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capitulo 6

Me encierro en mi habitación y no he parado de llorar, no sé que voy a hacer, todo se ha salido de las manos.

Mis padres llamaron a nuestros abogados y nos reunimos con ellos a primeras horas de la mañana, lo peor es que el padre de mi hijo tenía pruebas suficientes donde se podía demostrar de que yo sabía quién era él, había fotografías de él y de mi hermana en la playa, cenando en un restaurante y hasta en su casa. Al parecer ellos estuvieron todo el tiempo desde que se conocieron que fue dos días después de que mi hermana llegó a la cabaña hasta que llegué yo y nos fuimos.

Lo que me sorprendió con las imágenes es ver a mi hermana radiante, feliz al lado de ese hombre. Sonriendo en cada fotografía abrazada a él, nada que ver a lo que yo solía conocer, una chica tímida que no era capaz de salir de casa.

Me sentía decepcionada, engañada por mi hermana y sobre todo estaba llena de pánico que todo se supiera y me quitaran a mi hijo.

No podía comer, no dormía y cuando lo hacía solo soñaba que me quitaban a mi pequeño, no podía con ese peso y debía hacer algo.

A escondidas compré unos pasajes y salí con mi hijo, no me despedí de mis padres, ya que no era capaz de ver su decepción reflejada en su rostro y sabía que no me dejarían ir. Subí a mi hijo, a mi vehículo y le abrochó el cinturón, no podía esperar el dictamen del juez, sabía que me lo quitarían.

Me subí al auto y lo puse en marcha, mi hijo miraba su Tablet ignorando lo que estaba pasando mientras yo trataba de ocultar el llanto de tener que abandonar todo. No llevaba ni media hora en camino cuando fui interceptada por varios vehículos, me asusté y frené. En ese momento la puerta de mi lado se abre y observo a Esteban mirarme con furia.

― ¿Pensabas llevarte a mi hijo de nuevo? ―Escupe las palabras con odio.

―Yo...

Se va para la parte de atrás y abre la puerta de mi hijo, mi pequeño lo mira con curiosidad y sonríe cuando lo conoces.

―Eres tú.

―Soy yo―Su rostro se suaviza y desata el cinturón de seguridad de mi hijo ―Vamos.

― ¿A dónde vamos? ―Pregunta mi hijo con inocencia.

―Vamos a casa―Lo carga y yo entro en pánico desatando mi cinturón.

― ¡No puedes llevártelo, es mi hijo!

―También es mi hijo―Pone la mano en la cabeza de mi pequeño para que se recueste en su pecho y no observe la escena.

―Por favor, no te lo lleves.

―Si quieres estar cerca de él, te recomiendo que subas al auto con nosotros―Se da la vuelta y empieza a caminar hacia una de las camionetas.

Varios hombres vestidos de negro se encuentran a nuestro alrededor y yo salgo y corro hacia el vehículo en el que sube. Observo cómo acomoda a mi hijo en la silla de seguridad para niños y me señala para que me siente a su lado.

―Pásame las llaves de tu auto.

―Están pegadas―Digo y señalo con la cabeza mi auto.

Cierra la puerta y le hace señas a uno de los hombres quien se monta en mi auto y él se sube la parte de adelante de copiloto en la camioneta donde vamos mi hijo y yo.

Todos se ponen en marcha y observo hacia atrás como nos siguen y tomo la mano de mi hijo, quien sonríe como si estuviese en un paseo.

Nos detenemos en una gran mansión, las rejas se abren y el conductor conduce hasta llegar a la entrada.

―Baja― Dice antes de abrir la puerta de mi hijo y desatar el cinturón y cargarlo.

― ¿Dónde estamos? ― Pregunto mirando a mi alrededor.

―En mi casa.

Camina hacia el interior de la mansión y yo me voy corriendo detrás de él.,

―Quiero volver a mi casa―Digo tras entrar detrás de él.

―Si quieres irte a tu casa te puedes ir―Dice y suelto el aire ―Pero te irás sin mi hijo, él ahora se queda conmigo.

―No puedes hablar en serio―Digo al borde del llanto.

―Hablo muy en serio, no confió en ti y el juez no tardará en dar una respuesta―Sonríe con la boca cerrada ―Después de lo que acabas de hacer estoy seguro de que tendré la custodia de mi hijo.

―Por favor no...

Baja a mi hijo quien corre hacia mí.

―Mami, ¿Por qué lloras?

―Tu mami está feliz porque ahora en adelante van a vivir conmigo―Dice Esteban y se acerca a mi hijo.

― ¿Y los abuelos?

―Ellos vendrán a verlos cuando quiera―dice ―Y tú podrás verlos cuando quieras también.

― ¿Y por qué vamos a vivir aquí?

―Porque esta es su casa ahora.

― ¿Tú eres mi papi? ― El aire me falta cuando mi hijo pronuncia esas palabras.

―Sí, hijo, soy tu papi―Se levanta y toma su mano ― ¿Quieres conocer tu habitación?

― ¡Siii!

Mi hijo toma su mano y ambos suben las escaleras ignorándome por completo.


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