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Parte 12



-Mi nombre es Tatsuki Takumi, pero como al personal se le hacía difícil pronunciarlo doña Meche me puso Tachito.

-¿Y dígame Tachito es usted católico?

-'No, yo practico el budismo

-Qué bueno que me dice eso, mire Tachito, yo fui criada en la religión católica, y creo que antes de que nuestro noviazgo avance más quiero terminar con usted, si usted quiere podemos ser amigos, pero nada más.

-¿Pero por qué? ¿Yo a usted la quiero mucho y creo que usted también me quiere? ¿Por qué está tomando esa decisión tan drástica?

-Mire Tachito mis padres nunca van a permitir que yo una mi vida con una persona que no tenga las mismas creencias que yo

-Si ese es el problema, me convierto al catolicismo.

-Usted haría eso

-Por estar a su lado soy capaz de hacer cualquier cosa que usted me pida.

-Pues cuando usted se convierta al catolicismo seguimos nuestra relación.

-Le pedí, orientación a don Eduardo.

-Don Eduardo ¿Qué tengo que hacer para convertirme al catolicismo?

- ¿Te quieres volver católico?

-Si don Eduardo, quiero ser católico

-No sé cuáles sean tus motivos para convertirte en católico, yo como católico me da gusto por esa decisión y lo primero que tienes que hacer es bautizarte, vamos a ir con el párroco para que te oriente.

Así lo hicimos esa misma tarde, fuimos a la parroquia, me hizo unas preguntas y en ese momento me bautizó, don Eduardo fue mi padrino, así sin ceremonias el párroco me vertió el agua bautismal con el nombre de José Tatsuki, mi nombre cristiano es José. Me dio mi acta bautismal, la próxima vez que volví a ver a Olivo le mostré mi acta de bautismo, desde ese dia adquirí el compromiso de cumplir con todas las obligaciones de la iglesia, entre ellos asistir a misa todos los domingos y prepararme para hacer mi primera comunión.

-No sentí que traicione a Buda después de todo él fue un gran hombre al igual que cristo los dos lucharon por el mismo ideal salvar a la humanidad, después de ese paso pedí la mano de Olivo sus padres pusieron un año de plazo, en ese año con todos los ahorros que tenía a lo largo de los seis años que llevaba trabajando, compre una casa y los muebles al gusto de mi amada, así fue como a la edad de veinticuatro años me convertí en el esposo de la señorita Olivo Valenzuela Acosta, cuando contraje matrimonio don Eduardo de regalo de bodas, me hizo socio de la fábrica por lo cual recibía un sueldo muy atractivo, para mi nuevo estado de vida.

-A los nueve meses de haberme casado nació mi primer hijo, mi mujer salió muy fértil, cada año nacía un hijo en total tuvimos doce hijos, mi mujer salió embarazada por treceava vez, pero ese niño no llegó a nacer, a los cuatro meses de embarazo lo perdió, debido a eso le fue retirada la matriz y por fin se cerró la fábrica de hacer niños, todavía éramos jóvenes cuando mi mujer se recuperó, fue cuando verdaderamente goce mis noches maritales sin el miedo de que mi mujer quedara embarazada, como en México no es como en Japón que era lícito tener a una concubina llamadas geishas para ayudar a las mujeres a compartir las tareas maritales.

-Planeamos un viaje mi mujer y yo queríamos ir a Europa y de allí viajar a Japón yo quería ir a mi aldea quería volver a ver a mi familia abrazarlos y darles algo de lo que la vida me había dado, cuando ya teníamos todo listo para viajar, estalló la segunda guerra mundial, ya no pudimos viajar. Una noticia estremeció al mundo la guerra había terminado, pero con un final escalofriante al menos para mí, los americanos habían lanzado una bomba atómica a Hiroshima esa ciudad quedaba cerca de mi aldea las noticias eran escalofriantes, se decía que miles de personas habían muerto y las que quedaron vivas estaban con quemaduras en todo el cuerpo, yo inmediatamente viaje a Japón, quería ver con mis propios ojos aquel desastre, quería buscar a mis seres queridos.

-Viajamos mi hijo mayor y yo, cuando llegamos al lugar las noticias se habían quedado cortas, la ciudad ya no existía era pura muerte y destrucción, fuimos a la pequeña aldea donde había pasado mis primeros dieciséis años, un dolor atravesó mi corazón, de la aldea no quedaba nada, todos mis seres queridos habían fallecido, mi hijo fue mi pilar para soportar ese dolor tan terrible, mande hacer un pequeño monumento en el lugar donde había estado mi hogar con los nombres de mis padres y mis hermanos.

Cuando regresamos a México mi hijo y yo, mi esposa me conforto, pero las malas noticias no terminaron, súbitamente don Eduardo murió de un ataque al miocardio a la edad de setenta y cinco años, a mí me llegó un aviso para estar presente en la lectura del testamento don Eduardo me había incluido en su herencia.

-El dejó todos sus bienes materiales a su esposa y a sus dos hijos, a mi se me entregó un sobre, yo creí que era dinero, pero cuando abrí y vi el contenido del sobre me quede sin palabras, me había dejado la fórmula para hacer el jabón, eso valía, muchísimo dinero, yo mismo fui testigo de las varias veces que se la quisieron comprar, siempre le ofrecían mucho dinero, le llegaron a dar cheques en blanco para que el pusiera la cifra, pero él siempre se negó a venderla, junto con el documento había una emotiva carta donde me decía que desde que me vio en el barco tan frágil tuvo el deseo de protegerme, que me quiso como a un hijo más, yo también lo quise como a mi segundo padre eso fue para mí.

-Su esposa doña Inés no soporto la ausencia de su esposo por mucho tiempo, al año de que don Eduardo murió ella también falleció,  su hija Lourdes se casó con un brasileño, por ese motivo ella se fue a radicar a la ciudad de Brasilia.

A su hijo no le interesó la fábrica, él se había convertido en un exitoso arquitecto, eso le robaba todo su tiempo, por ese motivo me vendió la parte que correspondía a su padre, convirtiéndome en el único dueño de la fábrica, también me dijo que iba a vender la casa donde habían vivido sus padres, me dijo que si me interesaba podíamos llegar a un acuerdo y darme un buen precio, ya que él muy pronto se iba ir a vivir a Canadá donde tenía varios proyectos de trabajo, por supuesto que le tome la palabra y compre la propiedad.

Yo quise retribuir algo al hombre que me había dado todo sin pedir nada poniéndole a mi hijo su nombre Eduardo, él estudió química, mi segundo, Tatsuki, estudió contador público, Tanaka, era el nombre de mi padre, y ese fue el nombre que llevó mi tercer hijo, el estudió relaciones industriales, esos tres hijos se involucraron en la fábrica, con su ayuda pronto nos convertimos en un emporio, mi esposa y yo cumplimos cincuenta años de feliz matrimonio, ese día me retire de la fábrica la puse en manos de mis tres hijos, me despido de todos ustedes con un consejo, nunca renuncien a sus sueños, todo se puede hacer solo se necesita tener el deseo de hacerlo, si tu país no te da lo que necesites para ser feliz, no tengas miedo en cruzar fronteras, quizás en otro país encuentres lo que tu país te niega.

-La lectura termina con una fotografía de mi antepasado estaba con su querida esposa Olivo rodeado de todos sus hijos, nietos y bisnietos, los que vivían en ese tiempo, era una foto de su cincuenta aniversario de bodas, se veía feliz, por mi cuerpo corría sangre japonesa, aunque haciendo cuentas yo pertenecía a la sesta generación, yo venía siendo trastaranieta, según el diccionario de la real academia española, mi antepasado más cercano o sea mi tatarabuela, era hija de mi antepasado, yo no sabía nada de ella, me tocaba investigar cómo había sido su vida, mi antepasado no ahondó en su vida privada, el sólo hablo del origen de su fortuna, pero a quién preguntarle la mayoría de toda esa generación estaban muertos, pero no me iba dar por vencida, afortunadamente mi bisabuela todavía vivía, aunque no estaba segura de que su memoria funcionara como para recordar eventos pasados.


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