Parte/ 51
Bueno al menos otro antepasado que se casó por amor, que tragedia la del padre de Paulita, que cosas.
Soledad Takumi Valenzuela
Soledad, llego a la edad de su presentación en sociedad, mi padre aprendió su lección ya no eligió, marido para mi hermana, dejo que ella sola escogiera al que su corazón eligiera, y así lo hizo, Pablo no era el hombre que mi padre hubiera elegido, pero estuvo de acuerdo.
Los jóvenes no querían casarse inmediatamente, querían conocerse más es por eso que empezaron su noviazgo, poco a poco se fueron enamorando, cuando estuvieron seguros que eran el uno para el otro, pusieron fecha de matrimonio, todo marchaba muy bien entre los dos, pero la tragedia llego a ensombrecer el noviazgo de los jóvenes.
Pablo practicaba el deporte de la equitación, un buen día que estaba practicando sus saltos cayo del caballo se fracturo el cuello muriendo instantáneamente, mi hermana quedo devastada, desde la muerte de su futuro marido, ella vistió de negro nunca más abrió su corazón al amor, fue la clásica solterona y así murió varios años más tarde.
Jorge Takumi Valenzuela
Jorge fue un muchacho alegre, muy buen hermano lo recuerdo con mucho cariño ya que fue de mi generación solo nos llevamos un año y medio de diferencia, cuando llego a la mayoría de edad, partió al medio Oriente quería conocer las raíces de mi padre, pero desafortunadamente el barco donde viajaba naufragó, hubo muy pocos sobrevivientes, pero mi hermano no fue uno de ellos, recibimos la noticia de su desaparición con mucho dolor, esa pérdida mino mucho la salud de mi madre, ya que mi hermano no tenía una tumba para llorarle.
Jesús y Francisca Takumi Valenzuela, escogieron la vida religiosa, mi hermano entro a la orden de los Franciscano y mi hermana a la orden de las Carmelitas descalzas.
Poco a poco de ser una familia numerosa solo quedamos mi hermana Soledad, Rosario que cariñosamente le decíamos (chayito) ella iba a ser siempre una niña ya que nació con una grave discapacidad su intelecto siempre iba a ser el de una niña de ocho años cuando mis padres fallecieron ella quedo al cuidado de mi hermana Soledad.
Ahora voy hablar algo de mi vida.
Mi nombre es Inés Takumi Valenzuela, soy la número diez de la familia, la ventaja de ser de las más pequeñas es que los padres ya están cansados y envejecidos son más tolerantes.
Mi niñez paso llena de alegría, cumplía mis obligaciones de la escuela la tarde era libre de jugar, me gustaba explorar la casa desde la entrada hasta la huerta, está era grandísima, y más para una niña de ocho años siempre fui una niña solitaria a pesar de que tenía varios hermanos, siempre me divertía sola, es por eso que explorando un día encontré mi cuarto secreto.
Aparte de la escuela mi madre nos obligó a estudiar dos idiomas, inglés y francés aparte leer música y aprender a tocar el piano, esto último era lo que más me gustaba hacer, las primeras lecciones las aprendí de mi madre, ya que ella en su juventud antes de contraer matrimonio con mi padre, era maestra de música y de piano, así fue como llego a la casa de mis padrinos don Eduardo y doña Inés a ella debo su nombre, donde conoció a mi padre.
Entre los sirvientes corría una historia decían que en la casa se aparecía un joven muy apuesto, desde que llegaron a habitar la casa los antiguos dueños, mis padrinos don Eduardo y doña Inés, también se decía que muchas veces escuchaban tocar un piano que está en la sala de música, cuando iban a ver quién era el que tocaba, nunca vieron a nadie, sin embargo, las teclas del piano se seguían moviendo ágilmente.
Para evitar sustos y desmayos de los sirvientes mi padrino opto por tener cerrado ese cuarto, solo de vez en vez entraba alguien a limpiarlo, mis padres siguieron con la misma práctica, por mi cuarto secreto tenía acceso al cuarto de música.
A mi esa historia no me daba miedo, y cuando descubrí como entrar, por el cuarto secreto, pasaba largo tiempo deseando encontrarme con el supuesto fantasma, pero yo crecía y no se me aparecía, por lo que opté pensar que solo era una treta de mi padrino para tener alejada a las personas del cuarto de música para que no fueran a descubrir su habitación secreta, así como la descubrí yo.
Cuando terminé mis estudios reglamentarios le dije a mi madre que quería estudia piano en la escuela de música, mi sueño era convertirme en una famosa concertista.
A mi madre le dio mucho gusto ya que yo iba a cumplir su sueño, ella siempre quiso ser concertista, pero mi abuelo se negó rotundamente, a mi padre no le agrado mucho la idea, ya que iban a ser clases mixtas íbamos a tomar las clases tanto hombre como mujeres, pero como mi madre era la que decía la última palabra, al final dio su consentimiento.
Me sirvió mucho lo que mi madre me había enseñado, el primer día de clases el maestro nos dijo.
Un pianista no tiene sólo tiene que tocar bien el piano, sino que tiene que tener una cultura global que le permita transmitir el significado de la obra al público. Tiene que conocer la teoría de la música, literatura, historia del arte y de la música, y tiene que saber ubicar una pieza en su contexto histórico social. Tiene que tener vocación y sacrificar muchas cosas, para estudiar arduamente, este puede ser solista o acompañar una orquesta de cámara, etc.
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