1. Un día horrible
Transcurría un Jueves como otro cualquiera. Otro en el que sin poder retenerlo solté un bostezo nuevamente. Miraba al frente viendo al profesor Farrés escribiendo en la pizarra mientras nos explicaba la lección. Era otro día aburrido en el Sweet Amoris en el que tenía que esperar, como una horrible tortura, a que sonase el timbre del descanso.
-Como siga hablando me tiraré por la ventana-escuché la voz cansada de Rosalya quejarse de forma desesperada.
Giré para verla a mi lado sentada. Estaba mirando al profesor de una manera suplicante para que terminase con su clase pero no le serviría de nada. Farrés estaba dándole la espalda apuntando en la pizarra. Para evitar el aburrimiento la vi agarrar un lápiz y pasar las páginas de su cuaderno hasta el final. En una limpia hoja empezó a garabatear, pintar y escribir.
-Mañana es viernes-la dije mientras veía como adornaba la hoja con el nombre de su novio-. Piensa que vale la pena aguantar un poco más ¿no?
-Había pensado que el sábado Alexy, tú y yo podríamos ir al centro comercial-me comentó dejando a un lado el lápiz para girarse a mirarme a los ojos-. Se lo iba a proponer a él antes de entrar a clase pero no pude porque entró al aula muy rápido. Le noté muy extraño... Como si estuviera apagado y melancólico.
-¿Lo crees?-dirigí mi mirada a las mesas de al lado nuestra. Allí estaban sentados los gemelos y me di cuenta de algo... Alexy estaba con la mirada perdida y los labios torcidos dando un semblante triste. Algo muy poco común en él-. Que raro... Nunca le he visto igual.
-Ni yo-Rosalya volvió disimuladamente la mirada a él-. Ya lleva un tiempo así. Estoy por pensar que está enamorado.
-¿Enamorado?-volví la mirada al frente mientras esa palabra golpeaba en mi cabeza.
Es cierto que actuaba de manera extraña durante un tiempo. Me había dado cuenta de que sus sonrisas llenas de alegría y serenidad se habían convertido de alguna manera en ser forzadas. Las conversaciones eran muy cortas y si llegaba a haberlas. Había llegado a contar hasta un máximo de cinco palabras en una frase cuando se trata de un chico que adora conversar. A pesar de ello nunca le vi triste... Algo que evidentemente hoy se hacía notar. Tal vez debería hablar con él. Después de todo él es mi amigo.
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Sonó el timbre del descanso. En ese momento se empezó a oír a todo el mundo hablar unos con otros mientras yo recogía las cosas de mi mesa en silencio. Había perdido con la mirada a Alexy que abandonó con mucha rapidez la clase... ¿Qué demonios pasaba con él? Siempre se acercaba a alguien y salía de allí en compañía hablando de cualquier cosa mientras que ahora...
-¿Laura?-una voz me despertó de mis pensamientos. Miré al frente para ver a Nathaniel frente a mí con una una sonrisa amable que ya le caracterizaba-. Pensé que no lograría llamar tu atención después del rato que estuve nombrándote.
-L-lo siento-me sonrojé levemente mientras terminaba de guardar el estuche-¿querías algo, Nath?
-Sí...-se aclaró la voz levemente mientras apartaba la mirada de mí-necesito hablar contigo un momento ¿te importa?
-Claro-después del transcurso del día por fin pude sacar una leve sonrisa-¿que me quieres decir?
-B-bueno...-vi como empezó a ruborizarse ligeramente-preferiría que fuéramos a un sitio a solas. Creo que será más cómodo.
Asentí un poco contrariada. En realidad quería ir a buscar a Alexy y hablar de lo que ocurre con él pero no podía hacerle un feo a Nathaniel. Después de todo él es un buen amigo y le tengo bastante afecto.
Salimos de la clase hablando un poco por el camino de diferentes temas. Bromeábamos alguna que otra vez haciendo que la aburrida clase de Farrés quedara en el olvido y con ella las horribles secuelas del cansancio. Nathaniel había logrado hacerme sonreír hoy, algo que ya lo había logrado anteriormente. Desde lo sucedido con su padre y lo ocurrido con lo de su emancipación nos hemos unido aún más. Me había invitado a conocer su piso o mejor dicho su estudio. Algo bastante acogedor para un chico como él y su encantadora gatita. Pude conocerla por fin ya que no le acompañé cuando la adoptó. Había conseguido olvidar malos pensamientos gracias a su presencia y, aunque muchos de nuestros encuentros acababan siendo parte de un tiempo de estudio, me lo pasaba bien con su compañía.
Llegamos hasta los jardines del Sweet Amoris. Vi como él miraba a su alrededor para asegurarse de que no hubiese nadie cerca o a lo lejos que pudiese reconocernos. Tuve que aguantar una carcajada porque estaba tomando demasiadas precauciones para una conversación. ¿Quién podría estar por allí en el descanso? Armin no... eso está más que claro.
Mis ojos se abrieron un momento e instintivamente busqué también con la mirada. Si podía haber alguien por allí... Lysandro.
-Parece que no hay nadie-miré a Nathaniel que soltó un suspiro. Lentamente pude ver como su mirada se clavaba en la mía.
-Entonces podrás hablarme de lo que querías-sonreí mientras detenidamente me perdía en su hermosa mirada. Estaba algo nerviosa porque sentía como si pudiera analizarme con ella.
-V-verás... y-yo-su voz comenzó a temblar a la vez que veía como su mirada se dirigía a otro lado. El rubor volvió a nublar sus mejillas-. Q-quería decirte que agradezco mucho tu c-compañía durante este tiempo. M-me ha servido mucho verte diariamente y c-compartir momentos agradables contigo, Laura.
-De nada, Nathaniel-me llevé las manos detrás de mi espalda y a escondidas de él empecé a jugar con ellas nerviosa. ¿Qué ocurría? Sentía que algo no iba muy bien-. Tú sabes que me importas mucho. No quiero que volvamos a discutir ni que me dejes de hablar. No podría estar sin mi delegado favorito.
Su mirada volvió a chocar con la mía. Ahora era yo la que estaba sonrojada. Mis palabras salieron sin ser analizadas pero fueron sinceras. Él se acercó a mí y sintiendo un impulso yo me eché hacia atrás. Choqué con un árbol. Maldije su existencia mientras veía a Nathaniel frente a mí. Elevó una de sus manos para llevarlo a mi mentón elevando mi rostro hacia el suyo que lentamente se inclinaba. Cerró sus ojos mientras veía como se aproximaba.
Mi cuerpo no respondía a lo que mi mente pedía. Instintivamente cerré los ojos y entre abrí un poco mi boca dejando que la suya se posara sobre la mía. Nuestros labios chocaron con suavidad creando un tierno beso. Me dejé llevar por la situación. Imaginé siempre el momento en que daría mi primer beso. Pensé cómo, dónde y lo más importante... con quien. Notaría el tacto cálido y dulce de sus labios. Las suaves y tiernas caricias que me brindaba con sus grandes manos. La mirada cariñosa y bella que depositaría en la mía uniéndose con gran deseo. Podría sentir cosquillas por todo mi cuerpo, una descarga recorrer mi columna y un impulso nuevo por besarle. Pero por mucha imaginación que le echase el no era...
-Lysandro...-susurré una vez separada de sus labios. Ni siquiera recapacité en lo que dije. No hasta que él habló.
-¿Lysandro?-abrí los ojos para encarar el rostro sorprendido de Nathaniel. Esa sorpresa poco a poco se convertía en rabia.
¿Qué podía hacer yo? Hacía tiempo que me di cuenta de ello. Estaba loca por Lysandro. Le quería. No podía retener mis sentimientos por él y es que se lo había ganado. Con el apoyo que me dio con Debrah cuando me sentía sola me demostró mucho. Ahí me di cuenta de lo que sentía hacia él. No era un amigo normal y corriente. No podía verle como tal. Era alguien imprescindible y sentía que todo podía contárselo ya que él siempre demostraba estar interesado en lo que me pasaba u ocurría. Era el chico con el que yo había soñado toda la vida.
-Enserio, Laura-miré a Nathaniel que apretaba los dientes llenos de furia-. ¿Por qué nombraste a Lysandro?
-D-disculpa, Nath-agaché la cabeza avergonzada-. Sé que no debí... Pero me parece que malinterpretaste mis palabras antes. Me importas como amigo...
-¿Y Lysandro cómo te importa?-levanté la mirada hacia él. Estaba enfurecido... Yo no quería que eso pasara-. Me besaste creyendo que era él ¿verdad?
-¡Por favor, Nathaniel!-abrí mis ojos mientras apretaba mis puños-. La culpa es mía porque no debí dejar que me besaras pero... ¡Lo siento! No quería llamarte así es sólo que...
-Es sólo que él te gusta-se separó de mi dando unos pasos hacia atrás bruscamente-. ¡Por eso siempre estás con él! ¡Todo el día detrás de él! ¿Por qué? ¿Qué es lo que te gusta de él que no te pueda gustar de mí?
Aparté la mirada ante su pregunta. Nadie sabía cuanto me gustaba Lysandro. Ni siquiera Rosalya y Alexy sabiendo que son mis mejores amigos y con los que puedo tener esta conversación pero no podía decírselo. ¿Cómo? Me sentía extraña cada vez que intentaba sacar el tema. Tal vez fuera porque a pesar de todo sigo siendo la chica solitaria que se guarda todo como ha ido haciendo toda la vida pero ahora ya no podía ocultarlo. Nathaniel se había enterado y no de la mejor forma pero yo no sabía que él sentía algo por mí. Tal vez esto me pasa por no haber hecho caso cuando Laeti me decía que si un chico se sonrojaba era porque le gustaba... Pero mi imaginación tampoco llegaba a ese límite.
-Él es importante para mí...-contesté con la voz algo quebrada-no sé cómo explicártelo pero se ha ganado un hueco importante en mi corazón.
Volvió a desviar la mirada. Solté un suspiro mientras apretaba mis puños. Quería por primera vez decir lo que siento por Lysandro pero de todo el mundo ¿tenía que ser Nathaniel? Tal vez. Él quería saber el motivo por el que me gustaba.
-Siempre estuvo ahí, Nath-clavó la mirada en mí pero esta vez fui yo quien la apartó hacia otra dirección-. Cuando ocurrió lo de los exámenes y tu hermana estaba por golpearme él apareció deteniéndola. En la playa él me libró del empalagoso de Dake. En la excursión por el bosque se preocupó de mí en todo momento. Fueron sus brazos los que me rodearon cuando lloraba mientras me consolaba en su pecho por lo de Debrah. No dudó en creerme y estar a mi lado desde el minuto uno.
Escuché como soltaba un gruñido. Parpadeé lentamente mientras continuaba hablado.
-Ensayó conmigo para la obra del instituto. Me sacó del sótano cuando Ámber me encerró y apretó mi mano con fuerza dándome ánimos cuando daban los papeles de la obra-sonreí recordando como nos mirábamos cuando ocurría el momento dicho-. Cuando ocurrió lo de tu padre me escuchó, me apoyó y me volvió a ofrecer su hombro para mis lágrimas. ¡Incluso vino a buscarme con Castiel cuando volví al aula de ciencias ante la explosión que causaron Armin y tu hermana! ¿Cómo quieres que no me guste? Este instituto me ha regalado los mejores momentos con Lysandro... es algo normal.
Noté sus manos sobre mis brazos. Me obligó a enfrentarle nuevamente. Podía ver que estaba enfadado... mucho. Tal vez no debí contarle todo eso pero era así. Lysandro se coló en mi corazón como el ladrón que roba en una casa. No podía hacer otra cosa que quererle en silencio mientras mi mente imagina como sería si él y yo estaríamos juntos. Eso sería imposible. Él nunca se fijaría en un chica tan insegura, infantil y entrometida como yo.
-¿Acaso no lo ves, Laura?-la mirada seria de Nathaniel se relajó un poco-. Eso lo hizo porque es el temperamento de Lysandro. Nadie, ni el mismo idiota de Castiel, permitiría que mi hermana te abofeteara. Ni que un imbécil como Dake te lleve contra tu propia voluntad. ¡Se perdió contigo en la excursión por algún motivo propio poniendo de excusa que quería tomar un atajo! No fue el único que te ayudó con Debrah y mucho menos el único que te dio su hombro para tu paño de lágrimas. Yo también te apoyé en la obra y ensayé contigo a pesar de que me desagradaba que me vieras hacer el ridículo. Lo del aula de ciencias... si yo te hubiera visto también hubiera acudido en tu busca sin importarme lo que me ocurriese y en cuanto a lo de mi padre. ¡Sé que estuve y actué mal contigo! Pero gracias a eso ahora vivo mi vida y estoy mucho más unido a ti. Tal como quería.
Miré absorta a Nathaniel. ¿Y si era cierto? ¿Y si esto es sólo una excusa que pongo sólo porque Lysandro había hecho en cada momento lo que hizo por deber y no por mí? No... no puedo creer algo así. Él hubiera hecho muchas de esas cosas por más personas pero no todas. La sensación que me dieron sus brazos cuando lloraba en su pecho me recordaba que yo era para él importante. Tal vez no sintiera por mí lo mismo que yo siento por él pero algo hay. Tal vez un cariño fraternal... No lo sé.
-¿No puedes entenderlo, Nath?-me separé con los ojos llorosos. Ahora mi cabeza estaba repleta de dudas-¿¡No puedes entender que Lysandro me gusta y me importa!? ¡Siento mucho si he dicho o he hecho algo que te haya confundido lo que eres para mí! ¡Sólo quiero a Lysandro! ¡Entiéndelo! No cambiaré de opinión... N-no lo haré.
Después de varios sollozos mis ojos dejaron escapar miles de lágrimas. ¿Por qué tenía que suceder esto? ¿Por qué no podía haberme besado Lysandro o por qué Nathaniel no pudo venir a decirme que me quería cómo a una amiga? Entre tanto llanto y miles de preguntas sentí como me rodeaba la espalda. Su mentón estaba colocado sobre mi cabeza.
-Por favor, Laura-abrí los ojos al oír la voz. Creía que era Nathaniel. Levanté la mirada para ver a Lysandro que mantenía contacto visual con el delegado-. No llores. No vale la pena.
¿Qué demonios hace él aquí? ¿Cuánto tiempo llevaba? O mejor dicho... ¿Cuánto habrá escuchado? Esto ya era lo que faltaba para rematar el momento. Siempre ocultando a la gente mi sentimiento por Lysandro y cundo se lo cuento a Nathaniel puede que se haya enterado. ¿Podía ocurrir algo más?
Sí. Podía. Escuché un ruido detrás de mí. Miré para ver que era y ahí estaba Castiel de brazos cruzados, con el ceño fruncido y mirando hacia otro lado. Me fijé que los dos llevaban la ropa deportiva de la excursión y entonces me di cuenta. Debieron venir a buscar a Nathaniel porque debían entrenar para una competición que harían todos los chicos de mi clase.
-Lysandro, estoy hablando con Laura-escuché la voz de Nathaniel seria e incluso autoritaria-. Te pido que nos dejes continuar a solas.
-Lo siento pero no puedo permitirlo-miré a Lysandro que tenía un tono de voz bastante áspero y frío como para imaginar que era él quien estaba hablando-. Si no me equivoco mi nombre suena en tu conversación. No veo el motivo por el que deba irme si no más bien por el que quedarme.
-¿Y el otro?-señaló a Castiel que para entonces se había puesto a nuestro lado.
-El otro no tiene ganas de perderse la pelea-vi en el rostro de Castiel una sonrisa burlona y una mirada retadora.
¿Qué se supone que debía hacer? ¿Quedarme y escuchar como van a tener un par de palabras Lysandro y Nathaniel? ¿Ver como Castiel se une y puede llegar a las manos con el rubio? Por lo que ya sabía, Lys estaba al corriente de que me gustaba... No tenía nada que hacer allí que no acabase en catástrofe.
-Se lo dije a Laura, Nathaniel-el fruncido ceño de Lysandro me daba a comprender que esto no acabaría bien. Él estaba bastante molesto con Nath-. No pienso consentir que vuelva a llorar por vuestras peleas. Y ahora...
-¡Por favor!-grité provocando que Lysandro me soltase-. ¡YA!
Salí corriendo después del gran espectáculo. Lloraba como una niña pequeña por los pasillos del Sweet Amoris. Pude reconocer a Rosalya llamándome como una histérica pero no podía parar y hablar de esto. No otra vez... Fui al sótano, estaba abierto. Perfecto.
Encendí la luz y bajé las escaleras. Me senté en el último escalón y ahí dejé que saliera todo mi llanto. ¿Cómo se podía ser tan necia? No podré mirar a Nathaniel y a Lysandro a la cara nunca más. Castiel era un caso aparte... estaría burlándose de mí de por vida. Ahora me importaban ellos más que nadie. Nath era un amigo para mí pero al parecer le hice entender algo que no era y confundió todo, por no decir que como una idiota dejé que me besara a sabiendas de que no me gustaba. Para acabar el día Lys... ¿qué pensará de mí? ¿Qué soy otra Nina? Una lunática y obsesiva por él... Seguro que estaría pensando algo parecido...
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¿Cómo puedo explicar como transcurrieron las demás horas escolares? Tensas, patéticas, vergonzosas... Nathaniel se sentaba retirado de mí pero Lysandro y Castiel estaban detrás de Rosalya y de mí. Podía notar como me sentía observada y puedo dar fe que no era por parte del delegado ni de mi compañera de al lado. Las miradas venían por la espalda. Ya me lo imagino. El pelirrojo riéndose de la nueva alumna patética que se enamora de su mejor amigo y éste sintiéndose frustrado por haberle puesto la vista encima. No debía de andar lejos.
Cuando era la hora de volver a casa recogí con más rapidez que la última vez. Quería irme cuanto antes. Sin ir con nadie pero alguien tuvo que venir a mi mesa para impedirlo.
-Laura, ¿puedes hacerme un favor?-miré delante mía para ver a Kim. La miré un momento y sentí que algo había cambiado en ella.
-¿Es urgente? Debo irme pronto a casa y...
-Debo ir al hospital con urgencia-me explicó rápidamente-. Me olvidé mi gorra en los vestuarios y no me gustaría que alguien se la llevase. ¿Te importaría ir a ver si está y guardarla hasta mañana?
Solté un suspiro. Sonreí falsamente y asentí. Antes de marcharse corriendo me dio las gracias mientras yo maldecía que debía quedarme un par de minutos más pero no podía negarme a ayudarla. Me había dado cuenta de que muchas chicas se habían ido y las que quedaban no eran ni de mi agrado ni del de Kim. Normal que recurriese a mí...
Me di cuenta de que Lysandro y Castiel todavía estaban en el aula, al igual que Armin.
-Laura-el moreno se me acercó mientras miraba su móvil de manera desesperante-¿viste a Alexy? No vino a clase en toda la hora y me tiene preocupado.
-¿Alexy?-seré idiota... Le había olvidado. Tanto que ni me percaté de su presencia-lo siento, Armin. No sé donde puede estar.
-¡Encima no contesta ni mis mensajes ni mis llamadas!-gruñó enfadado. Mientras se quejaba vi pasar a Lys y Castiel. Abandonaban el aula pero antes de hacerlo la mirada bicolor del albino se clavó en mi-. ¿Ahora que hago? ¿Llamo a la policía? ¡LAU!
-¿Eh?-miré a Armin que soltó un suspiro. Miré alrededor para percatarme que estábamos solos-. No exageres las cosas, Armin. Tu hermano puede estar por cualquier parte. ¿La enfermería?
-No sé-juntos salimos de clase-. Iré a comprobar.
-Seguro que no anda muy lejos. No creo que te abandone-sonreí mientras él llamaba de nuevo a su hermano por el móvil. No contestaba.
-¡Se puede saber que demonios le pasa a este idiota!-guardó el móvil en el bolsillo de su pantalón resignado a que su hermano no conteste nunca-. Voy a buscarle. Hasta mañana, Lau.
Me despedí de Armin y antes de irme a casa hice lo que Kim me pidió. Fui al vestuario para encontrar su gorra. Parece que estaba siendo atrapada por el Sweet Amoris para no abandonarlo. ¿Qué sería lo próximo? ¿Kiki? Por favor, otra vez ese chucho no...
Abrí la puerta del vestuario. Pude ver la gorra de Kim tirada en el suelo. Menos mal que fui yo porque si llega a venir ella posiblemente las paredes del instituto no soporten su ira ya que ese accesorio era de vital importancia para ella.
Mientras caminaba me pareció oír unos jadeos allí. ¿Había alguien más? Porque no tenía intenciones de encontrarme con nadie. Intenté pasar corriendo. Recogí la gorra de mi amiga y ante el sonido de un perceptible susurro miré al frente.
Mis ojos se abrieron mientras dejaba caer la gorra de Kim al suelo. Estaba claro que ese día no era el mejor y estaba claro que yo estaba condenada a presenciar todo.
Frente a mí tenía el motivo por el que Armin estaba alterado. Sí... Alexy estaba allí. Mirándome con el rostro totalmente rojo. No era para menos. Estaba con el torso al descubierto encima de alguien a quien vi que estaba besando. Una presencia de la cual también pasé desapercibida en clase. ¡Se estaba besando con Kentin!
El militar como alto reflejo quitó a Alexy de encima , se colocó bien la ropa y salió del vestuario mientras mi cara se hacía cada vez más un retrato que colocar en el Louvre. ¿Por qué tuve que ver yo esa escena? ¿Acaso éste es el motivo por el cambio del gemelo? Pensé que tal vez era cierto lo que dijo Rosalya sobre que estaba enamorado.
Me incomodé bastante... No sabía que hacer en esa situación.
-L-Laura...-susurró él aún con un semblante rojo. Se levantó del banco del vestuario mientras se colocaba su camisa-t-te lo puedo explicar...
-N-no-aparté la mirada totalmente sonrojada-. No hace falta que expliques nada, Alexy... Tu hermano te busca desesperado.
Recogí la gorra de Kim y me di la vuelta para irme pero mi amigo me detuvo. Me abrazó por la espalda y hundió su rostro en mi largo cabello. Le oí sollozar y noté como mojaba mi nuca con sus lágrimas. Me giré para encontrarme su rostro mojado por su llanto.
-Alexy... Lo siento no era mi intención ver...
-No es tu culpa-me silenció con sus palabras mientras se aferraba a mí-. Necesito hablar... Te necesito, Laura.
Solté un suspiro. Abracé con fuerza a mi amigo mientras le prestaba mi hombro para que lo humedeciese con sus lágrimas. Todavía no comprendía lo que ocurría, sólo que entre él y Kentin había algo más que un amistad ya que, después de todo, les encontré besándose, pero que llorase... No lo llegaba a entender. Se suponía que debía estar feliz ya que desde hace tiempo yo sabía que Alexy sentía algo por el militar...
Enserio, este no es mi día.
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