Capitulo 8
Corro hacia el colegio. Está lejos y me arrepiento a la mitad del camino por lo que cojo un transporte público. Al llegar al colegio, entro por la puerta de la cancha y veo que han empezado a practicar.
Aun no me hablo con Micaela. Verán, cuando ella se enoja, hay que esperar cierto periodo de tiempo para no ser humillada por ella delante de todos. Es por eso que Dago está en una esquina con lentes puestos, su laptop en sus piernas y encorvado mirando en ella.
Llego hasta él. Mi respiración está entrecortada y casi no mantengo mi aliento. Dago levanta su cabeza y las cejas.
—¿Qué pasa?, ¡estás totalmente sofocada!
—Es que vine, como quien dice, corriendo. No importa, conecté el USB, ¿ha ocurrido algo?
—Mira mi mochila, —La levanto de al lado de sus pies—, Micaela me la llenó de pasta roja y todos mis cuadernos se ensuciaron.
—¿Qué? Ay Dago yo creo que esta vez sí va en serio. —Me siento al lado de él y trato de retomar el aire—. Mira como nos mira, de seguro nos quiere matar.
—Será mejor que hagas las paces con ella.
—¡De ninguna manera! Tú lo harás primero, todo es tu maldita culpa.
—Cuida tu vocabulario. —Abrió los ojos y dijo serio—. Mira, ¡Hey! ¡Entre, entre!
—¿A qué? ¡¿A qué entraste?! —Le topé el hombro varias veces.
—A su computadora...
Dago, sé que sabía de computadoras, pero no que era un genio. Me emocionó.
—Bien, deja ver... —Comenzó a teclear algo y después en una ventana apareció el escritorio tal y como lo había visto en la pantalla de Leo.
—Qué cosa más rara. Te juro.
—¿Me juras qué?
—Su programa, no veo nada aquí de lo que uso. No tiene Google Chrome, que estúpido es. No tiene ningún programa aquí. —Levantó las manos y señalo la pantalla.
—¿Eso quiere decir? —Lo miré a la cara, el me miró y después se rascó la cabeza.
Entró a una de las carpetas. Abrió un documento de notas con miles de códigos.
—Mara...
—¿Qué?
—Oh Dios.
—¿Qué, Dago, dime, que mierda pasa? —Le pregunté desesperada. A Dago le encantaba crear suspenso en mí. Y yo odiaba el suspenso.
—No lo sé, todos sus archivos se están borrando de la nada... no sé a qué botón le di.
—¡Detenlo Dago que me va a matar si le daño algo de ahí! —le gritó en el oído.
Dago está sudando. En la pantalla veo como de la ventana que se abrió de la carpeta que abrió Dago, cada uno de los documentos y elementos desaparecía. Hasta que se cerró.
Me miró y luego miro a la pantalla.
—¿Qué hago Mara? —Me preguntó con una mueca.
—Eh... —comienzo a chasquear los dedos, a ver si se me ocurre algo, no tenía idea de que podíamos hacer—, entra a mi carpeta, a la que dice MDR.
El dio un clic e ingreso a la carpeta. Estaban las dos, le pedí que entrara a la segunda carpeta, "Al Azar", a la que no había entrado antes. La carpeta se abrió y había fotos mías tomadas cuando estaba sentada en los escalones esperando a mi papá. Cuando estaba con Dago y Micaela en uno que otro lugar. Oh Dios. Dago está con la boca abierta. Me sigue a todas partes.
—Mara ese tipo está loco.
Micaela llega y dice:
—Dejen de hablar de mí, idiotas... —Esta sudada y con las mejillas rosadas, nos mira, y como estamos atónitos se acerca más—, okay... quiten esa cara que parece han visto un muerto.
Cuando se pone detrás de nosotros, ve las fotos mías tomadas sin yo darme cuenta en la pantalla, ellos también están ahí.
Estoy temblando.
—Esto es mucho peor de lo que imagine, ¡el tipo está loco!
—Temo que no es lo único que hace —dice Dago y sale de la carpeta, cuando sale, en la ventana que esta el escritorio de Leo desaparece la carpeta. Al mismo tiempo la de "cosas que hacer" y queda otra con unas siglas, Dago intenta abrirla pero pide una clave.
Segundos después la laptop de Dago se apagó por completo.
Ay Dios.
—¡Enciéndela! —dice Micaela.
—¡No puedo, no hace nada! —Dago le da al botón de encendido muchas veces, que si no está dañada, la va a dañar con su ataque de paranoia—. Ay Dios Mara, ¿¡qué le hiciste a mi laptop!?
—¡¿Yo?! —Me eché hacia detrás y fruncí las cejas—. Yo no hice nada. ¿¡Qué hicieron ustedes!? Borraron todas sus carpetas, y me va a matar, tengo que sacar esa dispositivo USB de su habitación, ahora.
—No ahora no, ahora vas a entrenar porque mañana es el primer juego. —Micaela me sacó de mi lugar y me arrastró con ella.
♥
Papá está comprando la cena y estoy en la casa sola ya que mi mamá esta de campamento. Tengo la llave del cuarto secreto de Leo encima de la mesa y estoy pensando en cómo devolvérsela sin que se dé cuenta.
Já.
El timbre de la casa suena y cojo la llave para guardarla en mi bolsillo trasero, donde esté a salvo. Cuando abro la puerta veo a Leo ahí afuera y le cierro la puerta en la cara.
Ay Dios.
Respiro profundo una, dos y tres veces, hasta que Leo toca la puerta de nuevo.
—Mara, dame mi llave por favor. —Su voz es monótona.
— ¿Llave, qué llave?
—Entrégamela por favor... —dice, y después, silencio.
Se ha ido.
Todo es tan calmado.
Y yo quería que él me rogara... aunque sea... ¿un poco?
Abro la puerta y saco la cabeza, después el cuerpo entero, me pongo la mano en el pecho, respiro, y de pronto alguien agarra mi muñeca y me volteo, es Leo.
—Dame la llave Mara. —Reclamó, pero tenía una linda sonrisa de lado, así que en vez de pensar que él estaba serio, sonreí—, ¿No te pedí que no intentaras averiguar más? Hay consecuencias Mara.
Entrecerré los ojos mientras me zafaba de su agarre. — ¡Tú le dañaste la...!
El sonido de la bocina de mi papá hace que Leo se aleje de mí a varios pies. Estoy aliviada y muy enojada. Pero quería seguir hablando con el...
—Papi... —Sonrío. Lo voy a recibir con un beso y un abrazo como hago siempre—, ¿trajiste la cena?
—Si, en el baúl, ¿Qué hace Leonardo aquí? —Tiene el ceño fruncido y pregunta tan alto para que si yo no pueda responder, Leo responda. Mis manos están sudando frío.
—Yo... —Leo se acercaba con las manos en el bolsillo, ¿Por qué no estaba nervioso? ¡Yo podría delatarlo!
Es que no lo voy a hacer, es por eso que está confiado.
—Tengo el abrigo favorito de Lalie y Leo vino a pedírmelo pero le dije que no puedo dejar pasar nadie mientras estoy sola en casa, así que papi, estábamos aquí afuera y le iba a buscar el abrigo, pero llegaste tú.
Yo sé que no se la creyó. Mi papá es muy sabio, quiero decir, demasiado. Y amo que aunque él esté pensando que hay gato encerrado, no me enfrentara ahora, sino después, e indirectamente.
Es hora de subir la guardia alrededor de Leo, Mara.
Eso fue una nota mental.
Entré la cena que papá compró a la casa, y los dejé a ellos dos hablando afuera. Al parecer Leo está cumpliendo su sueño múltiples veces de hablar con mi papá.
No es sino cuando mi papá me vocea:
— ¡Mara!, ¿y no traerás el abrigo de Lalie?
Que me levanto del sofá (estaba boca abajo tratando de no gritar «¿Qué demonios está pasando?») Y camino a mi cuarto de redes, salgo porque recuerdo que no hay ropa allí y voy a mi habitación. Una vez, lleve a Lalie a dar un paseo y me quede con su abrigo en la mano sin darme cuenta, lo había guardado en mi armario para poder usarlo como excusa para ir a la casa de Leo un día, pero ahora, debía de usarlo para salvar mi pellejo.
Ah y el de Leo.
Se lo llevé y volví al interior de la casa.
Estaba tratando de ser optimista con todo esto. Mientras cenaba con mi papá, estábamos en silencio, él estaba un poco molesto con mamá por haberse ido, y ahora estaba sospechando de mí. Cuando terminé de cenar me levanto para lavarme las manos, y recojo los empaques vacíos de la mesa.
—Papi, mañana juego kitball, estoy en left field, ¿me vendrás a ver?
—Lo siento Mara, pero tengo audiencia mañana, es el juicio preliminar...
—Ah, okay, está bien. —Boto los empaques en la basura y subo a mi cuarto. Cuando me quito la ropa para ponerme la pijama (ropa desgastada y cómoda que uso para dormir) la llave cae al piso, y suena por toda mi habitación.
Mi papá toca la puerta.
—Pero si después hay otro juego, veré si voy... —Su voz se escuchaba amortiguada detrás de la puerta.
—Te aviso entonces, buenas noches papi. —Le respondí mientras recogía la llave del piso, y la guardaba en mi gaveta de ropa.
Solo cuando la casa entera estuvo sumergida en el silencio estuve segura de que papá se había dormido. Salgo de mi cuarto de puntillas hacia mi cuarto de redes, allí abro mi laptop y entro a Hablus.
«Te invito a mi juego de kitball mañana. »
Respiro profundo, y después, lo envío.
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Pregunta: ¿Creen que Leo irá al Juego de Mara?
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