Parte/ 41
-Después de unas semanas de apoyo a mi amiga, cuando la vida volvió a la normalidad, llego el fin de semana saqué el diario me dispuse a leer.
Olivo Takumi Valenzuela
Ella es la mayor de mis hermanas la cuarta en la familia.
De ella recuerdo dos cosas, su fiesta de presentación en sociedad, a la edad de dieciocho años, y su matrimonio, yo fui una de sus pajecitos, fue una boda muy elegante, todos decían que mi hermana había hecho un buen matrimonio ya que su marido pertenecía a una de las familias más adineradas del país, mi padre siempre se percataba de que así fuera, pero también recuerdo otra cosa.
Mucho tiempo antes de su baile de presentación a la sociedad y contraer matrimonio, a mí me gustaba jugar en el jardín y de vez en cuando me adentraba al fondo de la finca ya que esta era muy grande, cruzaba el jardín seguía por la huerta y al fondo estaban las caballerizas, estas daban a la calle a espaldas de la entrada principal de la casa, siempre me gusto la soledad, es por eso que me gustaba ir a ese lugar, cuando llegue escuché voces, busque de donde provenían y descubrí a mi hermana sentada en un columpio y un joven muy apuesto la mecía suavemente ella se veía muy bonita le volaba el pelo con el aire.
Mi corta edad no me impido observar, que el muchacho vestía muy pobremente, pero era muy bien parecido, cuando sonreía dejaba ver una hilera de dientes blanquísimos, el color de su piel era color canela, y su pelo era negro azabache, le caía un rizo caprichoso en la frente, era alto y se veía que también era muy fuerte.
A esa edad yo no sabía nada de noviazgos ni mucho menos de enamoramientos, pero cuando fui creciendo, comprendí que mi hermana Olivo y ese muchacho al que ella llamaba, "Heraclio", muchas veces los vi platicando, se tomaban de la mano, él la tomaba en sus brazos dándole vueltas, ella se agarraba de su cuello y su larga cabellera ondeaba con el viento, se veían muy felices juntos, ella se zafaba de sus brazos y corría entre los árboles, cuando él la alcanzaba rosaban sus labios, a mi hermana se le coloreaban las mejillas, yo los miraba desde mi escondite.
-Pero esa amistad se iba a ver truncada por la intransigencia de mi padre, cuando mi hermana cumplió los dieciocho años, le hicieron su fiesta para presentarla en sociedad, los niños no teníamos permitido asistir a la ceremonia era una fiesta para adultos.
La casa estaba muy iluminada arreglaron el gran salón para el gran evento, mi hermana lucía un hermoso vestido; según escuche lo había confeccionado una modista que había sido alumna del gran diseñador Lanvin, en la ciudad de París, mi hermana lucia bellísima, yo me escabullí de mi recamara y salí al jardín que rodeaba la casa, me asome por una ventana, pronto vi que no estaba sola, por otra ventana estaba en joven Heraclio, se veía guapísimo con su ropa nueva, a pesar de ser humilde, no sé cuánto tiempo paso de pronto vi a mi hermana escabullirse de entre los invitados y sobre todo de la vigilancia de mis padres; Heraclio fue al encuentro de ella y juntos se internaron en el jardín yo fui tras ellos, se abrazaron y se besaron esta vez fue un beso más largo desde donde estaba yo, no alcanzaba a escuchar lo que decían, después de varios abrazos y besos mi hermana volvió a la fiesta y yo a mi recamara, desde ese día me dieron ganas de crecer y conocer a alguien como Heraclio.
Mi hermana y Heraclio se siguieron viendo, por un poco tiempo más, pero un día mi padre llego con una noticia que dejo devastada a mi hermana.
-Olivo prepárate, esta noche vienen a cenar los señores Olvera Gaitán, los acompaña su hijo Guillermo, el viene con fines matrimoniales, no está de más decirte que su familia es dueña de una inmensa fortuna, debes de estar muy orgullosa de pertenecer a esa familia, de tantas mujeres casaderas tú fuiste la elegida.
-Pero padre, yo no me quiero casar ni siquiera lo conozco.
-cómo te atreves a refutar una orden mía, tú te vas a casar con ese joven es lo que más te conviene.
-Es lo que más me conviene a mí, o a usted. Dijo mi hermana con los ojos anegados de lágrimas de rabia y dolor.
Mi padre alzo la mano para descargar una bofetada en la cara de mi hermana, pero el grito de mi madre lo paro en seco.
-NI LO INTENTES, A MI HIJA NO LA TOCAS.
-Está bien perdón me ofusque, vete de mi presencia, pero mañana a las ocho de la noche te quiero en la sala principal de la casa.
-Como usted ordene padre.
-Mi hermana salió llena de rabia y dolor, se internó en el jardín, yo fui tras de ella, cuando llego cerca de las caballerizas, silbo, imitando el canto de un pájaro, a los pocos minutos salió Heraclio, la tomo de la mano y se internaron en el huerto, ahora si podía escuchar lo que hablaron.
-Heraclio mi amor
- ¿Qué tienes vienes muy angustiada - ¿Acaso paso algo en la casona?
-No, no en la casa no pasa nada, es mi padre.
- ¿Le pasó algo acaso esta...?
-No, no a él no le paso nada, pero quiere obligarme a casarme con un hombre que ni conozco.
-NO, NO EL NO PUEDE HACERNOS ESTO, NO PUEDE YO TE AMO CON TODA EL ALMA. YO NO PUEDO VIVIR SIN TI.
-Si tú te casas con otro yo me mato
-No, digas eso, ni siquiera lo pienses, voy hablar con mi madre quizás ella nos ayude.
-No, no lo hagas si sabe lo nuestro, me van a correr y ya nunca te voy a poder ver.
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