Parte /42
No, te preocupes, yo no le voy a decir de quién estoy enamorada, ella nunca sabrá que tu eres el hombre que amo con todo el corazón.
Se abrazaron y se besaron apasionadamente, yo desde mi escondite veía toda la escena de pronto vi que Heraclio acariciaba, y besaba las partes prohibidas de su cuerpo y le escuché decir.
Estos botoncitos solo son míos solo yo los puedo acariciar y besar.
yo no podía ver yo estaba de espaldas a mi hermana solo la oía respirar fuerte y decía.
Así, así, no pares.
-tu solo serás mía de nadie más, así sea el hombre más rico del mundo, yo soy pobre pero no vas a encontrar un hombre que te amé más que yo.
En eso estaban cuando se escuchó un grito
-Señorita Olivo - ¿En dónde está su madre la quiere ver inmediatamente? También la niña Inés está perdida en esta casa tan grande, todos se pierden.
-Mi hermana compuso sus ropas y su peinado, mientras Heraclio se perdía entre los árboles frutales, yo me retire silenciosamente, tenía que estar lista para la hora de la cena.
Mi cabeza era un manojo de preguntas sin respuestas, -por qué mi hermana se besaba y se dejaba manosear por ese criado, siempre nos decían que nuestras partes íntimas no las debemos de tocar porque era pecado, y resulta que mi hermana se las dejaba tocar, entonces que- ¿era pecado o no?, llegue hasta mi cuarto secreto, escuche la voz airada de mi madre diciéndole a mi padre.
- ¿Por qué quieres casar a Olivo con ese hombre ni siquiera lo conoce?
-Mujer no te pongas así, yo lo conozco, conozco a su familia, son gente de bien, que más debemos saber, los matrimonios de Eduardo, Tanaka y Fabián así fueron y no pusiste ninguna objeción, porque lo haces ahora con Olivo.
-Porque no es lo mismo, los hombres si no están bien con su esposa, simplemente se buscan una amante y ya, pero una mujer debe estar atada a un hombre sin amarlo, el dinero no lo es todo, no entiendo si tú infancia estuvo carente de dinero y eras feliz.
Pero no es lo mismo, yo no conocía una vida llena de comodidades, todo lo que da el dinero, y mis hijos ya nacieron ricos y así quiero que sigan.
-A mí no me intereso que tú no tuvieras nada, ¿eras empleado de mi compadre Eduardo y a mí no me importo - y sabes por qué? Porque te amaba, solo por eso.
-Ya está bien mujer, ninguno de tus argumentos me va hacer cambiar de opinión. Habla con Olivo yo sé lo que le conviene, te suplico que ya no se hable más de este asunto, las quiero mañana en la cena.
Yo me fui a mi recamara a dormir, me olvidé del asunto como correspondía a una niña.
La noche siguiente, cenamos, los niños y nos mandaron a dormir, enseguida se preparó todo para la cena de gala, se engalano la mesa con la vajilla de porcelana con filos de oro el juego de copas de cristal cortado, y los cubiertos de plata, se sacó el mejor vino de la cava, todo estaba listo para recibir a los invitados.
A las ocho en punto llego Guillermo acompañado de sus padres don Guillermo Olvera Nolasco y la señora Federica Gaitán Guerra, Guillermo (hijo), tenía treinta y cuatro años, diecisiete años más grande que Olivo, cuando ella vio al joven inmediatamente lo recordó, él había sido muy amable con ella en la fiesta bailaron dos piezas de baile apenas cruzaron dos palabras, eso basto para que Guillermo decidiera que ya era tiempo de dejar la soltería y que mejor que casarse con esa bella jovencita, que además de joven y bella también era hija de un acaudalado hombre de negocios igual que su familia.
Después de las primeras impresiones pasaron a cenar, todo paso tranquilamente, pasaron a la sala, todos platicaban, Olivo no escuchaba nada su cuerpo estaba en la sala de tu casa, pero su mente estaba en las caballerizas al lado de su amado Heraclio, es por eso que cuando se habló del compromiso matrimonial acepto todo aún sin escuchar nada de lo que se hablaba, la familia se retiró y ella se fue a su recamara a llorar, Olivo le dio muchas vueltas al asunto y lo único que se le ocurrió fue decirle toda la verdad a su novio impuesto por su padre.
En la primera oportunidad que tuvo, se encontró con Heraclio, le contó lo que paso en la cena.
-No, no Olivo yo no puedo permitir que tú seas de otro hombre que no sea yo, entiéndelo no lo puedo permitir.
-Yo tampoco quiero eso, pero que puedo hacer.
Se escuchó una voz a lo lejos.
-Señorita Olivo, señorita Olivo.
-Me voy, me buscando en la primera oportunidad vengo.
-Ve ya pensaremos en algo.
-Pero los días pasaron y Olivo ya no tuvo oportunidad de hablar con su amado, estaba muy bien vigilada por su madre, llego el día de la pedida de mano, se puso un plazo de seis meses, para el enlace matrimonial.
Guillermo visitaba todos los días a Olivo, pero nunca estaban solos, siempre estaba su madre o en su lugar una persona mayor, cuando ya casi se acercaba la fecha del matrimonio, por fin estuvieron solos Olivo hablo con Guillermo.
-Yo tengo algo que contarle antes de casarnos
-Sí, dígame
-Yo no puedo casarme con usted.
- ¿Pero por qué?
-Yo no lo amo
-Claro que no me ama, pero cuando estemos casados yo voy hacer que me ame con todo el corazón.
-Eso no va a pasar.
- ¿Cómo puede estar tan segura de eso?
-Bueno, yo...
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