16. Maydeline.
Me muerdo el labio inferior y trato de pensar muy bien en lo que estoy apunto de hacer. Observo fijamente y espero. Respiro por la nariz y suelto por la boca. Muevo la cabeza de un lado al otro para aliviar mi cuello y acaricio el control lentamente con mis dedos.
—¡No, May! —grita Marla cuando le disparo.
—¡Sí, gané! —exclamo y doy un salto en el sofá.
—Ay, cállate ya —gruñó ella, soltando el control por los aires y cruzándose de brazos como una pequeña niña berrinchuda.
—¡Te gané, te gané! —me mofo y pincho su costado—. Anda, dame mi premio.
Eso de apostar mientras jugábamos con el PlayStation viejo que tenía había sido buena idea.
—¡No te voy a dar nada! —refunfuña—. No debimos apostar nada.
—Mala perdedora —le saco la lengua—. Estaré esperando mis diez dólares, Merlina.
—¡No me llames así! —abre la boca, indignada—. No te daré nada.
—Mala amiga.
—Mala amiga tú, que me cambiaste por el presidente.
Mis mejillas se encienden ante sus palabras y balbuceo sin parar.
—Yo no te he cambiado por nadie —susurré.
—Ajá, y las vacas cantan —rueda los ojos, pero sonríe maliciosa un segundo más tarde—. Cuéntame, ¿se quedó el viernes?
Ay, viernes. Bendito seas, día viernes.
—Solo se quedó a cenar —murmuro, mirando mis uñas.
—¿Y que más? —pregunta interesada.
—No pasó nada, Marla —suspiro, sin saber si en realidad estaba decepcionada por esa afirmación.
—¿Hubo algún beso? —sube sus cejas de manera subjetiva.
—Solo el que interrumpiste en el pasillo —le recuerdo, soltando una risita.
—Lo siento —negué—. ¿Y que te dijo?
—Solo hablamos de él y lo que pasó esa noche.
—¿Y que pasó?
—Terminó con su novia —digo y ella parece entrar en cortocircuito.
Abre y cierra la boca varias veces, parpadea y jadea la final.
—¡¿Qué?! —exclama.
—Sip, terminó con ella.
—¿Por ti? —se arrodilla en el sofá.
—¿Qué? No —me reí. Ojalá. Sacudí la cabeza—. Tenían varios problemas en su relación. Al parecer, ella es muy egoísta y no ama a nadie más que a sí misma.
—¡Terminó con su novia, maldición! —me dio una fuerte palmada en el muslo que me hizo saltar—. Esta es tu oportunidad, May.
—¿Para qué? —cuestioné sonrojada—. No está bien aprovecharse de las situaciones así. Ella fue su novia desde hace años, no es bueno que piense en esas cosas —bajé la cabeza y jugué con mis manos—. En todo caso, habíamos quedado en que no estaba bien.
—May —ella se ríe—, no le deben explicaciones. Ni al mundo y mucho menos a su ex.
La miré un segundo y traté de no pensar en todo esto. Michael apenas y había terminado con su novia de años, yo comenzaba a asimilar la idea de que estaba enamorada de él como una idiota. Sí, como idiota. ¿Quién más se enamora en un mes? En fin, el caso es que, este mundo de fantasía que he creado en mi cabeza es más ficticia que las películas que pasan por la TV.
[...]
—Eres la mejor —vuelve a decir Chris desde que ingresó a la biblioteca para agradecerme—. No sé que hubiera hecho sin ti.
—Ay, no es para tanto —le resto importancia, toda sonrojada—. Solo te di un empujoncito.
—¿Un empujoncito? —se ríe—. Amiga mía, me diste un puto empujón desde el edificio más alto.
Sacudo la cabeza y continúo organizando los pequeños adornos que estaba en los estantes.
—¿Entonces? —lo miré—. ¿Estás saliendo con ella?
—Algo así —asiente—. Hemos salido a comer un par de veces, creo que eso es bueno.
—Lo es —afirmé—. Estoy muy contenta por ustedes.
—Gracias —me sonríe—. Bueno, te dejo trabajar.
—Igual.
Sacudo la mano en forma de despedida antes de verlo desaparecer por la puerta.
—¿Quién lo diría? —me pongo los audífonos que le robé a Marla y los conecto al teléfono—. Esto de ser Cupido es lo mío.
Sonrío y me pongo los guantes cuando la voz de Elvis Presley empieza a sonar suavemente. Me muevo con lentitud mientras paso el trapo especial sobre los libros, quitándoles el inexistente polvo que los rodea.
Los sabios dicen: que solo los tontos se precipitan
Pero no puedo evitar enamorarme de ti
Muerdo mi labio inferior y sonrío, tarareando la canción, dejando que los recuerdos de mi niñez invadan mi memoria. Rememorando aquellos tiempos en dónde todo parecía ser más fácil.
Si me quedara, ¿sería un pecado?
Si no puedo evitar enamorarme de ti
Pero, ¿quién soy yo para quejarme? Aunque las cosas no han salido tal y como esperaba, no todo es tan malo como parece. Tengo un trabajo estable, a mi hermanito conmigo, una amiga que es mejor que cualquier otra persona del planeta y tengo a...
Como un río que fluye
Seguro hacia el mar
Querida, así es
Algunas cosas están destinadas a ser
No, no, no. Debo dejar de pensar en eso. Ni siquiera sé en qué quedamos, él apenas terminó con su novia y yo... yo... ¡Yo soy una simple empleada de servicio!
—A la mierda —apagué la música y guardé los audífonos en el delantal—. Que todo esto se vaya a la puta mierda.
—¿Qué es ese lenguaje, Srta. Allen? —doy un respingo en mi lugar antes de darme la vuelta—. Guardaré el secreto y no le diré al jefe —me guiñó uno de sus preciosos ojos azules y yo olvidé porque lo estaba mandando al carajo—. Lo prometo.
Verlo es como si mi cuerpo entrase en combustión, mis mejillas se sienten calientes y mi corazón palpita lo suficientemente fuerte como para dejarme sin aliento.
—Dios —me llevé una mano al pecho y solté una risita—. Lo siento, creí que estaba sola.
—Eso puedo verlo —sonríe, caminando por la habitación—. Me gusta entrar aquí, siempre me llevo una nueva sorpresa.
Fruncí el entrecejo y me quité los guantes para dejarlos sobre el carrito.
—¿A qué te refieres? —ladeo la cabeza.
—La primera vez que entré, descubrí que amas leer —se acerca hasta donde me encuentro, quedándose a dos pasos de mí—. Ahora, veo que también cantas.
Mis ojos se abren de manera descomunal y estoy segurísima de que mi rostro está rojísimo.
—No —negué, totalmente consternada—. Por favor, dime qué no escuchaste eso.
—¿Tan malo sería? —se ríe.
—¡Sería malísimo! —exclamo aturdida.
Levanta las manos en son de paz y sonríe en grande.
—No te preocupes —dijo—, solo estabas tarareando —solté un sonoro suspiro ante esa información—. Sin embargo, me encantaría saber que tal cantas.
—No —salté con rapidez y me negué rotundamente.
—¿No? —arqueó una ceja y terminó con la distancia que nos separaba, juntando su torso con el mío. Mi espalda tocó el estante de la biblioteca, mis ojos subieron a los suyos y nuestras narices se rozaron cuando se inclinó hacia mí—. ¿Tal vez, algún día, Srta. Allen?
Ay, Dios, ay, Dios. Agárrame que me desmayo.
Tragué ruidosamente y me trabé cuando intenté hablar. Es que, estaba tan cerca que me costaba hilar algún pensamiento coherente en mi cerebro.
—Tal vez —tragué otra vez, siendo consciente de como Michael pasa sus ojos azules de mis labios a mis ojos—... algún día, Sr. Evans.
Sonríe de nuevo y no contengo el suspiro que se me escapó. Él también suspira, apoyando su frente contra la mía.
—Si te beso, ¿me alejarás? —cuestiona en un susurro.
—No sé —carraspeo y controlo el latir enfurecido de mi corazón, o trato de hacerlo—, tendrás que averiguarlo.
—Mmh, me arriesgaré —musita antes de besarme.
Sus suaves labios se presionan de forma delicada sobre los míos, robándome un jadeo de satisfacción. Entonces, fui yo quien, está vez, no pudo resistirse. Pasé mis manos por su cuello y lo atraje hacia mí, queriendo apreciar este momento, porque no sé que pasará después.
Michael posó sus manos en mi cintura y me rodeó entre sus brazos justo al tiempo que soltó un gemido contra mis labios. Me apretó contra su pecho y acarició suavemente mi labio inferior con su lengua, antes de empujarla con lentitud al interior de mi boca. Exhalé con fuerza y me entregué por completo a ese beso que me estaba robando la poca cordura que tenía.
¿Y como podría estar cuerda si este hombre era la versión personificada de la tentación? Dios, él sabía que lo era, y lo usaba tan a su favor que yo era la afectada.
—¿Cuánto pasó? —dijo a centímetros de mi boca—. ¿Dos? ¿Tres horas? ¿Un siglo? —me reí, con los ojos cerrados y totalmente embelesada con el sonido de su ronca voz—. Besarte es acelerar y detener el tiempo, todo en uno.
—Eres un exagerado —susurré, apresando su nuca con una de mis manos, incapaz de soltarlo, de alejarme.
—Jamás exagero, May —su aliento dulce acaricia mi rostro, sus labios besan mi mejilla con delicadeza—. Me haces volar solo con mirarme a los ojos.
Elevé la mirada, sintiendo mis mejillas arder y mi corazón saltar de algo más que solo felicidad. Me sienta ilusionada, llena de alegría y era raro, hace años no experimentaba algo así.
—¿Puedo preguntarte algo? —asiento hacia él, quitando mis manos de su cuello cuando impone un poco de distancia. Para respirar mejor, supongo—. Quería pedírtelo desde hace días, pero no pretendía que te pusieras incómoda.
—No me incómodas —me apresuro a decir, y eso lo hace sonreír.
Sostiene mi mano y aprieta mis dedos suavemente.
—Bueno, yo quería... —carraspea y frunce un poco el entrecejo, luciendo un poco confundido—. Me gustaría saber...
—¿Sí? —ladeo la cabeza, un tanto confundida también.
—Dios, esto es más difícil de lo que creí —se ríe, nervioso—. Bueno, ya qué... ¿Saldrías conmigo?
Estoy por responderle, pero mi cerebro entra en cortocircuito. Parpadeo varias veces, abro y cierro la boca, hasta que logro asimilar lo que me acaba de decir.
—¿Ah? —es todo lo que sale de mis labios y él no contiene su risa.
—¿Quieres salir conmigo, Maydeline? —me pide de nuevo, acercándose otra vez, apretando mi cintura con sus manos.
—Quieres... ¿Quieres que salga contigo? —musito en voz baja.
—Es una pregunta absurda, ¿verdad? —emboza una sonrisa ladeada, subiendo su mano y apretando mi mejilla con ternura—. Sal conmigo, Maydeline Allen.
No logro pensarlo mucho, pues mi cabeza está afirmando por mí. Asiento con rapidez, sin dejar de ver sus ojos azules.
—Sí —logro sacar las palabras de mi boca—. Sí quiero salir contigo.
Y es como si le hubiera dicho que acaba de ganar un premio Nobel, porque sonríe como nunca antes lo había hecho. Bueno, yo no lo había visto sonreír así desde que lo conozco. Mi corazón se acelera y me quedo paralizada cuando sostiene mi rostro entre sus manos, besa caliente y castamente mi boca.
—Pasaré por ti a las siete —me besa otra vez, me mira y con una sonrisa, sale de la habitación con rapidez.
Yo me quedo ahí, estática, con el corazón acelerado y una sensación de jubiló que, al parecer, no se irá por ahora.
🖤🖤🖤
¡Vamos fuerte!
¿Qué creen que ocurra en esa cita?
Pregunta seria: ¿Qué tal va la historia hasta ahorita?
¡Los leo!
Voten y comenten mucho.
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