La mujer haciéndose la sorprendida le respondió

-Perdóneme señor, pero no sé qué asunto lo trae por aquí, - dijo la mujer fingiendo no reconocerlo.

-Mire señora no finja que no me reconoce, yo pague una fuerte suma de dinero por una de sus pupilas y que paso en la primera oportunidad que tuvo se regresó, EXIJO QUE SE ME REGRESE MI DINERO.

-Señor disculpé, ya lo recordé usted se llevó a Lourdes, pero le juro que ella no está aquí, puede pasar a revisar.

-No, hay necesidad de eso, tampoco la voy a tener a la fuerza, pero regréseme el dinero.

-Señor comprenda no se le puede regresar su dinero; es mejor que se vaya, yo estoy muy bien relacionad con las autoridades

- ¿Me está amenazando?

-Sólo es una advertencia

-Está bien señora, pero dígale a la perdida de Lulú, que no quiero verla nunca más, que ni siquiera se le ocurra volver a la casa.

-Con esa acción Eduardo quedaba libre de sospechas, por si se les ocurría averiguar el paradero de la mujer y  su amante, esa misma tarde el hombre fue a confesar su horrible crimen ante un sacerdote, a una iglesia muy lejos de la que él su familia iban, al párroco no le quedó más remedio que absolverlo de su culpa dejándole una penitencia muy severa, cuando termino de confesar su culpa recibió la sagrada comunión, con ese acto quedaba lavada su culpa cuando paso el sacristán con el canasto recolectando la limosna de los feligreses, el deposito un sobre con una gran suma de dinero, con eso quedaba su conciencia limpia de todo pecado.

-Afortunadamente mi hermano Eduardo escarmentó lo que le quedo de vida lo dedico a amar a su esposa y a sus ocho hijos e hijas con que Dios lo bendijo, como premio a su sincero arrepentimiento.

-Una tarde después de comer me retiré al cuarto secreto, mis padres estaban en su recamara, en vez de dormir mi padre le contó a mi madre el terrible secreto de su hijo, y así fue como me di cuenta de la terrible culpa de mi hermano. Ese mismo día a pesar de mi corta edad diez años para ser exacta, empecé a escribir todo lo que escuchaba al otro lado de la puerta. Cuando cumplí dieciocho años me regalaron este cuaderno copié todo de lo que me enteré en mi cuarto secreto.