Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo cuarenta y dos

  En un abrir y cerrar de ojos estoy de nuevo en el hospital: observo que tengo en mi vena una aguja y con mi mirada sigo el tubo hasta que se detiene en la bolsa de suero que va bajando gota a gota eso quiere decir que no estoy muy bien, tengo el brazo morado de tantos piquetes y a lado mío está mi hija Leti porque ella es la que está encargada del seguro.

—¿Hija porque estoy aquí? —cuestionó secamente sin ganas.
—Porque estás deshidratada y aparte tienes anemia.
—¿Me quedaré mucho tiempo aquí? —cuestiono con un largo suspiro.
—No, solo es hasta que se acabe el suero y nos vamos a la casa —concluye Leticia.

  Las horas transcurren, no tengo idea de la hora perdí la noción del tiempo pero ya me siento mucho mejor y por fin nos fuimos a casa. De inmediato mis ojos vuelan a mi cama, antes de dormir acomodo las almohadas y me subo para incorporarme entre las cobijas que indudablemente va a calentar mi cuerpo, progresivamentese se apodera de mí una completa calma y el sueño encuentra su camino. Por otro lado Leti les informa a todos mis hijos que ya estoy en casa, luego se va a dormir en el otro cuarto porque ya está agotada.
  Al siguiente día despierto animada y con energía, Leti me prepara el desayuno aunque a decir verdad le faltó sal pero le agradezco su intención, después se despide para irse a trabajar. Estando sola le pido a Dios que me dé fuerzas para no depender de mis hijos, no quiero ser una carga deseo ser capaz de hacer mis tareas y deberes como cualquier otra persona. Enseguida voy lentamente hacia el baño porque quiero bañarme, pero el boiler está apagado mejor me regreso y voy al sillón para llamar a mi hija Lupita, agarro mi libreta que está sobre la pequeña mesa que está aún costado del sillón, tomo mis anteojos que son como mis bastones para la vista, en breve empiezo a recordar que mis hijos me decían que no escribiera en mano escrita porque no le entendían sin embargo a mí siempre me gustó escribir de esa manera porque hoy día no suelen escribir así. Ahora sí empiezo a buscar en la pequeña libreta su nombre, cuando estoy apunto de marcar tocan la puerta con insistencia, me levanto y voy abrir ¡para mí sorpresa es mi nieto Cris!

—Mamá Susana ¿cómo sigues? —pregunta para saber.
—Bien hijito pasate. —Se pasa y le digo —. Que bueno que vienes te puedo pedir un favor.
—¡Claro! —exclama con gusto.
—Puedes prender el boiler.
—Si ahorita voy —sonrie de manera cordial—. Pero ya me estaba espantando creía que era otra cosa. —Se dirige al baño y prende con mucho cuidado el boiler.

  No obstante espero a que se caliente y aprovecho para conversar con mi nieto cómodamente sentados en en el sillón. La sala se siente fresca y tranquila, con la luz central prendida y solo hay unos pocos sonidos del vecindario.

—Iba a llamar a tú mamá para que viniera a prender el boiler pero caíste como un rayo de sol —expreso con una pequeña sonrisa.
—De hecho va a venir al rato porque te está preparando tu comida. Sabes ayer mi mamá estaba muy preocupada porque no contestabas el teléfono y inmediatamente vino a tu casa y al verte que no reaccionabas me comentó que te unto alcohol y nada que reaccionabas, así que llamo a tu hijo Carlos y él te cargo y te subió a su auto y aceleró a toda velocidad rumbo al hospital y allí ya se encontraba mi tía Leti por eso se quedó contigo —platica todo como había sucedido.
—Lamento darles molestia a todos —meneo la cabeza de un lado a otro me siento mal por hacer que vengan a cada rato.
—No digas eso son tus hijos y se tienen que hacer responsables. Mejor cambiemos a otro tema, te cuento que me siento culpable por ya no vivir contigo es que si yo estuviera aquí no te hubieras caído en el mercado —la tristeza en su voz es evidente.
—No te sientas así, tú eres un joven que tiene que hacer muchas cosas no puedes cuidarme toda la vida en verdad te agradezco el tiempo que estuviste aquí —le menciono y un impulso instintintivo hace que tome su mano como diciendo que no se preocupe.
—Sabes mamá Susana el vivir contigo fueron días que me hizo sentir muy bien, por eso te prometo que vendré después de la escuela así te haré compañía y te ayudaré en lo que haga falta —me plantea lo que piensa hacer.
—Si mi hijito muchas gracias, ahora ya me voy a bañar ya a de estar caliente—digo mientras me levanto del sillón con pesades, seguro que con el baño voy a despertar y tendré más fuerzas.
—Esta bien, pero ¿quiéres que te bañe?
—No como crees —sonrio avergonzada y me ruborizó por lo que dijo.
—Ya lo hice una vez y no hay problema si lo vuelvo hacer es que me preocupa que te caigas —sus palabras salen con naturalidad.
—Te agradezco hijo tus intensiones eso habla muy bien de tí pero yo puedo bañarme. Una pregunta ¿vas a estar aquí o ya te vas?
—Voy a estar aquí —responde.
—Te lo digo porque ya sabes que me tardo mucho y no creas que te estoy corriendo.
—Si ya lo sé. Mamá Susana ahorita se me vino en la memoria cuando me bañabas de pequeño y lloraba mucho porque me tallabas fuerte pero no solo fui yo a todos tus nietos les tocó —rie con gusto además tiene alegría en sus gestos. Lo cual su voz hace hueco en mi memoria.
—Sí... a todos les tocó que los bañara, en aquellos tiempos tenía más fuerza lo recuerdo como si fuera ayer, todos estaban tan pequeños y ahora son unos jóvenes es un sentimiento de extrañar el pasado porque todos estábamos unidos. Bueno ya dejaré de hablar para irme a duchar.
—Entonces limpiaré lo que esté sucio y después veré la televisión.

  Adentro del baño en la tapa del inodoro me siento y quito las durezas de mis talones se ven tan feas, por eso utilizo una piedra pómez para alisar los talones. Al acabar me ducho esto es un ritual para mí; abro más la llave caliente que fría siento como las gotas de agua caen con fuerza en mi espalda esto hace que me sienta tranquila es como un masaje, por último abro totalmente el agua fría para que se mantenga firme mi piel, tan pronto como término tomo mi bata de baño y me vuelvo a sentar en la tapa del inodoro y empiezo a cortarme las uñas de los pies.

—Mamá Susana ¿estás bien? —pregunta Cris desde afuera de la puerta.
—Si, ya voy de salida —me lavo las manos en el grifo y abro la puerta.
—Como no escuché ni un ruido me preocupé, mírate saliste del baño bien güerrita, y tus dedos de tus manos están arrugaditos —me agarra mis manos con cariño.
—Es verdad, al rato se pasa y la piel vuelve a su estado.
—Me voy para que te vistas—se da la media vuelta y se dirige a la sala.
—Y mi crema de la campana ¿dónde la deje? —pregunto al aire y me quedó pensando por un momento, seguro la dejé en mi armario abro las puertas y veo que está detrás de la loción añeja de lavanda que usaba mi viejito y que yo me pongo para recordarlo aunque sea de caballero. Ya lista me siento en el sillón junto a mi nieto, después de un rato tocan la puerta y Cris se levanta del sillón para abrir. Veo entrar a mi hija Lupita con mis nietas y en sus manos traen unas bolsas con varios recipientes de plástico seguramente es la comida. Sirve Lupita en los platos y juntos nos sentamos a comer, disfruto lo que hizo son pechugas asadas con ensalada y sopa de spaghetti de crema, cuando como cada bocado me sorprende lo delicioso que está, sinceramente es una satisfacción comer en compañía, aunque veo que Lupita no come mucho.

—¿Te pasa algo hija? —me interesó en ella, pero mi voz es cautelosa.
—Si pero no quiero mortificarte —su semblante luce pálido, sus ojos son poco expresivos apenas asoma sus emociones.
—Dime soy tu madre —mi ceño se frunce se que algo no está bien.
—Esta bien... es que he tenido dolor en la parte superior derecha del abdomen me dijo el doctor que tengo cálculos en la vesícula biliar y el dolor a menudo se presentan cuando consumo alimentos pesados y por lo regular ocurre al atardecer o durante la noche por eso tengo que tomar una Buscapina para calmar el dolor —comenta lo que le sucede.
—Y que más te dijo el doctor —elevo las cejas con inquietud.
—Me sugirió una operación pero antes me voy hacer estudios —se ve sumamente preocupada.
—Si hazlo lo más pronto posible.
  Horas más tarde se despide y se van.

  Pasan unas semanas y nunca me faltó alimento gracias algunos de mis hijos que están al pendiente, ahora ya puedo salir sola a comprar las tortillas de maíz que tanto me gustan, incluso quiero ir al mercado que está cerca de mi casa, una vez que tengo la bolsa del mandado y el dinero salgo, solo camino un poco para hacer la señal y así se detiene el mototaxi por consiguiente me subo y arranca. Puedo sentir vibrar el asiento debajo de mí parece que estoy acabalgando, recorremos una parte de la colonia Zaragoza y mientras llego miro como las casas de colores pasan a toda velocidad y se pierden de mi vista: me agrada que el día es muy claro y con un sol cálido que acaricia mi piel sin atreverse a calentar demasiado, es cómodo si el sol deseara que me llevará un buen recuerdo de él a diferencia de otros días. El mototaxi me deja enfrente del mercado y entro con felicidad que se refleja en mi rostro y en cada puesto que me detengo, me saludan sinceramente con alegría y preguntan por mí salud siento tan bonito porque se dieron cuenta de mi ausencia en todo este tiempo, como está cerca la casa de mi hija Lupita me dirijo a visitarla, tocó la ventana y se asoma una de mis nietas, para luego abrirme.
—Pasá mamá Susana. —Entro a paso ligero y me siento en la silla porque ya no aguanto estar tanto tiempo parada.
—Ya te veo super mejor —comenta Viri. Creo que es ella sino me equivoco.
—Si hija pues tengo que ser positiva, pero tú mamá ¿dónde está? —pregunto porque no la veo.
—Esta en el hospital porque tuvo mucho dolor —responde mi otra nieta, no oculta nada.
—¿Porque no me avisaron? —cuestiono desconsertada abriendo mis ojos de la gran impresión no esperaba está noticia.
—Solo no queríamos que te preocuparas —su rostro luce inquieto.
—¿Quién la llevo? —cuestiono quiero saber de inmediato.
—Miguel su esposo —responde.
—Vamos al hospital —digo totalmente resuelta.
—Pero estamos cuidando a la niña de Susan —dicen en coro las gemelas.
—No importa avísenle y que después de su trabajo nos alcance y tú hermano.
—Está en la escuela —dice Mari.
—Bueno ya vámonos.

  Tomamos un camión y nos dejó a una cuadra del hospital General, caminamos lo que nos faltaba y a unos metros mi yerno estaba afuera enseguida nos acercamos a él.

—Dime como está mi hija —also la voz con desesperación.
—Esta en urgencias estable, le hicieron unos estudios y uno de los médicos comentó que los cálculos están en la vesícula pero también en otras partes y no se quieren arriesgar a operarla, más aparte dijeron que la llevara a otro hospital, de hecho eso no es lo peor también le detectaron un tumor en los ovarios —su voz refleja mucha preocupación, hace su mejor esfuerzo por hablar claro porque se ve nervioso.
—No puede ser —retrocedo unos centímetros y mi voz se apaga sintiendo una tremenda angustia que hasta me quiero caer, una de mis nietas estira su mano y me sujeta el brazo mientras su hermana alquila una silla de inmediato la trae para que me siente. Al poco rato entro a ver a mi hija con una de mis niñas, avanzamos por los pasillos y llegamos a la habitación entonces la busco con la mirada porque hay tres camas y justo enfrente de mí está Lupita, puedo observar su semblante decaído, luce vulnerable trato de animarla y le digo que piense en sus hijos y que le pida a Dios, mi nieta abraza a su madre y a la vez mis ojos se cristalizan por el sentimiento de que le este pasando esto, si ella es tan amable, alegre, generosa, porque le pasan estas cosas no se lo merece: mi Lupita se muerde los labios para aguantar las lágrimas que se están acumulando en sus ojos pronto descubrí que se quiere hacer la fuerte para no preocuparnos, posteriormente viene una enfermera y nos pide que nos retiremos porque tiene que descansar, me despido de mi hija dándole un beso en la mejilla antes de retirarme le recuerdo que todo va estar bien y con una simple mirada le hago saber que estoy con ella, nos separamos lentamente y con un ligero movimiento de muñeca le digo adiós y salimos por ese largo pasillo; afuera está Susan y mi hijo Javier con su esposa y mis nietos todos están preocupados porque ya están enterados de la situación.
  A los tres días la dan de alta ya está en su casa solo los doctores le mandaron medicamentos para el dolor, mi yerno investiga en que hospitales pueden operarla pero ninguno se atreve, se ve desesperado por no hayar quien la atienda. Pasan seis meses y Lupita empieza a tener mucho vómito y dolor así que Miguel tomo una decisión y se la lleva en su automóvil al hospital que le había dicho uno de sus amigos, yo me quedo en su casa con mis nietos estoy desesperada por saber si van a atender a mi hija. Las horas avanzan y pronto es de noche, en una fracción de tiempo el teléfono suena ante eso doy un brinco de susto, mi corazón palpita y mi labio inferior tiembla es porque estoy angustiada, rápido corre mi nieta y contesta no tarda mucho y cuelga.

—Dime ¡Que pasó! —exclamo con susto.
—Que mi mamá está estable y la están atendiendo en un hospital que queda como a una hora y media —responde.
—Bendito Dios, que la atendieron —afirmo sinceramente ahora mi alma se calma.
  Los siguientes días mis nietos van haber a mi hija al hospital, yo me quedo en mi casa porque lo más importante es que vean a su mamá ¡no que me estén cuidando! Solo ellos me hablan por teléfono para darme informes. Un sábado por la mañana habla una de mis nietas me dice que los doctores le hicieron una cirugía con láser aunque sigue con el dolor y sin respirar eso me mortifica sin embargo me comentó que procederían hacerle una endoscopia ahí verían con más profundidad el interior de su cuerpo para así llevar a cabo otra clase de cirugía.

   A la mañana siguiente mi nieta me habló por teléfono y mencionó que los doctores le detectaron un cálculo grande en el esófago lo cual no le permite respirar y más aparte se le reventó la hiel ( la vesícula) así que la operarían de inmediato, se escucha tan preocupada que eso hace que yo también lo este. Y exactamente ese temblor en mi cuerpo vuelve a nacer y se extiende por mi brazos a tal grado que me encojo de hombros como signo de perplejidad.

—Es muy peligroso lo que le está pasando a mi hija yo daría la vida por ella, quiero volar y llegar hasta allá pero no puedo por lo de pierna aparte ni sé dónde está el hospital. Me invade la impaciencia hasta ni hambre tengo lo único que hago es orar a Dios con más palabras para que haya mayores oportunidades que me escuché y esperar noticias.

Día tras día veo el reloj y el tictac se funde en mi corazón no se cuando va a salir mi hija por lo tanto me agoto mentalmente. No me importa pasar noches enteras sin dormir solo tengo la compañía de la luz de la Luna entrando en mi habitación iluminando tiernamente el pie de mi cama.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro