Parte/21
-Si acepto, pero cuando tu regrese de tu viaje de bodas, si tu regresas después de que te hayas casado, me voy contigo.
Eduardo se casó, se fue de viaje de bodas con su esposa Estela, la primera noche fue mágica para Estela, él fue cuidadoso con ella sabía que ella no sabía nada sobre las artes del sexo, pero él ya había probado los placeres prohibidos que Lulú le brindaba, para Eduardo fueron las dos semanas más largas de su vida, pero por fin terminaron a él le urgía volver a los brazos de su amor prohibido, esa misma noche hablo con la dueña del burdel y dueña de las mujeres, pago una alta suma de dinero, por la mujer salieron de la casa sin voltear hacia atrás.
El la instaló en una pequeña casita de su propiedad en las afueras de la ciudad, una mujer iba atender sus necesidades poseía las cualidades que debe tener una buena empleada servicial, pero sobre todo discreta ciega y sorda.
Todo marcho bien, para Eduardo con su doble vida, pero Lulú era joven, a los pocos meses se aburrió, le hacía falta el bullicio la fiesta sus amigas, Eduardo no podía exhibirse con ella, ni los costosos regalos que Eduardo le hacia la hacían salir de su aburrimiento.
Después de todo Lulú no conocía otra vida, su madre había sido una famosa prostituta de esa misma casa, por un descuido salió embarazada, ni siquiera supo quién fue el padre, esa niña trajo un poco de luz a la casa del pecado, era lo único puro que había en esa casa las mujeres volcaron su amor, algunas de ellas vieron logrado su deseo de ser madres, aunque la niña no había salido de su vientre.
La inocencia de la niña duro poco, a los doce años la niña ya tenía un cuerpo muy bien formado, su madre murió trágicamente en un accidente, la niña quedo a merced de la dueña de la casa, Lulú estaba a punto de cumplir los trece años la mujer la vendió al mejor postor, desafortunadamente a Lulú le gusto esa vida le gustaban los regalos, los paseos con las demás mujeres de la casa. Ella veía en cada mujer de la casa la figura de su madre, porque todas esas mujeres la cuidaron, es por eso que cuando su madre falleció, ella no la extraño, tenía varias madres sustitutas.
Tuvo muchas maestras en el arte del amor, le enseñaron como seducir a los hombres y que hacer para que los hombres enloquecieran para desear solo sus caricias, que fue lo que paso con Eduardo; Lulú soborno a su empleada para salir por las noches; en una de esas salidas conoció a un hombre joven, ella se enamoró, ella sentía con el hombre sensaciones nunca antes sentidas, primero veía a su amor fuera de su casa, pero después se hizo descuidada, el hombre la empezó a visitar en su casa, ella quería huir, pero el hombre era un sinvergüenza a él solo le interesaba el dinero que ella le daba, cuando ella le decía que se fueran lejos, él siempre le decía que esperara un poco más.
-Cuando, el hombre se quedaba a dormir mandaba a su criada a su casa, como está estaba para obedecer la dejaba sola. Una de esas noches, los amantes estaban haciendo el amor desenfrenadamente, era un fin de semana ella estaba segura que Eduardo no iba ya que los destinaba a su esposa que a esas alturas esperaba a su primer hijo, pero se equivocó, ese fin de semana Eduardo llevo a su mujer a la casa de sus padres, todos iban a ir de paseo a la Marquesa él puso de pretexto que tenía que hacer un breve viaje de negocios a una ciudad vecina, quedando de pasar por su mujer el lunes, estaba seguro que iba a darle una grata sorpresa a Lulú ya que la pensaba llevar a pasear como muchas veces se lo había pedido, pero el sorprendido fue él.
Llegó intempestivamente, llevado por la pasión que sentía por su amante, entro a la casa y se dirigió directamente a la recamara, no la encontró, tampoco estaba la sirvienta, se preguntaba en dónde podía estar, de pronto escucho unas risitas apagadas de un hombre y de ella, se dirigió hacia el baño que era de donde provenían las risas, lo que vio lo lleno de cólera, ahí en la tina del baño estaba su mujercita con un hombre joven, sin nada de ropa, jugando con el hombre como nunca había jugado con él, se llenó de cólera metió su mano entre sus ropas y saco una pistola y sin pensarlo disparo a los dos cuerpos desnudos, gruesas lagrimas salían de sus ojos él amaba con todo el alma a esa mujercita.
Cuando se sereno un poco miró los dos cuerpos inertes el agua de la tina estaba tinta en sangre, fue cuando supo la magnitud de lo que había hecho, él no sabía que hacer su cerebro no reaccionaba, en su mente solo aparecía su nombre en todos los diarios de la ciudad y del mundo entero, crimen pasional cometido por el distinguido empresario Eduardo Takumi Valenzuela.
-Lo único que acato hacer fue llamar a su padre por teléfono.
-Padre te necesito ven inmediatamente a mi casa que está afuera de la ciudad es muy urgente que estés aquí.
- ¿Pero hijo que pasa Estela está bien?
-Sí padre los dos estamos bien, ven pronto por favor.
No paso mucho tiempo cuando su padre llego, este le abrió la puerta y el cerro tras de él.
-Padre necesito tu ayuda, he pecado, he cometido un horrible pecado, he faltado a la ley de Dios.
-Por Dios hijo cálmate, que fue lo que hiciste tan grave, habla por favor.
-En pocas palabras le conto su falta, de su locura de amor, su padre quedo anonadado, no lo podía creer su hijo tan cauto para todo.
-Pero hijo Cómo pudiste perder el control así, yo no te di ese ejemplo.
-Unas de las cualidades del señor Makumi, era la de no perder el control, medito la situación y pausadamente dijo.
-Vamos hacer esto bien, ¿No hubo testigos?
-No padre la sirvienta no está, creo que va a llegar hasta el lunes.
- ¿Crees, no estás seguro?
-La verdad no padre, pero si esta impúdica mujer estaba con su amante es seguro que le dijo que se fuera para que no fuera testigo de su infidelidad.
Parte/22
De todas maneras, hay que cerciorarnos de que si por casualidad vuelve no entre a la casa, llévame a donde están los cuerpos.
-Si padre vamos, no es una vista muy agradable.
-Los dos hombres entraron al baño, y como dijo su hijo en verdad era un cuadro terrorífico, en la tina de baño estaban los dos cuerpos con varios agujeros en su cuerpo dejado por las balas de Eduardo, como ya habían pasado como dos horas del suceso el agua de la tina con la sangre despedía un olor nauseabundo.
¿Dónde está tu carro no lo vi cuando llegué?
-Nunca lo dejo a la vista, no quiero que nadie me asocie con ella
-Ten mis llaves de micoche llévalo
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro