Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo veinte

  Ya han pasado dos meses desde que se caso Lourdes y no ha venido a visitarme.
—¡Y si ese muchacho la secuestro! ¡y si él aparento ser manso como un corderito pero en realidad es cruel como un lobo! —vienen a mi mente muchas inquietudes, me estremesco de solo imaginarlo mejor salgo; es de noche y voy a la azotea alzó la vista y veo la hermosa luna que me sonríe y alumbra, cierro mis ojos respiro hondo eso calma mis angustias.

—Es mejor esperar, bien dice el refrán las malas noticias tienen alas y las buenas andan a penas.
  Al siguiente día salgo a barrer la banqueta de la calle porque hay bastantes hojas secas, le echo agua para que el polvo no se levante y con el recogedor las hojas las hecho a una bolsas de plástico para que se las lleve el carro de la basura; de la nada volteo y visualizo dos personas que vienen hacia mí pero no distingo quienes son, hasta cuando se acercan más veo que es mi hija Lourdes y un muchacho quién no lo conozco.

—Hola hija que bueno que vienes he estado pensando mucho en tí —afirmo con sinceridad.
—Yo también mamá —expresa muy simple.
—Y tu esposo ¿dónde está? —pregunto preocupada porque que tal si se divorció y está saliendo con este otro muchacho.
—En casa —expresa sin preocupación.
—Y este joven ¿quién es? —also un poco la voz y lo miro muy fijamente.
—No lo reconoces mamá —recalca las palabras como diciendo que si lo conozco. 
—¡No! —meneo la cabeza negando, cree que soy adivina o qué.
—Míralo bien —me acerco a él para mirarlo cuidadosamente, enseguida lloro de emoción ya que es mi hijo Guillermo mi rostro delata lo contenta que estoy, ¡que regalo tan hermoso me ha traído mi hija! Ese día es el momento más intenso, bello y feliz aunque a decir verdad no veo la felicidad en mi hijo ya que cuando lo abrazo con fuerza y amor, él no me devuelve el abrazo ni siquiera dice algo, se porta frío conmigo como queriendo poner una barrera pero no me importa lo tengo abrazando no lo suelto porque ya han pasado muchos años de no verlo, en instante un aire llegó lo que provocó que a mis fosas nasales llegará el impacto del dulce aroma de su cabello, me hace quedar quieta recordando que ese shampoo yo sé lo compraba para bañarlo de pequeño todavía lo sigue usando.

—Hijo mío estas muy guapo te pareces a tu padre y por supuesto a mí también —lo digo muy convencida.
—Es lo que me a dicho mi abuela o mejor dicho mi madre que me crió —responde rápido, pero puedo persibir en su habla que está molesto.

No le dije nada en ese instante, hago como que no escuche aunque honestamente me destrozo el corazón sus palabras.

—Entren a la casa —les ofrezco pasar.
—No, vamos a otro lugar para pasar tiempo juntos —menciona Lourdes.
—Tienes razón hija, voy a guardar la escoba,
y a cambiarme de ropa. —Salgo y los llevo hacia la Alameda Central, es un parque público del Centro Histórico de la Ciudad de México me trae muchos recuerdos por eso los voy  a llevar ahí, tomamos un bus en la parada como había gente nos dispersamos un poco uno de los otros y ya no pudimos conversar, después de un rato tocó el timbre y nos bajamos nos dejó enfrente del lugar, para mi sorpresa está igual de cuando fui con mis hermanos.

—¿Nos trajiste aquí? —lo dice en forma sarcástica, su expresión perdió toda emoción, creo que no le gusto donde lo traje mejor pensaba que lo llevaría a otro lugar, su hermana Lourdes le hizo gestos con los ojos como diciendo que no hablara de más para que no me ofendiera.
—Es un lugar lindo vamos y caminemos  —recalco, en mi se asoma una sonrisa agradable, y olvido lo que dijo mi hijo hace un momento; como veo un puesto de nieves les compro las que les gusta y la disfrutamos sentados en unas bancas, y a unos cinco metros está el organillero con ése pesado instrumento que carga con su monopié, que puede llegar a pesar hasta 50 kg.
Da vuelta al manubrio del organillo, y así hacer sonar el instrumento musical meneo mi cabeza al ritmo de la música, mis queridos hijos están conmigo igual como los tenía de pequeños estoy muy feliz. Caminamos para pasear entre los espacios con césped que están tan limpios como de costumbre adornado con algunas de las hojas que han caído de los árboles durante el día, es agradable el clima y hay menos personas de lo que me imaginaba. Ya de un buen rato ahí, posteriormente los llevo al estudio fotográfico porque quiero una foto de mis hijos.
—¿Por qué quieres que nos tomemos fotos mamá? — cuestiona Lourdes con el ceño enmarcado.
—Solo quiero tener una foto de ustedes mis queridos hijos —mi voz es cariñosa, por lo entusiasmada que estoy a su lado.

  Aunque se rehúsan, logré convencerlos, les toman la foto arriba de un edificio en un lugar abierto, en mis ojos hay un par de lágrimas discretas porque se ven tan guapos, el señor fotógrafo toma varias para escoger las mejores, al acabar la sesión esperamos para que nos entregarán las fotos, mientras tanto conversamos sentados a abajo del edificio ya que es el estudio fotográfico.

—¿Hija como te ha ido en tu matrimonio? —pregunto para tener una conversación.
—Muy bien, él es un buen hombre. —Ví en sus ojos llenos de amor, es un buen indicativo que le va bien en su matrimonio.
—Me da gusto saberlo y tú hijo ¿cómo te ha ido? —le pregunto, mis manos sudan mientras el sonido de mis latidos de mi corazón incrementa por lo que va decir.
—Bien de hecho mi mamá me llevo a las mejores escuelas y ya mero termino mi carrera profesional ya que quiero trabajar en el aeropuerto —me restriega sus palabras en la cara.
—Que gusto saberlo ¡te felicito! —me pongo a pensar de donde saco dinero mi mamá si ni a mí, ni a mis hermanos nos dió escuela a lo mejor fue su esposo eso a de ser, él sigue recalcando que mi mamá es su mamá, sigo aguantándome las ganas de decirle lo que pienso pero a la vez creo que lo hace al propósito para hacerme enojar, no se cuantas cosas le metió en la cabeza a Guillermo mi propia madre, de pronto interrumpe el fotográfo para darme las fotos en una bolsa de papel, saco de mi monedero los centavos y le pago lo justo, saco una de las fotos, ¡qué guapos se ven mis hijos!

—¿Salimos bien mamá?
—pregunta Lourdes curiosa para ver si salió bien.
—Claro miren —se las doy en sus manos para que las puedan ver.
—Hermanita espero que así estemos unidos siempre como en esta foto —declara Guillermo en voz alta.
—Así será —afirma Lourdes.

Es como diciéndome que yo no estuve con ellos, esas palabras fueron como una estocada más a mi corazón.

—Hijos me gustaría, bueno si ustedes quieren, venir a la casa de esta manera hijo de paso conoces a tus hermanos —digo algo queriendo cambiar su conversación.
—Yo no puedo mamá tengo que ir con mi esposo —contesta primero Lourdes.
—Yo tampoco puedo tengo cosas que hacer —con la boca hace muecas de disgusto.
—Deberías hijo de darte la oportunidad en conocerlos —lo quiero convenser.
—Yo no tengo el porque conocer a tus hijos ellos son unos extraños para mí, además no son mis hermanos la única es mi hermana Lourdes —habla con un tono bastante enfadado.
—Aunque no sean del mismo padre, ellos son tus medios hermanos estuvieron dentro de mi vientre así como tú y Lourdes —alzo la voz, estoy visiblemente enojada por lo que dice, al parecer sigue teniendo mucho resentimiento que abriga su corazón y esto hace que lo exprese.
—Tienes razón, pero ahorita no iré a conocerlos a lo mejor será más adelante ¡si es que tengo tiempo! —suelta una risita muy fea a modo de contestación y desvía ligeramente su mirada para luego dejar los ojos en blanco como no prestando atención.

No puedo creer en lo que mi hijo se ha convertido de un niño cariñoso, tierno a un joven resentido. Con nostalgia no se como comportarme con él le hablo bien responde mal no lo entiendo.

—Mejor me voy —da la vuelta y se va sin darme un beso de despedida.
—No le hagas caso ya se le pasará el enojo que trae adentro. —Mi hija me da aliento, antes que se vaya le doy tres fotos y yo me quedo con una, Lourdes se despide y se va; por mi parte voy en metro a casa no hago tanto tiempo y el tramo que me falta camino, en el transcurso pienso.

—Porque no tuve los pantalones en llevarme a mi hijo de las manos de mi madre, a lo mejor no lo hice por cobarde o a tal vez por mi poca experiencia pues era en ese entonces una chamaca, ahora la experiencia que tengo uno pensaría que viene con los años pero la realidad es que la adquirimos a partir del dolor al que estamos expuestos ahí a prendemos más, por eso puedo decir que he aprendido mucho y  ¿que más faltará? Me pregunto. 
Por estar en otros asuntos en mi mente, chocó con una rama grande de un árbol y me pego en mi frente, es como si me estuviera sacando todos los pensamientos.

—¡Cuánto me duele el golpe! Que tonta no ví por donde camino y esto pasa por estar distraída.
Como me siento mareada, por unos minutos espero sentada abajo de ese mismo árbol para recuperar un poco de aliento;
¡miiaauu!!! Así me saluda un pequeño gato color gris, lo acarició un momento y luego se va, de repente el clima cambia esa ola de frío la siento por mi piel.

—Ya se está haciendo tarde. Entre el dolor que siento me levanto y todo el trayecto voy caminando despacio. Cuando llego a casa mis hijos me miran espantados.

—¿Por qué me miran? —pregunto, me quedo en suspenso para ver que dicen.
—¡Mírate en el espejo mamá! —Está preocupada mi hija Pati, de inmediato voy y observo que tengo en mi frente un pronunciado golpe, se ve bastante rojo hasta hay un poco de sangre.

—¿Qué te pasó? —preguntan en coro.
—Me pegue con la rama de un árbol por andar de distraída.
—Esa distracción te ha costado ese golpe, ten más cuidado al caminar, voy a poner una compresa de hielo y si no se te quita voy a la botica —asegura Pati.
—No te preocupes hija —la calmo.
—Como no me voy a preocupar eres mi madre —su voz denota intranquilidad.

Me ponen las compresas de hielo y ya de un rato voy a dormir, en el transcurso de la noche abrí los ojos varias ocaciones no podía dormir. Ya para la madrugada empiezo a sentir escalofríos hasta me duele todo el cuerpo, no quiero decirles  dándoles molestias a mis hijos ni siquiera a Alberto, como veo que empieza amanecer quito de mí la cobija y me remuevo para levantarme, camino despacio para no despertarlos cuando abro la puerta de la entrada mi hija Leti sale de la nada dándome un gran susto.

—¿De dónde saliste hija? —saco los ojos de la impresión.
—Es que estoy buscando mi arete que se me cayó porque ya me voy a trabajar.
—¿Y tú mamá a dónde vas tan temprano? —pregunta susurrando y arquea una ceja para que responda.
—Voy por la leche —digo, aunque no es cierto.
—¿En pijama? —pregunta con asombro viéndome.
—Sí —respondo, pero un movimiento de cejas evidenció mi inquietud por eso se acerca un par de pasos Leti, sospecha que algo no va bien.
—Pero si estas sudando —me toca la frente y añade—. Hasta tienes calentura, te voy a llevar al doctor.
—No, voy a estar bien solo iré a la botica por medicamento tú vete a trabajar no te preocupes —hago como que estoy bien.
—¡Papá! ¡papá! Mi mamá se siente mal —alsa la voz para que oigan todos.
—No grites porque se van a despertar —intento callarla pero dicho y hecho todos se levantan preocupados, Alberto, Leti y Pati me llevan al doctor. Cuando llegamos al consultorio me revisan enseguida, solo recetó unos medicamentos no era nada grave de regreso a casa tomamos un taxi, sobre el trayecto se cae de mi bolsa de pijama la foto de Lourdes y Guillermo se me olvido guardarla en otra parte no obstante Pati logro verla.

—¿Por qué tienes esa foto de Lourdes y a lado está un joven? —me susurra en el oído Pati, me mira con cara seria quiere obtener mi verdad.
—Ese joven es mi hijo pero luego te digo todo, ahora no me siento bien para contarte —digo bostezando con la mano delante la boca.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro