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Capitulo treinta

   Pasada la media noche, todos ya están dormidos como bebés, ando de puntillas hasta llegar a la cama donde se acuesta la pata de inmediato la agarro y le tapó el pico, me pesa mucho trato de enderezarme bien y con mucho cuidado camino hacia la puerta de entrada, afuera ya está esperándome la señora Rosa por una parte no se la quiero dar porque era parte de la familia y por otro lado necesita un espacio más grande, sin embargo termino cediendo dándole en sus manos a Ducki Cua, observo sus pequeños ojos de la patita que esta triste hasta me siento acongojada, cierro la puerta despacio y voy a la cama, me siento intranquila lo que provoca que no pueda conciliar el sueño solo escucho la quietud de la noche, pasan las horas hasta que amanece, en eso escucho que grita mi hija.

—¡No está Ducki Cua! ¡mamá! —exclama, me levanto de inmediato para ir con ella.
—¡Donde está mi pata! —por su tono de voz percibo que está muy molesta.
—Se la dí a la señora Rosa —respondo, con todo el dolor de mi corazón.
—Tú dijiste que se la darías en dos días —reclama con enojo y sigue cuestionando —. ¿Por qué ese cambio de desición?
—Porque la señora Rosita se va en la noche al pueblo —le doy una explicación.
—Hubiera querido que me avisarás —responde, tiene una cara de decepción y resopla con la nariz del enojo—, iré a despedirme, se sale muy triste.

  Tiene razón en todo lo que dice mi hija, enseguida voy detrás de ella para ver a dónde se dirige, por lo que veo va hacia el patio trasero  donde está su Pata, me espero a un metro y medio y solo quedo mirando.
—Hola mi hermosa Ducki Cua —dice con mucho cariño Lupita a la pata. Mi hija se acerca al pequeño corral que está en patio, estira el brazo para acariciarla pero le da un picotazo en la mano la pata.

—Ya no me reconoces mi pequeña —expresa, intenta acariciarla de nuevo y la vuelve a picotear.
—Mamá está enojada Ducki Cua ¡ya no me quiere! —exclama triste, se va de ahí con mucha desilusión. Supe en ese momento que hasta los animales sienten resentimiento, en breve oigo que se aproximan unos pasos cuando volteo es la señora Rosa.

—Ví que su hija estaba llorando, le dolió tanto el que la separarán de la Pata y no es para menos era su compañerita, pero dígame Susanita ¿cuál es su nombre? Para seguir llamándola así.
—Ducki Cua —respondo sin ganas.
—Es muy bonito su nombre, le diré a mi familia que la traten con mucho amor  —menciona, yo creo para calmarme y saber que estará bien.

—Muchas gracias. —Voy adentro de la casa.
   Mi esposo cuando me ve menea la cabeza de un lado a otro como diciendo que fue un error dársela a la vecina, tan pronto voy con mi hija ella está en un rincón oscuro llorando abrazando la manta que usaba su pata, me acerco para sentarme a su lado y la abrazo con cariño, trato de transmitirle con ese gesto lo mucho que la quiero también la consuelo con palabras de afecto y amor hasta que cesa de llorar. Mi hombro queda empapado por sus lágrimas, cuando Lupita está más tranquila llega su hermano Alberto diciendo con bastante severidad.

—¡De que te sirve llorar así! Si solo es un animal no seas exagerada —lo dice con una risita tonta.
—¡Tú que sabes de eso! Lárgate y déjame en paz —lo mirá con enojo, sus mejillas se queman por un instante y una nueva lágrima cae por su rostro.
—No quiero que le vuelvas a hablar así a tu hermana ¡pídele disculpas! —digo con seriedad, porque no esta bien que trate así a su hermana.
—Perdón hermana, no fue mi intención hacerte sentir mal no pensé en lo decía —se disculpan con sinceridad absoluta.
—Te perdono —hace un ademán con la mano como para restarle importancia a lo sucedido, de inmediato lo olvida.
—Hija ya sabes cómo es de pesado tu hermano él te quiere no lo dudes, yo igual quiero que me disculpes porque te hice sufrir, no pensé las cosas.
—Si te perdono mamá, sé que querías lo mejor para Ducki Cua, pero ¿sabes que es más lo me duele? Es que la pata ya no me quiere, no quiero volver a tener en mi vida a una mascota —las palabras que salen de su boca son con decisión.

   Una ola de malestar recorre mi piel tras escuchar sus palabras, la dejo a solas y voy a la cocina a preparle su comida preferida, la quiero consentir, se que eso la va alegrar porque siempre le gusta lo que preparo. Y con esta experiencia, me ayuda a ser más conciente de que mis acciones pueden afectar a los demás.
  Cada día veo a Lupita con ánimo y se ve más tranquila, un día decidimos Lupita y yo lavar el patio nuestra plática del día seguía fluyendo pero siento que me quiere decir algo por los gestos que hace

—¿Hija te encuentras bien? —me atrevo a decir.
—Si, solo que te quiero preguntar sobre lo que escuche él otro día sin querer.
—¡Y qué escuchaste! —sostengo la mirada en ella.
—Escuché a papá cuando te dijo que tuvieras paciencia con los novios de mis hermanas Pati y Leti, pero no sabía que ellas tenían novio ¿por qué no los he conocido? —cuestiona llena de curiosidad.
—Porque tus hermanas pidieron que cuando los conozcan más los traerán a la casa —doy una explicación, aunque a decir verdad sus preguntas me toman por sorpresa no pensé que sacaría este tema.
—Pero como se llaman sus galanes —se ve muy interesada en saber más.
—El novio de Pati se llama Pancho y el novio de Leti Daniel.
—¿Cómo que ya me huele a boda? —hace gestos humorísticos.
—Tambien lo pienso, me da risa como lo expresas hija y  sabes tuve la oportunidad de conocerlos con tu padre  aunque sinceramente hubiera preferido a otros partidos para mis hijas —hago muecas con la boca de disgusto.
—¿Por qué lo dices haz visto algo en ellos? —pregunta alarmada, ella piensa que se algo más.
—No, hija no te espantes lo que he sabido es que son trabajadores, tratan bien a mis hijas sin embargo los hubiera preferido que fueran más de test blanca ó con más dinero ó quizás más galanes —le respondo sin rodeos no quiero ocultarle lo que siento.
—¿Hablas en serio? —me mira fijamente.
—No, como crees era broma —respondo, aunque por dentro esa era mi respuesta porque no quiero que mis hijas sufran económicamente, tampoco que se burlen de ellas por los esposos que tienen, da vueltas mi cabeza porque mi madre así me lo decía ¡es imposible quitárme de la mente sus palabras!
—¿Te sucede algo mamá? —ve que estoy dibagando.
—No —digo pensativa.
—Te pregunto porque te estaba diciendo sobre un asunto y tú no me hiciste caso, tú mente esta en otra parte.
—Si aunque no es de importancia, ¿qué me decías? —Ahora si presto atención a sus palabras.
—Que yo me voy a casar.
—Quueee!!!.. —doy un grito al aire.
—Ahora si me escuchaste eh... Es una broma, como crees todavía estoy muy joven —rie a carcajadas sin parar.
—No andes diciéndo esas bromas casi me da un infarto —me agarro el corazón inhaló y exhaló por el susto.
—Hay ni Dios lo quiera, no lo vuelvo hacer —seguimos con la limpieza del patio.

   Llega el día en que todos sus hermanos conocen
a Pancho, él es un chico no tan alto de pelo corto rizado con un rostro expresivo y Daniel un chico alto delgado de pelo lacio y corto con mandíbula cuadrada. A mis hijos les toma por sorpresa que tienen novio sus hermanas, solo se quedan como expectadores observándolos atentamente en la cena para ver como las tratan; al término de la cena Pancho en primer instancia pide la mano de mi hija a Alberto y a mí eso es algo inesperado pero aceptamos, posteriormente Daniel hace lo mismo y aceptamos que se comprometieran, no esperaba yo ni nadie de la familia este doble compromiso, ellas a lo mejor lo planearon así, al final todos estámos de acuerdo.
  Toda la velada permanen tomados de la mano, cada una de mis hijas con sus futuros esposos, además ese mismo día escogen la fecha en que se casarán aunque se comprometieron en el mismo día mis hijas se van a casar en diferentes fechas cada una quiere su momento especial. Estando sentada fijo los ojos en mis hijas, no dejan de sonreír, su estusiasmo es evidente que está por los cielos inclusive se persive su cariño; ahora es el momento de planear dos bodas quiero verlas de blanco, en mi mente y en mi corazón se desencadena muchas emociones pero creo que a su padre no tanto le agrado la noticia porque son sus niñas queridas y como todo buen padre celoso es normal su reacción porque ya no viviran aquí.

   Los días pasan, estoy sentada en el sillón muy cómoda junto a un buen café con leche que saboreo poco a poco, surgen en mi mente ideas que puedo hacer para la fiesta de cada una aunque también me puse a recordar buenos momentos de mi infancia, me echo a reír con las ganas de poder vivirlo otra vez, mi hija Lupita no tarda en darse cuenta de los gestos que hago y de mis risas, porque de la nada viene a sentarse conmigo. Le estuve contando mis anécdotas cuando era chamaca, automáticamente a las dos se nos dibujaron sonrisas llenas emoción, en efecto ella queda encantada de lo que le estuve platicando. De un momento a otro le echo un vistazo al reloj de pared, y ya es más de la una de la tarde el tiempo se pasó volando pero sin alas, ahora debo apurarme hacer los quiaceres de la casa porque el tiempo es oro, fue un día muy ajetreado pero sin duda  cada día lo disfruto como si fuera el último.

   Llega la mañana del sábado, por lo que puedo ver es un día fresco ideal para acompañar a mis hijas a probarse sus vestidos, llegamos al lugar no es tan grande, no obstante hay muy bonitos vestidos, entramos y un par de señoritas las estaban esperando y se las llevan al probador. Cuando salen caminando para enseñarme el vestido quedó totalmente impactada por lo hermosas que se ven, ¡no lo digo porque soy su madre! En verdad se ven maravillosas, ¡cómo han pasado los años! Mis pequeñas niñas se convertirán en futuras esposas, estoy segura que cuando su padre las vea y las entregué a sus futuros esposos se va sentir feliz, he cierto yo no les pude comprar los vestidos, ellas con su duro trabajo se lo compraron, son muy independientes y trabajadoras por lo tanto me salieron buenas muchachas eso regocija mi corazón, en definitiva mi manera de apoyarlas es estar a su lado y cooperando con buenas ideas que salen de mi cabeza, no son muchas pero es algo que puedo aportar. Llegó el momento de que se ven en el espejo mis hijas, sus rostros se iluminan con una sonrisa única, no puedo decifrar que están pensando pero evidentemente es algo bueno, ellas no pueden creer que pronto se casarán.

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