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Capitulo 16

La noche cae y ya estoy en ropa de dormir en mi habitación de redes. Digo "ropa" porque las batas que utilizo son blusas muy viejas que se desgastan y uso para dormir porque son cómodas, y como estamos casi entrando a verano, el calor empieza.

Navego en el internet hasta que mis ojos arden. El sueño empieza a pesar en mis ojos y apago la laptop. Me levanto y camino hacia la cocina. Luego el baño, y por último, paso por el ático.

Papá está durmiendo y sospecho que mamá también, así que entro con confianza al ático y busco mis binoculares.

Todo se ve tan silencioso en la casa de los vecinos de al frente, las luces están apagadas, y parece que todos duermen. En fin, son las once de la noche y debería acostarme para no estar cansada mañana. Le ruego a Dios que mañana pueda ver a Leo en todo el día.

Estoy en mi habitación cuando oigo la puerta de la casa sonar ruidosamente. Me levanto y bajo las escaleras, Natalie está gritando a mi mamá. No me notan y no entiendo lo que dicen. Mami le cierra la puerta y entonces se voltea.

Me ve, niega con la cabeza.

—Se lo voy a decir a tu papá.

—¿Qué pasó?

—¡La vecina estaba diciendo que mi hija de dieciséis años se quiere robar a su esposo de treinta años!

Me puse fría.

—Mami, no es cierto.

—Dice que lo vio hablar contigo por videochat. No puedo creer esto.

Se veía traicionada y molesta, pero ella era muy pacifica conmigo como para empezar a gritarme o golpearme como de seguro hubiese querido Natalie.

Subo las escaleras y mi mamá me detiene gritando mi nombre.

Okay con lo de gritar, es muy pacifica como para golpearme pero no lo suficiente para gritarme.

—¿A dónde vas?

—A mi cuarto de redes.

—No. —Me miró como si fuera bruta—. No internet, no computadora, tu celular lo quiero aquí en la mesa y quiero que entres a tu cuarto y no salgas hasta la hora de la cena. No vas a salir de esta casa Mara, estas castigada. ¡Tampoco puedes llamar a Dago o a Micaela!

No dije nada. Solo subí las escaleras y me tiré en la cama.

Cuando mi papá llega, mi mamá le cuenta todo y los dos vienen a mi cuarto a interrogarme. Me hicieron tantas preguntas que las lágrimas se me escaparon de los ojos. Papá no estaba enojado conmigo, sino con Leo, decía que sospechaba de él desde mucho antes de que Micaela haya dicho que él me acosaba, dice que va a llevar mi computadora a la policía y que tratara de meterlo tras las rejas.

Mamá preguntó si Leo me había sugerido hacer cosas malas, que si había intentado tener eso conmigo.

Estaba tan incómoda cuando me lo preguntaron. Sí, padres, soy virgen (si no se juzga lo que hice con Gonzales, pero ni siquiera... y...). No padres, Leo no me ha acosado indebidamente.

Mi papá salió del cuarto y mi mamá le siguió. Estaba castigada hasta que mi papá encontrara una forma de sacar a Leo del vecindario. Eso había dicho. También dijo que no era mi culpa y que yo solo era una víctima.

Con eso, duré los siguientes meses de abril y mayo encerrada en la casa con solo autorización para ir al colegio, a finales de mayo mi castigo y confinamiento estaba menos controlado. Me permitían un celular y me permitían ir a casa de Micaela en las tardes. Sin mi computadora, y sin ningún tipo de comunicación estaba frita y Micaela me permitía usar su computadora, solo a veces.

Micaela estaba asustada de hablar conmigo. Estaba tan asustada que no me dijo la razón de por la cual dejó de hablarme y abandonó el proyecto SEEV. Incluso Dago mantuvo silencio. Los dos tenían esta secreta alianza en que no me dirían cual fue la amenaza.

Como yo estaba sola, en todos los ámbitos, decidí perdonarlos, aunque era yo quien se sentía traicionada, aunque era demasiado obvio que era a mí que había que pedirme perdón. Olvidando todo eso, de nuevo, nuestra amistad está mucho mejor, bueno, un poco mejor, está en proceso de sanación. Ella me ayuda con los rumores que corren en la escuela sobre que soy una roba-maridos.

De alguna forma se enteraron en la escuela, y no sé cómo, ni quién, lo único que sí sé es que es incómodo, y muy molestoso. No, todos ustedes, no hice nada con un hombre casado, no, todos ustedes, no destruí un matrimonio.

La teoría más graciosa era la que decía que estaba embarazada, Beatriz, un poco nerviosa, me preguntó si había abortado al bebé del hombre casado.

—¿En serio?

—Bueno, es lo que todos andan diciendo, Hilary fue quien me dijo. Te quiero preguntar porque, bueno, salir de dudas.

Yo toqué mi barriga. Ahora estaba vacía porque no tuve tiempo de desayunarme.

—Oye Bea, no estoy o estuve embarazada, si acaso vieron una "barriguita" lo que vieron fue, ¿sabes qué?, ¡gordura!, simplemente, tengo derecho a tener grasa de bebé en mi panza cuando como de más. ¡Hasta tú tienes! —Pellizqué su barriga.

Hablamos, pero lo demás que hablamos resultó extrañó y había grandes silencio. Al otro día no me saludó.

Supongo que me lo tenía merecido. Pero no, ¡claro que no! No es mi culpa.

Esperé en la dirección que mi papá me fuera buscar, la directora pidió hablar con mi papá y en el camino a casa papá me preguntó que por qué no le había dicho a él los rumores que había de mí en la escuela.

No le respondí.

Pero quizás, si mi papá no hubiese contado la historia de que a su hija la acosaba su vecino no hubiese llegado a los oídos de otros padres que podrían contárselo a sus hijos, o mejor aún, crear una mentira muy distinta a la historia real.

Van a sacarme del colegio, muy probablemente el mes que viene si las cosas continúan así. Por primera vez, no me opondría.

Recuerdo que cuando llevaron mi laptop y mi computadora de mesa a la policía no encontraron nada inusual. Tampoco Hablus estaba en mi computadora, de alguna forma, él lo borró.

Y él, ¿sería muy increíble si digo que no lo veo desde abril? Escuché que ellos se estaban divorciando pero no lo creo. Natalie le dijo a mi mamá que se mudaría, eso después que haya pedido disculpas por llamarme "su pequeña zorra roba esposos"

La última vez que lo vi llevaba en Natanael en brazos y se dirigía a su auto. Segundos después mi papá arrancó primero que ellos.

Es escalofriante porque tengo tantas cosas que saber de él, y en cualquier momento pueden irse del vecindario y jamás lo veré, no tendré mi tercer beso (¿por qué sigo pensando en eso?), ni sabré su secreto completamente.


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