43. Michael.
Jonathan D'Arco entra al restaurante luciendo igual que siempre, tan serio y grande que da miedo, pero el niño que va de su mano le quita el aire aterrador que va con él.
—Mira nada más, el niño pijo es presidente —se ríe cuando me levanto—. Uy, verte con traje da miedo. ¿Ordenarás que me arresten?
—Eso depende, ¿todavía haces cosas ilegales? —indago con diversión.
—No si puedo evitarlo —se carcajea y suelta a su hijo para darme un apretón de manos y un abrazo demasiado fuerte para mis costillas—. ¿Qué tal estás?
—No tan bien como tú —observo al pequeño niño rubio de ojos grandes—. Veo que estás bien acompañado.
—Sí, es día de chicos. Gail está con Abby en el centro comento —se encoje de hombros y sienta a su hijo en una silla—. Ahora somos este pequeño mounstro y yo. Saluda Asher.
—Hola —me sonríe en grande, sin una pizca de timidez.
—Hola, Asher —me siento al mismo tiempo que Jonathan—. Encantado de conocerte.
—¿Sabes quién es, campeón?
—Es el presidente, papá. Soy pequeño no idiota —rueda los ojos.
Miro a Jonathan, sorprendido por la actitud de su hijo.
—Es genial, ¿verdad? —se ríe y le entrega un teléfono al pequeño, que no tarda en aislarse de nosotros—. Imagínate vivir con eso todos los días.
—No puedo imaginarlo —me rio—. ¿Es recomendable?
—En parte, no sé qué sería de mi vida sin mis hijos y mi esposa —sube los hombros—. Pero, bueno, cada quien tiene su propia opinión al respecto. Este pequeño sacó la personalidad de su tío Jordan.
—El tío Jordan es genial —murmura el niño, sin apartar los ojos del teléfono.
—Sí, solo porque te enseña a boxear cada vez que vamos a Nueva York —lo riñe su padre—. ¿Tienes hambre? ¿Quieres algo?
—Estoy bien, papá —le dice Asher y se deja caer contra el respaldo de la silla.
Jonathan suspira, como si no pudiera hacer nada.
—Bueno, felicidades por la presidencia —murmura, mirándome.
—Gracias, fue algo que no esperaba, en serio —él me mira con una ceja arqueada. Me reí son poder contenerme—. Bueno, está bien, sí que lo esperaba, pero no creí que alguien tuviera tantas esperanzas en mí.
—Eres un buen tipo, créeme —asegura—. La gente lo notó. Realmente, no sé dónde estaría Gail de no ser por ti.
—No fue nada.
Conocí a Jonathan D'Arco cuando estaba empezando con esto de la política. Con tan solo veintitrés años, ya andaba de congreso en congreso, por lo que necesitaba a alguien que me cubriera las espaldas. Al leer el expediente de Jonathan, supe que era el tipo adecuado.
Somos amigos desde entonces.
—¿Qué tal está todo? —le pregunto y miro a Asher.
—Mejor que nunca —sonríe—. Estos pequeños son lo mejor que me ha pasado en la vida.
Mellizos... Mierda.
—¿Qué tal con tu hermano? —indago, él se ríe.
—Bueno, luego de la paliza que me dio, estamos bien —asiente, sonriendo—. Me lo merecía, supongo, debí decirle que me encontraba bien... Ahora todo está en orden.
—Me alegra oírlo —soy sincero.
Sé lo que Jonathan sufrió, ya era hora que tuviera su final feliz.
—Entonces, tu novia tiene problemas —frunció el ceño.
—Los dos tenemos problemas. No son tan graves, pero quiero solucionarlo cuánto antes.
—Bien —asiente—. La fotografía fue tomada desde un mal ángulo, lo que nos dice que fue rápido y no es profesional. Quien haya sido, venia siguiéndolos y se estaba escondiendo demasiado. Obviamente, no quería que lo vieran.
—Es un idiota con una cámara —bufo—. Sabe quién es la mujer misteriosa con la que estoy, pero se niega a decírselo a la prensa. ¿Crees que sea alguna estrategia? Ya sabes, para desprestigiarme. ¿Será algo personal?
—¿Tienes algún enemigo al acecho? —cuestiona.
¿Quién querría hacerme daño? ¿A May? No lo creo. Nadie sabe de nosotros.
—No que yo sepa.
—Mmh, bueno, no sé qué decirte —ladea la cabeza y se frota la barbilla—. Intentaré buscar información sobre este tipo. Un nombre. Una dirección. Una red social o algo. No te preocupes. Tengo contactos.
—Que sea todo legal, por favor —le pido y él se ríe.
—¿Por quién me tomas? Soy un angelito caído del cielo —se hace el ofendido—. Sin problema. Intentaré buscar el nombre del tipo que tomó la foto. Te enviaré un correo con la información cuando la tenga.
—Te lo agradecería muchísimo.
Lo veo ponerse de pie y llamar a su hijo.
—No puedo quedarme mucho tiempo, ya sabes, día de padre e hijo —sonríe, se guarda el teléfono en el pantalón y carga a su hijo. Me levanto también para despedirme—. Que bueno verte otra vez. Felicidades por tu ascenso y que linda novia la que tienes, ¿eh?
—Ni la mires, infeliz —lo señalo con mala gana, pero estrecho su mano.
—¡Pero si mi Gail es todo para mí! —se ríe otra vez—. Nos vemos, hermano.
—Hasta luego.
[...]
Maydeline se quita las Converse rojas y las deja junto al sofá de la sala, se desprende de la chaqueta y la tira en el respaldo con sumo cuidado, dejando todo organizado a pesar de que nada va en ese lugar. Me sonríe cuando me acerco a ella, quitándome el saco para también dejarlo en el sofá.
—¡Qué día tan largo! —se ríe y se apoya en mi pecho cuando me siento junto a ella—. Te extrañé.
—Y yo a ti —beso su pelo, envolviéndola entre mis brazos.
Se siente tan bien tenerla junto a mí, en mi departamento, conmigo. Cierro los ojos y me dejo llevar su dulce olor a cereza. Huele a gloria, a un lugar feliz en dónde quisiera estar todo el día.
Me permito fantasear con estar así siempre. ¿Sería posible? ¿Estar con ella, día y noche, por el resto de nuestras vidas? No sé que tendrá el futuro preparado para nosotros, pero daría lo que fuera por tenerla siempre conmigo.
—¿Dónde estuviste esta mañana? —levanta la cabeza para mirarme—. Fui a tu oficina para limpiar y no estabas.
—Estuve con un viejo amigo —le hago cariñitos en el pelo, haciendo que sus ojos se cierren—. Me está ayudando con algo.
—¿Qué es? —indaga, con la curiosidad brillando en sus ojos azules.
—Nada importante —no quiero decirle, así que sonrío para esquivar el tema—. Así que fuiste a limpiar, ¿eh?
Rueda los ojos porque sabe que voy a fastidiarla con el tema.
—¡Deja de molestarme! —se queja, removiéndose y sentándose correctamente—. Solo fue esa vez... ¡Y ya está! Olvídalo, por favor.
—¿Olvidarlo? ¡Ni hablar! —suelto una risita y me acerco para darle un beso rápido—. Jamás voy a olvidar ese día, señorita Allen. Es más, es mi recuerdo favorito de La Casa Blanca.
—Ay, Dios, eres insufrible —se ríe y se cubre la cara. Está roja como una manzana, pero está preciosa—. En fin, olvidemos el tema y hablemos de lo que importa de verdad... ¿Qué era eso que querías decirme?
Ah, lo recuerda.
—No se le escapa nada, Srta. Allen —le acaricio la mejilla con ternura.
—Nada si se trata de ti —me sonríe—. Cuéntame.
—Bueno, es algo importante para mí y creo que sería una buena idea que aceptaras —le digo y su rostro detona perplejidad. ¿Qué estará pensando? Realmente, quisiera que dijera que sí—. Mantén la mente abierta, ¿sí? Piensa en que solo quiero lo mejor para ti.
Traga con fuerza, pero termina asintiendo. No deja de mirarme.
—Está bien.
Bueno, aquí va...
—Sé que todas las entidades del estado te han visitado, revisado y aprobado todo. Que tienes todo en orden respecto a la adopción de Noah y me alegro, me gusta saber que todo está bien —empiezo, despacio. Tanteo el terreno, sin apartar la mirada de sus luminosos ojos de colores—. Antes que nada, quiero que sepas que no tengo nada en contra de tu departamento...
—¿Qué pasa con mi departamento? —cuestiona interrumpiéndome.
—Nada, nada —niego—. Tu departamento no tiene nada de malo... si vives tú sola —murmuro al final, dejándola más confundida que antes—. Solo digo que, dado que ahora Noah estará contigo... Emh, tal vez, ambos necesiten más espacio. Entonces... —carraspeo, nervioso—. Solo en una idea, ¿de acuerdo? Puedes decir que no, pero...
—Solo dímelo y ya, Michael —se ríe, un poco nerviosa, pero también divertida—. Tranquilo, no me voy a poner histérica.
Eso lo dices ahora, nena.
Tomo una lenta respiración y asiento, siguiendo su recomendación.
—Me gustaría que vinieras a vivir aquí, con Noah —suelto entonces, sin tapujos.
May sigue mirándome, con los labios entreabiertos y la respiración pausada. Creo que aún lo está asimilando, ya que solo observa mis ojos con fijeza. Pero, de un momento a otro, sus ojos empiezan a abrirse más de lo normal lentamente y creo que es por la impresión que le dieron mis palabras.
—¿Quieres que venga a vivir contigo? —susurra en voz baja.
Apenas y logré escucharla.
—Sí. Bueno, no —suspiré—. May, apenas tenemos dos meses juntos, contacto todo el tiempo desde que nos conocimos —lo digo en serio, porque desde que la vi por primera vez, me robó el corazón—. No estamos listos para eso, lo sé, debemos conocernos más. Sin embargo, yo no pasó mucho tiempo aquí, de todos modos, y teniendo en cuenta que ahora tendrás a Noah...
—¿Por qué? —ladea la cabeza y después la sacude, cerrando los ojos—. Quiero decir, necesitamos tiempo para conocernos más... ¿Por qué?
—Bueno, May, vivo en La Casa Blanca, mi departamento está vacío todo el tiempo —me encojo de hombros, buscando las palabras correctas para quitarle esa expresión de asombro del rostro—. Además, ya te lo dije, solo quiero que estés bien. Tu departamento no tiene nada de malo si vives sola en él, pero ahora estará Noah también y necesitará espacio y cuidado...
—Dios, me vas a volver loca —jadea y cuando menos me lo espero, sus labios están sobre los míos.
Sus pequeñas y suaves manos acarician mis mejillas, mientras que su dulce boca me vuelve loco. Oh, santo Dios. Esta mujer es todo lo que necesito. Acuno su rostro entre mis manos para devolverle el beso con devoción.
—Mmh, ¿eso es un sí o un no? —le pregunto cuando se aleja—. Aún no sé muy bien interpretar tus reacciones.
Se ríe, se aleja para sentarse sobre sus talones, mirándome.
—No, no es un no, pero tampoco es un sí —suspira y se mira las manos—. ¿Puedo pensarlo? Es que, apenas me estoy acostumbrando a que hagas estas cosas por mí. ¿Está mal? ¿Es arrogante de mí parte querer hacer más cosas por mí misma?
—No, corazón, claro que no —le quito el cabello del rostro, perdiéndome en su mirada azulosa—. Es solo que estás acostumbrada a hacerlo todo tú sola, porque es lo único que has visto. No está mal recibir ayuda, ¿verdad?
—No, no está mal —me sonríe con esa expresión de ternura suya que tanto me gusta. Se acerca y me abraza—. No sé cómo agradecerte, de verdad.
—Con tenerte a mi lado en más que suficiente, Maydeline —beso su sien—. Piénsalo, ¿sí?
—Lo pensaré.
—Además, no viviremos juntos, pero pasaré mucho tiempo aquí —intento quitarle hierro al asunto y lo consigo—. Bueno, cuando tenga tiempo para mí.
—Lo que básicamente nos dice que vamos a vivir juntos a tiempo parcial —asiente solemne.
Bueno, eso no lo había pensado... ¡Qué más da!
Me sonríe y yo me doy por bien servido. Me gusta verla contenta, relajada y feliz. Todo lo que hago es por eso, no busco nada a cambio y espero que ella empiece a entenderlo, porque mientras estemos juntos, daré todo lo que esté en mis manos para mantenerla junto a mí.
—¿En qué piensas? —me pregunta.
Su voz me hace dejar los pensamientos atrás, sonrío.
—En lo mucho que te quiero —admito, pasando un dedo por su mejilla suave y rosada—. Te sonrojas con nada.
—Me da cosita en el estómago cuando en dices esas cosas —se pone más roja y hace un mohín hermoso—. Es culpa tuya.
—Ah, vale —rio, levanto su barbilla y acerco mis labios a los suyos—. Me agrada mucho ser el culpable de eso.
—Ujum —suspira y entreabre la boca—. Michael...
—¿Qué? —beso su labio inferior—. ¿May?
—A Marla le va a dar un infarto por tu culpa —suelta una risita en medio de su aturdimiento.
—¿Por qué? —frunzo el ceño, echando la cabeza para atrás y así poder verla mejor—. ¿A qué te refieres?
—Cuando le diga que me pediste mudarme aquí —se muerde el labio inferior para no reírse.
—Eso suena arriesgado —intento parecer asustado—. No quiero morir en manos de tu mejor amiga.
—Mmh, eso es complicado —sube los hombros y pone su expresión traviesa—. Merlina es impulsiva, no sé que va hacer ni en que momento.
—Más me vale andarme con cuidado, ¿no? —pasé mis manos por sus piernas, tirando suavemente de ella para subirla a mi regazo—. No quiero que te alejes de mí, nena. Jamás, te quiero para mí siempre. No te vayas.
—No podría hacerlo nunca —aprieta mis hombros con delicadeza, bajando su boca a la mía.
Acaricié su cintura y metí las manos bajo su camisa, tanteando su piel y deleitándome con su suavidad, con su calor. Carajo, amaba esto. A ella. Sus manos tiran de mí cabello, mordiendo mi labio inferior con lentitud.
—Entonces... ¿te quedas? —le quito la camiseta por encima de la cabeza, deseoso de sentirla por completo.
El color rojo de su sujetador llama mi atención con rapidez, y en sus ojos azules veo el deseo brillando en sintonía con el mío.
—Me quedo —soltó jadeando y se lanzó a besarme.
AAAAAAAAAAAAHHHHHHHH
ES JONATHAN. REPITO: ¡ES JONATHAN!
¿Se esperaban eso? ¿No? Bueno, me complace informales que: ¡Nuestro Jonathan está vivo!
ES QUE MICHAEL ES TODO LO QUE ESTÁ BIEN
YO LOS AMO ¿Y USTEDES?
Aquí les dejo el dato, por si no conocen a los hermanos D'Arco y son nuevos lectores.
'Una bestia bajo la tormenta' es la obra madre de todas mis historias. Así que vayan a darle un vistazo, no se van a arrepentir.
Disponible en mi perfil: ValerynCaceres
¡VOTEN Y COMENTEN MUCHO!
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