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Capítulo cuarenta y cuatro

  En la casa de mi hija tengo buenos tratos me dan de desayunar, comer, cenar me preparan lo que se me antoja ¡como muy bien! Hasta se puede decir que de más. Un sábado tenía muchas ganas de un caldo de camarón le comenté a mi hija, sin más me dijo ¡Vamos! Pronto nos alistamos y nos fuimos a comer: el lugar es bastante agradable ideal para comer tranquilamente, cierro mis ojos y disfruto porque está tan rico es como sino hiciera falta nada más y por lo tanto quedo sin palabras; ese día el sol estaba muy brillante en lo más alto del cielo pero lo sentí en la cara de forma violenta estába muy acalorada como también mi hija por eso fuimos a la paleteria para refrescarnos, pedí mi paleta favorita de piñón pero como no había escogí de pistache. Eso sí aunque comimos las dos juntas a mis nietos les llevamos porque todos parejo debemos comer. ¡Saben! En ocaciones hay veces que quiero ayudar a cocinar a mis nietas o a mi hija, no quiero sentirme inútil pero soy consciente que no tengo fuerzas, mejor les digo a mis nietas las recetas que todavía tengo en mente y ellas compran en el mercado lo necesario, ya que regresan ponen las ollas y lo necesario que van a ocupar, están de un lado a otro y yo en voz alta las dirijo como buena maestra. Cuando queda lista la comida sirven en los bonitos platos que les di, al probar bocado disfruto de los sabores que explotan en mi boca sin duda sacaron mi sazón, con el estómago lleno, recobro la energía y me siento muy agradecida; por otro lado a mi hija Lupita no le gusta estar mucho en la cocina, solo prepara algo sencillo ¡no se complica la vida!
En estos días mi rostro delata lo bien que me he sentido, además estoy emocionada porque mi hija Lupita consiguió un trabajo cerca, eso es bueno porque los ahorros ya se le habían acabando. Me contó mi hija que no carga nada pesado porque les explico de su operación a sus jefes y fueron muy comprensivos por tal razón la tratan bien. Verla así de movida me recuerda a mí cuando trabajaba tanto en la imprenta, vendiendo pancita y mis gelatinas. Ese recuerdo invadió mi mente y me hace ver que nada fue lo mismo desde que me caí, mis piernas ya no respondieron igual ¡añoro esos días! En otro orden de ideas mis nietas estudian y trabajan medio tiempo, igual mi nieto Cris y todos se van a trabajar y solo unas horas me quedo sola, pero eso sí dejan todo preparado para que coma, no obstante cuando estoy un poco aburrida en la casa despacio camino de un lado a otro, miró cada rincón y por instinto tocó cada parte de la casa, no es muy grande pero esto me permite a mover mis pies. Y si estoy estresada voy a la zotehuela agarro un banco y me siento, saco un cigarrillo y  encendedor de mi bolsa del babero y prendo el cigarro, doy el jalón y suelto el humo acumulado en la boca. Puedo ver como se forman círculos definidos creo que ya es la experiencia de los años. Les cuento que mis hijos no vienen a verme, siguen enojados son como Poncio pilato el gobernador que evade toda responsabilidad, eso me duele mucho, los extraño demasiado ¡por qué serán tan orgullosos! Mi cara de tristeza no cabe en mi rostro; la semana pasa tan rápido y cuando estoy comiendo empiezo a estornudar tres veces no tenía resfriado, decía mi madre en paz descanse que cuando uno estornuda por tres veces es porque alguien se está acordando.
—¿Será que mis hijos se estén acordando de mí? —pregunto emocionada al aire.

Alrededor de las cinco de la tarde oigo que tocan.

—¡Quién! —alzo la voz con mucha fuerza.
—Tu hija Leti  —responde susurrando como no queriendo que se enteren los vecinos.
—¡Bendito Dios es mi hija! —exclamo con emoción y abro la puerta para recibirla.
—Hasta ahorita te acuerdas de que tienes madre —also la voz como reclamándole.
—Perdón mamasita —inclina su cabeza un poco para darme un beso en la mejilla —. Es que mi orgullo hizo que no viniera, pero te prometo que ya vendré más seguido aunque me corra mi hermana.
—Ella no lo haría, creo que no la conoces —enfatizo las palabras para que le quede claro.
—¿Y dónde están todos? —cambia de tema.
—Trabajando, ya no han de tardar —respondo viendo el reloj.
—Mejor me voy, solo vine a verte y que bueno que estés bien. —Se marcha de prisa como si la estuviera corriendo. No me trajo una fruta o unos centavos que no ve ella y sus hermanos que el estar aquí hay gastos y que no como bocanadas de aire.
  Al paso de los días cumple con su palabra Leti y viene más seguido, también me alegra que mi hijo Javier y Alberto vengan pero quisiera que estuviesen más tiempo conmigo siempre andan apurados o con su familia. A propósito se me olvidaba decir que mi hija Susan viene a visitarme con mi bisnieta cuando tiene tiempo, esto es por su trabajo pero no se olvida de mí, se hace responsable con lo que puede, sé que tiene sus problemas más aparte está esperando otro bebé por eso no le pido más.

  Pasa un año, si bien nunca he tenido problemas con mis hija y nietos. Hasta ahora no ha avido ningún obstáculo que pueda hacerlos enojar, bueno eso creo... Cierto día estoy sentada en el sillón viendo la televisión con normalidad, prontamente tengo ganas de hacer pipi el baño me queda sólo a unos cuantos pasos, pero a la hora de levantarme me gana sentí vergüenza porque mi hija se puede enfadar; al poco rato escucho la cerradura de la puerta sin pensarlo me vuelvo a sentar sobre la pipi y trato de quedarme lo más quieta posible, de la pena se me sube el calor por mí cuerpo porque se que está mal lo que hice.

—Ya llegue del trabajo madre —avisa dándome un beso en la mejilla.
—Que bueno hija —respondo y sonrio de forma nerviosa.
—Te veo rara mamá ¿te pasa algo?
—Si pero no sé cómo decírtelo —respondo mirando de un lado a otro, lo que hice lo quiero ocultar.
—Dime mamá ¿te sientes mal? —Una rara inquietud la embargo, pone su mano en mi frente para ver si no tengo alta la temperatura pero ve que estoy bien.
—Me siento bien hija, pero entenderé si me corres de tu casa.
—Porque dices eso ya dime.—Se desespera cree que es algo malo.
—Es que me hice pipi en el sillón perdóname —hablo bajando la cabeza con vergüenza y empiezo a llorar como niña pequeña.
—Como crees que te voy a correr mamá solo se lava y queda limpio, toma mi mano párate de ahí porque te va hacer daño estar sentada, mejor te daré una ducha.
Mi hija no se enfado eso calmo mi alma, me baña muy bien durante quince minutos. Al salir veo que mis nietas están limpiando.
—Hijitas vienen cansadas y ya las hice trabajar porque me hice pipi les pido disculpas —menciono con el ánimo decaído.
—No te preocupes se limpia y mañana se seca y aquí no paso nada —dice una de mis nietas.

  A los dos días en la mañana vuelvo hacerme de la pipi pero ahora en la cama, yo pensé que ya no pasaría sin embargo ocurrió de nuevo, no sé cómo decirle a mi hija cabe señalar que Lupita se está alistado para irse a trabajar, me armo de valor e interrumpo lo que está haciendo y digo—. Hija ¿que crees? —antes de hablar me detengo unos segundos y mis manos las frotó por mi ropa con nerviosismo.

—¡Ya se mamá, te volviste hacer de la pipi —responde.  Parece que leyó mis pensamientos, no entiendo cómo se dió cuenta.
—Perdón es que ya no puedo aguantarme. —Mi hija me levanta y cambia.
—Mamá trata de estar cerca del baño —me expresa—. Y cuando salga del trabajo voy a ir a comprar pañales así ya no te tienes que preocupar por hacerte de la pipí.
—Si hija gracias, en este momento voy a lavar el pedazo de cama porque yo lo hice —mis palabras parecen una petición.
—No, tú mejor ve al sillón y ahorita te dan de desayunar mis hijas —asegura con voz tranquilizadora.
—Que pasa —dice Mari mi nieta.
—Tu abuelita se hizo pipi en la cama ahorita yo lo lavo antes de irme. —lo lava muy bien que huele muy rico y seca la parte con la secadora de pelo, para que ya en la noche este completamente seco.
  Mi otra nieta me sirve el desayuno. Siento pena verlas a la cara por eso desvío la mirada no tengo excusas, pretextos ni forma alguna de poder disculparme lo suficiente, el calor de la vergüenza se concentra en mis pómulos a tal punto que me duelen, no se porque tienen que estar batallando conmigo. Unos minutos más tarde me tranquilizo.

  Un día tengo la idea de aprovechar y salir afuera para ir a la tienda de la esquina por un cigarrillo, quiero saber si puedo estar sin la ayuda de nadie, con mis pies firmes en el piso tomo mi suéter abro la puerta y salgo fijandome por donde camino ¡no quiero caerme de nuevo! Al llegar a la tienda pido lo que busco y luego pago. De regreso no recuerdo hacia donde ir miro a los lados confundida.
—Como pude salir, además sin llaves ¡que estoy pensando! —Camino sin rumbo, la dirección se me borró mejor me detengo con una señora que vende dulces, ella voltea hacia mí recibiendome con un saludo seguido de una sonrisa fugaz, me siento a su lado y converso con ella hasta que mi nieto Cris interrumpe parandose frente a mí.

—¡Qué haces aquí mamá Susana! ¡te estábamos buscando! —exclama,  agitado, su cara refleja preocupación.
—Es que fui a la tienda por un cigarrillo y después ya no supe hacia donde ir, perdóname no lo vuelvo hacer —le comento mientras me levanto del asiento donde estaba.
—Vámonos a la casa —dice poniendose junto a mí para agarrar de mi brazo. Llegamos a casa mi hija y mis nietas me abrazan esa ola de calidez se extendió en mi pecho. ¡¡Se que fui irresponsable en salirme!!
—No lo vuelvas hacer mamá pensé que te había pasado algo —dice Lupita, me doy cuenta de que sus ojos hay un par de lágrimas discretas—. Pero sientate mamá te traje los pañales —me los muestra y son tres bolsas grandes.
—No los quiero usar —me rehusó pienso que si los uso me voy a ser floja en levantarme.
—Por favor mamá —sus palabras las remarca como para que comprenda que es necesario para mí. Y no es que no me guste la idea pero no puedo evitar sentirme inútil.
—Esta bien —acepto porque ya no quiero que estén lavando donde me hago, me pone el pañal y siento como si fuera bebé otra vez.

  Al siguiente día quiero salir, abro la puerta pero no sé abre está cerrada con seguro.

—Ahora siento que estoy en la cárcel pues ¡que les pasa carajo! —exclamo, en mi mente y corazón se desencadena una batalla de emociones pánico, miedo absoluta desesperanza como si el mundo se hubiera acabado, mejor volteo doy un par de pasos y me siento en el sillón, agarro el control de la tele que está a mi costado y la prendo para ver mi telenovela. A la hora que llega mi hija sentí ganas de darle un golpe pero me detuve así que le reclamé gritándole con groserías.
—Mamá no te portes así solo quiero que no te pase nada, aquí tienes todo y no hay necesidad que salgas, ya sabes que cuando descanso salimos donde tú quieres por favor entiende —Lupita no tiene ningún problema para ser completamente sincera cuando se trata de mí, y puedo ver en sus ojos preocupación.
—Hija perdón por reaccionar así no pensé —reconosco con la palma de mi mano.

  Mis fuerzas siguen disminuyendo, llevo dos años con mi hija y mi triste realidad es que ya estoy en silla de ruedas; el doctor me diagnosticó que mis articulaciones ya se desgastaron y no hay remedio. Por lo tanto mis nietas decidieron no trabajar para cuidarme más tiempo de lo normal o sea tiempo completo, saben que no puedo estar sola y es que ninguno de mis hijos quiere dar dinero para una enfermera o darles un poco de dinero para comprarme lo necesario son amadores del dinero solo para ellos, por eso les agradezco mucho a mis nietas con lágrimas porque en sí ellas no son responsables de mí, pero lo hacen de corazón; de hecho acceden a cuidar a la niña y al pequeño bebé de Susan ella les pagaría, así sería un dinerito extra para mis nietas y ahora tienen que cuidar a puros niños incluyéndome. Gracias a Dios no nos falta nada, mis nietas apoyan mucho a su mamá, son un buen ejemplo siempre está viendo que me sienta cómoda y alegran mis días porque de vez en cuando ponen mi música favorita y sentada disfruto mucho escuchar el danzón, marimba, en cada ritmo muevo mis pies y manos por ende las tarareo. Y cuando pido que pongan la canción de mi viejito chulo no puedo contener las lágrimas caen irremediablemente una tras otra. Sé que han pasado muchos años desde que murió pero su esencia está dentro de mí, además la comunicación con mis nietas no es ningún inconveniente porque hay veces que les cuento sobre su abuelo y las anécdotas que pasé junto a él, esas palabras que expresaba les mostré lo mucho que lo amaba, supe en ese momento que les gustaba escuchar lo que les contaba porque estaban muy atentas y en sus ojos lo podía ver. Les hablé con mucha honestidad con ese brillo en mi mirada porque cuando me refiero a mi Alberto, mi corazón late de solo recordarlo por lo tanto me emociono. Y ellas me hacían preguntas, se veían muy interesadas en saber más por supuesto les respondía y expresaba mis sentimientos.

  De vez en cuando venía mi hija Leti y Lupita aprovechaba para pedirle pañales, pero siempre los traía demasiados chicos que no ve que soy talla grande, pienso que lo hace a propósito. Eso no es todo porque al traerme comida eran sobras del restaurante donde trabaja, como ella era suplente de chef se lo daban y nunca me dió algo completo, a un hay más no sé si pedía demasiado porque le decía cómprame un pan, su contestación es no tengo dinero, creo que se encaja porque me ve que estoy bien con su hermana. Hasta recuerdo que una vez le pedí que necesitaba dinero, cuando extendió su mano pensé que buena hija y ¿que creen...? Solo me dió diez pesos, por supuesto eso no me alcanzaba ni para un litro de leche, y por último como sabía que se iba de vacaciones a Los Cabos le expresé que me llevará, ella no quiso solo puso excusas, es tan miserable y ávara con su propia madre, no le dije nada más solo la miré atentamente durante varios segundos y después sacudí la cabeza esto es por mi gran descontento. Aún teniendo casas, un buen empleo no se conforma ¡quiere más y más dinero! Y sobre todo presta dinero cobrando réditos exagerados y vende en su trabajo cigarros y dulces. Su actitud no la comprendo imagínense si estuviera atenida a ella como estuviera. Tengo presente que cuando le pido cosas a mi hija solo es para calarla y darme cuenta de la clase de hija tengo.

  Si bien estoy convencida que mis nietas me quieren mucho, porque acostumbran asegurarse de que no me falte nada y la suavidad de su voz me hace sentir bien cuidada o arropada, en verdad hacen mucho esfuerzo y aunque mi cuerpo busca con anhelo recuperar algo de equilibrio, me doy cuenta que no hay futuro para recuperar las fuerzas, después de todo mis nietas hacen gala de su buena condición para ayudarme porque requiero la ayuda para todo. Con la palabra todo es porque también hay veces que cuando estoy comiendo me ensució mi ropa dejando evidencia de lo difícil que es llevarme a la boca cada alimento. También cuando tengo ganas de bañarme me ponen una silla abajo de la regadera y me bañan con suavidad pero lo que quiero es que me tallen fuerte por eso se los digo ¡con fuerza hijas no me pasa nada! Asi las dirijo y lo hacen con gusto. Al bañarme no tardo tanto como antes y con la ayuda de mis nietas salgo del baño porque tengo miedo de caer en ese piso resbaloso; Por eso en ocasiones siento rabia por estar limitada, por eso intento molestarlas la menor cantidad de horas posible. Bien saben ustedes que por obvias razones ya no puedo salir sola, tengo un sentimiento de culpa por estar impidiéndoles a mis nietas que hagan su vida con normalidad, se que no se sienten obligadas por cuidarme lo hacen porque quieren verme bien. Y como no quiero molestarlas aún más, un día aprovecho que Cris mi nieto esta desocupado y le digo ¡hay que salir! Él accede con tal de salirse. Sin duda es agradable sentir la bienvenida de aire y el sol ni se diga porque baña mi rostro con delicadeza como si me dijera va hacer un hermoso día. Ver a mi alrededor tengo otra perspectiva de la vida, pongo más atención al contraste de la misma vida, veo con más detenimiento los pequeños detalles que a veces pasaba por alto es una especie de vibración muy especial,  como estoy acostumbrada a saludar a los vecinos, mi hijito en cada cuadra estaciona mi silla y comprueba que los frenos estén bien puestos para que platique un poco, y Cris se alejaba un par de pasos para dejarme, me siento bien que no se sienta atado a mí sabe que no hay problema sino está a mi lado unos minutos. Al ir avanzando Cris retomaba el control de mi silla para recorrer varios lugares cercanos así se nos iba el día. No imaginaba como algo tan simple como ver a mis conocidos y lo que pasa a mi alrededor pudiera hacerme sentir tan feliz, claro mi hija Lupita luego me lleva al mercado o pasear a un lugar cercano, también en ocaciones Susan viene para llevarme a comer y pasear ¡no me puedo quejar! Otros días salía afuera de la zotehuela con la ayuda de mis nietas, basta con un pequeño espacio al aire para disfrutar del cielo y contemplar la luz del día donde me dan los rayos del sol, a lo lejos escucho el cantar de los pájaros en coro ¡percibir eso! Me hacen ver lo hermoso de la vida, por eso doy gracias a Dios que puedo abrir los ojos y darme cuenta de todo lo que es valioso de verdad, admito agradecida con una sonrisa que ilumina mi rostro, esa expresión tranquila me hace simplemente vivir un día a la vez.

—Mamá Susana ya está la comida ya te meto para adentro —me ofrece una de mis nietas con cariño, que ya empieza a ser habitual en sus ojos.
—Si mijita  —un aroma delicioso invade mis fosas nasales, al probar bocado les aseguré que estaba delicioso. Entre cada bocado fuimos conversando.
—Mamá Susana en fin de semana te quedarás con tu hijo Carlos, es que mi hermana y yo vamos a salir y no queremos que te quedes sola vas a estar bien con mi tío —avisan con una sonrisa tranquila en su rostro, esto hace que confíe en sus palabras.
—Entiendo hijas, ustedes son jóvenes y tienen que distraerse haciendo sus cosas. Pero él ya está de acuerdo.
—Sí, mi hermano le dijo y Cris te llevará y el Lunes temprano iríamos por tí.
—Si es así está muy bien, además me va a caer bien visitar a Carlos porque hace tiempo que no lo veo, y me da gusto que quiera cuidarme el fin de semana. —Me encantaría unirme a la actitud positiva de mis nietas, pero no sé cómo me vaya con la mujer de mi hijo. Tal vez no sea necesario preocuparme tanto, seguramente voy a estar bien.

  Es sábado en la mañana, Lupita me levanta y viste. En una maleta pequeña pone mi ropa y ya lista me despido de ellos diciendo ¡no se diga más nos vemos pronto! Entonces Cris me lleva en la silla de ruedas, no tardamos mucho solo pasamos la avenida y llegamos porque él vive cerca, Cris toca el timbre y sale mi hijo de inmediato, para mí es una emoción verlo su mirada la baja y sonríe conmigo, Cris se agacha un poco para darme un beso en la mejilla y se va. Mi hijo me carga hacia su departamento, cómo está en el tercer piso tiene que hacer ese esfuerzo, llegando me sienta en la silla y mis dos nietos se acercan a saludarme, de lejos veo que a mi nuera no le agrado la idea que me quedará en su casa, hasta frunce el ceño en señal de disgusto cree que con sus gestos puede intimidarme, pero está equivocada no le hago caso y me enfoco en mi hijo. Como no he desayunado mi hijo me da fruta, jugo, huevos rancheros como muy bien. Mientras termino el último bocado bebí un largo trago de agua porque se me estaba atorando sinceramente mi hijo me atendió excelentemente, pero como tiene que trabajar me deja sentada en el sofá y prende la tele para después irse,  quedó en silencio un ratito, atenta al bullicio que se escucha de los vecinos de afuera y comienza a extenderse en el área donde estaba, en verdad todos tenemos problemas meneo la cabeza de un lado a otro, mejor yo a lo mío y me entretengo viendo la televisión. Ya para la tarde es hora de comer y mi nuera me avisa.

—¿Me puedes ayudar a sentarme en la mesa por favor? —de forma amable le digo.
—Ahorita que venga su hijo a comer es que yo no tengo tantas fuerzas —no se escucha como la persona más contenta del mundo.
—Esta bien. —Mi hijo llega y me lleva a sentar. La comida sabe muy rica, su mujer es muy buena para hacer de comer además tiene limpieza en la casa es muy movida, no obstante siento que yo no le agrado porque se ha de acordar de lo que le dije hace años que era una hipócrita porque hablaba tras de mis espaldas, yo soy una persona muy frotal y si veo ó no me parece algo lo digo. Ese es el orgullo que tiene hacia mi ¡no reconoce sus errores! Pero en estos días tendrá que verme más, además estoy en casa de mi hijo; terminó de comer y mi hijo me lleva de nuevo a sentarme a la sala y se va a trabajar, después de un rato siento ganas de hacer de la pipi.

—Martha me llevas al baño porfavor es que no aguanto, no te tardas ni cinco minutos —le digo con voz agradable. Sí ha algo peor en la vida es necesitar de alguien para casi todo.
—Estoy ocupada hágase en el pañal —contesta de mala gana, me dolió como lo dijo por eso como quiciera pedir un deseo y que regresarán mis fuerzas pero eso no pasará.

  No me queda más remedio que hacerme en el pañal, esperé a mi hijo y en la noche Carlos me cambio el pañal, cierro los ojos por la vergüenza pero ni modo. Luego Martha sirve los alimentos en la mesa aunque me gustaría cenar agusto siento que sirvio la comida a la fuerza, me conformo que detrás de esos alimentos me espera algo rico mientras estoy comiendo tengo ganas de hablar con Carlos largo y tendido pero a solas que no esté su mujer porque solo está parando oído, será en otra ocasión que hable con él; cuando acabamos hay un silencio sepulcral y uno a uno se retira para su cuarto y Carlos me lleva a la cama me acobija bien, apaga la luz y cierra tras de sí la puerta.
  Al otro día en la mañana siento mucha comezón en las pompas, ante eso me rasco constantemente y ¡oh no! Ya tenía popo en las manos, ¡que hice! Me limpio en la cobija para ocultarlo en eso escucho pasos que se aproximan no sé qué hacer me desespero, miro la puerta expectante y abre la puerta Martha sin tocar.

—¡Huele a caca! —exclama con enojo y añade—. Hasta embarro mis cobijas ¡no puede ser! ¡Carlos ven a limpiar a tu madre! —grita desesperada, su cara se le ve pintada de muecas de horror, hasta no me quita de encima sus ojos envenenados. Enseguida viene mi hijo Carlos.
—No fue mi intensión hijo es que tenía comezón —trato de dar una explicación.
—Carlos lleva a tu madre con tu hermana de nuevo yo no la voy a estar cambiando, ¡no soy su niñera para estar viendo que hace! ¡no es mi responsabilidad! —el fastidio de su voz es evidente no tardo en demostrar lo que lleva dentro frente a mi hijo.
—Solo es hoy y mañana —trata de calmar a su mujer.
—¡No aguanto ni un día más! Tú te vas a trabajar y me dejas con ella pues eso no, ahora tengo que lavar las sábanas y cobijas no soy la sirvienta, ¡¡Escucho señora Susana!! ¡no cree que ya está grande para que haga eso! ¡qué no razona!  —se expresa de forma brusca y grosera es muy ofensiva. Pero no es necesario que me recuerde que soy incapaz de valerme por mí misma. Es fácil desquitarse con alguien que poco puede hacer, si hay algo que me duela no son sus palabras, he escuchado muchas peores este tipo de agresión para mi oído es para darme cuenta que en ningún momento le interesó que estuviera en su casa.
—No me hables así, "Como te ves me ví, como me ves te verás"
entenderás cuando llegues a mi edad —le contesto, creo que hay un límite para todas las personas y esté es el mío. Ya no me siento comoda por eso le digo a mi hijo—. Quiero que sepas que tuviste madre antes de mujer, perdona las molestias hijo y si por ella no vienes a verme lo pagarás muy caro tienes hijos recuérdalo. —Estuvo apunto de disculparse pero se quedó callado sin decir ni una palabra por tal motivo me carga y me lleva al baño a bañar, mi rostro luce serío y entre nosotros hay un silencio algo incómodo cada gota de agua que cae en mi rostro es como si tapara las lágrimas que una a una salen. Lo que sucedido hoy rompe mi corazón porque no me defendió Carlos y le dió el lugar a su mujer. Al acabar de bañarme me viste y tapa bien y manda a su esposa para que me lleve a la casa de su hermana y no oí de Martha que saliera de su boca un sincero arrepentimiento. De pronto yo me convertí en su problema, la verdad me sentí humillada este silencio que tengo es como guardar todo mi coraje; el transcurso del camino me siento feliz por estar con mi hija, toca la puerta Martha con insistencia hasta grita para que alguien salga, abre mi hija Lupita.
—Que!!! ¿no pudieron cuidarla? —menea la cabeza de un lado a otro mi hija.
—Como tú sabes yo tengo que hacer muchas cosas tú hermano está trabajando y yo no tengo la responsabilidad de cuidarla bueno me voy. —Nos regala una sonrisa torcida y se da la media vuelta, es como si dijera me libre de esta señora.
—¿Que pasó mamá?—Le cuento lo que pasó, se ruboriza de coraje queda como una piedra al escuchar lo que sale de mis labios, me da tanta tristeza que caen lágrimas por mi rostro con dolor. En la noche mis nietos se sorprenden al verme, Lupita les plática todo y Cris se enoja tanto que sus ojos arden como el fuego, está decidido a reclamarle a su tío quiere saltar en mi defensa, lo detuve no quería que se peleara le dije que así lo dejara, él obedece reprimiendo sus impulsos solo me abraza como un osito de peluche y me dice —. No te pongas triste mamá Susana mientras nosotros te querramos lo demás no importan —sus palabras me calman y logra estabilizarme. Este día con mi hijo no fue muy afortunado, pero ojalá recapacite y venga a ver a su madre.

  En la noche todos estamos dormidos, pero yo estoy con los ojos muy abiertos pensando en que me siento sola, sé que tengo a mi hija Lupita y mis nietos, aún así me hacen falta mis otros hijos ¡soy una madre que los aclama! Tal vez ahí me dí cuenta de que, si bien no poder caminar es difícil, el no tener el cariño de tus hijos es bastante peor. No pretendo que dejen sus vidas por verme sin embargo estaré esperando con ansiedad a que un día vengan cualquiera de mis hijos y me pongan atención de verdad, porque nunca he tenido la oportunidad de hablar con ellos porque nuestra plática dura cinco minutos, ellos no hacen el mínimo esfuerzo por estar conmigo ¡si bien es cierto que con el tiempo tendré más limitaciones! Y quién sabe si los pueda recordar.

Esa oscura noche comienza a llover y las gotas impactan con las ventanas de manera brutal, esto hace que no pueda dormir. Tengo que tener paciencia y confiar en que la lluvia se llevará este sentimiento de inquietud sin duda este día fue difícil pero estoy segura que mañana será un día muy agradable.

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