47. Michael.
Semanas después.
La luz entra por alguna parte de la habitación y lo detesto. Odio que el día me robe estos pocos minutos de felicidad que últimamente tengo pocas veces. En el reloj digital son las siete y treinta, ya debería estar en la ducha, pero no quiero. Al parecer, la alarma no sonó. Bueno, tal vez no la escuchamos.
Suspiro y me doy la vuelta otra vez, busco a tientas a esbelta silueta de mi novia, que está a solo centímetros de mí. Por su espalda desnuda caía su cabellera castaña, con leves toques de negro, en ondas gruesas y suaves. Sonrío inconscientemente y paso mi brazo alrededor de su cintura, entierro la nariz en su pelo, acariciando su cuello en el proceso.
La siento removerse un poco, pero su respiración pausada me dice que está dormida. La aprieto entre mis brazos, cierro los ojos y me permito relajarme unos minutos más junto a su dulce y tranquilizante olor a cereza. Su espalda sube y baja contra mi pecho, la sensación de su piel contra la mía es exquisita.
—Mmh... Mmm Mmh... Mmm —la escucho murmurar, sus dedos rozaron mi brazo que estaba bajo su cabeza. Se acomodó un poco y suspiró finalmente—. Mmh... Michael...
—¿Qué pasa, corazón? —mi voz apenas fue un susurro.
Maydeline parecía dormida, pero aún así seguía murmurando cosas que no entendía. Sonreí al darme cuenta que estaba soñando, y, al parecer, era conmigo.
—Michael... —volvió a suspirar, arrastrando sus dedos por mí brazo.
—¿Qué, amor? —acaricié su abdomen con suavidad.
—Te quiero... —suspiró.
Sonreí otra vez, besé su cuello.
—Yo también te quiero, cariño.
Permanecí quieto unos minutos, dejándome envolver con su calor. Hasta que, de un momento a otro, Maydeline se remueve con fuerza entre mis brazos.
—¡Mierda, Noah! —exclama, se deshace de mi abrazo e intenta sentarse en la cama, pero no la dejo—. ¡Michael, tengo que...!
—No, apenas son las siete, debemos ir por él a las nueve y media —le recuerdo, tirando de ella, pero logra zafarse—. May...
—¡Ya debemos...! ¡Ay! —se sujeta la cabeza, de pie al filo de la cama.
Rio y me incorporo, me siento al final de la cama y tiro de su cuerpo desnudo hasta tenerla sentada entre mis piernas.
—¿Estás bien? —beso su hombro.
—Sí, creo que me dio mareo —se frotó la sien.
—Relájate —acaricio sus brazos—. Has esperado mucho tiempo para esto, unas horas no son nada.
Suspira profundamente, dejando caer la cabeza sobre mi hombro.
—Tienes razón —susurra—. Ha pasado tanto tiempo, tantas cosas... La ansiedad me está ganando.
—No dejaré que te gane —le doy un beso en la mejilla—. Noah te necesita más fuerte que nunca, quiero que te relajes... Es tuyo, May, ¿recuerdas?
La última semana del mes de mayo, llegó una notificación para May, en dónde le dieron oficialmente la custodia completa de Noah...
—Amor, ¿estás segura que quieres quedarte? —agarro las llaves del departamento con la esperanza de convencerla de que salgamos a cenar—. Ya dejó de llover, podemos ir a dónde tú... ¿Qué pasa? —me detengo en el lumbral de la sala, observando las lágrimas correr libres por sus mejillas—. May, ¿por qué estás llorando?
—Es mío —solloza, llevándose una hoja de papel al pecho. Me sonríe y sigue vertiendo lágrimas incontenibles—. Es mío, Michael. Noah es mío.
Esa tarde descubrí que no conocía la sonrisa de felicidad de Maydeline Allen. He visto sus sonrisas genuinas, pero no como esa que tenía en los labios. Sus ojos brillaban de una forma mágica y no pude evitar sentirme afortunado por presenciarlo.
—Sí, lo recuerdo —asiente y me mira, sonríe—. ¿Quieres desayunar? Iré a preparar algo.
—May, es temprano... —no puedo retenerla.
—No puedo quedarme quieta, lo siento —hace una mueca, recoge mi camisa del suelo y se la pone con rapidez—. Tengo que hacer algo para no pensar de más.
Suspiré al verla prácticamente correr fuera de la habitación, decidí dejarla tranquila. A pesar de querer esto más que nada, sabía que estaba nerviosa por volver a vivir con su hermano. Me sentía feliz por ella, pero no quería que estuviera tan ansiosa. Le doy su espacio para que se tranquilice, así tiene tiempo para asimilarlo todo.
Decido no quedarme solo en la cama, voy hacia el baño con el teléfono en la mano cerciorándome de no tener ningún mensaje importante. Se supone que no tengo trabajo hoy, bueno, sí tengo, pero es sábado y puedo hacerlo desde el iPad.
Es junio, mi plan de salud sigue en marcha, los proyectos para la construcción de nuevos hospitales van viento en popa. Es por eso que tengo que ultimar detalles con el informe que Anastasia me envió desde temprano.
No tiene prisa, pero apenas lo tengas listo, me lo envías.
Sin problema. Más tarde lo reenvío.
Anastasia Clayton era tan responsable e insistente que a veces me podía de los nervios, pero, de no ser por ella, no sé dónde estaría. Le debo mucho, fue la primera decisión que tomé cuando estaba en campaña. Anastasia fue mi fórmula vicepresidencial y logró ganarse el corazón de todo el país incluso antes que yo.
En mi nuevo trabajo, ella es la única en lo que confío ciegamente.
Me eché agua en la cara para intentar alejar el sueño de mi sistema, sé que May debe estar dando vueltas por la cocina, así que es mejor mantenerla ocupada en otra cosa antes de que se arranque los pelos. Salí del baño luego de cepillarme los dientes, recogí el boxer del suelo y me lo puse para luego ir en búsqueda de mi novia.
Cómo predije, se movía por la cocina sin mirar nada en lo absoluto. Tan solo abría y cerraba cajones al azar. De pronto se detuvo y se giró, al verme ahí, se llevó las manos al rostro y soltó un alarido de frustración.
—Oye, basta —me acerqué a ella y le quité las manos de la cara—. Relájate, ¿de acuerdo? Te va a dar un infarto antes de ver a Noah, ¿eso quieres?
—No —resopló, me miró recelosa—. Solo estoy... ¡Por el amor a Dios! He esperado este momento desde el día que me quitaron a Noah... ¡Cinco años! Cinco años en dónde solo podía verlo cuando ellos querían, porque, a pesar de ser el único familiar directo que tenía a disposición, no estaba apta para él. ¿Según quién? ¡Soy su hermana! Daría mi vida por él. ¿Sabes que me detuvo para ser donante? ¡Ser quince años mayor que él! Ahora, estoy a tan solo horas para que sea mío totalmente y me estoy muriendo de los nervios... ¿Qué debo hacer?
Tragué con fuerza sintiendo un nudo en la garganta. Aún y cuando May y yo éramos polos opuestos, teníamos muchas cosas en común. A los dos nos quitaron una parte fundamental de nuestras vidas.
—Te entiendo —acuno su rostro con una de mis manos—. Solo quiero que estés tranquila. Hoy será un día súper especial, no quiero que te agobies con nada —acaricio su mejilla con el pulgar—. Tú misma lo dijiste, has esperado este momento muchos años, disfrútalo.
Asintió, parpadeó con rapidez y se secó una lágrima de la mejilla. Me sonrió y sus mejillas se tiñeron de rosa. Se puso de puntillas y me besó.
—Gracias —rozó nuestras narices.
—No tienes que agradecer nada —le pasé el cabello detrás de la oreja—. Ahora, si terminaste de volverte loca, ¿podrías venir conmigo?
—¿Adónde? —frunció el ceño.
—Está justo aquí —le di un toquecito en la nariz con el dedo—. Ven, quiero que veas algo.
No refunfuñó como creí que lo haría, solo se dejó llevar. La escolté por el pasillo, pasando por la habitación principal y las dos de vistas, yendo directamente a la tercera. Me giré a verla, con la mano en la perilla.
—Prométeme algo primero —le pedí.
Ella se ríe y rueda los ojos.
—¿Qué hiciste ahora? —dice con diversión.
—Solo prométeme que no enloquecerás —la miré profundamente a los ojos.
—De acuerdo —asintió y sonrió con ternura—. Muéstrame.
Le sonreí de vuelta y me infundí valor para abrir la puerta, la dejé entrar y de inmediato soltó un jadeo. Se llevó las manos a la boca y se dio la vuelta para mirarme.
—Michael... —me miró con los ojos bien abiertos y una sonrisita bailando en sus labios—. ¿Pero qué...?
—Cuando Noah llegue no puede dormir contigo, necesitará su espacio de niño grande e independiente —le dije, observando el excelente trabajo que hicieron los decoradores—. Además, supe que a Noah le encanta todo con respecto a los dinosaurios así que...
No pude terminar de hablar porque se abalanzó sobre mí y me besó. Sus piernas me rodearon la cintura y tuve que sujetarla con fuerza del trasero para que no terminara en el suelo.
—Dios, estás loco —se ríe con la boca pegada a la mía—. Eres increíble.
—¿Increíble en el buen sentido o porque estoy loco? —le seguí el juego.
—Por ambas —admitió, me besó otra vez—. Gracias.
—Ya te dije que... —otro besó me dejó mudo.
—No me interesa lo que digas —susurró—. Gracias.
—Siempre —la besé una vez más antes de que pusiera los pies en el suelo—. Entonces, ¿crees que le guste?
—¿Bromeas? Le encantará.
—Que bien.
—¿Pero como es que pasó esto? —me pregunta—. He estado viviendo aquí desde hace dos semanas...
—May, llegas tan cansada a casa que apenas tocas la almohada, te duermes —me burle un poco de ella, causando un leve rojo en sus mejillas—. Además, sé que no has entrado aquí desde que te mudaste...
—Porque no necesitaba más espacio —se excusa, pero sonríe—. Esto está genial. Gracias otra vez.
Me acerqué a ella para rodearla con mis brazos y besarla.
—Ya te lo he dicho un millón de veces —beso su mejilla—. Todo por ti.
[...]
Con el pulgar en la boca, su pierna moviéndose incesantemente y la mirada perdida, Maydeline permanece quieta a mi lado mientras vamos en el auto.
—No hagas eso —le quité la mano de la boca, observando el color rojizo de la sangre alrededor de su uña—. Te vas a arrancar el dedo.
—Lo siento —carraspeó y se removió—. Estoy nerviosa —se rio, pero se detuvo de golpe—. Perdón, es que...
—Está bien —entrelacé nuestras manos y besé sus nudillos. Suspiró y se acercó para apoyar la mejilla en mi hombro—. Me gustaría preguntarte algo...
—¿Qué es? —me miró a los ojos.
Sonreí ante lo curiosa que podía llegar a ser.
—Bueno, no sé cómo manejas las cosas que pasan en tu vida y tampoco entiendo cómo es que superaste todo lo que viviste desde muy pequeña —murmuré mirando sus ojos azules—. Salvo que eres la mujer más valiente del mundo... no tengo otra cosa que decir. A lo que voy es, tal vez a ti y a Noah les venga bien ir a un psicólogo.
Nos quedamos en silencio unos segundos, intento parecer tranquilo porque no quiero que se lo tome a mal.
—Yo también he estado pensando lo mismo —dijo para mí sorpresa, suspiró—. Bueno, Noah ha recibido apoyo psicológico en la clínica. Ya sabes, era muy pequeño y no entendía porque no podía salir conmigo de la clínica —se encogió de hombros—. Lo ha ayudado bastante, es tan dulce y valiente... Creo que eso es bueno, además, no pienso dejar de llevarlo.
—Eso está bien —elevo su barbilla con mis dedos, nuestros ojos se encuentran—. Sin embargo, quiero que tú también asistas a uno.
—Yo también —me sonríe—. Sería de mucha ayuda, ¿verdad?
—Por supuesto que sí —la atraje hacia mí para abrazarla.
Yo más que nadie sabía lo beneficioso que era tener ayuda de un profesional, y cuando se iba por voluntad propia, era aún mejor.
—¿Puedo encargarme yo de esto también? —le pregunté con suavidad, ella se alejó solo un poco para poder mirarme con exasperación. Carajo, es hermosa. Sonreí—. Compláceme, ¿sí?
—Dios, no sé que haré contigo —me apuñala el pecho con su dedo, pero su tono de voz es divertido—. De acuerdo.
Sonreí y rodeé su hermoso rostro entre mis manos para besarla.
—Eres tan insistente —gruñe.
—Y tú eres tan preciosa —besé la punta de su nariz—. Déjame cuidar de ti.
—¿Qué más opción tengo? —subió sus hombros y sonrió.
Me sentí satisfecho al verla más relajada, pero eso no duró mucho, porque la camioneta entró al estacionamiento de la clínica. Desde que May y yo salimos en el periódico, hemos disminuido nuestros contactos físicos en públicos. Charles aparcó y Steve bajó para abrirnos la puerta. Maydeline y yo permanecimos a un lado de la camioneta mientras esperábamos a Noah.
May empezó a removerse en su lugar, inquieta. La ansiedad era palpable en su expresión, así que la rodeé con un brazo y a estreché contra mi cuerpo.
—Todo está bien —besé su sien.
—Estoy bien —susurró, pero supe que no era del todo cierto.
Observé a Charles en la parte delantera de la camioneta y a Steve junto a nosotros, a una distancia prudente. La respiración de May se aceleró conforme el número de pisos en la pantalla del elevador se acercaba al estacionamiento.
Cuando el ascensor se detuvo y las puertas se abrieron, Marla apareció con Noah sujetando su mano, ahora vestido con unos jeans azules, una camiseta de los Mariners¹⁴ y unos zapatos deportivos. Sin el tuvo de oxígeno, parece un niño completamente saludable y sin rastros de haber sufrido una complicada enfermedad.
Maydeline reprimió un sollozo en cuanto vio a su hermano, escapó de mis brazos para encontrarse con él a mitad de camino. Mi novia se dejó caer en suelo mientras ambos se abrazaron.
—Oh, Noah —sollozó sin contenerse, apretando el cuerpo de su hermanito con fuerza entre sus brazos—. Por fin estás conmigo.
—¿Ahora vamos a estar juntos para siempre, May? —le preguntó el pequeño, el brillo de sus ojos azules igualaba el de su hermana—. Ya nada podrá separarnos, ¿verdad?
—Vamos a estar juntos para siempre, Noah —ella le sujetó las mejillas y besó su frente—. Te amo. Voy a cuidar de ti con mi vida, Noah, hasta el final.
—Yo también te amo, eres la mejor hermana del mundo —la abrazó de vuelta.
La escena me pareció conmovedora, pero también algo desgarradora. Cuánto hubiera dado por vivir un momento así una última vez...
No, no pienses en eso.
—Ya no llores, May —Noah le secó las lágrimas a su hermana—. Ahora seremos felices.
—Sí, mí amor —le besó las mejillas y después se puso de pie. Abrazó a Marla unos largos minutos y le dijo algo al oído que no pude escuchar—. Ven.
Agarrados de la mano se dirigen hacia mí, con Marla siguiéndolos.
—¡Michael! —exclama el pequeño apenas me ve.
—Hola, campeón —le paso una mano por el pelo—. Que bueno verte. ¿Cómo estás?
—Estoy muy bien —me sonríe y dos hoyuelos se marcan en sus mejillas—. May dijo que ahora pasaríamos mucho tiempo juntos todos nosotros.
—Creo que deberías creerle a tu hermana, Noah —le sonrío.
—¡Pero yo seré tu favorita, por supuesto! —intervino Marla, tomando a Noah entre sus brazos—. Porque la tía Marla es la mejor, ¿a qué sí?
—La tía Marla es la mejor —la secunda, logrando que Marla soltase un grito de éxtasis.
Observo a May sonreír ante la imagen y el corazón salta en mi pecho lleno de felicidad, tanto así, que me tiembla el cuerpo. Y, como cada día que pasa, me enamoro más de esta mujer.
¹⁴) Mariners: Los Seattle Mariners son un equipo de béisbol profesional estadounidense con sede en Seattle, Washington. Compiten en las Grandes Ligas de Béisbol como club miembro de la división Oeste de la Liga Americana.
(...)
¡AL FIN NOAH ESTÁ CON MAY!
AAAAAAAAHHHHHH
Se vienen cosas bonitas, pero también mucho ✨DRAMA✨:
¿Preparados?
¡VOTEN Y COMENTEN MUCHO!
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