Parte/ 22
De todas maneras, hay que cerciorarnos de que si por casualidad vuelve no entre a la casa, llévame a donde están los cuerpos.
-Si padre vamos, no es una vista muy agradable.
-Los dos hombres entraron al baño, y como dijo su hijo en verdad era un cuadro terrorífico, en la tina de baño estaban los dos cuerpos con varios agujeros en su cuerpo dejado por las balas de Eduardo, como ya habían pasado como dos horas del suceso el agua de la tina con la sangre despedía un olor nauseabundo.
¿Dónde está tu carro no lo vi cuando llegué?
-Nunca lo dejo a la vista, no quiero que nadie me asocie con ella
-Ten mis llaves de mi coche llévalo junto al tuyo ahora con más razón no los deben de ver.
-Está bien padre.
A los pocos minutos regreso Eduardo junto a su padre.
-Mira hijo, tu eres químico, sabes cómo disolver un cuerpo, ¿Cuánto ácido Sulfúrico se necesita para disolverlos a los dos?
Eduardo le dijo la cantidad de ácido sulfúrico
-Hijo mientras yo voy al laboratorio por el ácido, tu desaparece todas las pertenecías de la mujer, que no quede nada, escribe una carta dirigida a ti, donde diga que se va con su amante, para que la sirvienta no tenga ninguna duda de que en verdad se fue con este hombre, voy por el ácido.
-Gracias padre. Con lágrimas en los ojos Eduardo abrazó a su padre, vamos hijo no hay tiempo que perder, atranca la puerta por dentro para que si por casualidad llega la sirvienta.
Cuando su padre cerró la puerta tras él, Eduardo arrastró un pesado mueble y lo puso en la puerta, enseguida fue a sacar todas las pertenencias de la mujer, tuvo mucho cuidado de no dejar nada de ropa ni calzado, recogió todo y no dejo absolutamente nada, llevo todo hasta el fondo de la casa donde había un pozo muy profundo de donde se abastecían de agua para las necesidades, un hombre iba de dos veces por semana a regar los árboles cuando no llovía y recogía la fruta.
Arrojo todas las pertenencias de la mujer, lo único que no volcó en el pozo fueron las joyas que él le había regalado que no eran pocas.
En menos de media hora llego su padre con dos galones de ácido sulfúrico, toco la puerta Eduardo se cercioró que fuera su padre y no la sirvienta, rápidamente retiro el pesado mueble abrió la puerta, dando paso a su padre, este entro y fue directo al baño, Eduardo después de poner el pesado mueble en la puerta, fue tras su padre, este se puso una mascarilla en la cara y le dio otra a su hijo, enseguida se quitó el saco y la camisa metió la mano a la tina y quito el tapón, inmediatamente empezó a irse el agua por desagüe, cuando ya no quedaba nada de agua acomodaron los cuerpos y les dieron su último baño, pero este fue de ácido sulfúrico puro, poco a poco se fueron disolviendo los cuerpos.
Los dos hombres salieron del baño, y cerraron la puerta muy bien su padre le dijo.
Los cuerpos como tú lo sabes van a durar de dos a tres días en disolverse, es preciso que la sirvienta no entre a la casa ni ella ni nadie, lo entiendes te tienes que quedar en la casa, yo tengo que volver con tu madre.
-Eduardo quedo solo en la casa, ese había sido su sueño, dormir dos días seguidos con su amada, pero ella ya no estaba en este mundo, a cada hora que pasaba Eduardo iba sintiendo menos culpa, se repetía una y otra vez que la mujer se merecía la muerte, regreso al baño, se puso la mascarilla abrió la puerta y entro, el ácido ya había hecho parte de su trabajo, los cuerpos estaban irreconocibles, él mojo los cuerpos pues sabía que el ácido con agua disolvía más rápido la carne, todavía recordaba sus clases, cuando el maestro llevo a un cerdo muerto y lo pusieron en ácido, después de unas horas le pusieron agua para que el efecto fuera más rápido, con esa acción los cuerpos iban a desaparecer en doce horas y no en dos días o más.
Eduardo se fue acostar a la recamara de huéspedes no quiso dormir en la recamara principal donde dormía con su amada, tan solo de pensar en que la mujer que tanto amaba se revolcaba sabe Dios con cuántos hombres le daban ganas de volverla a matar, casi no pudo dormir ya que en cuanto pegaba los ojos lo sobresaltaba la escena viéndose a sí mismo disparándole a la pareja de infieles, por fin se quedó profundamente dormido, unos golpes en la puerta lo despertaron, con mucha cautela miro por la ventana y se quedó petrificado en la puerta estaban dos mujeres del burdel las reconoció inmediatamente, fue hasta la puerta para escuchar lo que decían.
- ¿Por qué no habré? Se le habrá olvidado que íbamos a pasar por ella para ir al zócalo y a la villa de Guadalupe.
-No lo creo ella era la más entusiasmada en ir.
-Oigan y no se habrá ido con el gañan, ese que la anda molestando.
-Que molestando ni que nada, ella le da entrada.
-Lo que pasa es que está muy joven y el señor Eduardo está muy viejo para ella
-Así es, pero puede perder todo nada más por una calentura.
-A poco tu nunca has tenido de dos amantes
-Bueno sí, pero no con tanto dinero como tiene don Eduardo, nada más hay que ver la casita y todas las joyas y ropa linda que le ha comprado y el dinero que le da, a mi si me saliera un viejo como él, se me quitaba la calentura por otro hombre.
-Bueno vámonos que se hace tarde ya nos dirá a donde se fue la muy libertina como sabe muy bien que don Eduardo no viene se da la gran vida.
Una mujer tomo una piedra y con ella toco la puerta con más fuerza.
-Ya Otilia deja de tocar, ni que estuviera sorda para no oír, esta se ha de a ver ido desde anoche, pero cuando la vea me va a oír.
-Vamos pues que se hace tarde.
Eduardo se quedó escuchando como los pasos de las mujeres se iban perdiendo poco a poco, cuando ya no escucho nada respiro tranquilo.
A los pocos minutos escucho otros toques en la puerta.
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