Capítulo 9
El alfa lo miró boquiabierto, se quedó en shock al escucharlo decir esas palabras que no tenían sentido. No dejó de mirar a Vítale mientras lo llevaba hacia el escritorio.
— ¿No vas a decir nada? — hizo que se inclinara sobre su abdomen.
— ¿Me dolerá? — dejó que Vítale le bajara los pantalones, dejando su trasero al aire.
— Sólo un poco — colocó una de sus manos sobre las nalgas de éste, y luego la dejó caer de manera repentina — ¿Por qué no estás gritando? ¿Esto te excita?
— ¿No? — apretó los puños en el instante que otra nalgada cayó sobre su trasero.
— ¿Entonces porque no estás corriendo? ¿Quieres que pare? — le dio otras dos y éste negó con la cabeza — ¿Quien iba a decir que el alfa hablador serian tan masoquista?
— Estoy a punto de largarme lejos de éste lugar si usted sigue hablando — sus manos fueron sujetadas, y luego amarradas detrás de su espalda con una corbata — ¿Qué se supone que está haciendo?
— Voy follarte con las manos amarradas — dijo, con obviedad — Y no voy a lubricarte.
— ¿Qué? — Sólo sabe que escuchó el pantalón de su maestro caer al suelo, y que ya lo tenía dentro de él de una sola embestida — Mierda, mierda y más mierda.
Ni siquiera se podía mover, las manos del omega estaban sobre su cuerpo, manteniéndolo aprisionado contra el escritorio para que no hiciera nada. Su cabello le molestaba con cada embestida que llegó, las cuales fueron dolorosas al inicio. Las manos de sus brazos, cuello y manos se mostraban por la fuerza ejercida en ellos.
Era doloroso, pero le gustaba de cierto modo que el omega no fuese con cuidado, sus ganas de volver a vomitar se marcharon por completo y sólo se concentro en que tenía a su profesor de psicología embistiéndolo, las clases que tenía ese día se quedaron en el olvido, ya después se las arreglaría para copiarlas en su cuaderno o le diría a sus amigos.
Abrió un poco más las piernas y apoyó su mejilla contra la superficie fría del escritorio y dejó salir leves jadeos, los que reprimía para que nadie escuchara lo que estaba pasando en ese salón de clases.
El omega detrás de él no se quedaba atrás también estaba sufriendo por tener que retenerse, sólo esperaban que el escritorio no pagara por su calentura. Sus pies apenas y llegaban al piso, se mantenía de puntas sin dejar de mirar a la nada. Se sentía más que bien el tenerlo dentro de él que se preguntó si tendrían otra vez ese encuentro.
Una de las manos de su profesor llegó hasta su entrepierna, masturbándolo, buscando ese preciado orgasmo.
Contrajo su interior, apretando de más el miembro del mayor, y logrando que éste se corriera. Sus manos fueron desatadas, la frente del mayor se posó sobre su espalda y juego la besó.
— ¿Prestarás más atención a mi clase? — Salió lentamente — ¿O tendré que castigarte más a menudo?
— Me quedaré con los castigos si son de ésta manera — se terminó de quitar el pantalón, el cual había estado en sus tobillos — Prestaré menos atención ahora.
— Mathew — golpeó su pierna — Ahora súbete los pantalones y no me hagas enojar.
— Estoy muy cansado — apoyó uno de sus brazos sobre sus ojos — Hazlo por mí.
Vítale rodó los ojos y le puso el pantalón junto con los zapatos y medias, tomando su brazo para bajarlo.
— No le digas a nadie sobre esto — el alfa frunció el ceño — Sabes lo que pasaría si esto llega a oídos del decano. Pierdes cualquier oportunidad de conseguir una beca fuera de aquí si eres expulsado y yo pierdo cualquier oportunidad de trabajo.
— Tiene razón — se arregló la polera — Nos veremos por ahí.
— No te pongas de esa manera, Mathew — lo agarró por la cadera — Todavía me sacas de mis casillas y no entiendo la razón por la que me llevas la contraria siempre.
— Es lo más emocionante que he encontrado en éste lugar desde que llegué, porque usted no se queda atrás cuando se trata de ponerme en ridículo ante los estudiantes.
— Sólo vete — lo soltó — Debe de reponer las demás clases que tienes pendiente.
El menor torció los labios y fue hacia donde estaba su mochila, y salió cerrando la puerta con un fuerte golpe. Caminó mirando hacia todos los lados, sosteniéndose de las paredes para no caerse porque sus piernas le estaban fallando.
No fue a sus clases restantes, le pidió a sus amigos que le pasaran los apuntes y se concentró en que en su familia estaban pasando cosas de las que no tenía la más remota idea. Por un momento tuvo deseos de romper el teléfono cuando no encontró las respuesta con nadie de su familia, sólo Aiden le dijo que no se preocupara que ya todo estaba solucionado. Como si él fuese a creer algo tan estúpido.
El dolor punzante que había estado sintiendo en su trasero dese que salió del aula de su maestro, ahora lo sentía menos débil. Ventajas de ser un raza pura. Y hablando de eso...
Su celo estaba estancado, y ya sabía a qué se debía todo eso a que su alma gemela estaba cerca. Maldecía una y otra vez a Alexander por ser tan estúpido y a él mismo por caer en las redes de alguien que estaba a nada de casarse.
Rodó en la cama, y miró su teléfono cuando sonó y el nombre del omega apareció de inmediato. Era media noche cuando supo porque le estaba mandando mensajes. Se puso de pie arrastrando los pies hasta la puerta y la entreabrió, poniendo los ojos en blanco al verlo con un pasamontaña.
— ¿Se puede saber porque razón estás aquí? — Ni siquiera abrió la puerta para que entrara — Ya todo se terminó entre ambos y tengo que decirte que no seré tu amante de una noche otra vez.
— ¿Podemos hablar? — Miró hacia el corredor — No puedo hacerlo aquí en donde todo pueden mirarme.
— No, por mi puedes irte a la mierda — gruñó — Debiste de decirme que estabas a punto de casarte y no dejar que me hiciera ilusiones contigo.
— Nunca te mentí y tú tampoco me hiciste preguntas — logró quitarlo de la puerta y entrar — Te dije la verdad...
— ¿Entonces qué haces aquí si te vas a casar? — Lo empujó, para que cayera sobre la cama — Entiende que prefiero morir solo que contigo.
— No digas eso — lo agarró del brazo para que cayera sobre él — Vine hasta aquí para que hablemos.
— Y a tener sexo — puso ambas piernas a cada lado de su cuerpo y luego hizo que éste se acostara — ¿A qué has venido en realidad?
—A disculparme — Mathew levantó una ceja — Por todo, no creí que esta relación llegaría tan lejos y que estaríamos juntos por tanto tiempo. Recuerda que era solo algo de una noche en que yo cumpliría tus exigencias sexuales y llegó a algo más lejos.
— Díselo a alguien que crea en la basura que dejas salir de tus labios — apoyó su mejilla en la palma de su mano y miró la ventana — Es mejor que dejemos esto aquí, Alexander. Eres un omega que se casará con alguien y yo sólo soy un alfa que aun está en la universidad con veintitrés años, que sus padres lo mantienen porque no puede tener un trabajo.
— ¿Por qué no puedes tener un trabajo? — peguntó, pasando sus dedos por sus piernas.
— Pasaron muchas cosas cuando era un niño — se encogió de hombros — No te voy a hablar sobre eso.
— Eres un alfa muy fuerte...
— No me hables sobre eso — negó, con la cabeza — Nuestra relación se terminó por completo y es mejor que dejemos las cosas en el olvido, ya no podemos seguir juntos ni tener una amistad sin que me lleguen los recuerdos de que estás casado y que sólo fui chico estúpido que entró a una página para cumplir sus fantasías sexuales.
— No deseo casarme...
— Entonces no te cases, tienes treta y cuatro años y tus padres no pueden obligarte a hacer algo como eso — dijo, simple.
— No es tan fácil como lo crees y lo asimilas — Mathew se quedó en silencio.
— ¿Qué quieres decir con eso?
— Soy el único omega vivo en una familia de alfas — se sentó en la cama, dejando al menor detrás de él — Mi hermano mayor es un alfa que no se quedó a vivir para morir y cuando tuvo oportunidad huyó a Estados Unidos, incluso se puso el apellido de nuestra abuela materna al ver la clase de familia en la que estaba, años después nací yo, el tercer hijo varón y que para desgracia de mi padre naci omega — Desde que tengo uso de la razón las inyecciones de feromonas de alfa están en mi sistema para verme como un alfa delante de los demás.
— ¿Por qué no le pones un alto a todo esto?
—Nací con la mentalidad de que los omegas son débiles, los maltratos psicológicos continúan contestemente en mí, no es tan fácil como se ve... puede que me vea como alguien que sabe de todo, pero no soy fuerte... no cuando día y noche tienes a tu padre diciéndote lo que debes de decirle a todos — se sentía cansado de todo.
— ¿Ya fuiste con alguien para hablar sobre esto?
— No, ese es mi problema, no el de ningún psicólogo que no resolverá nada.
— Entiendo — pasó sus manos por la espalda del omega — Pero esto es algo que debes de hablarlo con alguien que esté capacitado para el cargo, no conmigo.
— Contigo se siente bien el hablar...
— Todavía no me dices la razón de tu casamiento — lo cortó — Muy triste la historia, pero a un no me convences del todo para que te perdone y no te termine de lanzar fuera de mi habitación.
— Para dejar de lado al fenómeno que tiene como hijo mi padre, esa es la razón, no hay otra — rió, carente de humor — Es un alfa de la mala vida, seré como su acompañante personal por así decirlo.
— Dile que no en el altar, mátalo o que se yo — propuso — No puedes casarte...
— ¿Si no me caso con él te quedarás conmigo?
— No, no puedo hacerlo — acarició su cabello — No puedo estar con alguien que no tiene la confianza en mi...
— Pequeño alfa, no me hagas esto, por favor...
— Lo siento, pero no deseo continuar con esto... debes de salir de tus problemas sin mi ayuda — se alejó de él — Tampoco puedo estar sin ti, pero no me pidas que confíe en alguien que tiene miedo de mostrarle su rostro a su alma gemela.
— Yo no...
— Por favor, vete y cuando seas lo suficientemente capaz de decirme lo que en verdad escondes detrás de esa mascara vienes a mí, mientras tanto, te deseo que seas feliz junto a ese alfa — sus labios temblaron — Yo seré con alguien más, sin importar que no sea mi alma gemela.
Alexander se puso de pie sin mirarlo, y él tampoco lo hizo. Se quedó en la misma posición en la que estaba y sólo cuando la puerta se cerró pudo quedarse a llorar en silencio.
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