Capítulo cuarenta y cinco
Otro año más: la mañana tiene una aleación de colores y matices con algunas nubes revoloteando. Muy temprano en mi cuerpo se sobresalta al escuchar el sonido agudo de la puerta, me despertó del sueño profundo que había tenido, me estiró y noto que a lado mío no está mi hija está vacío su lugar, la busco con la mirada y para mí sorpresa presencio a mi hija parada aún costado mío, lo cual hace que emboce una sonrisa, me dice buenos días con una tierna sonrisa y anuncia que está listo el desayuno. Antes me cambia el pañal luego vienen mis nietas a levantarme de la cama y con mucho concuidado me ponen en la silla de ruedas de inmediato nos delizamos hacia la mesa, mi estómago ruge de que ya tengo hambre, el aroma alcanza mis fosas nasales porque veo sobre la mesa unos ricos Hot cakes o kequis como yo les digo, acompañado de fruta picada bien brillante y lo más importante que no puede faltar mi café con leche caliente que tiene un aroma especial ¡todo se ve retechupete! Mientras como el rico alimento percibo la claridad del sol que entra por la ventana, eso me motiva a que echarle ganas a la vida. Los cinco juntos desayunamos, entre tanto platicamos, reímos un poco por las bromas que hacía Lupita y Cris parece que se dedican hacer reír a las personas porque lo hacen con naturalidad, a todos nos duele el estómago de tanto reír ¡esto basta para hacerme feliz el resto del día! Posteriormente nos incorporamos de poco para dejar que el aire vuelva a nuestros pulmones y segimos comiendo. Al acabar Lupita se va a trabajar, Cris a la escuela y mis nietas y yo vamos al cuarto para que me cambien por una ropa más cómoda, terminando me preguntan si quiero pasar al sillón de la sala digo que sí. Subo de nuevo a la silla de ruedas con su ayuda y me llevan, ya que me sientan en el sillón aún costado acomodan la silla como siempre lo hacen. Esta vez no veo la tele, como no quiero sentirme inútil le digo a una de mis nietas que me den algo que tengan roto.
—Ten mamá Susana este par de calcetines de Cris —dice Viri dandomelos en las manos. Me ensalta la aguja y da una piedra en forma de foco y meto ahí el calcetín, asi puedo coser mejor el agujero. Termino ese par de calcetines y en instante escucho que tocan la puerta, mi vista queda fija para ver ¡quién es! Estoy en completa alerta, abre mi nieta y es mi hija Lourdes, mis dos nietas saludan a su tía dándole un beso en la mejilla por respeto.
—¡Hola hija buenos días!
—expreso con voz muy agradable, me alegra verla.
—Que tiene de buenos días—responde con potente voz.
Su respuesta hace que suprima la sonrisa que ya había comenzado a embozar por verla, ahora la miro con disgusto.
—¡Qué te pasa hija! ¡por qué me contestas así!
—Por nada —dice repasandome de arriba a bajo como si fuera una pelota en pleno partido de fútbol.
—Hola muchachas ¿cómo han estado? —se dirige a ellas y no a mí. Pensé que eso me preguntaría pues hace tiempo que no la veo y viéndola bien ya engordó lo que es tener buena vida.
Como están cocinando mis nietas se va Lourdes a conversar con ellas, luego pide permiso para entrar al baño y cuando sale no dudo en preguntarle.
—Lourdes que mosco te pico ¡estas de mala actitud!
—Solo es que no quiero conversar contigo ¡para que desgastar mi saliva! Creo que nuestra platica no va a llegar a ningún lado, tú sabes muy bien del porque —no parpadea ante sus palabras.
—¡Todavía estás enojada conmigo porque te deje hace años! No ya habíamos echo las paces, y te pedí mil veces perdón.
—Pues sí —reclama con ataque—. Nunca voy a olvidar que fuiste mala madre —responde con amargura y su mirada la siento pesada.
—Mejor sigue cociendo —me ordena con expresión indolente rodando los ojos con antipátia.
—Basta —digo cuando no puedo más—. No voy a estar aguantando tus majaderías
—con un gesto le indico que se vaya y no lo dudo por nada, honestamente la dureza de sus palabras atraviesan mi corazón, tanta es la presión de mi mirada que la hizo bufar.
—¡Pues disculpa! —dice como si nada entornando los ojos en verdad carece de arrepentimiento, pasa por mi lado y se va sin decir adiós. Su actitud me deja temblando, quiero levantarme de la impotencia e ir tras ella pero no puedo mis acciones son limitadas;
aquella mañana en la que pintaba para ser un día hermoso se arruinó, no imaginé como cambiaría prontamente. La tristeza me embargo y reflexionó llevándome una mano en el mentón decifrando que más le hice —proteste al borde de las lágrimas—. Porque tendrá acumulado tanto coraje hacia mí —suspiro en voz alta con nostalgia.
—Mamá Susana estás bien —dicen en coro mis nietas interesándose en mí. El agua de mis ojos golpean mi rostro, la situación me sobrepasa y pese a la seguridad que puedo aparentar esto me rompe; esos errores del pasado, hoy pesan más y se clavan en el centro de mi corazón haciendo un agujero muy profundo y es que ¡la vida se encarga de pasarnos factura! En mi interior hay una fiesta de sentimientos, como ese huracán que hace estragos revolviendo todo en mi interior. Mis nietas me consuelan y aconsejan de todo corazón, esas sinceras palabras son tan delicadas como esa pluma que acaricia mí alma, entonces besan mi frente con infinito cariño y sus manos aprietan las mías en señal de acompañamiento, hasta de paso ellas hacen corajes por ver cómo me tratan mis hijos porque sus mejillas se encienden ¡les duele verme sufrir! Al llegar Lupita del trabajo le cuentan mis nietas, por supuesto hizo corajes entripados dijo que iba hablar con ella seriamente. Para los siguientes días Lupita mencionó que Lourdes fue a su trabajo, se salieron para que ninguna persona a su alrededor escuchará, le reclamo pero ella se excuso con lágrimas en lo ojos no la culpo porque sé que yo tengo que ver con su sentir, después ella siguió viniendo como si nada a la casa de mi hija eso sí no venía a verme porque conmigo era cortante es cuando sentía un fuerte pinchazo en el pecho, no sé si disfruta verme sufrir porque vi en sus ojos rencor y desprecio que atravesaron impetuosamente mis ojos, por un lado se que me lo merezco pero me da miedo que ya nunca me vuelta hablar o será que esta cercanía está desahuciada y nunca llegará; ciertamente mis nietas por educación la escuchan y he oído que le dicen a su tía que no se porte así conmigo mejor pretende hacer oídos sordos y sigue conversando. Y cuando se dirigen mis hijitas a bañarme no dice ¡¡Las ayudo!! Solo pasea su mirada y ve todo ese esfuerzo que hacen, una me toma de las muñecas para regalarme ese impulso y equilibrio que me falta para estar parada unos segundos y la otra rodea mi espalda para evitar que me caiga hacia adelante tratan siempre de sujetarme con movimientos cuidadosos y seguros, intento poner de mi parte para que no se lastimen, por consiguiente cuando terminan de bañarme ponen mi pañal y me visten para enseguida llevarme a la mesa para que coma. Lourdes nunca se ofreció, estuvo como un maniquí sentada sin moverse ni un centímetro, que le pasará por su mente eso quiciera saber; por eso les estoy muy agradecida a mis nietas por cuidarme.
Un repentino día tocan fuerte la puerta, abre Lupita y entran a la casa Leti y su esposo con un pastel y pollos rostizados anunciado ¡¡Sorpresa!! Para que todos se enteren y hacen bailar sus cejas.
—Que se celebra —alzo una ceja como queriendo saber que significa aquello.
—¡Tu cumpleaños! —dice Daniel con diversión en su voz, además usa sus manos como un megáfono diciendo ¡felicidades suegra! Cada uno me da un abrazo.
Ya sabía que era mi cumpleaños, pues mi hija Lupita desde que se levantó me puso las mañanitas de payaso Cepillín, creí que nadie se acordaría y a decir verdad me sorprendí porque ahora sí se discutió sólo estábamos cris, Lupita, Leti y su esposo Daniel y en coro en una sola voz cantan las típicas mañanitas, por lo que Daniel se dirige a apagar las luces para que las velas brillen alrededor del pastel de fresa, como era de esperarse no le di mordida al pastel para no arruinarlo se veía tan bonito, luego parti el pastel en varios pedazos y solo Leti los sirvió en los platos y empezamos a comer; más adelante le dije a mi hija Lupita que pusiera una música bonita, rápido interviene su esposo de Leti diciendo tus deseos son órdenes hace una reverencia burlona y como tiene una matraca la agita moviéndola, esa música no quiero dije y se empieza a reír lo que a mí no me causo nada de gracia, su humor rompe con el ambiente que se estaba formando, mejor no le hago caso y sigo en la conversación con mis hijas y para alegrarme el día bebo alcohol eso sí muy poco ya a mi edad me tengo que controlar, ciertamente fue un festejo alegre. Un rato después Leti y su marido se empiezan a despedir, no sin antes llevarse el pastel que sobró y el poco pollo rostizado ¡qué no sabe que es de mala educación llevarse lo que uno trae! Si lo ha de saber pero es tan miserable y por ende Lupita se dió cuenta y solo meneo su cabeza de un lado a otro.
Es el mes de septiembre. Lupita un día le toca descanso y se ofrece a bañarme, de antemano mis nietas me llevan al baño y sientan en la silla, pronto Lupita empieza a tallarme muy bien de pies a cabeza dentro de poco empiezo a sentir un fuerte mareo creí que se me había bajado el azúcar.
—¡Mamá está temblando! —exclama asustada, su voz resuena en todo en el baño.
—No creo. —Lo tomo a la ligera.
—Sí mamá el piso se mueve.—Nos quedamos inmóviles unos segundos y efectivamente estaba temblando, hago un esfuerzo para no mostrar miedo.
—¡Mamá nosotras nos saldremos afuera con los niños! —gritan desde afuera de la puerta del baño Mari y Viri.
—Si hijas tengan mucho cuidado con los árboles y postes —dice Lupita preocupada. Desde ese momento empieza a temblar más fuerte y a la distancia se escucha el ruido de las sirenas y las alarmas sísmica, suena tan irritante que atraviesa mis oídos dolorosamente. Cris no quiso salirse y por lo tanto los tres nos quedamos en el baño, ¡se sentían fuertes latigazos! Estábamos de un lado a otro y el suelo vibraba violentamente, es entonces que la adrenalina recorrio todo mi cuerpo y entre los tres nos abrazamos eso me hizo sentir protegida, de repente se va la luz quería que mi hija y mi nieto se salieran y me dejaran, porque yo ya viví y recorrí parte del camino pero no quicieron, estaba asustada y también mi hija y Cris porque tenían la cara llena de miedo, nadie sabía que iba a pasar. Para mí fue mucho peor que el de 1985, pensé que el edificio se iba a desmoronar en cualquier momento. Cuando me dí cuenta que ya no nos movíamos supe que el temblor había terminado, aún así sentí vibrar mis huesos, después de una fracción de segundos la calma llegó en mi interior. Cris se salió del baño para ver cómo se encontraban sus hermanas, a continuación mi hija me enjuago el jabón que aún tenía, terminando me seco con una nueva tualla porque la otra me había cubierto y se mojó, enseguida Cris me ayudó a salir del baño y llevo al cuarto para que mi hija me vistiera y ahora teníamos que estar pendientes de las réplicas; mis nietas y bisnietos están bien sin duda nos llevamos un buen susto agradezco a Dios por estar todos con buena salud. Un par de horas más tarde vino la luz, ese era el momento de prender la televisión. Los conductores de las noticias anunciaban que fue de 7.1 grados en la escala de Richter causando que edificios cayeran, fue una tragedia mortal porque murieron muchas personas.
La nieve en mis cabellos habla de mi historia; para los siguientes meses mis fuerzas siguen fallando es duro que pasen los días, por lo cual mis nietas deciden no cuidar a los niños solo quieren enfocarse en mí ¡pobrecitas se desgastan mucho! Por cierto una vez que estaba sentada en el borde de la cama queria levantarme simplemente ignoré el hecho de que no tenía fuerzas, empuje mi cuerpo hacia delante y al pisar el suelo, mis pies perdieron el equilibrio y acabé desparramada en el piso: mis nietas al oír un gran grito enseguida vinieron corriendo pero no podían levantarme por eso le gritaron a su hermano, pronto Cris me cargo y en ese instante sentí un traqueteo de huevos, posteriormente me sento en la silla de ruedas. Tal vez no debí bajarme me hubiera esperado a que vinieran a levantarme y no tendría el dolor de piernas, pedí disculpas de que ya no lo iba hacer, cuando menos me dí cuenta mis nietas con sus manos que ¡yo digo que son santas! Me soban con aceite de Alcanfor para calmar mi dolor, aproximadamente en unos minutos se fue esa dolencia. Como quieren verme con más ánimo mis nietas se disponen a pintarme el pelo de mi color favorito, me parece excelente porque quiero volver a recordar cómo se me veía ese color, así lo hacen en el transcurso del día y además me maquillan un poco. Por último me visten con un lindo conjunto, esto me hace ver que no se necesita que se celebré algo para arreglarse, siendo sincera estoy melancólica por todo lo que he vivido, quisiera volar y huir de esta tristeza que me atrapa y ser libre como un pájaro dejándome llevar por el viento cálido y ver puras cosas bonitas, convirtiendo mis cantos en felicidad. Sin embargo no es así, está tristeza está arraiga en mi corazón, los pensamientos negativos viene a mi mente cuando menos los espero y hacen que recuerde lo que fui e hice lo que ocaciona que resople de decepción.
—Dios realmente he tenido que ser muy mala en otra vida para haber pagado todo lo que estoy viviendo, maldigo mi suerte con la cabeza entre las manos. Cada día que despierto estoy muy nostalgia las ojeras por falta de sueño están presentes, mis ojos se han cansado de tanto llorar, mis pestañas ya ni pueden parpadear de lo cansadas que están ¡extraño a mis hijos! Quisiera que todos estuvieran aquí abrazándome y mimándome pero no ¡solo es una ilusión!
Prácticamente en este tiempo me estoy marchitando como las flores, y poco a poco voy cayendo, mi corazón pide a gritos que mis hijos me quieran ¡lo reclama una madre desesperada! Por eso le pido a mi hija Lupita que le llame a sus hermanos y le diga que vengan quiero hablar con ellos; los días siguientes viene mi hija Pati con mis nietos, platicamos a pesar de ello se que mi hija también tiene algunos recentimientos hacia mí porque no vino por iniciativa solo porque le llamo Lupita. Alberto agualmente vino a visitarme se sienta un rato y expresa échale ganas y luego se va. El fin de semana Javier viene con su familia me trae de comer y me da un dinerito, únicamente están un par de horas y se va eso es cada mes. Carlos no viene, no lo he visto para nada, está trabaje y trabaje se va hacer rico como va y Leti viene dos veces por semana eso sí ayuda un poco a mis hijas.
Un día estoy en la recámara sentada en el sillón que está aún costado de la cama, hablando con una de mis nietas de mi hijo Memo, así estuvimos platicando hasta que interrumpe nuestra plática el toquido de la puerta, abre mi otra nieta y presto oído para ver quién es, con el primer golpe de voz reconozco que es mi hijo Memo, pasó a la sala como dice el dicho hablando del rey de Roma y por la puerta se asoma. Mari me dice que espere un momento fue a estar junto a su hermana, las voces se filtran por la abertura de la puerta, una de ellas le dice que se pasará a la habitación para que me viera, por lo tanto pongo mucha atención a lo que va a decir Memo de lejos.
—¡No luego vengo! —Se negó aceptar.
—Tío mi abuelita te necesita quítate el resentimiento que no hace bien sea como sea es tu madre —su voz la modula para hacerlo pensar.
—Lo sé pero ya me arrepentí el vernir mejor me voy —se encamino a grandes zancadas a la puerta, y las voces se dejaron de oír desvaneciendose en el aire.
Mi mirada está clavada en el suelo, relucía mi semblante decaído por escuchar las palabras de mi hijo lo cual hirió mi autoestima, tenía tantas ganas de verlo y tocar sus manos. Trate de contener las lágrimas pero fueron más fuertes que brotaron por mi rostro, mi nieta de lejos ve mi sentir y se acerca para abrazarme. Fui demasiado optimista creyendo que entraría a verme, tiene una falta de consideración no puede ver lo que hay en este corazón.
Les cuento que cuando Lourdes viene y estoy frente a ella no siente cariño hacia mí, se porta fríamente como si fuera una extraña ¡está en el plan de ignorarme! Tanto ella como Guillermo me desprecian y lo expresan de esa manera para que me sienta mal, su corazón lo tienen de piedra y mi ilusión de que estén bien conmigo no va llegar.
Por alguna razón a mitad de la mañana despierto bruscamente, la respiración se me corta es como si se me enroscara algo en la garganta, suelto el aire atascado por mi boca y una tos violenta me alarma, estoy empapada de sudor ese esfuerzo que hago hace que mi sangre se suba a mi rostro lo cual luce rojo, agarro aire y grito con todo mi ser lo que se me viene a la mente y es el nombre de mi nieta Viri, deseo que ya venga. Pronto las dos vienen auxiliarme todo pasa como en una cámara lenta, los segundos se convirtieron en horas así sentí ese momento, mis nietas al verme así se espantaron y concuidado agarran de mi espalda para levantarme de la cama y palmean mi espalda por si se me atoro algo, violentamente suelto el aire atascado de mis pulmones por mi boca.
—Como te sientes mamá Susana —dice Mari.
—Ya mejor —digo con voz áspera girando la cabeza bruscamente para responder que ya estoy bien, mi cuerpo poco apoco consigue encontrar la fortaleza para resistir. Definitivamente el día de mi muerte se acerca con sigilo, he cierto he pasado por muchos colores pero en este momento estoy en el tono oscuro ¡el color del luto! Que sobreviene la muerte, para poder llevarme cuando menos lo espere, pero hoy resucite cuál ave fénix, no se que hubiera pasado sino tuviera el apoyo de mis nietas porque me estaría ahojado. Resulta ser que como hice mucho esfuerzo me hice del baño aparte estaba muy empapada, ellas sin más me cabian el pañal y limpian muy bien para enseguida ponerme ropa limpia, una vez que acaban me llevan hacia el sofá. Yo sé que están haciendo mucho esfuerzo conmigo, por eso le digo que usen unas fajas para que no se lastimen la columna su respuesta es que se la encargarían a su mamá para que se las trajera. Para la tarde hacieron una rica pancita, ese aroma que desprende lo adoro porque es el olor a una casa acogedora, sirven los platos y las tres nos sentamos, cada cucharada lo saboreo y lo acompaño con una tortilla de maíz en definitiva inunda mi paladar ¡esto si es comida! Para la cena me dan leche simple y mi pan favorito. Mis nietas son muy organizadas tienen tiempo para todo, solo las veo que están de aquí para allá. En cuanto tengo sueño las dos me llevan a la cama y Lupita me cambia el pañal, luego tras de sí apaga la luz y me deja dormir y se va un rato a ver la televisión con sus hijos. Estando sola me sumergí en la tristeza, en breve se escucha un relámpago que iluminó el cielo destellando en blanco, es como si me hubieran tomado con la cámara una foto y empieza a llover con fuerza y mis lágrimas caen al compás de la lluvia es como si lloraran conmigo, por más que me heche a llorar los problemas no van a desaparecer. Las marcas que me ha dejado la vida duelen demasiado, así estuve como una hora llorando sin consuelo mientras caen sobre mi almohada las lágrimas que se mezclan con mi sudor, no obstante mi hija Lupita entra a la habitación.
—¿Mamá te sientes bien? —pregunta susurrando.
—Sí, solo me vino sentimiento. —Me siento en la cama y al verme así mi hija se le contagió mi sentir y las dos lloramos, incluso me abraza con fuerza y yo entierro el rostro en su pecho, esa sensación de consuelo es lo que necesitaba, en consecuencia me mira fíjamente y quita los mechones que cubren mi rostro para que la vea.
—Sabes mamá veo en ti una mujer fuerte, valiente, perseverante que has pasado por muchos obstáculos y tienes una fortaleza de hierro, tú mirada emana calidez, amor y esas líneas de tu rostro demuestran como haz aguantado el paso del tiempo —Mis ojos brillan con emoción ante sus palabras que llegaron a lo profundo de mi corazón. Mi hija ve cosas positivas en mi cuando en realidad soy alguien más en este mundo.
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