Parte/ 53
-Tranquila niña, no sé si tus profesores que has tenido te dijeron que la primera regla de todo artista es tener paciencia y tú la pierdes fácilmente
- Tengo desde los cuatro años aprendiendo, todas las personas me dicen que lo hago bien, y mi maestro de música del conservatorio y ahora usted dice que no trasmito nada.
_ A sí, ¿Y me puedes decir quiénes son los que te dicen que lo haces bien? espera no me lo digas yo te lo voy a decir, los que te lo dicen son, tu familia, tus amigos, y las personas que oyen la música, pero no la sienten simplemente la oyen no la escuchan.
- ¿Y no es lo mismo oír que escuchar?
-Claro que no niña, cualquiera puede oír música, pero muy pocos escucharla, las personas que oyen música son las personas que están haciendo una tarea, están concentrados en lo que están haciendo la música los ayuda a concentrarse en la tarea que están realizando, y las personas que escuchan son las que están concentradas en escuchar, no hacen otra cosa, solo escuchar y vivir ese momento tan especial, cuando en un concierto ante un público selecto solo se escucha la música, permíteme
Me pare del banco enseguida se sentó, empezó a tocar, la misma melodía que yo estaba tocando "La sonata para piano número once". –Nunca había escuchado tocar a los ángeles, pero esas manos hacían que del piano saliera una música magistral, yo sentía que flotaba me adentre en las notas del piano, en cierto momento un caudal de lágrimas salía de mis ojos, estaba conmovida has la médula espinal, cuando termino de tocar le aplaudí.
-Ahora si comprendes la diferencia entre oír y escuchar, y tocar y trasmitir.
-Limpiado mis ojos con el dorso de la mano le respondí.
-Si maestro ahora lo tengo muy claro.
-Pero no te desanimes tocas bien solo te falta un pequeño empujoncito para lograr, lo que muy pocos logran, yo te voy ayudar.
- ¿En verdad?
-Si te comprometes a mis condiciones desde este momento te brindo mi ayuda y cuando logres llegar a la meta voy a requerir un favor muy especial.
-Claro que sí, lo que sea con tal de encontrar la perfección.
-Lo primero que vas hacer es practicar cuatro horas todos los días si es posible más.
-Pero mi padre no me deja tocar en este piano.
-No importa el que es buen músico en cualquier piano saca las notas. Quiero que cada que tengas oportunidad vengas a practicar en este piano, yo estaré esperando por ti, ahora me tengo que ir
Cuando dijo esas palabras sentí un leve desvanecimiento, escuche unas pisadas rápidas que se acercaban al cuarto de música, voltee para decirle al hombre que saliéramos de ahí, pero este había desaparecido.
Yo estaba sentada en banco del piano y con los brazos acunando mi cabeza, abrí los ojos pesadamente al parecer me había quedado dormida y las pisadas del corredor dirigiéndose al cuarto de música me despertaron.
Apenas tuve tiempo de entrar al cuarto secreto, cuando escuché que mi padre abría la puerta y le decía a un sirviente.
-Miren vean con sus propios ojos, aquí no hay nadie
-Pero señor le digo que el piano estaba tocando solo.
-Mire Rodrigo, no haga caso de la música total con oírla no nos pasa nada, vamos a dormir que ya es muy tarde, ah y que mañana vengan a limpiar el lugar ya se acumuló el polvo.
Yo salí del cuarto secreto y me dirigí a mi recamara, ya acostada me puse a reflexionar en lo que había pasado, dos preguntas rondaban mi cabeza, ¿en realidad apareció un hombre en el cuarto de música? o fue que me quede dormida y lo soñé, y si en verdad el hombre si estaba en el cuarto de música ¿Cómo entró al cuarto secreto? Me quede con mi primera hipótesis todo había sido solo un sueño.
Lo que sí hice, fueron los consejos del extraño total si había sido solo un sueño fue muy claro recordaba perfectamente sus palabras, tienes que tocar cuatro horas todos los días si es posible más horas, e ir a practicar con él.
Los siguientes días, me dedique a ir al conservatorio cuando llegaba a la casa en cuanto comía me ponía a practicar, sin descanso, tanto que mi madre se empezó a preocupar.
-Hija por Dios descansa te vas a enfermar, pero yo seguía con mi música, por fin se llegó la siguiente salida de mis padres, yo esperaba con ansía ese día para poder practicar en el piano del cuarto de música, por fin llego la noche, mis padres salieron de la casa esperé un tiempo razonable, llegué al cuarto secreto y entre al cuarto me senté ante el piano empecé a tocar la "sonata para piano número once", estaba muy concentrada tocando, de pronto escuche la voz del hombre del sueño.
-Mucho mejor, mucho mejor.
Alcé la mirada y ahí estaba el apuesto hombre, yo no sentí nada de miedo, me dije a mi misma.
-No temas es sólo un sueño, sólo estas soñando.
-Vas por muy buen camino sigue así y pronto vas a ser una gran concertista, hazme un lugar vamos a tocar a dos manos.
-Empezamos a tocar los dos yo sentía que la música entraba muy dentro de mi alma, pero al mismo tiempo sentía como una energía entraba por mi cuerpo, sobre todo en las manos.
Así paso un tiempo, a mí no me daba miedo esos encuentros al final siempre pasaba lo mismo, me quedaba dormida en el piano, aunque sí se me hacía extraño que siempre fuera el mismo sueño.
Se acercaba la graduación, un jurado muy bien conformado por altas celebridades de la música, todos los estudiantes, íbamos a dar una audición para valorarnos, los maestros nos dijeron que de esas audiciones se daban diferentes becas para los mejores conservatorios del mundo.
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