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Capítulo 15

— Todo tiene una explicación, pero quita eso...

— Habla, estúpido alfa — apretó el cuchillo a un más en su cuello — ¿Por qué razón nuestro hijo está en cinta, si hemos intentado que tú salgas embarazado? — Frederick se quedó en silencio — ¡Responde!

— Estoy tomando algo para evitar eso... y también consumo de tus pastillas — los ojos de Aiden se tornaron oscuros. No era una buena combinación, las hormonas y el enojo que éste tenía — Omega...

— ¿Ahora me dices omega? — comenzó a respirar rápido — Más de dieciocho años juntos, tratando de que esto funcione y me sales con esta estupidez de que tomas de mis pastillas cuando tenemos sexo para no quedar en cinta.

— Por...

— Y lo peor de todo es que usaste a Yeray — el filo estaba a nada de traspasar la garganta del alfa — Eres una basura de lo peor.

— Déjame explicarte...

— ¿En dónde está? — Frederick lo miró sin entender — Lo que tomas junto con mis pastillas, ¿En dónde mierda está?

— En la caja fuerte — murmuró, y Aiden se alejó, pero sin dejar de apuntarle con el cuchillo — ¿Qué piensas hacer?

— Lo usaré — puso la contraseña y sacó el pequeño frasco que tenía una buena cantidad de líquido amarillo — No te me acerques en lo que te queda de tu perra y miserable vida, Frederick. Porque juro por mis cuatro hijos que te mato.

— No puedes enojarte por eso...

— ¡¿Qué no me enoje?! — Frederick nunca había visto a Aiden tan enojado — ¡Me mentiste durante todos estos años sobre esto, sólo porque no quieres sentir dolor cuando nace una vida! ¡¿Y de esa manera no pretendes que no me enoje contigo?!

— No te lo dije porque no deseaba que te pusieras de esa manera conmigo, ¿Crees que es fácil para un alfa como yo el tener que quedar en cinta? — Abrió los brazos — Mira como está Mathew por ese omega, y ni siquiera está marcado por él. Te enojas conmigo por todo, ¿Y se supone que deseas que esté en ese estado?

— Eso no es una justificación — negó, con la cabeza — Al final de todo terminaste mintiéndome de la peor forma posible.

— Omega, no hagas esto más difícil — se acercó — Te lo pido, podemos arreglar esto sin la necesidad de que lleguemos a un extremo que no podamos arreglarlo.

— Pues arreglarlo tú, se lo diré a Michael, éste se lo dirá a Jacob y se les armará la grande por ser unos alfas mentirosos — abrió la puerta y salió de la oficina de éste.

Lo primero que hizo fue llamar a su hermano, decirle que por una imprudencia suya debía de alejar a Michael de cualquier teléfono, sólo para que Aiden no le fuera con el chisme de que descubrió que podían quedar en cinta.

*****

Pasaron al menos unas semanas, y Aiden y Frederick no se arreglaron. Cada quien dormía en habitaciones separadas; Eliot y Damon no eran la excepción a eso, pero ya eran historias pasadas. Mathew los miraba, y se aburría más que ver al vecino con doble personalidad mirar a sus hermanos desde la ventana de su habitación, mientras que estos jugaban con los otros dos.

Ese niño se veía tan aislado de todos, y al perecer los padres de éste no hacían nada para impedir que estuviese en ese estado. Era como si no le importara. Un día, se acercó a la ventana cuando éste estaba distraído mientras miraba hacia su jardín.

— ¿Por qué miras tanto a mis hermanos? — El menor se asustó al verlo — ¿Te gusta alguno de ellos o ambos?

— No los estaba mirando — se sonrojó — Lo siento...

— Si, los estabas mirando — metió una de sus manos en la bolsa de frituras que siempre llevaba con él — ¿Cuántos años tienes?

— Tengo siete — miró hacia la puerta de su habitación — ¿Por qué está hablando conmigo?

— Porque siempre estás ahí mirando a mis hermanos, y quise saber quién es el acosador — dijo, obvio — ¿Seguro que no te gustan? Son muy guapos.

— Sí... ellos son muy guapos, pero mis hermanos me dijeron que no podía estar con ellos porque soy peligroso — dijo, rascándose el brazo — Por eso no salgo de mi habitación, sólo para ir a la escuela y de regreso.

— ¿Por qué eres peligroso? Un niño de siete años no puede ser peligroso, todavía hay que limpiarte los mocos — bromeó.

— Yo... soy... soy dos personas, bueno a veces. Cuando me hacen enojar — bajó la mirada — Mis papás dicen que nunca encontraré a mis almas gemelas...

— ¿A tus qué?

— Sus hermanos son mis almas gemelas, se lo dije a mis hermanos... y ellos se rieron de mí — sacudió la cabeza — Dijeron que ellos nunca se fijarían en mi, y es verdad... sólo usted me ha visto o sabe que existo.

— ¿Por qué tus padres te tratan de esa manera?

— Ellos no son Deltas... son lobos comunes y yo soy adoptado... bueno soy su sobrino — se encogió de hombros — Los deltas tienen un olor diferente, ellos no tienen nada.

— ¿Por qué me cuentas esto? ¿Y si voy ahora y le digo a tus padres lo que me acabas de decir?

— Cada vez que confío en la gente me tengo que mudar — comenzó a temblar — Debo de dejar...

— Hey, cálmate — se asustó — Sólo estoy bromeando, y debo de decirte que tal vez estás equivocado, mis hermanos quizás no son tus almas gemelas, es imposible que dos sean tus almas gemelas...

— Es posible... leí un libro... los primeros lobos, ellos eran cuatro... eran parejas — Mathew frunció el ceño — Eran un alfa, omega, Delta y Gamma... no estoy loco.

— No dije que lo estuvieras, pero le preguntaré a mi papá. Porque se supone que sólo existen los Alfas y los Omegas, tres especies más es imposible.

— Lo hicieron, pero los betas acabaron con todos los Deltas y s porque eran vanidosos — informó — Por esa razón fueron exilados, los betas son la creación de dos alfas teniendo... esas cosas que hacen los adultos.

— Eres un niño muy inteligente — miró hacia su casa — ¿Te gustaría salir alguna vez conmigo y ser mi amigo?

— ¿Quiere que yo sea su amigo? — sus ojos se iluminaron, y Mathew asintió.

— Pero primero deja de tratarme de usted, mi nombre es Mathew, ¿Y el tuyo?

— Sasha. Fue un placer hablar contigo... pero no le digas a nadie que estuvimos hablando, ni siquiera a mis hermanos o a los tuyos, por favor.

— Eso haré, nos vemos mañana a la misma hora — se despidió con un gesto de manos — Ahora vamos a seguir leyendo en la biblioteca, lo que me dijo ese mocoso parece ser real.

Dejó la bolsa vacía en el zafacón de la cocina, y rodó los ojos cuando vio a sus padres discutiendo otra vez. Apenas, tenía unos pocos mese de haberse mudado con ellos, ya se estaban matando. Aunque, su papá tenía la culpa al no decirle que podía quedar en cinta. Era sumamente divertido el verlos.

Tomó un tarro de helado, y una bolsa de frituras, haciéndolos a un lado y caminó hacia la biblioteca. En su camino, vio a los hijos de los vecinos de al lado jugar con sus hermanos, y en verdad olían diferente a Sasha, y hasta su actitud era diferente.

Tomó el computador de su padre, y se encerró bajo llave, dejó todo en el piso, y pasó las yemas de sus dedos por los libros, buscando los más viejos. Una contracción llegó de repente, y tuvo que doblarse un poco cuando se repitió.

— Otra vez... otra vez lo están haciendo — sus ojos se llenaron de lagrimas — Mi vida es una mierda en todos los sentidos.

— Mathew... responde — dijo Aiden, tocando la puerta.

— Estoy bien, mamá... sólo es lo mismo de siempre, nada que no pueda manejar con la ayuda del bebé — se limpió las mejillas — ¿Necesitas algo?

— El saber porque razón estás aquí.

— Necesito leer unos libros sobre el origen de los lobos... sólo eso, no hay nada de qué preocuparse — siguió caminando — Por favor, trata de llevarte bien con mi papá. Estamos cansados de tener que cenar comida rápida todos los días.

— Sigue soñando — sus pasos se alejaron.

— Serás una gran persona — acarició su vientre cuando ya todo se detuvo — Gracias.

No encontró los libros, por lo que terminó en los últimos estantes, tomó las escaleras cuando vio un hueco en la esquina. Sonrió cuando vio un libro escondido entre los demás, y lleno de polvo y algunas telas de arañas. Eso era asqueroso.

— Te encontré — lo sacó — Libro de la vida... vaya, está hecho a mano y escrito de la misma manera.

Fue hacia donde había dejado su comida, abrió la primera página, encontrándose con garabatos.

— Esta gente lo único que sabe es hacer basura — entrecerró los ojos y acercó el libro más a su rostro — Aquí están todos... y por último los betas. Esos desgraciados, mira que matar a los deltas y gammas, es caer bajo.

— No, fueron traicionados — Mathew dejó caer el libro justamente encima de sus frituras — Los s los traicionaron, y ellos cobraron venganza.

— Mis frituras — fingió llorar, sacando el libro de encima — Mira como quedaron por tu culpa, papá.

— Si, lo que sea. Para la próxima procura el quitarme las llaves maestras — cerró la puerta — ¿Qué haces aquí?

— Una tarea...

— Mathew, soy tu padre y haces todo menos tareas — le quitó el libro — Haces todo en tu computadora, y como te robaste la mía quise venir a ver que estabas haciendo.

— ¿O será que mamá te mandó y tú viniste para tratar de que te perdone? — Enarcó una ceja en su dirección — Seamos sinceros, en éste momento deberías de estar trabajando y no aquí.

— Debo de arreglar las cosas con Aiden y ya después regreso, ya en una semana saldrá tu hermano...

— ¿Y si es una niña? — Frederick se congeló — Es una niña, al fin una niña.

— Es un niño, no puede ser una niña — tomó el libro — Deja de decir estupideces...

— Ustedes han dicho siempre que es un niño, pero nunca han hecho un estudio para saber que es...

— Sigue con tu comida, por favor — pasó la página — ¿Qué es lo que deseas saber?

— ¿Por qué los betas estuvieron involucrados en las muertes de los Deltas y s? — Apoyó su cabeza en el hombro del mayor — ¿Por qué son tan malos?

— Ellos no tienen o tenían olor — Mathew probó un poco de helado — Eran la burla, y no sólo por eso... sino porque sólo podían ser concebidos por alfa y ellos no tenían sexo siempre — pasó la página — Solo existían dos betas, los demás nunca existieron como decían que lo hacían. Cuando fueron creados fue porque dos alfas hombres decidieron hacerlo... en ese entonces podían tener sexo padre e hijo, pero sólo una vez. De esa vez nacieron dos betas, y ambos fueron desterrados cuando se los culpó de las muertes de los gammas y los Deltas, pero fue mentira.

— ¿Por qué se les culpó?

— Los alfas y los omega tenían miedo de los gammas, son Lobos que pueden cambiar sus olores, pasar a ser un alfa y omega en cuestión de segundos si se lo proponen — suspiró — Los lobos comunes nacieron de los de los deltas y gammas. Los raza pura, al ver que estaban creando a humanos y a Lobos. Acabaron con ellos sin dejar rastros... los humanos desaparecieron por completo hace cientos de años, y nunca se supo de los gammas que quedaron vivos, pero sí que no quedaban Deltas... sólo he conocido a los vecinos...

— Ellos no son Deltas, son lobos comunes, lo sé. No me preguntes más, porque no puedo decirte — de terminó todo el helado — ¿Cómo sabes todo esto?

— Mi padre fue el primer alfa en nacer y mi madre también... ellos fueron los pioneros en esta mierda, antes de que mi madre decidiera jugar mal sus cartas y acabar con todo lo bueno.

— Gracias, papá. Te debo una.

— No es nada — beso si cabello — Ahora, ayuda a tu madre a terminar la cena.

— No quiero.

Frederick negó con la cabeza, y salió. Dejó salir un suspiro, acariciando su vientre.

— Si tu otro papá no te quiere, yo si lo haré.

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