Parte / 35
-Pero al menos si me lo hubieras dicho, te juro que no hubiera mancillado tu cuerpo, hubieras permanecido virgen para el señor, pero te juro que ya nunca te voy a tocar, es más desde esta misma noche cambio mis pertenencias a otra recamara.
-No, no quiero que la servidumbre empiece a murmurar.
-Eso que importa mujer yo lo que quiero es tu tranquilidad.
-Ella levanto sus grandes ojos negros anegados en lágrimas, y agradeció el gesto de su marido, él inmediatamente empezó a cambiar sus partencias personales a otra de las recamara al lado de la de ella, total lo que sobraban eran recamaras en la casa, el sentía un alivio no dormir con su esposa.
-Los sirvientes se sorprendieron que los recién casados durmieran separados, pero pronto lo vieron normal ya que los esposos no daban de que hablar se trataban con respeto, la mujer estaba muy involucrada en todo lo referente a la iglesia pasaba gran parte de su tiempo en los asuntos espirituales, Fabián respiraba tranquilo, así como el respetaba los asuntos de su esposa ella tampoco se metía con los de él, los dos se veían felices con su privacidad, pero algo llego a romper esa tranquilidad.
Tenían dos meses de casados, cuando Paulina un buen día al despertar sintió un tremendo mareo y ganas de volver el estómago ella corrió al baño vomito un agua amargosa de color amarillo, eso no fue todo, cuando tomo su desayuno nada se le quedo en el estómago, una mujer alrededor de los cincuenta años que la había cuidado desde su nacimiento que la seguía cuidando después de casada, le dijo.
-Hay niña, esas son señales de que Dios te está premiando, pronto va a alegrar esta casa un niño, pronto vas a ser mamá.
Paulina se alegró, ella lo vio como un milagro ya que con una sola vez que estuvo con su marido Dios le mandaba un hijo, ella lo iba a preparar desde su nacimiento para que sirviera a Dios ya que ella no pudo cumplir su deseo.
A Fabián también le dio gusto, con ese hecho tapaba las habladurías que se pudieron haber suscitado entre los empleados por no dormir en la misma recamara de su mujer, el embarazo no impidió que Paulina siguiera con su vida llena de compromisos con la iglesia, Fabián cada quince días salía a un lugar que solo él conocía, salía el viernes y regresaba el domingo, su mujer nunca le preguntaba a donde es que se iba, a ella no le interesaba la vida privada de su marido, mientras no se metiera en sus asuntos.
El párroco de la iglesia le llamó la atención.
-Paulina está muy bien que cumplas con los deberes de la iglesia, pero tu marido también es muy importante, no lo descuides, él se puede aburrir y buscar consuelo en otra cama con alguien que le de lo que no encuentra en su casa.
-Padre Everardo, no se preocupe todo en mi hogar marcha muy bien, Fabián y yo estamos muy bien.
-Bueno hija si tú lo dices así debe de ser.
Ella siguió con sus actividades, lo que nunca se pregunto es con quien satisfacía su marido sus necesidades sexuales, ella en su mundo de Dios creía firmemente que él también se mantenía casto para Dios, su embarazó transcurrió bien hasta los siete meses, ella estaba demasiada avanzada, varias mujeres compañeras de la iglesia cuchicheaban a espaldas de ella diciendo.
-Pues Paulina será muy devota y espiritual, pero creo que se comió la torta antes del recreo (así se dice en México cuando tienen relaciones antes del matrimonio y salen embarazadas), este niño ya está por nacer.
Pero pese a las habladurías el niño no nacía, llego a los ocho meses y la pobre mujer tenía un estomago enorme y los comentarios no se dejaban esperar.
Pobre mujer que estomago tan grande tiene, ni yo me puse así, cuando estaba en espera de los gemelos, Fabián y toda la familia ya estaban preocupados, pero el doctor decía que todo estaba bien, que posiblemente eran dos y no uno.
-Llego el gran día Paulina a altas horas de la madrugada, la despertaron las primeras contracciones, inmediatamente fue a la recamara de su marido toco la puerta, este inmediatamente contestó.
- ¿Quién es?
-Soy yo, Paulina
-Este inmediatamente se precipito a la puerta y la abrió
- ¿Qué pasa estas bien?
-Creo que se nuestro hijo ya viene.
-Vamos a tu recamara, voy por el doctor inmediatamente, le voy a hablar a Natalia para que te conforte, (su nana).
Fabián llego hasta la recamará de la mujer, en cuanto tocó la puerta la mujer salió vestida.
-Natalia creo que ha llegado la hora, ¿puedes quedarte con ella mientras voy por el doctor?
-Sí señor, voy volando.
- ¿Crees que sea necesario hablarles a nuestros padres?
-Creo que es lo mejor, uno nunca sabe
- ¿Crees que corra peligro?
-No, no señor, solo que ella se sentirá más tranquila si su madre esta con ella.
-Tienes razón, por favor encárgate de avisarles por teléfono, yo voy por el doctor.
Fabián llego con el doctor, el rápidamente reviso a la mujer y dijo que efectivamente ya venían las criaturas y aconsejo al marido.
-Señor es mejor trasladar a la paciente al hospital, por el tamaño del estómago, no se puede saber si son dos productos o unos, y si ese es el caso es un bebe muy grande y quizás necesitamos hacerle una cesárea.
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