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56. Maydeline.

Me ajusto la gorra de los Mariners, viendo como Noah se pone de puntillas para ver Seattle desde esta altura. La torre Space Needle²² era la primera cosa que mi hermano quería visitar, pero Marla lo había llevado al estadio de los Mariners antes, así que aquí está su segunda oportunidad. Ha corrido por todas partes, le he comprado un helado y una camiseta con la torre como estampado.

Está feliz y eso es lo único que me importa.

—Entonces, es oficial —murmura Marla sentada junto a mí en la pequeña banca.

La miro de reojo, se le ve radiante y más risueña que nunca. Ujum, algo me dice que Andrés Down tiene algo que ver con eso.

—¿Qué cosa? —le doy un sorbo a mi capuchino.

—Lo tuyo con Michael —dice con una sonrisilla—. Ya sabes, salió un comunicado de prensa el martes.

Oh, eso. Sí, Michael había lanzado ese comunicado el martes. Hoy era jueves, y todo parecía seguir normal. O eso creo.

—Sí, bueno —me encogí de hombros—, supongo que es oficial públicamente.

Él ya me había mostrado ese comunicado mucho antes de que saliera a la luz. Agradecí mucho que resaltara eso de la privacidad.

—¿Cómo te sientes al respecto? —me pregunta, bebiendo de su lata de Coca-Cola.

—Bien —le sonrío con sinceridad—. Eso facilita mucho las cosas, la verdad. Ya no tenemos que estar escondiéndonos todo el tiempo, lo que es genial, si me lo preguntas.

—¡Vaya, no puedo creer que seas famosa! —chilla Marla en voz baja, sonriendo de oreja a oreja. Su algarabía es contagiosa, así que sonrío también—. Me siento como de la realeza.

—Disculpa, pero la novia del presidente soy yo, ¿sabes? —empleo un tono de burla que la hace rodar los ojos.

—Nada de lo que digas me hará sentir inferior, tonta —me aprieta la mano y besa mi mejilla—. Estoy feliz por ti.

—¿Por qué? —la miro un poco confundida.

—Porque encontraste un gran hombre, May. Y, aun así, él es el afortunado.

—Me lo he pensado bastante, ¿sabes? —miro el vaso de cartón en mi mano y mi esmalte azul cielo—. Todo esto. Los cambios que ha tenido mi vida en los últimos meses... No soy capaz de aceptarlo todavía, pero al fin puedo entenderlo.

—¿Qué cosa?

—Ese día, en la casa blanca, hace tres meses —la miro y recuerdo aquel día en el que cambió mi vida—. Entonces lo supe, la vida me había arrebatado muchas cosas y envió a Michael como una ofrenda de paz. Desde entonces, todo lo que ha llegado ha sido hermoso. Bueno, en su mayoría.

—Te lo mereces —acaricia mi espalda y vuelve su vista al frente—. ¡Pero mira nada más! Este niño es multitalentos. Es matemático, cinéfilo y fotógrafo. ¿Qué más se puede pedir?

—Mira lo que hice, May —el pequeño Noah se sienta entre Marla y yo para enseñarme las fotos que hizo con la cámara digital que le compré hace unos minutos—. ¿Están geniales?

—Están asombrosas, amor —beso su cabeza—. Marla tiene razón, tienes talento.

—¿En serio? —me mira con sus ojos azules más brillantes que nunca.

—Por supuesto que sí —le doy un besote en la mejilla—. ¿Tienes hambre? Ya casi son las doce, ¿almorzamos aquí o en casa?

—¡Almorcemos aquí! —dice la castaña levantándose de un salto—. Creo que han abierto un KFC aquí, veamos si no me equivoqué.

Toma a Noah de la mano y ambos me toman la delantera. Apuro el resto del café y boto el vaso en una papelera. Observo a Seattle unos minutos, comprobando que desde aquí, se ve casi absolutamente todo y es espectacular. Sonrío, porque mi vida va mejorando, pero aún tengo el mal sabor que me dejó aquel atentado en La Casa Blanca.

¿Por qué la seguridad no le ha dado tanta importancia? ¿Será que sí es importante y Michael no me ha dicho? No lo entiendo. Todo es tan confuso y complicado. Quiero saber qué ocurre, pero al mismo tiempo me da miedo enterarme de algo que no quiero.

—¡May! —escucho la voz de mi hermano a lo lejos, giro y lo veo esperándome con una gran sonrisa—. Ya encontramos una mesa. ¡Ven!

—En un minuto —sacudo la mano en su dirección, viéndolo correr en dirección contraria.

Saco mi teléfono del bolsillo de mis jeans y busco el chat de Michael en WhatsApp.

Solo han pasado unas horas y ya te echo de menos. :(

Suspiro, observo como el En Línea aparece, luego el Escribiendo y finalmente llega un mensaje.

A mí me pasa igual. :(

Ya quiero verte. ¿Podemos hablar de algo más tarde?

Eso no suena bien. ¿Pasa algo?

Todo en orden. Solo es una cosilla de nada. ;)

Sonrío y tecleo con rapidez.

De acuerdo. Más tarde hablamos.

Te amo. <3

El corazón se me acelera cuando veo las últimas palabras. ¿Me ama? ¿De verdad? Vaya, eso sí que no me lo puedo creer.

Te amo también. <3

Es lo único que puedo responder, porque cuando me dice que me ama, lo demás no me interesa.

[...]

—¿Quieres que llevemos mantequilla de maní? —cuestiono hacia Noah que observa los estantes del supermercado—. ¿Prefieres mermelada?

—¿De fresa? —le brillan los ojos.

—Y hay de arándanos también —le muestro el otro frasco.

—¿Podemos llevar los dos? —se detiene al lado del carrito.

—Claro que sí —de los dos frascos en el carrito de compras—. Esta noche haré espaguetis a la boloñesa, ¿quieres? Encontré una respeta en YouTube.

—Claro que sí —me sonríe y ambos seguimos buscando las cosas que necesitamos.

Una tarea simple pero estimulante: cocinar para mí hermanito menor. Noah tenía un paladar muy básico en la clínica, por los medicamentos y todas esas cosas, así que verlo descubrir sabores es algo increíble.

Continuamos recorriendo los pasillos, metemos una que otra cosa fuera de nuestra lista al carrito y nos reímos cómplices por ello. Se suponía que solo veníamos a comprar las cosas para la cena, pero esto se volvió un caos. Aún así, no me quejo, estas salidas son increíbles.

—¿Cuándo iré a la escuela, May? —me pregunta Noah cuando estamos en la fila para pagar.

—Cuando inicie el año escolar —le recuerdo—. Es en septiembre, así que tienes que esperar un poquito más.

Ya había encontrado una escuela para Noah, en dónde ya estudiaron su caso y no tuvieron problema al aceptarlo. Durante su estadía en la clínica, Noah siempre estuvo rodeado de personas que le enseñaron muchas cosas, incluyéndome. Así que, dado los conocimientos que tiene, y aquel pequeño detalle que heredó de mí, no está tan atrasado como creí.

—Ven —tomo la mano de mi hermanito y empujo el carro hacia la caja—. Buenas tardes.

—Buenas tardes, bienvenidos —dice la chica con amabilidad—. ¿Tarjeta o efectivo?

—Efectivo —digo, pasándole los productos de mi compra—. ¿Quieres un dulce, Noah?

—Sí —asiente encantado.

Tomo un chocolate de uno de los estantes y espero a que la chica me haga la factura.

—Muy bien, son treinta con noventa y cinco —responde y me mira a los ojos, su expresión se transforma y abre la boca, sorprendida—. ¿Tú eres...? Sí, eres tú, ¿verdad?

—¿Yo? —murmuro sin comprenderla.

—Eres la novia del presidente —susurra en mi dirección y mis ojos se abren a tope—. Sí, eres tú. ¡Oh, Dios! Que emoción. Es un placer conocerte.

—Emh, lo mismo digo —medio le sonrío, nerviosa—. Ten.

—Debe ser genial, ¿verdad? —me pregunta luego de recibir el dinero—. Ya sabes, ser la novia del presidente y eso.

—Sí, supongo —la veo meter todo en las bolsas, me remuevo ansiosa y con ganas de salir corriendo—. Es un hombre normal, cómo cualquier otro.

—Pero es guapísimo —suspira y me da el recibo—. Es afortunada.

—Gracias.

Sonrío, pero me sale más bien una mueca. Agarro las dos bolsas del mostrador, la mano de mi hermano y salgo prácticamente corriendo del supermercado. Agradezco que estemos a solo dos cuadras del edificio, porque solo quiero llegar y encerrarme en el departamento para siempre.

—¿May? —Noah tira de mi mano varias veces.

—¿Sí, bebé?

—¿Michael es tu novio? —mi paso se hace más lento.

Bajo la mirada a mi hermano, que tiene una sonrisita de felicidad.

—Sí —respondo.

—¡Que genial! —da un salto en su lugar y sigue caminando de mi mano—. Eso quiere decir que el presidente está de nuestro lado, ¿verdad? Por si hay una catástrofe mundial, así podremos salvarnos primero.

La tensión, el peso que tenía sobre los hombros y la ansiedad pasaron a segundo plano ante las ocurrencias del pequeño niño junto a mí. Me reí y solté su mano solo para sacudir su cabello.

—Recuérdame no dejarte solo viendo 2012²³ otra vez —le digo—. Nunca cambies, Noah.

[...]

Trato de callar mi risa estúpida y enamorada, pero es imposible. Más cuando sus manos no han dejado de estrujarme, pellizcarme y hacerme cosquillas por todos lados. Ah, y ni hablemos de sus besos traviesos y esa sonrisa preciosa que no me deja respirar.

—No, basta —sigo riéndome, retorciéndome entre sus brazos—. ¡Michael! No, déjame... ¡Ay!

—Shhh —sus labios se pegan a mi oreja y su respiración me hace cosquillas—. No hagas ruido.

—Entonces quédate quieto —le exijo, pero vuelvo a reír cuando tira de mi cuerpo desnudo hasta tenerme a horcajadas sobre él.

Somos un enredo de sábanas, cabellos revueltos y labios hinchados.

Michael llegó a eso de las diez y media, ya Noah había cenado y visto Los Simpson, para cuando sonó el timbre, mi hermano ya estaba rendido. De acuerdo a lo poco que hablamos, esta fue la única hora conveniente que mi novio encontró para escapar de su trabajo.

Y, cuando digo «lo poco que hablamos» me refiero a no hablamos absolutamente nada. Él solo me miró, me sonrió y después me besó. Dadas las circunstancias, la cosa sí paso a mayores. Y ahora estamos aquí, en mi cama —que solía ser su cama— y saciados. O eso creo.

—Eres preciosa —acarició la comisura de mi boca con sus labios.

—Y aquí está muy oscuro —presiono el hoyuelo que se le marca en la mejilla.

—Aun en la oscuridad absoluta sigues siendo preciosa.

—Y tú sigues siendo dulce —sacudo la cabeza con una sonrisa.

—No voy a discutir contigo otra vez y mucho menos con tu escepticismo —me da un beso en la nariz—. Eres preciosa y ya está.

—De acuerdo.

Mis mejillas se encienden y no digo nada más, porque él tiene razón, jamás me entrará en la cabeza lo que dice.

—¿Qué tal el día? —besuquea mi hombro desnudo.

—¿Ahora sí me preguntas? —me rio cuando siento su sonrisa en mi piel—. Estuvo bien. Llevamos a Noah a la Aguja Espacial y la pasó increíble. Debiste verlo, estaba contentísimo.

—Ya me lo imagino —se retira un poco para mirarme a los ojos.

—También hubo algo...

—¿Qué pasó?

—No es nada malo —me apresuro a explicarle—. Fue en el súper, una cajera me miró extraño y no sabía que porque hasta que me reconoció como «La novia del presidente». Es raro, ¿sabes? Ser famosa de la noche a la mañana.

—Vaya, las noticias corren —frunce el ceño.

—Ni que lo digas —suelto un resoplido, pero sonrío—. Corren más si vienen de ti. ¿Sabes lo que me dijo?

—¿Qué?

—Que eras guapísimo y que yo era una afortunada —parpadeé varias veces para darle un aire soñador a mi relato—. Sin contar que estaba casi que babeaba por ti.

—Mmh, bueno, todo eso es cierto, ¿no?

—¡Deja de ser tan presuntuoso! —lo regaño, pero beso su sonrisa—. Eres de lo peor.

—Pero así me amas —susurra con los labios pegados a los míos.

Me dejo envolver por sus besos unos minutos más, pero me alejo para poder mirarlo.

—¿De qué querías hablar? —indago.

—Es sobre el atentado —suspiró y me miró fijamente a los ojos.

Sentí como un nudo bajó hasta mi garganta.

—¿Descubrieron algo?

—No, aún nada —desvía sus ojos de mí—. La investigación está sobre la marcha, así que solo debemos esperar.

—Entonces...

—Es más que sobre la seguridad —me dice, mordisquea su labio inferior como hace siempre que está nervioso—. Contraté unos guardaespaldas para mis padres y hay uno con Nana.

—¿Por qué? ¿Piensas que puede pasar algo peor? —digo ahora más que asustada.

—No lo sé, es por eso que incrementé la seguridad —murmura, me acaricia las mejillas—. May, no voy a correr el riesgo de perder a mi familia y tampoco pienso esperar a que algo malo te pase.

—No me pasará nada malo —susurro, apoyo la frente sobre la suya—. Estaré bien.

—Lo sé y por eso quiero estar tranquilo —me sonríe—. Así que también tendrás un guardaespaldas.

—¿Qué? —me aparté entonces, anonadada—. ¿Qué? ¿Por qué? ¿En serio lo necesito? ¡Pero si...!

—Shhh —me pone un dedo sobre los labios—. Quiero mantenerte segura, a ti y a Noah, por eso tendrás un guardaespaldas.

—Pero...

—Nada. Esto no está a discusión —me interrumpe otra vez, ahora para darme un beso que me deja muda—. Solo te lo dije para que no te sorprendiera ver a Steve en la puerta mañana.

—¿Mañana? —hago una mueca, porque de verdad que no entiendo todo esto. Tal vez es más complicado de lo que pensé—. ¿Sabes algo más que no me estás contando? El lunes no estabas tan asustado.

—No estoy asustado, tampoco te estoy ocultando algo —asegura, su mano acaricia mi espalda por debajo de la sábana—. Solo quiero prevenir. No sé que haría si algo te pasara...

—No me va a pasar nada —tomo su rostro entre mis manos y lo beso—. Estaré bien. Al menos, es Steve y no alguien desconocido.

—Por eso lo puse a él a cargo de tu seguridad —me sonríe—. Veamos si puedes quitarle ese humor de perros que siempre tiene.

—Intentaré hacerlo sonreír —digo con altivez—. Ya lo logré con Charles, no creo que Steve sea tan difícil.

—Ujum —me da un beso esquimal y me sonríe—. También quería decirte otra cosa...

—¿Qué es?

—El 4 de julio mi madre organizará una reunión en la casa de campo —comenta deliberadamente—. Nana está ayudándola desde ya, porque, cuando digo «reunión» me refiero a una fiesta gigante, ¿me entiendes?

—La verdad es que no —me rio.

—Bueno, mi madre ha insistido constantemente es que te lleve a cenar, pero la verdad es que no estaba listo para compartirte con el mundo —admite sin una pizca de vergüenza y mis mejillas se ponen rojas—. Dado que ahora lo nuestro es demasiado público, creo que no hay manera de decirle que no. Además, mi padre también quiere conocerte, así que espero que aceptes venir conmigo.

Me quedo en silencio observando la belleza de mi novio, ignorando el palpitar desenfrenado de mi corazón. Me pierdo en sus ojos de cielo y una sonrisa va creciendo en mis labios.

—¿Quieres presentarme a tus padres... oficialmente? —ladea la cabeza y después sonríe.

—Sí, eso quiero hacer —asiente y se acerca para darme un beso en la nariz—. Quiero presentarme como la mejor novia del mundo. Tú misma lo dijiste, soy un presuntuoso de lo peor.

—Estás loco —meneo la cabeza.

—Lo sé —sube los hombros con suficiencia—. Noah también va a venir con nosotros, mi madre está ansiosa por conocerlo y Nana quiere verlo otra vez.

—Está bien —asiento y lo miro fijamente—. Te amo, ¿lo sabes?

—Lo sé —me acercó más a su cuerpo, como si fuera posible—. Lo sé porque yo te amo igual.

Me besó después de eso, mis manos se enredaron en su cabello y las suyas rodearon mi cintura para después hacernos girar sobre la cama. Suelto una risita nerviosa y ahogada, recibiendo sus besos con ansiedad y hambre. Lo siento rebuscar en la mesita de noche un preservativo de la caja él mismo compró a penas me mudé aquí.

Admito que eso me tomó por sorpresa, pero según él eso nos facilitaría mucho las cosas. Y vaya que tenía razón.

—Shhh —calla con un beso el gemido que escapa de mi boca.

—Michael —me estremezco al sentir irrumpir en mi interior con delicadeza—. Por favor... ¡Ah!

Abro los ojos para encontrarme con su rostro suspendido sobre el mío, mis manos rodean sus bíceps cuando me pierdo en su mirada y lo siguiente que consigo percibir, es que cada día que pasa me enamoro más de este hombre.

²²) La Space Needle: ('Aguja Espacial')​ es una torre ubicada en Seattle, Washington, y es un símbolo de esa región del país. Fue inaugurada en 1962 en el centro de la ciudad para la Feria Mundial de Seattle de 1962. El proyecto fue idea de Edward E.

²³) 2012: Es una película estadounidense de ciencia ficción y de catástrofes de 2009 dirigida por Roland Emmerich y protagonizada por John Cusack. De acuerdo al calendario maya el fin del mundo se producirá en el año 2012. Este hecho apocalíptico hará que los líderes mundiales comiencen a prepararse en secreto para la supervivencias de personas destacadas de la sociedad. 

(...)

AQUÍ ESTOY: no estoy desaparecida, así que no se preocupen, solo me encuentro trabajando en la historia para volver con las actualizaciones seguidas.

PARTES INTENSAS DE CAPÍTULO:

La primera:

La segunda:

La tercera:

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