Parte/ 7
Esta era una ciudad más grande, muchísimo más grande, llegamos a las seis de la mañana, don Eduardo, me dijo.
─Voy a ver a qué horas sale el tren a Guadalajara.
─Yo pensé que en esta ciudad vivía.
─No aquí es la ciudad de México la capital de la república mexicana, yo vivo en Guadalajara la capital de Jalisco, siéntate voy a la taquilla ahora vuelvo.
Don Eduardo volvió poco tiempo después, con dos boletos en la mano me dijo.
─Tienes suerte, el tren va a salir a las diez de la noche, tenemos todo el día para pasear por la ciudad, te voy a llevar a que conozcas algo de ella, porque un día no alcanza para conocerla toda, vamos a encargar las maletas para no cargarlas.
Dejamos las maletas con un encargado, él se iba a encargar de subirlas al tren nos dio una contraseña y salimos de la estación rumbo a la ciudad, tomamos un tranvía era una especie de tren pero más pequeño yo iba admirando todo a mi paso por la ventanilla, nos bajamos en una calle muy transitada, entramos a un restaurancito tomamos asiento la camarera tomó la orden. Poco después volvió con una tortilla pasada por manteca arriba descansaban dos huevos con la yema entera bañada con salsa de jitomate muy bien condimentada frijoles a un lado y unas rodajas de jitomate y cebolla al otro lado una taza grande de café con leche humeante en un recipiente había unas piezas de pan y en otro tortillas el recipiente con chile no podía faltar,.
empezamos a comer, todo estaba muy sabroso, me gusta la comida mexicana aunque extrañaba lo que siempre comíamos en la aldea arroz. Don Eduardo me dijo
─A este platillo lleva el nombre de huevos rancheros, espero que te gusten.
Empezamos a comer, todo estaba muy sabroso, me empezó a gustar la comida mexicana aunque extrañaba lo que siempre comíamos en la aldea arroz, después de desayunar salimos del restaurancito y empezamos a caminar por la ciudad, llegamos a una plaza muy grande en medio se izaba una gran bandera con brillantes colores verde, blanco y rojo en media tenía un águila devorando a una serpiente.
─Esta es la bandera de México nuestro símbolo patrio, ahí está el palacio de gobierno.
Seguimos caminando pasamos por un edificio muy bello.
─Este es el palacio de bellas artes, aquí se han presentado grandes artistas de la ópera.
-Cruzamos una plaza arbolada con callecillas.
─Esta es la alameda central.
─Llegamos a otro edificio─, esta es la basílica de la ciudad de México, ven pasemos.
Entramos era muy bello varias imágenes estaban por todos lados, el altar era bellísimo, había una estatua de un hombre crucificado en una cruz, don Eduardo llegó al pie del altar y se puso de rodillas se santiguó se puso a orar, ahí entendí que ese hombre era una divinidad que los mexicanos adoraban, al igual que nosotros adorábamos a Buda, mientras don Eduardo oraba yo me limite a admirar tan bello lugar, después de un tiempo salimos don Eduardo me dijo.
─Ahora vamos al cerro del Tepeyac, tengo que ir a darle las gracias a nuestra señora de Guadalupe, por haberme concedido volver a mi patria ya que pudimos haber muerto en el camino.
Tomamos otro tranvía y llegamos al pie del cerro, a lo alto se erguía un edificio con una cruz en lo alto, llegamos hasta la entrada y pasamos había mucha gente orando, yo me quede a una distancia considerable respetuosamente, después don Eduardo se hinco con mucha devoción, al pie del altar ahí no estaba el hombre crucificado en su lugar estaba un retrato de una mujer morena, intuí que era a la mujer que don Eduardo llamaba la virgen de Guadalupe después de media hora salimos del santuario y bajamos del cerro del Tepeyac, ya era la hora de la comida, entramos a otro restaurancito, ahí comimos carne de cerdo en una salsa negra acompañada de arroz, con las tortillas que no podían faltar y agua fresca, probé la comida y como ya dije estaba muy sabrosa, don Eduardo me dijo.
─Este es mole negro, esta comida es el plato principal del estado de Oaxaca.
Por lo visto en México la comida era muy variada, salimos de ahí y tomamos otro tranvía nos bajamos en un bosque muy grande don Eduardo me dijo.
─Este es el bosque de Chapultepec─, a lo lejos se admiraba un gran castillo.
─Mira muchacho ese es el castillo de Chapultepec, en otra ocasión que vengamos a la capital entramos ahora ya es tarde ya pronto se va a oscurecer y tenemos que volver a la estación del tren.
Volvimos a tomar otro tranvía, llegamos a tiempo, las distancias eran largas, cuando subimos al tren, fuimos directamente al comedor, cenamos algo ligero, nos fuimos al vagón alcoba, nos dispusimos a descansar había sido un día de muchas emociones al menos para mí, al igual que la noche anterior, en cuanto puse la cabeza en la almohada me quedé profundamente dormido, despertamos con el grito del hombre que decía.
─Hemos llegado a la ciudad de Guadalajara.
Tomamos el equipaje y bajamos, esta era una ciudad más pequeña, pero también era grande, salimos de la estación un hombre uniformado se dirigió hacia nosotros diciendo.
Patrón buenos días le de sus mercedes, me da gusto que haya llegado con bien, bendito sea Dios, vamos patrón que su familia lo espera.
─Mira Remigio este muchacho es Tatsuki, va a vivir con nosotros un tiempo.
─Mucho gusto tat, tat, tat, eso,
─Ja,ja, ja es algo trabajoso de pronunciar su nombre.
El señor se subió al carruaje, antes de que yo me subiera, Remigio cerró la puerta diciéndome.
─Tu te vienes conmigo─. No sé de qué país vengas, pero aquí en México los sirvientes guardamos la distancia de los patrones, y ya te vi que tú te portas muy igualado con el patrón.
No entendí lo que me quiso decir, el patrón me había tratado como a un amigo, pero en el barco estaba solo sin sus seres queridos, pero ahora que había regresado, quizás todo cambiara entre él y yo.
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