Lo observo, lo analizo y pienso.

Pauso el video, retrocedo y lo reanudo.

¿En serio él es tan estúpido como para no darse cuenta que su mano derecha es su peor enemigo?

Aún no puedo creer que al ser el más inteligente de los dos, siga siendo el más estúpido.

—¿Señor? —una voz llama mi atención.

—¿Sí? —pongo en pausa el video otra vez.

—Sé que no es de mi incumbencia, pero, ¿no es mejor decírselo y ya? —cuestiona, giro la cabeza para mirarlo—. Solo es una sugerencia, así se ahorraría muchos problemas.

Suspiro y vuelvo a mirar la pantalla del televisor, analizándolo una vez más.

¿Debería hacerlo?

—Quiero que él mismo lo descubra —musito—. Es muy listo, sé que lo hará.

—¿Y si no?

¿Y si no?

—Y si no... tendré que intervenir.

—¿Está seguro? —su voz curiosa me llena de ansiedad.

—Ya lo dejé solo una vez —suspiro—, no lo haré de nuevo.

¿Será que pronto conoceremos a este incógnito?

¿Qué dicen ustedes?

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