Parte/ 48
-Hay no, este capítulo me hizo llorar, yo había oído en algún lado que había personas que morían de amor, pero una antepasada de mi familia pasar por esto, que más me faltaba por saber.
Después de leer esta triste historia, me tome un tequila con su sal y su limón necesitaba algo fuertecito, fue bueno zafarme de mis amigos, esta lectura requería de comida chatarra, me prepare unas papas doradas, con su respectivo limón y chile piquín, los condenados anuncios siempre dicen la verdad, la publicidad de las papas fritas dice, NO PODRÁS COMER SOLO UNA, y así era yo abro la bolsa y no paro hasta comer todo su contenido, lo malo es que tengo puras bolsas familiares, ni modo ya después haré varias abdominales para bajarlas jajaja, bueno después de este relax, sigo con la lectura.
Miguel Takumi Valenzuela
Mi sexto hermano, mi padre decía que él era la oveja negra de la familia, todo porque no quiso trabajar a su lado, a mi hermano le gustaba el campo, mi padre entre sus bienes materiales era dueño de un rancho muy grande, en lo único que lo complació fue estudiar una carrera escogió agronomía, cuando cumplió la mayoría de edad se fue a vivir al rancho mi padre terminó por ceder aunque había un cierto distanciamiento entre ellos, así era mi padre un hombre de apariencia dulce, pero por dentro era un dictador con su familia, y el que no obedecía lo que ordenaba, estaba fuera de su rebaño.
-Nosotros íbamos al rancho algunos fines de semana en familia, los que en ese tiempo quedábamos cuatro niños entre diez y cuatro años el menor, entre ellos yo, pasábamos las vacaciones quedábamos al cuidado de un matrimonio, encargados de la casa, era cuando se les cargaba el trabajo, cuando no íbamos sólo atendían a mi hermano, ya que permanecía soltero.
El matrimonio tenía varios hijos como era la costumbre en esos años, cuando contraían matrimonio, el cura siempre les preguntaba.
- ¿Están dispuestos a tener los hijos que Dios les dé?
-Sí padre, estamos dispuestos a recibir a los hijos que dios nos de
-Y así era, las pobres mujeres tenían hijo tras hijo, hasta que Dios les retiraba la regla, o alguna por su buena suerte y gracias a que su marido se le escaseaban los espermatozoides, eran las que no tenían tantos hijos, mi padre salió abundante de ellos ya que mi madre, si acato las ordenes de Dios y recibió a trece hijitos, hasta que el treceavo le hizo el favor de morir adentro de su vientre por ese motivo se le retiro la matriz y se cerró la fábrica de niños.
Don Luis y doña Martina eran los nombres del matrimonio, entre tanto hijo, se destacaba una linda jovencita en ese tiempo iba a cumplir quince años, a pesar de sus ropas humilde y holgadas no ocultaban las curvas de la niña casi mujer, cosa que no pasaba desapercibido para los hombres que la miraban, contando a mi hermano, que en ese tiempo ya contaba con veinticinco años.
Mi hermano se empezó a enamorar de la jovencita llamada Paula, el sólo estaba esperando que la jovencita creciera un poco más, para declararle su amor, a él no le importaban las clases sociales, total siempre había hecho lo que él deseaba; pero mi hermano no era el único que veía con lujuria a la Paulita como le decían todos los lugareños.
El día que cumplió quince años mi madre le regalo un precioso vestido, mis padres habían sido sus padrinos de bautizo, en ese tiempo las personas adineradas la edad para presentar a las jóvenes en sociedad era a los dieciocho años, y en las personas menos favorecidas era a los quince años, a esa edad las jovencitas ya estaban listas para contraer matrimonio, si había un caballero que pidiera su mano.
Ese domingo mi madre mando oficiar una misa en la capilla del rancho, en honor de Paulita, todos los habitantes del lugar acudieron a la misa y más tarde a la comida que mi madre financio y las mujeres prepararon, el vuelo de Paulita tocaba en un mariachi, ese día le regalo la música para amenizar la fiesta.
A las doce del día todos se congregaron en la capilla para esperar a la quinceañera, ella entro al templo del brazo de sus padres, la jovencita se veía preciosa, ese día mi hermano quedo profundamente enamorado, pensó.
Que hermosa mujer ella tiene que ser mi mujer y la madre de mis hijos.
Pero no nada más el quedo impactado con la belleza de la mujercita, varios lugareños del lugar se apuntaron para desposar a la bella joven, pasaron los meses uno a unos de los jóvenes fue pasando por la vivienda para hablar con don Luis para pedir su permiso de ser novio de la joven, pero todos recibían un no rotundo, Miguel mi hermano seguía esperando ya que se le hacía muy joven, pero en cuanto viera que su padre diera el permiso algún joven entonces el entraría en escena.
Martina la madre de Paula, estaba preocupada, por las negativas de su marido, ella no quería que su hija se quedara a vestir santos (soltera), ella sabía muy bien que a los hombres les gustaban jovencitas, casi niñas y en esa época que las mujeres tenían varios hijos, lo que sobraban eran niñas, se dispuso hablar con su marido.
-Luis, ya van varios muchachos que vienen a pedirte permiso para ser novio de Paula y tú siempre te niegas, a la muchacha se le está pasando el tiempo, no comprendes que si se casa va a ser una boca menos que alimentar.
-Mira Martina yo sé lo que hago a mí no me pesa lo que mija se come
-No es lo que se come, pero ella tiene derecho hacer su vida y tú no tienes derecho a intervenir en eso.
-Ya te dije que tú no te metas en esto yo sé mi cuento.
La mujer no se explicaba el modo de proceder de su marido, estaba muy raro desde que Paula se empezó hacer mujer el hombre había cambiado mucho, su vida amorosa ya no era la misma, el hombre tenía un apetito sexual voraz. todos los días quería su ración, en la noche y en la mañana antes de irse a trabajar, ni siquiera en los días de cada mes que ella no podía, el veía el modo de que ella lo satisfaciera, ella al principio le gustó la idea de que ya no la apremiara tanto, pero ahora se empezó a preocupar, no le quedó más remedio que espiarlo, tenía que saber que sucedía.
Martina lo primero que pensó que su marido tenía una amante, aunque a la vez se extrañaba su sueldo seguía llegando a su casa íntegramente, a no ser que alguna lagartona le estuviera dando gratis, ella sabía que las mujeres que se dedican al oficio más antiguo del mundo, lo hacen por dinero, pero todo podía suceder. Por más que indago su marido no tenía ninguna amante, él llegaba del trabajo a la misma hora que de costumbre.
Un día su marido llego con una imagen de Guadalupe y la colgó en la pared.
-Mira mujer te traje esta virgen para que le reces ya tenías tiempo pidiéndome una.
Martina trabajaba mucho, por ese motivo cuando se llegaba la hora de dormir caía como tronco, dormía profundamente.
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