Capítulo cuarenta y tres
No suena el teléfono en varios días, eso me preocupa pero como dice el refrán "las malas noticias tienen alas" sin duda tendré que esperar.
Mis días los hago con normalidad pero constantemente a mi hija la tengo en mente. Por cierto dos de mi hijos fueron a ver a su hermana un día fue Javier y otro Leti pero no me contaron nada nuevo honestamente ya no se que hacer, este choque de emociones que tengo me altera, por eso casi siempre preparo té de tila para que los nervios se calmem. Como es la una de la tarde hago la comida y la dejo lista para cuando tenga hambre solo lo caliento y como; la tarde se va velozmente y ya es muy noche ese es un aviso para irme a la cama, me tapo con mis colchas de algodón sin embargo no puedo dormir de estar pensando cosas que a lo mejor no sucedan; y en un abrir y cerrar de ojos ya amaneció. En eso timbra el teléfono ocacionando que me sobresaltara, trato de quitarme las colchas es como si estuviera luchando para removermelas hasta que por fin logro levantarme, no voy rápido al cabo de unos segundos contesto.
Llamada telefónica:
S: Bueno.
C: Mamá Susana, soy Cris ya no pude llamarte en estos días es que a mí mamá se le complicó todo y ayer apenas la operaron tardaron nueve horas, los cirujanos hicieron todo lo que estuvo a su alcance y lograron salvarla, no tenía un tumor como mencionaron los doctores del anterior hospital se equivocaron, solo eran los cálculos que estaban regados, pero ya se los quitaron —su voz suena un poco agitada. ¡Pues como no! Si está de aquí para allá con sus hermanas.
S: Bendito Dios, me has dado buenas noticias mi hijito —se desborda sobre mi rostro las lágrimas.
C: Tengo que colgar, porque tengo que ir haber a mi papá en la habitación del hospital
S: ¿Y qué le pasó? —cuestiono, temí que sea algo grave.
C: Se desmayo en la calle, ahora le están haciendo estudios, te dejo cuídate mucho y come bien.
—Su hijito.
Finaliza la llamada
—Mi hija es muy fuerte, tengo tantas ganas de abrazarla, por otro lado deseo que se encuentre bien su esposo Miguel.
Pasa mes y medio. Lupita ya es dada de alta aunque su esposo sigue en el hospital desde que se desmayo le hicieron estudios y le detectaron un cáncer en el estómago, mi hija como buena esposa lo va a visitar no importandole que tiene los puntos por la cirugía, eso sí no lo carga o hace esfuerzo solo le hace compañía y los que la ayudan son mis nietos ellos se hacen cargo de él no lo dejan solo. Se desgastan tanto física como mentalmente pero eso no les importa son buenos muchachos y aún más, están al pendiente de mí.
Les cuento que por ahora ya no vendo gelatinas por mi condición, si camino pero ya no puedo hacer mucho esfuerzo por lo tanto mis hijos me dan dinero para mis gastos diarios solo debo concentrarme en estar tranquila; comienza el mes de diciembre, no tengo tantas ganas para festejar noche buena en el mejor de los casos me voy a dormir temprano sin embargo uno de mis hijos Javier viene junto con su familia y trae ollas y charolas con comida, mi hijo me comentó que quería festejar conmigo para que no estuviera sola, naturalmente le agradecí como ya es de noche cenamos, platicamos un poco y sin que nos demos cuenta son las tres de la madrugada después de recoger los pocos trastes se marcharon, entiendo que las cosas no son como antes estamos todos dispersados como familia y son pocas las veces que nos vemos. Ese día no lo disfruté debido a tantas preocupaciones es como si fuera un día más.
Los días transcurren. llega el día 31 de diciembre inesperadamente en la madrugada mi hija Lupita me comunica por teléfono que mi yerno murió, su voz se le entre corta y se toma unos segundos para no llorar y recobrar la compostura porque se oye que inhala y exhala, lucha porque no se le salgan sus lágrimas hasta que no aguanta más y se echa a llorar por supuesto se me contagia su sentir. Me sigue comentando que no estaba sola con Miguel, mi nieto Cristian la estaba acompañando, por lo tanto él fue el que presenció la muerte de su padre porque murió en sus brazos, le dije que no tenía palabras para expresar lo que estaba pasando y que no estaba sola, en unas horas iba acompañarla después ella decide colgar el teléfono porque a Cris le estaba dando una crisis nerviosa. Ese día Miguel Ángel dió su último suspiro, ese maldito cáncer invadió su cuerpo, me sentí tan mal porque mi hija se quedaría sin su compañero de vida, ciertamente murió muy joven a los 45 años. Esa sensación fría en mi cuerpo se hace presente, no cabe la menor duda que es muy doloroso que un familiar muera, mis lágrimas caen de mi rostro con pesadumbre: este día y los siguientes van hacer muy complicados para mí hija y sus hijos. Por ahora creo que lo mejor será tratar de dormir porque no ganaré nada en estar despierta pues no hay manera de hacer algo a estás horas de la madrugada; ya para las cinco de la tarde mi hijo Javier pasa por mí y me lleva al lugar donde se va a velar, hay pocas personas eso hace que vea a mi hija, camino inmediato hacia ella.
—Hija tienes todo mi apoyo —le expreso abrazandola con fuerza transmitiéndole mi amor. Lupita está en shock y la entiendo perfectamente porque yo pasé por lo mismo al principio porque no se puede creer lo que uno está pasando. Yo a su padre le lloré mares, pero con el paso del tiempo el dolor es menos aún así siempre lo recuerdo; mi pobre hija sus ojos se ven hinchados de tanto llorar incluso se ve con el rostro decaído. Transcurren las horas las lágrimas de mi hija se fueron apagando, quizás está escondiendo sus emociones en su corazón y reprimiendo la ola de dolor que la inunda y se queda sin palabras sin absolutamente nada que decir y por otro lado mis nietos están desconsolados, es una fuerte pérdida que no es fácil de digerir. Cuando anochece empiezan a llegar familiares, amigos también mis hijos vienen a consolar a su hermana, todos le dan el pésame a mi hija y a mis nietos, mientras tanto me acerco al féretro a verlo y digo en voz baja.
—Tan fuerte y sano que te veías hace unos meses atrás, aunque al principio no eras de mi agrado te ganaste mi cariño, recuerdo cuando fuiste a visitarme en el hospital, no lo esperaba y en ese momento me di cuenta lo cierto que es el dicho "En el hospital y en la cárcel se conocen los amigos" . También no olvido cuando me invitabas a comer y a tomar unas bien frias, nos las pasábamos platicando parecíamos amigos y ¡cómo no recordar! Lo bonito que cantabas en verdad muy parecido a José José pero la vida es como una neblina, un día estamos aquí y mañana quién sabe, en verdad siempre te tendré en mi corazón. —levanto la vista con los ojos llenos de lágrimas, luego doy media vuelta y me voy a sentar en la sala. Mi hija Susan muy atenta me da un café con un pan no tan dulce, ya en la madrugada muchos se empiezan a ir y al amanecer mi hija Pati les dice a los presentes que están ahí que canten como despedida la canción de José José llamada “El triste” y en coro empiezan a cantar.
Que triste fue decirnos adiós cuando nos adornamos más hasta la golondrina emigró presagiando el final.....
Escuchar Lupita la canción fue como una punzada a su corazón, se pone aún más triste y sus ojos se inundaron de lágrimas, por lo tanto con voz entre cortada agradece de corazón por recordarlo. Mi hija se ve cansada de luchar contra la triste realidad, limpia bruscamente sus lágrimas que quedan para reponerse. Sinceramente ya me siento cansada ya me quiero ir, mi hijo Javier se ofrece a llevarme en su automóvil a mi casa, solamente se quedó mi hija, sus hijos y su familia de Miguel. Resulta ser que no lo van a enterrar, sino a incinerar y juntos se fueron al lugar sugerido por la funeraria.
El tiempo pasa y aunque en ocasiones mi hija Lupita viene a verme con mis nietos, en este instante yo quiero ir a visitarlos salgo de casa. Para mí es buena hora porque es medio día, ando a pie pero hay algo que me llama la atención a unos pocos metros, hay un amplio espacio rodeado de hermosas flores y a mi vista le da mucho color es una imagen inolvidable que quedara gravada en mi mente. Ahora sí me dirijo a pedir un bici taxi en la esquina.
—Váyase todo derecho y luego le indico por donde. —Algo pasa en mi mente porque se pone totalmente en blanco y no recuerdo dónde vive mi hija.
—¿Ahora para dónde voy señora? —pregunta el joven. Sigo pensando pero es muy insiste y alza la voz para que reaccione.
—Dónde le digo que me deje —susurro aún costado. No sé qué me sucede es como si se borrará mi cassette de memoria, no creo que sea la alimentación ahora recuerdo que desayuné bien un vaso grande de licuado de mamey, media taza de almendras y un taco de huevo revuelto ó ¿serán que son los años?
—Si me escucha señora...
—Disculpe déjame enfrente de las tortas de la avenida ocho. —Llega y le pago. Al bajar me obligó a recordar sin embargo sigo confundida, de repente una mujer se acerca.
—Señora Susana que bueno verla —dice con alegría. Me quedo observandola fijamente y me doy cuenta que es la hija del dueño de las tortas a ella si la recuerdo.
—Hola mijita que dice el trabajo —respondo.
—Pues hay mucho señora cómo siempre, pero dígame Susi viene haber a su hija Lupita.
—Si, tú crees nada más que me sentí mareada ¿podrás llevarme por favor? —le expongo mi situación, ojalá sepa dónde vive.
—Claro que sí, está muy cerca. —Caminamos unos cuantos pasos y el Sol iluminó mi cerebro porque al estar frente a la casa recordé, le agradecí a la joven por consiguiente toque la puerta y una de mis nietas abre, entro a su casa y le cuento a mi hija lo que me pasó.
—Mamá ya te dije que te vinieras a vivir conosotros, te voy atender bien junto con mis hijos —se porta muy considerada sé que tiene buenas intenciones.
—No hija, yo ya me adapté a estar sola y no quiero dar molestias —me abstengo.
—Como tú digas pero tenlo en cuenta.
No pasa ni el mes y me vuelvo a caer en la casa, esto es por dar un mal paso. Me lastime la pierna donde hace tiempo me operaron me duele un poco, por si las dudas quiero ir al hospital de inmediato le llamo a Leti, dijo que venía en media hora y así lo hizo porque toca muy fuerte y grita mamá abre es como queriendo que todos escuchen. Camino de la forma en la que me es posible lo que significa avanzar despacio, llegó a la puerta y le abro, Leti baja su mirada a mi pierna por como la vió se espanto, de un momento a otro agarra mi suéter me tapa y mis llaves para cerrar la casa y nos vamos en un taxi. En el transcurso me estuvo sermoneando del porque no me fijo al caminar entre otras cosas, ahora ya "Los patos le tiran a las escopetas", no le contesté y hago oídos sordos para no hacerla enojar: llegamos al hospital y me revisan no es nada grave pero la doctora le sugiere que no debo estar sola.
De regreso a casa Leti convoca a todos sus hermanos, mi ceño se frunce porque algo huele mal y no es la coladera, no sé que se traman lo bueno que voy a estar ahí para ver que Chin***** quieren hacer conmigo. Espero que vengan todos porque he sabido que entre algunos de ellos no se hablan, eso desde que algunos se reclamaron de que no atendieron mis necesidades y otros problemas, su orgullo es muy duro pero me sorprendió que hicieron el esfuerzo por venir porque van llegando a mi casa, menos Lourdes ni Guillermo pues ellos se han distanciado mucho de mí. Estoy sentada en el sillón como expectadora viéndolos, me siento como una obra teatral pero la realidad es otra; mis hijos están en círculo como no queriendo que este en su conversación pero logro escuchar lo que dicen, primero Leti sugiere que alguien me lleve a vivir, Javier, Carlos, Alberto no quieren porque tienen que trabajar, Pati no puede porque le duele la cadera, Leti tampoco por su trabajo y ahí los ánimos van subiendo de tono, todos tienen choques de discusiones debido a sus personalidades son como una pólvora a punto de explotar porque no se ponen de acuerdo, tan pronto escucho que dice Pati mandando, llegando a una conclusión según ella.
—Lupita, tú la puedes cuidar con tus hijos ya que mi madre siempre estuvo con ustedes ó ¿me equivoco? —cruza los brazos a la espera de su respuesta.
—Eso es verdad. —los demás dicen en coro, son unos montoteros, están expectantes viéndola.
—Que me quieres dar a entender que debo devolverle el favor, yo siempre le he agradecido y no me cansaré de decírselo. Sin embargo mi madre vió por cada uno de ustedes, y no lo ven así y aunque me hechen en cara cada cosa ¡yo no soy la única hija! Y claro que la cuídaré cabron** pero tengan en cuenta que yo tengo una cirugía y además perdí a mi marido —su tono de voz suena furioso luciendo su rostro como una llama de encendedor, alza el mentón para sostener la mirada con sus hermanos mientras habla con dureza.
—Saben que hijos yo quiero estar en mi casa así se quitan de problemas —objete alzando la voz para que me oigan, tengo una creciente inconformidad que hace que cruce los brazos como es posible que le carguen la mano a mi hija Lupita.
—No mamasita yo te voy a llevar vámonos y mañana venimos por tu ropa —sus ojos resplandecen con decisión. Por lo tanto todos mis hijos salen de la casa y se van sin mostrar preocupación, es como si dijeran que se resolvió el asunto.
Me ruborizó por lo conmovida, además por dentro siento coraje que sus otros hermanos no ven la situación que está pasando mi hija Lupita, más aparte tiene que buscar un empleo porque su marido era el sustento no sé cómo le va hacer, me pongo a pensar que con lo que me den en mi tarjeta de adultos mayores aportaré lo que haga falta para mis necesidades, no quiero ser una carga esto que está haciendo mi hija significa mucho para mí. Salimos de la casa y en breve me pega el aire en la cara es como si me acariciara diciéndome no te preocupes vas a estar bien con tu hija, y dejo escapar un suspiro porque voy a extrañar mi casa, luego pedimos un taxi; pronto llegamos a su casa y mis nietos me reciben con alegría y sus perros saltan con entusiasmo al verme.
Mi hija Lupita tiene un buen corazón y voy hacer todo lo posible por no darle mucha molestia a ella ni a mis nietos, posteriormente nos sentamos en la mesa para cenar algo ligero y la plática toma un rumbo bastante normal. Terminamos y nos sentamos a la comodidad de los sillones a ver una película de ficción pero como no le entiendo poco a poco mis ojos se están cerrado y un bostezo sale de mi boca, empiezo cabecear de sueño, mi hija se da cuenta diciendo ya vamos todos a dormir, apaga la televisión y me levanto del sillón, mis nietas sujetán de mis brazos cuidadosamente para ayudarme a subir a la cama unos minutos más tarde se van a su cuarto; observo todo muy limpio y ordenado, Lupita me acobija y le dije que se durmiera conmigo. Una vez que se acomoda cerca de mí, me siento rara porque extraño mi cama y todas mis cosas pero tengo que adaptarme paulatinamente, por alguna razón sentí mucha tranquilidad, mi hija me abraza y su calor me ayuda a dormir tanto así que sino está ella no duermo, entro a un profundo sueño y placentero. Después de unos días Lupita fue a la casa donde vivía, le pedí de favor que trajera todas mis cosas de valor como la colección de platos pues quiero heredárcelos en vida. Un día llega de visita Leti, saluda pero su saludo tiene un tono de voz diferente, baja su mirada en la mesa y ve mis platos.
—¿Por qué están tus vajillas aquí? —cuestiona tajante.
—Se los heredé a mi hija algún problema —confieso como a la defensiva, sé que ella los quería porque una vez me dijo pero como sé que ella tiene dinero no le hace falta.
—No, nada —responde, su cara refleja que está molesta nada más vino a saludar y ni siquiera pregunto si ya comí o sí quería algo, y a su hermana la miró efímeramente diciendo ya me voy, se voltea y cada paso que da siento su descontento, como si lo único que quisiera fuera salir de la casa y se va. Por supuesto le dijo a sus otros hermanos porque vinieron a la casa de su hermana a reclamarme, y quieren que también les dé algo ¡todavía no me muero y ya me quieren despojar de mis cosas! Firmemente les digo que ¡no! No es mucho lo que tengo pero yo sabré a quien darle mis cosas a su debido momento.
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