58. Michael.
La tarde del cuatro de julio de este año es la más extraña y la más gratificante de mi vida en partes iguales. Quizás, si May no estuviera a mi lado, sentiría el día igual que los anteriores. Pero ella lo cambia todo, le pone color a mi vida y me hace sentir el hombre más afortunado del planeta.
—Mi madre estaría encantada si papá comprase una casona como esta —murmura Merlina, que, sorpresivamente, se encontraba aquí con Andrés—. Ahora solo viven peleando porque él compró un yate.
—Un yate es una buena inversión, amor —mi mejor amigo le da un beso en la mejilla a su —ahora— novia, dejándonos a May y a mí un poco más sorprendidos de lo estábamos—. Ya verás como a tu madre le va a encantar con el tiempo.
—Si tú lo dices.
Maydeline pasa sus brazos por torso y deja un beso en mi mandíbula, llamando mi atención.
—¿Estás bien? —pregunta—. Estás muy callado.
—Estoy bien —presiono un beso en su frente y le sonrío—. No te preocupes.
El ambiente estaba tenso y más desde que vimos a Grace, no sabía por qué estaba aquí, si hace tanto tiempo no hablamos. Esto parecía no afectarle a May, y si lo hacía, lo ocultaba muy bien.
De todos modos, la tarde pasaba tranquila, mi madre era la mejor anfitriona de todas y eso aligeró esa aspereza que parecía rodear el aire. Por otro lado, mi padre tenía esa mirada de preocupación y confusión, lo que me indicó que debía hablar con él.
—Vuelvo en un minuto, ¿sí? —le digo a mi novia, dándole un beso rápido en los labios.
Seguí los pasos de mi padre dentro la casa, le sonreí a un par de personas en el camino y fui al pequeño estudio que tenía la casa. Papá estaba de pie frente al ventanal, observando la fiesta desarrollarse en el exterior.
—Estoy muy sorprendido —dijo, meneando la copa que tenía en la mano—. No me esperaba algo así, la verdad.
—¿Por qué la invitaste? —le pregunté a mi padre, luego de deducir que Marianela no tiene nada que ver con la presencia de Grace—. Sabes que terminé con ella hace meses.
—Sus padres son nuestros amigos, ¿lo olvidaste? —me recuerda, dándole un trago a su copa de vino tinto—. Además, era descortés invitar a sus padres y a ella no.
—De todos modos, sabes perfectamente que ya no tengo nada con ella —rogué para que entendiera de una vez por todas.
—Aun no entiendo por qué terminaron —dice, mirándome de reojo—. Era la relación más beneficiosa que has tenido.
Cerré los ojos y sacudí la cabeza, intentando no perder los nervios con él. No sabía que le pasaba, se estaba comportando como un idiota.
—¿Cuál es el problema? —le pregunté—. Habla sin rodeos, papá, ¿cuál es el problema? ¿Es May?
—No es ella en sí, Michael, lo sabes —me miró fijamente—. ¿Sabes lo que va a decir la gente cuando lo sepa? Eres el presidente más joven que ha tenido el país, no puedes dejar que tu imagen se manche.
—Mi imagen no se va a manchar, papá —le digo, apretando los puños a los lado de mi cuerpo—. May no es así. Ella es la mejor persona que conozco, ella jamás...
—No me refiero a ella como persona —me interrumpe, tratando de bajar el tono de voz—. Tal vez sea una excelente chica, pero la gente te va a comer vivo cuando sepa que tu novia es una empleada de servicio.
La rabia emerge de las profundidades de mi sistema y debo controlarme para no perder los estribos.
—Escucha —intento controlar el tono de mi voz para no hacer una escena—, estoy con Maydeline ahora, te guste o no. Me importa muy poco si te agrada o no te agrada, así que ve haciéndote la idea de verla conmigo mucho a partir de ahora —su ceño se frunce ante mi repentino arrebato y es que jamás le hablo así—. Maydeline es lo mejor que me ha pasado en la vida, no pienso dejarla por tus caprichos de millonario. Ella se queda y ya está.
Me mira unos segundos y suspira, niega y pasa por mi lado, pero antes de salir, dice:
—Si me agrada o no, ahora mismo no es relevante, Michael. Es tu presidencia, tu legado. No dejes que se vaya a la basura por una mujer. Solo ten cuidado, hijo.
Y se va, dejándome tenso como una piedra.
Suspiro hastiado de toda esta situación, aún no comprendo cómo es que puede ser tan pedante cuando quiere. Maydeline no tiene la culpa en lo absoluto de su humor de mierda, mucho menos de sus prejuicios.
Intentando dejar de lado todo y salgo de la casa otra vez, busco a mi novia entre los presentes y doy con ella alejada de todo. Está en aquella pequeña colina a unos metros de la casa, apoyada contra la mesa donde, en tiempos felices, mi familia solía ser unida. Si no recuerdo mal, había un integrante más, luego sucedió lo peor.
Voy hacia ella ignorando todo lo demás, solo me interesa estar cerca y poder tranquilizarme. Mientras me acerco veo su semblante sereno y asombrado por el atardecer, desde donde se encuentra, la vista es increíble. Si supiera que ella es aún más hermosa que el paisaje. Se ve preciosa con ese vestido azul, cosa que amo todavía más de May. Sin esforzase mucho, consigue ser irresistible para todos, en especial para mí.
Me vuelve loco.
—¿Por qué estás aquí tan solita? —mi voz la hace dar un respingo en su lugar.
Sonrío al verla sonrojada.
—Quería tomar un poco de aire —susurra, pasando un mechón detrás de su oreja—. Es muy hermoso aquí arriba.
—Lo sé —admito sin dejar de mirarla. Cuando nota mis ojos sobre ella, sus mejillas se encienden aún más—. ¿Qué es lo que pasa?
—Tu ex está aquí —murmura, mirándose las manos—. No sabía que era tan allegada a tu familia.
—Sus padres lo son —carraspeo y me acerco más a ella. May se encoge en su lugar y se cruza de brazos—. Por si no lo has notado, a mi madre no le agrada mucho.
Una minúscula sonrisa curva sus bonitos labios, pero trata de ocultarla de mí.
—Creo que puedo verlo —asiente—. ¿Se conocen desde siempre?
—Más o menos —elevo su barbilla con mis dedos, sus ojos me buscan—, pero nuestra relación empezó hace unos cuatro años atrás. Es mi padre quien insiste en estrechar lazos con su familia, cuando Grace y yo terminamos...
—No le agrado a tu padre, lo sé —se muerde el labio inferior. Puedo percibir como le incómoda la situación, pero no deja de mirarme—. Puedo notar como me mira, como si estuviera aquí para sacarte todo tu dinero...
—May...
—No me importa, en serio —trata de parecer desinteresada, pero no lo consigue—. Sabíamos que esto pasaría. Bueno, al menos, yo sí. El mundo sabe que estamos juntos, pero no conocen mi procedencia. Créeme, cuando lo sepan, te van a caer encima como las abejas a la miel —se encoge de hombros y un nudo se instala en mi garganta. No sé a dónde quiere llegar, pero me está poniendo los pelos de punta—. Tal vez por eso tu padre se preocupa de más. No quiere que te vean como el hazme reír del país por estar saliendo con una de tus empleadas de servicio.
—No me importa lo que piense la gente —la interrumpí, dando dos pasos en su dirección y acortando la distancia entre los dos. Su respiración se corta y todo mi cuerpo se amolda al suyo—. Eres todo lo quiero y si el mundo no entiende eso, pues que se vayan a la mierda. No te voy a dejar ir. Padecí lo suficiente hace unos meses, no pienso volver a vivirlo —la miro y trato de decirle con mis ojos lo que con mi boca no puedo—. Te amo. Más de lo que puedes imaginar. Y, ni Grace, mi padre o todo el país, cambiará eso.
Se relame los labios y parpadea para alejar las lágrimas que acudieron a sus hermosos ojos.
—«Si cada uno se ocupara de sus propios asuntos, el mundo giraría mucho mejor y con menos pérdida de tiempo» —cita con la voz cargada de emoción y mi corazón se enloquece de amor por ella. Sonrío cuando ella lo hace—. A la mierda con todo el mundo, ¿verdad?
—Oh, señorita Allen, es usted todo lo que anhelo —la envuelvo entre mis brazos, escuchando su risa cuando la presiono contra mi pecho—. ¿Qué importa lo que piense la gente? Mientras me quieras en tu vida, ahí estaré.
—¿Y si te quiero para siempre? —cuestiona con un ligero tono desesperado.
Me alejo un poco hasta plantar mi rostro frente al suyo. Rebusco en mi memoria las palabras exactas para expresarle lo que siento.
Y es Bennetti quien habla por mí.
—«Si la vida fuera otra y la muerte llegase entonces, te amaría hoy, mañana... Por siempre... Todavía» —susurro con toda la intensión de hacerle entender que jamás había deseado estar con alguien antes, así como anhelo estar con ella—. Te amaré siempre, May, sin importar que.
Su sonrisa es lo único que necesito para alegrarme la tarde.
—¿Cómo es que te acuerdas te tantas citas literarias? —le pregunto para cambiar el tema, porque no quiero hablar de mi padre, de lo que piense el país o de Grace.
Ella lo dijo: ¡A la mierda con el mundo!
—Mmh, pues, solo me acuerdo de las que me gustan —sube los hombros con esa expresión pícara que tanto me gusta—. Además, no son tantas.
—Siempre estás citando autores —le quito el cabello del rostro, sonriéndole—. Eres tan pequeña y sabes tantas cosas.
—Ay, sí, lo dice el anciano —se carcajea, abrazando mi torso y apoyando su mejilla en mi pecho—. No eres tan grande.
—Ocho años —hundo mi nariz en su pelo y aspiro su delicioso aroma que me nubla los sentidos.
—No son tantos años —respira con parsimonia, subiendo su rostro hasta apoyar su mejilla en la base de mi cuello—. Además, este año cumplo veintitrés, eso nos acerca un poquito.
—No tanto —su rostro se aleja de mi cuello para verme—. El primero de agosto cumplo los treinta y uno, así que, para tu cumpleaños, ya tendremos la misma brecha de ocho años, amor.
—¡Tu cumpleaños es en menos de un mes! —da un salto en su lugar. Me río cuando abre la boca sorprendida—. ¿Por qué no me lo habías dicho?
—Porque no había salido el tema —beso sus labios entreabiertos, deleitándome con su dulzura—. No es importante...
—¡¿Cómo que no?! —pone sus manos en mi pecho y se aleja, frunce el entrecejo antes de colocar los brazos en jarras, claramente molesta—. Es tu cumpleaños... ¡Por supuesto que es importante! Bueno, para mí lo es —me reprocha con un puchero de contrariedad. Disimulo una sonrisa porque me encanta como se ve—. Además, ya que sé cuándo es tu cumpleaños, tendré más tiempo para pensar en que regalarte.
—Oh, no. Alto ahí, señorita —me rio, algo nervioso—. No necesito nada...
—Michael...
—Tú eres regalo suficiente —me acerco de nuevo para besarla una vez más—. Estoy satisfecho con tenerte conmigo, no necesito nada más.
—El que te portes tan tierno no ayuda en nada, ¿sabes? —sisea entre dientes—. Ya pensaré en algo.
—Mientras tanto, que tal si intentamos sobrevivir a la cena, ¿eh? —pico su nariz con la punta de mi dedo, atrayendo su atención a mí—. Solo unas hora más y nos vamos, ¿de acuerdo?
—No te preocupes por eso, esta es tu familia —niega, tratando de ocultar su incomodidad—. Podemos irnos cuando tú quieras...
—Luego de la cena —afirmo—. No quiero hacerle un desaire a mi madre y a Nana. Créeme, ellas son las únicas que me interesan.
—De acuerdo —me sonríe.
Me la quedo viendo unos segundos, incapaz de creer que esta maravillosa mujer es mi novia... Quizás pronto pueda ser algo más, pero, por ahora, es más que suficiente para mí.
—¡Ya deja de mirarme así! —me reprende, bajando la cabeza—. Me pones nerviosa.
—Y tú me vuelves loco —le doy un beso en la mejilla y mi visión periférica capta a Noah jugando con Sara a perseguir una mariposa—. Mmh, no sé cómo sentirme al saber que tu hermanito está tan encantado con mi ahijada.
—Bueno, son niños muy inteligentes —May se encoge de hombros—. Ellos sabrán que hacer con sus problemas.
—Creo que tendré una conversación de hombre a hombre con Noah uno de estos días —le digo y ella arquea una ceja en mi dirección—. No quiero un corazón roto antes de tiempo.
—Discúlpeme, señor presidente, pero mi niño es nuevo en todo esto de las amistades —me apuñala el pecho con su dedo, no puedo retener la sonrisa—. Esperemos que mi hermano no sea el que termine con el corazón roto.
—¿Qué tal si dejamos de hablar de los niños y me das un beso? —sujeto si rostro entre mis manos antes de juntar su cuerpo con el mío.
—Me preguntaba cuando ibas a tardar en pedírmelo —se ríe.
Nuestros labios se encuentran a medio camino, porque ninguno puede resistirse al otro. Sus brazos rodean mi cuello y los míos se envuelven alrededor de su cintura y eso es todo lo que necesitamos para crear una burbuja a nuestro alrededor. No hace falta mucho para que podamos ser felices, solo tenernos el uno al otro para que todo sea perfecto.
Holaaaaa. Siento que hace siglos no actualizo por acá y por eso les traje este cap para cerrar el año.
Espero les haya gustado mucho, he estado trabajando en esta historia con mucho cariño para ustedes, sabiendo que se merecen lo mejor. Así que, prometo volver en enero con más actualizaciones y más sorpresas.
Por ahora, les deseo una feliz navidad y propero año nuevo 2023, y que esta nueva etapa de nuestras vidas esté llena de luz, amor, sueños cumplidos y mucha paz.
Los amo infinitamente.
Atte: La Osa Mayor 🐼✨
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Ah, pero... 👇🏻
En fin, esto no se acaba hasta que se acaba.
Solo diré, que estas serán las reacciones del próximo capítulo:
Al principio:
Al final:
¡Nos leemos el año que viene!
¡Voten y comenten mucho!
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