitad y es fácil de entender, incluso me gusta. Lamentablemente de un momento a otro mis ojos iniciaron a sentirse pesados, y sin previo aviso estos solo se cerraron.
El sonido de mi móvil se hizo presente en mis sueños, después mi móvil se hizo presente en mi vista, eran tan sólo las siete de la mañana. Desearía tener cinco minutos más pero se que terminarían siendo treinta, sin pensarlo dos veces y antes de arrepentirme, me encamine a mi baño, me deshice de toda mi ropa y disfrute de mi ducha caliente. El tiempo se fue volando y yo ya estaba lista yendo de camino a la preparatoria.
— ¿Rose? —escuchó como alguien corre detrás de mí, pero lo ignoro y acelero mas mi paso —¡Rose! ¡No huyas!
Y al escuchar lo ultimo paro en seco, no huyo, solo no quiero hablar con ella.
— ¿Qué sucede contigo? —me dirijo a mi amiga — ¿Donde has estado estas últimas semanas? Se supone que eres mi amiga pero últimamente ni siquiera me saludas, mucho menos me diriges la palabra.
La rubia se muerde la lengua, se que lo hace cuando está nerviosa o molesta, pero la molesta soy yo.
—Perdona, he tenido problemas y no he querido involucrarte. Se que siempre me intentas ayudar a resolverlos pero ahora no necesito que me ayudes, no quiero perjudicarte —su tono de voz cambió, sus hermosas cejas se fruncieron un poco con la intención de lograr ternura, pero no funcionará.
—Te creo, ahora tenemos que ir a la preparatoria, solo tenemos diez minutos para llegar —ella me tomó de la mano y sonrío, y las dos continuamos nuestro camino. Apenas serían las ocho de la mañana y no quería empezar el día con una pelea, lo mejor fue ceder.
Llegamos tarde, los pasillos estaban vacíos, pero con suerte aún no iniciaba nuestra clase, a veces los maestros tienen sus juntas antes de iniciar clases pero nunca se puede estar seguro de ello. Por suerte el maestro aún no ha llegado por lo que Sam y yo tomamos asiento en los lugares de enfrente.
—En el almuerzo hablamos de lo que te ocurre, Sam —le murmure, ella solo parecía balbucear una queja pero no le doy importancia.
🌹🌹🌹
— ¿Y bien? ¿No piensas responderme? —la vuelvo a atacar, pero ella parece más interesada a atacar la manzana que está en sus manos.
—Ya dije Rose, no diré nada. Puedes terminar de comer y omitir el tema, no conseguirás nada de mis labios.
¡Maldición! Es como si tratara de sacarle una palabra a una roca.
Perdí las esperanzas de sacarle algo por lo que regrese a mi pizza, un mordisco, dos mordiscos pero esto ya no sabe nada rico. La pizza de aquí siempre me ha encantado, ¿por que ya no tiene sabor?
— ¿Qué sucede? —me pregunta Sam.
Bebo de mi refresco y con esto el sabor a arena parece estar en el olvido, pero ni por error vuelvo acercar esa pizza a mi boca.
—No está buena —murmuró con respuesta.
—A ver, dame para probar.
Le doy el trozo y ella no parece disgustada, incluso le da un segundo y tercer bocado.
—Esto sabe delicioso, Rose. ¿Cómo no te puede gustar esto? —¿Que? Es que enserio no me gusto pero a ella si.
—Sabe a arena —me excusé.
—No, cariño. Esta muy buena, mi madre hace mejores pero tampoco sabe a arena, probablemente tu paladar sea una mierda.
Probablemente, por allí escuché que el paladar cambia cada tantos años o al menos que los sabores que te gustaban de la nada ya no serían tus favoritos, esto suena a una locura pero es un poco creíble.
Si me vuelve a suceder esto probablemente mis padres se preocupen, y lo más seguro es que me digan alguna extraña enfermedad y no quiero eso.
—Ni idea, ayer me sucedió algo parecido con una hamburguesa de McDonalds.
— ¿En serio? ¿Te sientes bien? —dijo al mismo tiempo que ponía su mano sobre mi frente, comprobando si tenía temperatura — ¿Te duele la cabeza? ¿El estómago? ¿Algo? ¿Mareos? ¿Pataditas quizá?
—¡Sam! No creo que por obra del Espíritu Santo esté embarazada, esas cosas no pasan, al menos no a mi. Eso es más creíble que te suceda a ti, no a mi.
—¡Ey! No es mi culpa que tu novio sean el estudio, yo por otra parte prefiero a los hombres con gran atractivo y con gran —mis ojos se salieron de mis órbitas por unos segundos, eso bastó para que no terminara la oración o que al menos la cambiará —... con gran corazón.
—Puerca —reí, esas pequeñas cosas eran las que me encantaban de Sam. Es el tipo de persona de la cual no sabes qué dirá, ahora te puede decir que te ama y en cinco minutos te dirá lo que está mal en tu vida hasta hacerte llorar.
—¡Bebé! —me llamo —Me acaban de notificar que habrá una fiesta el viernes, las dos iremos.
—No, me niego, no me necesitas a mi para poder ir a la fiesta —rechiste.
—Tal vez no para ir a la fiesta pero si para divertirme.
—No lo creo, no iré, además mis padres no me dejarán, mucho menos mamá.
Mamá era demasiado estricta con todo lo relacionado a las distracciones, ella siempre se aseguró dejarme en claro lo cuan importante son los estudios en la vida. Con distracciones no hay estudios, sin estudios no hay trabajo estable, sin trabajo estable no hay economía segura, sin economía segura no hay vida estable, y sin vida estable solo hay muerte asegurada. Sip, todo eso me dijo, aveces pienso que exagera un poco pero no me atrevo a decirle eso porque seamos claros, no cualquiera se atreverá a corregir a su mamá por obvias consecuencias.
—¡Sam llamando a Rosie! —gritó en mi oído.
—No hagas eso, retrasada —bufé, a veces ella era demasiado difícil de controlar y también de lidiar.
—Solo por que estoy atrasada un año o tal vez dos, no tienes derecho de llamarme así.
Dejé escapar una ligera carcajada —gran carcajada —por lo que cual ella hizo lo mismo, aveces olvido que es un año mayor que yo pero a quién le importa, siempre he sido mejor relacionándome con personas más mayores que yo.
—Solo es un año, no debes exagerar.
—Si eso dices —en cuanto termina de hablar se levanta de su asiento y toma su mochila.
— ¿Que haces? —la cuestionó.
—No es obvio, me voy, tenemos clase en menos de diez minutos —Ah sí, lo olvidaba.
De inmediato acelere mi paso y me puse hombro a hombro con ella.
—Irás a la fiesta, no importa si tengo que robarte y usar cloroformo —la mire con miedo, conozco a mi amiga, se de que es capaz.
—Bien, iré pero tienes que hablar con mi madre por mi —le di mi dedo meñique, sabe que es mi manera de sellar una promesa y que es realmente algo serio para mi, con suerte ella también me dio su dedo y sellamos nuestra promesa.
Los días fueron rápidos. Sam había hecho su promesa, había hablado con mi madre y juro que llegaríamos antes de la una de la mañana pero la respuesta siempre es la misma, un rotundo no. ¿Que si le importo? Claro que no, ¿adivinen quien estaba saltando de su ventana en estos momentos? Yo, causando que el ajustado vestido se subiera hasta mi cintura por el salto mostrara mi ropa interior, lo único que me queda es la alegría de saber que tengo la suficiente confianza con Sam porque ya estaría muerta de vergüenza.
—Que hermoso trasero tienes, ¿eres la hermana perdida de las Kardashian?—murmuró con un silbido.
—Basta Sam, deja de hacerme cumplidos y ayúdame a bajar de aquí.
—Está bien —ella era más alta que yo por unos centímetros e incluso más fuerte, por lo que pasó a un lado de mi, me tomó de los brazos y me cargó como si fuera un bebé.
Finalmente me bajó y me ayudo a bajar el estrecho vestido, este era de una textura parecida al látex, de color rojo y llegaba a uno escasos centímetros abajo de mis muslos, y al menos me alegra saber que el vestido tiene una tiras en mis hombros y se aseguran que no muestre mis senos en algún momento. Nunca me imaginé usar un vestido de estos pero Sam insistió, tiene unos cuantos así y ahora mismo trae uno de ellos de color rosa.
— ¿Ahora en que iremos? —le pregunté, ella pareció reaccionar después de unos segundos.
—Mi novio vendrá por nosotras, no tardará en llegar —lo dijo tan natural pero lo que olvido fue decirme que tenía novio, eso no se dice así de natural.
— ¿Cuando pensabas decirme que tenías novio, Sam? —le cuestione tratando de marcar autoridad pero obvio no funciona nada con esta chica.
—Hoy, cuando lo conocieras de camino a la fiesta.
— ¿Olvidaste que soy tu mejor amiga de hace años y que al menos debo de saber eso? —Ella pareció fruncir las cejas, la oscuridad del lugar no dejaba ver el rostro de Sam con claridad.
—Ya hablamos de esto, tuve algunas cosas que arreglar, somos novio de hace semana y media, enserio me gusta este chico.
No pude responder más, un auto se acercó a nosotras y de allí se bajó un chico muy guapo —demasiado guapo, pero es novio de mi amiga —, media cerca del metro noventa, vestía de unos vaquero negros, combinados con un par de converse básicos y una camiseta de seda color vino de botones, al menos tiene buen gusto mi amiga. Sus bíceps se marcaban cada vez que sus brazos se movían al caminar, dejando la vista perfecta de sus tatuajes a color negro, era algo incorrecto mirar de esta forma a el novio de mi amiga pero se que ella también haría lo mismo si tuviera uno.
—Me alegra saber que no luce como un violador— le susurre, a lo que soltó una ligera risa y asintió ligeramente.
—Si gustas te puede presentar a su amigo, está soltero y con ganas de mucho sexo sin control —no se como pero me atragante con mi misma saliva, ¿como es posible que con unas palabras me pase eso?
— ¿Ya están listas, bellezas? —nos pregunta el chico después de estar cerca de nosotras. Las dos asentimos y yo me dirigí al auto para darles privacidad a los dos, conozco a Sam y se que cada que ve a una de sus pareja tiene que hacer una sesión de besos hasta casi llegar al sexo, después de pasar por eso una vez decidí tomar distancia antes de que me embaracen con solo verlos así.
Tan solo unos minutos después ellos regresaron con las respiraciones agitadas y las prendes desordenadas, no quise dar un comentario fuera de lugar porque Sam me mataría.
—Me llamo Marcus, Sam me ha dicho muchas cosas sobre ti —Marcus me miró por el retrovisor después de que subiera al auto, yo solo quería que esto terminara, no me gusta que me alguien me mire por mucho tiempo —, también me dijo que te podría interesar mi amigo.
— ¿Ah sí? —murmure, con esto si se pasó, yo nunca le dije aquello.
—Se que le encantaras —soltó de pronto, finalmente sonrió mostrando sus dientes y encendió el auto.
Sam a veces no sabe ni siquiera como quedarse callada, a veces no comprende que no es no, que me molesta que traten de hacer algo que ni siquiera quiero o me interesa. Al menos me alegro que ella no me mirara en los diez minutos de viaje.
Marcus detuvo el auto justo frente a una enorme casa, esta era una mansión, la mía era una miseria a comparación con esta y vaya que mi casa era grande. Me baje lentamente del auto, este vestido tal vez se mire cómodo o eso imaginaba yo pero es tan estrecho que a duras penas respiras con el. Sam se acercó a mí y me tomó de la mano, ignorando la existencia de su pareja.
—Estas muerta —la amenace, ella solo asintió y siguió caminando como si fuera la realeza.
Dentro de la mansión solo había personas y más personas, el lugar olía terrible, la música estaba a tope, de inmediato un horrible dolor de cabeza se instaló en mi y el mareo no tardó en llegar, en definitiva yo no debería de estar aquí.
—Vengan, les presentaré a mi amigos —Seguimos a Marcus hacia la segunda planta tal como nos había ordenado, aquí había menos ruido, el abrió una puerta de una habitación y me relaje al ver que estaba libre de humo y mucho más iluminada, también más limpia que el salón principal.
Sam y yo nos adentramos allí, dentro de la habitación había unas pocas personas, solo eran siete y todos bebían de sus vaso mientras hablaban relajadamente.
—Les presentó a Rose y a Sam, mi novia —en ese momento y al mencionar la palabra "novia" las siete cabeza al fin notaron qué había más personas en la misma habitación. Sus miradas eran las mismas que tienen los lobos al mirar a sus presas, me sentía como una perfecta presa en estos momento, mis mareos aumentaron pero di una respiración larga intentando arreglar todo.
—Ellos son Marie, Amanda, Chris, Daniel, Bram, Isaac y Wes.
Solo las chicas saludaron de manera linda, pero no a mi, sino a Sam que incluso la abrazaron, yo solo recibí un hola y de inmediato me dieron la espalda, tampoco me preocupe en agradarles o no. Probablemente esta sea la única fiesta que comparta con ellos.
Yo no bebía alcohol puro ni cerveza y mucho menos era buena hablando con personas nuevas, y menos cercanas a mi edad, con las únicas personas que hablaba eran personas mayores de sesenta en los que me contaban sus problemas familiares pero nunca tenía algo relacionado con fiestas y a chicos de mi edad.
—Ven, Rose, siéntate aquí —me llamo Isaac, parecía una persona agradable por lo que le sonríe e hice lo que me dijo — ¿Qué quieres de beber?
—No bebo —me disculpe, al parecer ahora los ojos se pusieron sobre mi pero los ignoré.
—Ella solo bebe vino, tiene un paladar exquisito pero también costoso —bromeó Sam, aunque a mi no me causo gracia que lo hiciera frente a ellos.
—Creo que podremos encontrar vino en la cocina —Isaac se paró de inmediato pero un chico —que no recuerdo el nombre— se adelantó.
—Yo iré abajo, lo traigo en unos minutos —no espero que Isaac respondiera y solo salió de la habitación dejando a todos sorprendidos, al menos a Marcus, Sam, Isaac y a mi.
— ¿Qué fue eso? —preguntó Sam, yo ni siquiera tuve el valor de preguntar.
—No lo sé —le respondió Marcus antes de darle un beso.
— ¿Por qué no te había visto por aquí? —me cuestiona Isaac, yo solo me encojo de hombros.
—San Francisco es una ciudad muy grande.
—Cierto —concuerda el.
Los dos seguimos hablando y a veces reímos por los chistes malos que contaba Isaac, me di cuenta que es un chico atractivo y agradable, con sus ojos color avellanas, sus músculos, su tono de piel con un ligero brillo y su sonrisa brillante decorada con esa arrugas a los costados, es realmente atractivo ahora que lo pienso bien.
—Ten —levante mi rostro y me encontré unos ojos color miel, con un ligero tono verde en ellos, pero eso no fue lo que capturó mi atención, sino su horrible olor a cerveza —. Es vino tinto, creí que este sería mejor.
—Gracias —las agradecí amablemente, tome la copa y mire el color de la bebida, seguro lo disfrutaría.
— ¿Que te sucede, Wes? —le preguntó Marcus —Habías dejado de beber así, no está bien.
—No es algo de tu incumbencia —respondió seco, incluso hasta yo sentí su desprecio.
A Veces Wes me observaba, no me gustaba eso y me incomodaba, Isaac lo notaba y solo trataba de hacerme reír. ¿Que le sucede? No entiendo por que tanto interés en una desconocida.
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