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Epilogo

Esteban

Habían pasado varios meses y no había podido encontrarlos.

Me sentía desesperado, cansado, sin saber qué más hacer.

Por un momento pensé en destruir la empresa de sus padres sin importar perder lo que invertí, de alguna manera para llamar su atención, pero al ver a sus padres tan mal por su partida me di cuenta de que sería un error.

Ellos también habían sido víctimas de Melisa.

La odié y la odié por meses, quería verla destruida por haberme engañado. Nadie se había atrevido hacerlo y lo peor es que se había llevado a mi pequeño, mi hijo con el que estaba construyendo un lazo.

Después descubrí la verdad.

Eso me impactó, me terminó de destruir.

Descubrí que todo había sido un engaño, que Melisa realmente no era la madre de mi hijo y no fue la mujer que conocí en la playa, ella era la gemela de la madre de mi hijo. Lo peor es que ni sus padres sabían la verdad, ellos también fueron víctimas de este engaño.

Melisa y Natasha eran dos gemelas idénticas, pero muy diferentes en su personalidad, me había confesado la madre superiora del orfanato donde ellas habían llegado. Después de saber que ella era adoptada, me puse a investigar y di con el paradero del orfanato y hasta con la tumba de Natasha, donde había muerto después de dar a luz un niño.

Tenía rabia, odio hacia ella que crecía cada vez más fuerte como llamas. Después descubrí el ático donde había estado y dos diarios. Uno de Melisa y el otro de Natasha.

Los leí una y otra vez, se notaba el cambio del crecimiento a medida que crecían, darme cuenta de todo lo que había vivido me hizo reflexionar en muchas cosas. Natasha no era lo que creía su hermana quien era, en el diario describe que le gustaba que su hermana se hiciera cargo de todo, de no tener que trabajar y estudiar y solo disfrutar en hacer nada. Era una holgazana por completo mientras su hermana se mataba estudiando para sacarse un título y darle lo mejor a ella.

Descubrí varias cosas que me hicieron pasar el odio de una a la otra, no podía creer la forma que ella hablaba de su hermana mayor, de aquella que se había sacrificado tanto por ella y que Natasha no valoraba nada de lo que hacía. Decía que le fastidiaba sus cuidados, pero sabía que debía soportar, ya que no le gustaba hacer nada, no quería trabajar ni estudiar, solo quedarse en casa viendo sus series favoritas y leyendo libros. No quería un futuro más que ese mientras su hermana añoraba una familia, quería confesarles a sus padres adoptivos todo, pero su hermana menor le daba pánico de su rechazo.

La realidad era otra, ya que Natasha describe que no quería que sus padres supieran la verdad, por el hecho de que empezarían a cuestionar porque su hermana hacía todo y ella nada.

Melisa quería un futuro, una familia. Quería hacerse cargo de la empresa de su padre y ayudarle en todo de forma de agradecimiento por haberla adoptado y soñaba con conocer a alguien para formar una familia y sabía que ese sueño nunca se cumpliría, ya que su hermana se encargaba de hacerle prometer que nunca la abandonaría.

Todas esas cosas me hicieron entender un poco de las dos y me hizo darme cuenta de que Melisa solo había sido una víctima de las circunstancias y manipulación de su hermana gemela.

Quería encontrarla y demostrarle que no debía temer en nada y que me encargaría en cumplir sus sueños.

Sus padres al enterarse de la verdad de su gemela se sorprendieron un poco y después empezaron a atar cabos, ya que notaban que su hija cambiaba mucho de un momento a otro. Pensaba que sufría de algún trastorno de personalidad y nunca le preguntaron para no hacerle sentir mal y después que ella llegó con mi hijo en sus brazos todo cambió y fue la mejor hija, acercándose a ellos, abriéndose y por fin siendo una verdadera familia.

―Señor, la hemos encontrado―Dice uno de mi equipo de seguridad entrando a mi oficina.

― ¿Lo dices en serio?

―Si señor―Me pasa una carpeta ―AL parecer la señorita no se aguantó y llamó a sus padres y hablo con ellos.

― ¿Qué le dijo?

―Tomó la carpeta y empiezo a leer el informe.

―Les pidió perdón por haberse ido y se sorprendió cuando ellos le informaron que sabía la verdad de ella y su hermana y le pidieron que volviera, pero ella se negó diciendo que tenía miedo de usted.

Cierro los ojos sintiendo como si me hubiese abofeteado.

―Vamos por ella.

Voy a demostrarle que no hay nada que temer.

El vuelo dura pocas horas, me sorprendo al darme cuenta de que está en Canadá, pensé que se encontraba más lejos, pero al parecer me equivoque.

Baje de mi avión privado y acomodo la chaqueta, está empezando el invierno y el frío se cala en tus huesos.

Un vehículo nos espera y subimos a ir hacia su ubicación. Al llegar al lugar me encuentro con edificios de varios departamentos, toco su puerta, pero no responde.

―Deben de estar en el parque―Dice una niña saliendo de uno de los departamentos de al lado.

― ¿Sabes dónde está?

― ¿Quién es usted? ―pregunta y me mira de arriba abajo ― ¡Debe ser el padre de Esteban, es igualito a él!

―Así es, soy su padre.

La niña sonríe y me informa que queda a dos calles del departamento.

Salgo y ni me subo al vehículo, sino que corro por la calle, ha empezado a hacer más frío y se nota que está a punto de nevar. Las calles tienen un poco de nieve y debo tener cuidado para no resbalar en la acera.

Llego a un parque como decía la niña y observo varios niños jugando con la nieve. Uno de ellos llamó mi atención y me acerco hasta que el pequeño voltea y me mira con una sonrisa en sus labios.

― ¡Papi! ―Grita y se viene corriendo hacia donde estoy.

Lo cargo de inmediato, está cubierto de varias capas de sacos y bufandas que lo protegen del frío.

― ¿Cómo estás mi pequeño? ― Beso sus mejillas rojas y su pequeña nariz ― ¿Dónde está tu mami? ―Me señala a la distancia y observo a Melisa mirándome.

Bajo a mi hijo y tomo su mano para acercarme a su madre. Ella me mira con pánico y sus ojos están llenos de lágrimas. Aunque está cubierta de un gorro y bufanda, puedo notar su rostro delgado.

―Tenemos que hablar―Me arrepiento el tono de voz en lo que salió, ella palidece y de un momento a otro cierra los ojos y se desvanece.

Menos mal que estoy cerca y logro tomarla entre mis brazos antes que caiga en el suelo.

― ¿Melisa? ― La sacudo un poco y toco sus mejillas ―Es mejor que la lleve a un médico señor―Dice uno de mis hombres que se ha acercado al verla desmayarse.

La cargo y le pido que lleve a mi hijo que mira a su madre asustado.

― ¿Mi mami está bien, papá? ―Pregunta mi hijo al momento de subir al vehículo.

―Lo estará.

―Debe ser por el bebé―Dice y hace que lo mire.

― ¿El bebé? ―Pregunto mirándolo ― ¿Qué bebé?

―El bebé―Señala el estómago de su madre.

Abro los ojos y empiezo abrir su chaqueta y subo el saco que tiene puesto y me encuentro con una enorme barriga.

¿Qué?

¿Está embarazada?

Me quito los guantes y pongo la palma de mi mano sobre el estómago, en ese momento siento un pequeño golpe y mis ojos se llenan de lágrimas. Melisa se remueve y la abrazo con fuerza sin lastimarla.

― ¿Qué pasa? ―Susurra y cuando ve que la tengo cargada empieza a moverse llena de pánico―Por favor no me lo quites―Dice entre lágrimas.

―Cálmate que no he venido a quitarte a nadie―Le digo y acunó su rostro ―He venido por mi mujer y mis hijos, he venido por ti mi amor. Te amo y perdóname por hacerte huir de mi lado.

Me mira con los ojos abiertos.

― ¿No me los vas a quitar? ―Niego con la cabeza y sonrió.

―No, pero me encargaré de que no vuelvas a irte de mi lado. Te amo.

Melisa me abraza enterrando su rostro en mi cuello y empieza a llorar con fuerza.

―Yo... también te amo. Perdóname por todo, te juro y te prometo que nunca más me iré de tu lado. Te amo.

Hago que se aleje y beso sus fríos labios.

―Voy a cuidar de ti y de nuestros hijos.

Asiente y vuelve a besarme antes de abrazarme.

Abrazo su cuerpo contra el mío y mi mano sigue en su barriguita sintiendo las patadas de nuestro bebé.


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